Noche de excesos espontáneos con mi mejor amigo. (Relato)

Ahhh... tienen que perdonar mi prosa lasciva y chorreante, pero es que mis sentidos aún están completamente desordenados y mi verga me palpita con fuerza bajo los pantalones cuando cierro los ojos y revivo lo que tuvo lugar anoche...
Indudablemente, queridos amigos, me atrevo a decir que ningún hombre en este mundo sentirá realmente tanto placer hasta que esté en el fondo del culo de su mejor amigo...
¡De cuanta magia se pierden los amigos que no se entregan al placer como un culto maravilloso y gratificador hacia su propio género!

Pues resulta que por la tarde de ayer sábado, mi mejor amigo a quien llamaré Cody, me llamó un poco triste con la pesada noticia de que su relación amorosa se estaba yendo a la mierda. Claramente me dijo que necesitaba despejar su mente, que acababa de conseguir una variedad buenísima de cannabis llamada Blue Dream (una cosa bendita y bárbara que todo aficionado al cannabis debería probar) y que no habría nadie en casa, de modo que podríamos pasarlo bien...
Llegué a su casa a las diez de la noche, vi que ningún coche estaba estacionado en el eje de la casa y supuse que efectivamente no había nadie, así que con toda la confianza del mundo entre por la puerta como si fuera mi casa y subí directamente las escaleras para llegar a su habitación. El cuarto estaba vacío pero la puerta del baño estaba abierta y el constante sonido del agua me hizo saber que Cody se estaba bañando. No quise molestarlo, me quité los zapatos para que no pudiera escuchar mis pasos y salía al pasillo para volver a bajar las escaleras y buscar algo de comida en el frigorífico. Sólo tomé una cerveza, la abrí, bebí un trago y volví a subir. La regadera seguía abierta, entré en el baño y vi que la cortina estaba corrida. Ahí estaba Cody, con cuerpo moreno y exquisito, musculoso y perfecto empapado por agua hirviente, tenía los ojos cerrados y naturalmente se estaba masturbando. Ambos somos amigos desde hace siete años, nos hemos visto desnudos un montón de veces; la verga de Cody es una cosa bellísima, de veinte centímetros, circuncidada, con el glande brillante e hinchado siempre a la vista y unos huevos viriles y afeitados que le hacen agua la boca a cualquiera que sepa encontrar la belleza estética masculina.
—¿Te falta mucho para eyacular? —Pregunté con los brazos cruzados y el semblante serio, pretendiendo ser su padre molesto.
Cody abrió los ojos y me sonrió hermosamente. Sus ojos estaban rojísimos, de modo que intuí que tenía poco de haber fumado.
—Va, sólo estaba haciendo tiempo... —y se giró para cerrar la llave, permitiéndome ver su espalda y nalgas recién depiladas.
—Yo también me rasuré hoy completamente; la sensación de frescura es verdaderamente excitante...
—¡Sí tienes toda la razón! Justamente ayer me dormí desnudo y fue inevitable volverme loco con el roce de las sábanas... terminé envolviendo mi almohada en ellas y...
—Coño, Cody... Jajaja Me has hecho recordar mis primeros pasos como masturbador, cuando le ponía el pito encima a las almohadas y me las cogía... En definitiva somos unos enfermos mentales.
El tipo salió de la regadera, se secó frente a mí y enseguida se miró en el espejo haciendo muecas irresistibles y posando en diferentes ángulos para poder ver desde toda perspectiva su viril y escultural cuerpo.
—Querido, Cody —y le acaricié las nalgas suavemente sin que él se espantara—. Eres una delicia de muchacho...
—Oye... ¡No nos hemos saludado! —y me abrazó desnudo bailándome un poco y restregándome sus huevos en mi pierna a modo de broma.

Mientras el humo se elevaba y nosotros empezábamos a reírnos sentados en el sillón, chupando ocasionalmente de la pipa, una suave y sensual canción de Chet Baker nos hacía compañía y llenaba el aire con el romance.
—En la cocina hay un par de botellas de vino tinto que le regalaron a mi abuelo... La cosa es que él es abstemio y... Y creo que nosotros podemos aprovecharlas mejor.
Y en un segundo me levante y fui a la cocina a buscar esas botellas. Las descorché, limpié unas copas y volví a la sala. Escancié la primera ronda. Elevamos las copas y brindamos.
