Como me empezaron a gustar los maduros (relato)

Incursionando con algunos relatos para todos los gustos


CÓMO ME EMPEZARON A GUSTAR LOS MADUROS
Gay, maduros, infidelidad. Él era bisexual y su nuevo amigo no estaba muy seguro… hasta que estuvieron juntos.
6 de Junio de 2002 por Anónimo
Estuve en la feria donde conocí a Ramón, un osito de 45 años. Me tuvo mucho tiempo esperando para atenderme, así es que cuando llegó lo primero que hizo fue disculparse. Estuvimos media hora reunidos, viendo catálogos, cuando terminamos estaban cerrando la feria, Ramón muy amable se ofreció para llevarme al hotel, y yo como no podía ser menos le invité a cenar, además no tenía ganas de cenar solo. Paramos en un restaurante, cenamos copiosamente y después fuimos a tomar unas copas, durante la noche tuve la sensación de estar con una persona de esas con las que de forma automática te sientes a gusto. Charlamos mucho. Tocamos el tema de las infidelidades y los celos, Ramón me confesó que él era fiel por necesidad, no por gusto. Yo le hablé de mi mujer y de lo celosa que es.

Comenzamos a subir el tono, Ramón me contaba que practicaba muy poco el sexo con su mujer, y que era siempre lo mismo, dice que siempre consigue que su esposa esté satisfecha, pero que él no lo está, que a él le gustaría arriesgarse, tener experiencias nuevas.

Yo le dije: – Claro, yo solo tengo 29 años, lo mío es distinto, y además tengo la suerte de no tener tabúes.

- ¿A que te refieres? – No sé, a que no me corto, si me apetece probar algo lo pruebo, y si no me gusta lo dejo.

Ramón me buscaba las vueltas, quería sacarme información, se veía que estaba muy interesado e insistía para que le contara.

De forma que hicimos un "pacto", como yo estaba cansado y algo borracho, al día siguiente volveríamos a cenar y seguiríamos la conversación.

Ese día también fui a la feria, era la última jornada ya. Me acerqué al stand de Ramón y nada más verme se acercó y me dijo: – Anda rescátame que estoy hasta los cojones de esta feria.

Yo me reí y salimos juntos.

Me llevó a cenar a un sitio muy chulo (gastos de empresa, ya sabéis), y repetimos la operación del día siguiente, pero en el restaurante, café, copa y puro. Allí continuamos la conversación pero con una condición yo le contaría cosas si me prometía discreción y si él me contaba a mí cosas íntimas.

Así estuvimos un buen rato, el me contaba que a él lo que más le gusta es sodomizar a su mujer, pero que no siempre puede, etc, etc… la verdad es que Ramón es un poco aburrido, en temas de sexo.

La cosa tomó un giro inesperado cuando yo le conté que estaba depilado: – ¿Cómo depilado? ¿Qué no tienes vello? – Sí hombre, eso depilado.

- ¿Y para qué? – Para nada le dije yo, es que me excita, me gusta mucho tener los cojones limpios.

- Pero eso es un poco raro ¿no?, me dijo Ramón.

- A que te refieres, ¿a que es cosa de maricones? – Si, pero que a mi me da igual, eh, lo que pasa es que, no se me ha llamado la atención.

- ¿por qué, es que tienes algo en contra de los bisexuales? – ¿Eres bisexual? – Si Ramón se quedó un tanto parado, echó un trago y me dijo: – ¿Desde cuando? – Desde siempre. -Le dije yo – ¿Y que hacías, te acostabas con tus amigos? Las preguntas se hicieron más picantes, y las respuestas más atrevidas – Si, bueno al principio cuando tenía 17 años eran juegos, nos masturbábamos. Luego tuve mi primera novia, y estuve 2 años con ella.

Después, conocí a unos chicos con los que me inicié en las felaciones y en las primeras penetraciones. Luego ya durante años he tenido muchas relaciones casuales, hasta que conocí a mi mujer.

- Y ella sabe que te gustan los tíos.

- No, y mejor que no lo sepa…

Ramón estuvo un momento callado y yo le pregunté: – ¿Qué pasa, te he cortado el roll? – No, no.

- ¿Entonces? Tras dudar un buen rato por fin me dijo – Bueno, mira, yo también tuve mucha curiosidad, siempre he tenido ganas de probarlo, pero tengo mucho miedo, y ahora que tu me cuentas esto…

- ¿Piensas que te gustaría p

robar? Ramón, muy colorado, y con voz muy baja, casi atragantándose me dice.

- Si.

En ese momento no me lo pensé dos veces, dejé dinero en la barra cogí su abrigo y el mío y le dije: – Vámonos.

Fuimos a mi hotel.

Al entrar en mi habitación le dije: -Siéntate.

Corrí las cortinas, bajé la luz y puse el hilo musical.

Me acerqué a él y le hablé: – Bueno, como se que estás muy nervioso te voy a proponer algo, empezaré yo, si no quieres seguir basta con que me lo digas, no me importa, después cuando termine, si quieres seguir sigues y si no tan amigos ¿vale? – Vale – Pues, vale, echa un par de vasos.

Mientras Ramón servía dos gin tonic del minibar yo me descalcé y me quité la camisa.

Ramón se descalzó también.

Brindamos y bebimos la ginebra de un trago.

Decidí ir al grano, así que lo que hice fue quitarle la camisa y la camiseta interior e ir descendiendo lentamente hasta su cinturón, se lo desabroché despacio, después el botón del pantalón, me excito mucho ver su cuerpo, es un osito peludo con una graciosa panza muy colorado y dura, yo estaba muy caliente ya y temía que no me dejara terminar. El hizo ademán de sentarse, pero preferí sentarme yo en la cama y que el se quedara de pie.

Le miré el bulto y me alegré de ver que estaba empalmado, me deshice de sus bóxer y empecé a acariciar la verga más dura que jamás he tocado, gorda y caliente, con unos cojones enormes. Mientras le acariciaba echaba la cabeza hacia atrás de placer. Comencé el dulce vaivén, un lento meneo que consiguió que su verga se endureciera aun más, por fin me la introduje en la boca con avidez, estaba extasiado, le chupaba el capullo como un loco, no se por qué, pero Ramón sin ser un tío muy atractivo me vuelve loco, comí aquel caramelo como si me fuera la vida en ello, me metí en la boca sus cojones y los saboreé con placer. Noté como se tensaba y aparté mi boca, seguí masturbándole hasta que se corrió encima de mi, llenándome la cara y el pecho de esperma caliente.

Yo estaba caliente como un perra, sentir su leche ardiendo por deslizándose por mi cara me había abierto el apetito, necesitaba sentir su verga dentro de mi, quería que me partiera en dos.

Después descansamos un rato, en silencio, bebiendo algo para disimular el momento tenso después del orgasmo. Esperé un poco miré a Ramón y le dije: – Tranquilo, este será nuestro secreto, te lo juro.

Y le hice la pregunta que Ramón sabía que le haría: – ¿Quieres que continuemos?

…..

Si queréis continuaré en otro relato.

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