Relato: El Cartero.

El Cartero.

En esta época de e-mail y contactos cibernéticos nunca pensé que el correo postal fuera capaz de traerme tan grande sorpresa.
Sonó el timbre y me extrañó. No suelo recibir visitas sin previo aviso. Pensé que sería algún vendedor ambulante o un Testigo de Jehová, pero al abrir la puerta me encontré con El Cartero. Vestido con un mameluco color violeta y debajo una remera blanca escotada, que dejaba al descubierto su cuello y la parte superior de sus pectorales, me obligó a recorrerlo íntegramente con mis ojos. Cuando me percaté que mi mirada se había detenido en el “bulto” (y no estamos hablando del paquete que él traía para mí), y que ya habían pasado varios segundos sin que yo emitiera ningún sonido, dije “hola, ¿qué necesitás?”.
El Cartero se había percatado de la situación y lo dejaba traslucir con una sonrisa pícara y una mirada libidinosa. A esa altura, ya la calentura había subido y tenía la pija tan dura que él seguro se dio cuenta. En ese momento comenzó un juego de palabras muy obvio con “el paquete”, “el bulto”, “la entrega”, que no tiene sentido reproducir.
Bajó de la camioneta una caja bastante grande (unos cuadros y adornos varios que mi tío enviaba de lejos) y me pidió ayuda para entrarlo a la casa. Una vez adentro El Cartero fue directo al grano: “flaco tengo la pija re dura, y vi que vos también. El tema es que tengo que seguir con el reparto…” Lo primero que se me ocurrió fue decirle que volviera cuando terminara de trabajar, pero la verdad es que no quería aguantarme tanto la calentura. “Entonces que esperás para sacarte la ropa” le dije. El mameluco violeta cayó al piso y asomó una poronga monumental. Me arrojé frente a ella y comencé a chuparla y a disfrutar ese miembro alucinante. Él me tomó del cuello y me dijo, “no tengo mucho tiempo”, me dio vuelta contra la pared, me humedeció el culo con un poco de saliva y luego me metió su verga tan fuerte y tan profundo que aullé de dolor – de placer. Sentí mi cuerpo acorralado entre la pared fría y su pecho caliente, los movimientos eran rápidos, desenfrenados; él tenía urgencia por acabar y yo suplicaba que nunca me sacara la pija de adentro.
Con una mano me sostenía del pelo y tiraba hacia atrás, con la otra me tomaba de la pelvis y me apretaba contra su entrepierna. Arremetía con su pija en mi orto cada vez más fuerte, mientras rebuznaba junto a mi oído. “Cómo voy a llenarte el culo de leche” me dijo, y sentí que su verga se hinchaba dentro de mí. El semen caliente regó mi interior y sentí que me recorría, mientras él apretaba con fuerza su cuerpo contra el mío.
Sacó la pija aun tiesa, me agarró de la nuca y con un pequeño empujón, me hizo arrodillarme frente a él. “Limpiamela que me tengo que ir”, dijo. Comencé a chuparla saboreando los restos de semen de su poronga. Se colocó el mameluco violeta y se fue dejándome extasiado y con el culo que aun palpitaba por su brutalidad.
El Cartero vino esta tarde. Hizo su entrega. En el apuro no le firmé el remito, va a tener que volver. Mientras espero, voy a llamarlo a mi tío para agradecerle por el paquete que me mandó.

7 comentarios - Relato: El Cartero.

sedesama
ya lo habia leido pero no se como llegue de nuevo, estaria bueno que cuando contas,pongas los dialogos, estan buenos. suerte.
michuly
alguien sabe que paso con la categoria RELATOS???
josegroso
donde esta ese cartero??