De pronto, a la cuarta copa que fue la última de la primera botella, Cody empezó a contarme lo de su relación, que básicamente se puede resumir en que su novia es una niña necesitada de afecto que está verdaderamente enamorada de él y que es excesivamente molesta y posesiva.
—Me da pena por ti amigo... Desde que empezaste a salir con esa mujer tu vida se ha reducido tristemente sólo a esa mujer... Ahora mismo podríamos estar en una maldita orgía si no fueras tan idiota y te quitaras los perjuicios tan tontos que te hacen creer que debes serle fiel a una mujer...
—¿Sugieres que la engañe?
—¿Por qué no? ¿Es que acaso sólo ella tiene derecho de recibir tu esperma? ¿Es que acaso sólo ella tiene el derecho de gozarte? Si es así lamento decirte que eres lo que algunas mujeres llamarían un desperdicio de hombre.
Cody sonrió y permaneció en silencio mirando su copa vacía. Atendí a su tristeza y se la llené.
—Es que ella me ha hecho sentir muy especial... Me ha hecho cosas que nadie me había hecho sentir, placeres que no cualquier mujer está dispuesta a dar a un hombre.
Le pregunté si se refería al sexo anal, pero me dijo que aún estaba muy lejos de poder sondearle el agujero a su novia. A lo que se refería es que ella le había metido un dedo en su culo. Entonces quizá ese recuerdo le vino a la mente y se restregó la verga por encima del pantalón con fuerza.
—¡Es que es algo insuperable! Me excité muchísimo.
Yo le dije que lo entendía, que yo también creía que no había nada más excitante que tener el ano estimulado.
De súbito se lo pregunté.
—¿Alguna vez te has vestido de mujer?
Se ruborizó y me miró a los ojos profundamente.
—¿Tú lo has hecho?
—¡Claro que lo he hecho! No hay nada más delirante que verse a sí mismo feminizado, es una delicia completamente.
Su sonrisa brillo y me dijo:
—Eres tan idéntico a mí, Danny... Por eso eres mi mejor amigo y te amo.
—¿Y si tanto me amas porque no me das un beso o me la chupas?
El disco terminó y hubo un silencio pesado y sombrío como respuesta.
Se me ocurrió lanzar al aire una pregunta por puro ocio,
—¿Alguna vez te la has chupado tú mismo?
—Sí, un montón de veces. Inclusive me tragado mi propio licor.
Otra sonrisa radiante...
—¡Es riquísimo! —Exclamó excitado y se bajó los pantalones emocionado— Mira y bajó su torso hasta poner la boca muy cerca del pene para demostrarme que realmente se alcanzada.
—Chúpatelo. —Le dije seriamente.
Me miró con duda y en un par de segundos tenía la mitad de su pene en su boca. Fue una cosa preciosa de ver. Tuve una erección y se lo dije:
—Tu depravación me excita como no tienes idea, querido amigo...
—Pues entonces bájate los pantalones y tu también chúpatela. ¡Veamos quien es el que se puede meter más!
Y de pronto ya estaba yo también encorvado, con mi pene en mi boca.
Mientras yo me pulía, éll se puso en píe y comenzó a masturbarse mientras observaba lo que hacía.
—¡Tienes razón! —Exclamó casi sin aliento—. Me siento excitadísimo al pensar en lo depravado que somos, Dios bendito...
Entonces me quité la playera y me saqué completamente los pantalones.
—Querido amigo... —le dije en un tono gentil y dulce, indudablemente irresistible— siéntate a un lado mío y entreguémonos al desquicio.
Y se acercó a mí estrujándose la verga con una rabia bestial, apretando los dientes con fuerza y respirando como un maldito loco. Yo esperaba a que se sentara, pero lo que hizo fue lanzarse sobre mí con todas sus fuerzas, inmovilizarme las manos y empezar a frotar su verga contra la mía con un frenesí estupendo...
Ahhh... ¡Cuantas cosas sentí yo en ese momento! ¡Cuanta locura, cuanto esplendor, cuanto arte! Ahí lo tenía, bufándome como un toro en el cuello, besándome aquí y allá y metiéndome la lengua lascivamente en la boca, chupando y saboreándome mientras nuestros penes y nuestros huevos se hinchaban y se ponían tan tiesos como nunca jamás lo habían hecho. De pronto se resbaló sobre mí hasta quedar de rodillas y empezó a besarme el pito como se besa a quien no se verá más en mucho tiempo y empezó a decirme cumplidos que me hicieron echar la primera gota de pre–seminal.
—Ahhh, Hermoso amigo... No sabes cuantas veces he soñado con tener esta preciosa y blanca verga dentro de mi boca... No sabes como he anhelado este momento... Ahhh... si fueras paciente te haría eyacular con solo besos... ¡Imagina lo feliz que serías! —Y sin más se lo metió en la boca, hasta el fondo, mientras con su lengua jugueteaba con mis pelotas.
Pasó un tiempo, y ahora yo tenía que tomar el papel de hombre. Lo agarré con brusquedad de los cabellos y le puse la cara en el borde del sillón. Le pasé el pene por toda la cara y le besé con más delicia. Al poco tiempo Cody me embestía la garganta con brutalidad, como si quisiera perforarme o arrancarme la cabeza y seguir follándola después de haberla desprendido de mi cuerpo.
Entonces le dije:
—Vayamos a hacerlo en el cuarto de tu hermana, busquemos su ropa más sensual y transformémonos. Y en un segundo llegamos a la rosada habitación de su putísima y riquísima hermana. Le dije:
—Me encantaría hacérselo a tu hermana... Se ve que es putísima.
Cody, que estaba agitándosela frente a un espejo rodeado de fotografía de su hermana, dijo:
Me he masturbado un montón de veces con sus bragas, mira ven; entramos al baño y de la ropa sucia sacó una bragas que me puso en la nariz para que las aspirara. Eran unas bragas sucias y tenían un olor penetrante. Me las quitó y las olió él, suspiro y se las metió a la boca y las masticó con absoluta naturaleza.
—¡No sabes como me excita ésta puta!

No hay palabras suficientes para describir que tan bellos y femeninos nos veíamos Cody y yo con aquella ropa. Yo me puse un vestido negro bastante corto, unas bragas blancas de seda y unas medias blancas que me llegaban hasta los muslos, de modo que parecía una adorable mujercita intocable y provocadora. Cody se puso un vestido floreado también corto, unas bragas negras y el prefirió tener sus hermosas piernas depiladas visibles. Mientras examinábamos los cajones encontramos una bola de plástico con extensiones para cabello de color castaño y de inmediato nos las fijamos en la cabeza distribuidamente. Como estas no se quedaban muy fijas, nos pusimos encima unos beanies y ¡voilà!... No parábamos de posar frente al espejo, de lanzar besos y poner caras dulcisímas y tiernas que más y más nos calentaban la cabeza. Nos pintamos los labios con un lipstick de color rojo obsceno y nos sombreamos los ojos. ¡Vaya belleza!
Así pasaron las cosas... Era tiempo de empezar a jugar, de buscar la eyaculación. Le dije a Cody que haríamos lo siguiente. Evitaríamos a toda costa tocarnos los penes. debíamos ser tan femeninas como pudiéramos y teníamos que rendirnos al placer de la verga sublime. Primero él sería la mujer y yo el hombre y después cambiaremos los papeles; el estuvo de acuerdo y empecé a devorarle el culo frente al espejo. Cody se veía con admiración, lo disfrutaba completamente, estaba en el cielo. Entonces le pedí que se acostara boca abajo en la cama y que se limitara sólo a gemir, le advertí que si me desobedecía empezaría a golpearla como a una perra. Su rico ano estaba dilatado, mi pene lubricado, apoyé mis manos sobre su nunca como si fuerza hacer flexiones y despacio entré en el culo de mi mejor amigo.
—Ohhh... —gemí yo desmayándome de placer al sentir como Cody se estremecía y me recibía con emoción, agitando sus caderas lindamente. Llegué a su fondo y me tiré encima de él como si fuera a dormir. En su oído empecé a susurrarle cosas para hacerlo sentir culpable, le dije que era un marica, un tipo deplorable y enfermo que sólo podía pensar en su placer.
—¿Qué dirían tus padres si te vieran en semejante posición? Seguro dirían Ahhh... que hijo tan maricón tenemos...
Cody se ruborizó, yo me reí y empecé a taladrar su agujero como un maldito demonio, babeando en su espalda y magullando con bestialidad sus nalgas.
Habían pasado ya unos veinte minutos desde que lo había poseído. Ya no podía más, mi excitación era tanta que tuve que salirme de su culo para evitar terminar. Antes de salirme le recordé que era mi puta y que tenía que hacer todo lo que le pidiera. Asintió con una penosa sumisión y me preguntó tiernamente si había algo que pudiera hacer para hacerme feliz.
—Naturalmente puedes, querida amiga... Y déjame decirte que si no me cumples te mataré. (Esto era broma por supuesto, pero estaba tan excitado y él tan sensible, que necesitaba aprovecharme de su vulnerabilidad para calentarme más.) Le pedí que me pedorreara el glande. Se puso en cuatro y tras pujar y pujar una suave ventosidad me hizo vibrar el glande con absoluta dulzura.
Ahora era mi turno de ser sodomizado, ahora era mi turno de rendirme ante mi querido mejor amigo. Le besé y le dije que era toda suya, que era una niña muy mala que sólo aprendía con violencia y con malas palabras y el hijo de puta estaba tan caliente de ver a su mejor amigo, ahora como su bellísima mejor amiga, que es puso a comerme el culo y de inmediato me exigió que me pedorreara en su boca. Lo hice y él lo disfrutó tanto... 
Se agitaba la verga con una fiereza inhumana, como si quisiera arrancársela y enseguida golpear a lo que tuviera enfrente hasta machacarlo. 
Su verga en mi interior... Oh Dios bendito... Sus callosas manos recorriendo mi cuerpo con rudeza mientras me decía cosas como:
—Ohhh... bellísima princesa, tienes el culo más apretado y caliente del mundo, el más jugoso, el más estrecho... Te lo voy a reventar, ¡te lo voy a reventar, grandísima zorra! 
Y se agitaba más y más y me embestía con tanto odio...
— Voy hacer que la sangre corra y te seguiré cogiendo hasta que te desvanezcas, porque tu placer no me importa en absoluto, eres sólo mi juguete... Aaaaarrrrrghhhhhh... Y me daba fuertes puñetazos en las costillas que me hacían estremecer y que a él le otorgaban una presión invaluable.
Entonces se aceleró más y más, porque estaba a punto de morir en la crisis.
—No me importa que tú no hayas eyaculado... ¡No puedo más, no puedo, no puedo! ¡NO PUEDO! ¡AHHH! ¡AAAAARRRRGGGGGGGGHHHHHHHH! —Y poseyéndome de las caderas con sus manos, azotándome como si quisiera morir de un ataque cardiaco, se abrazó a mi cuello haciéndome presión, ciñéndome contra su abdomen y regó mis entrañas mientras temblaba y espumaba y restregaba su cara en mi espalda... 
Todo esto me excitó tanto que le pedí que no se detuviera, que siguiera azotándome, que estaba cerca del orgasmo.
 Agotado, siguió machacándome las nalgas y me abrazó de un modo que con una mano me apretó los huevos y con otra me masturbó con su enérgica fuerza. 
Mi semen salió disparado artísticamente en un larguísimo y abundante chisguete que cayó en el mármol del suelo y que Cody se lanzó a chupar enseguida como una perra, siempre femenina... 

Nos dormimos los dos juntos, vestidos de mujer...
Mientras hacíamos venir el sueño, Cody me dijo:
—¿No te sientes para nada gay?
Me reí y le dije que en absoluto.
—Cody... Soy un ser humano mortal... Lo único realmente valioso que tengo en este mundo es mi satisfacción. Tú y yo no somos más que un par de animales en un mundo enteramente confundido. Me excitan las mujeres por su forma de ser adorables y también por sus atributos, y también, del mismo modo me excitan los hombres, estética y sobre todo mentalmente. Naturalmente yo no tengo ningún prejuicio; si alguien tiene una mente interesante, sea hombre o mujer, siempre trataré de intimidar con él...
Cody me abrazó, se volteó y me pidió que durmiera con mi pene entre sus nalgas.
Hoy amanecimos y de nuevo fue delicioso vernos... Antes de bajar a desayunar estuvimos viéndonos de nuevo en el espejo por un largo tiempo y antes de que me fuera le pedí que nos chupáramos mutuamente los penes para poder eyacular en nuestras bocas al mismo tiempo...
Ahhh... Cody, Cody, Cody... Sólo espero que realmente entiendas mi filosofía y con el tiempo no te enamores de mí como un maldito demente posesivo e inútil, porque entonces tendré que decirte que soy de todos, que un día podré tener excesivas ganas de ti, pero que otro podría odiarte y despreciarte... 
Y es que así soy yo... Caótico e inestable.

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