De esposa ejemplar a puta de lujo - 7ma parte

DE ESPOSA EJEMPLAR A PUTA DE LUJO (07)

Al día siguiente en el trabajo me encontraba más cómoda, ya que por fin había conseguido dormir una noche 8 horas seguidas.

Lo que si me extrañaba que cuando Ana no se iba de juerga conmigo de noche, nunca dormía en casa, decía que se iba a trabajar, Cuando Mario me la presentó me contó que trabajaba en una revista de modas, pero eso no me cuadraba, no iba a trabajar siempre desde las 10 de la noche hasta las 8 de la mañana, para luego dormir todo el día hasta las 6 de la tarde. De esto me di cuenta cuando me fui a vivir con ella. Investigué sus extractos bancarios, y no tenía nómina de ninguna empresa, sino ingresos que ella hacía en ventanilla o transferencias anónimas. Empecé a sospechar que trabajaba de prostituta de lujo, porque sus ingresos oscilaban entre los 2 y 3 millones todos los meses.

En estos pensamientos estaba, cuando me llamó mi madre al móvil. Ya se había enterado de mi separación de Carlos, y me dijo que había hablado con él y que no daba crédito a mi conducta, y que quería hablar conmigo para que le contara mi versión. Total que quedé para comer con ella a las 2 en un restaurnate próximo a su casa.

Cuando llegué al restaurante, ella ya estaba sentada en una mesa. Cuando me vio me preguntó toda fuera de si que que me había hecho en la cara. Ella no me veía desde navidades, y claro no sabía lo de mis operaciones de estética.

Estábamos de pie en la mesa y me miró de arriba abajo mientras yo me encendía un cigarro. Mi vestuario no la tranquilizó mucho, pantalón negro muy ajustado que me marcaba todo, zapatos de plataforma, suéter blanco muy ceñido que transparentaba el sujetador beige, y muy ajustado al pecho.

Nos sentamos y empezamos a comer. Me dijo que si me ve por la calle no me conoce, que me había cambiado todo el físico, con más cadera, cintura parecida y más pecho (era el efecto del Wonderbra), por no hablar de la cara, decía que con esos labios parecía una negra, por no hablar de esos pómulos y ese cuello tan subido que me marcaba tanto la barbilla y tan maquillada, con esa ropa. Total se puso medio a llorar diciendo que parecía una golfa.

Cuando estábamos en el postre, me preguntó qué qué me había pasado con Carlos. Le respondí que yo era joven todavía, que me había casado muy joven y que quería vivir un poco la vida y que eso a Carlos le molestaba. Por lo que el sábado me había pegado, le enseñé las marcas de la cara.

Entonces me dijo que Carlos le había contado todo. Que no paraba por casa llegando todos los días tardísimo, que derrochaba el dinero a manos llenas, que ya no es que no me ocupara del niño, sino que ni siquiera lo veía, que sólo pensaba en mí, y que estaba seguro de que le era infiel.

Que mi madre me contara todo aquello era muy duro. Me preguntó si era verdad. Me encendí un cigarro con una sonrisa nerviosa, nunca he sabido mentir a mi madre.

Empecé a darle largas, diciendo que si que era cierto que estaba menos en casa, pero que en parte era por el trabajo y que por supuesto no le era infiel. Mi madre se dio cuenta que estaba mintiendo, y me preguntó que con quien me acostaba. Le respondí que con nadie y que de hecho ahora estaba viviendo con una amiga.
Se puso a llorar porque sabía que estaba mintiendo. Empezó a decir que había intentado ser una buena madre, que me había dado la mejor educación, que me había casado con un buen hombre, formal y de buena familia, que teníamos los dos un buen trabajo, y que no entendía mi cambio de personalidad, como en unos pocos meses había podido tirar todo eso por la borda.

Me propinó una bofetada, ante el asombro de toda la gente que estaba en el restaurante, y me dijo gritando que no me quería volver a ver con todo el dolor de su corazón, a no ser que volviera a ser la de antes. Afirmó que lucharía para que Carlos se quedara con la custodia del niño, que ella le ayudaría a sacarlo adelante. Se levantó de la mesa y se marchó llorando.

Yo me quedé allí sola, y me di cuenta que en una semana había perdido a toda mi familia, mi marido y mi hijo y ahora mis padres que no me querían ni ver. Al menos mi hijo estaría bien atendido ya que mi madre sería buena con él y todavía era joven alrededor de 55 años.

Pagué la cuenta y en el camino al trabajo empecé a llorar, desde luego Mario y Ana habían conseguido que rompiera todos los lazos con las personas que realmente me querían. Eso les facilitaba el terreno para disponer de mí a su antojo.

Cuando a Ana le comenté lo de mi madre, me dijo que no me preocupara, que no sabían comprenderme, y que desde ahora ella y Mario serían mi familia. Que cometí un error casándome tan joven pero que todavía podía recuperar el tiempo perdido.

Yo la verdad estaba muy afectada, y como no soy tonta a pesar de que me haya comportado como tal, al dejarme arrastrar por Mario y Ana hasta un viaje sin retorno, lo que dijo de que serían mi familia no me tranquilizó ni mucho menos.

Estábamos a miércoles, por la tarde en el club le comenté a Marta que podíamos quedar el viernes para cenar, y me respondió que si encantada.

Entonces le dije que todavía era joven y que vestía demasiado clásica, que el viernes la quería más seductora, así que el jueves por la tarde nos fuimos de compras.

Empecé a elegirle toda la ropa incluso la íntima pensando en los gustos de Mario. Me decía que se veía demasiado provocativa para alguien de su edad, y que era demasiado ajustada (yo siempre la elegía una talla menos de todo, diciéndola que era lo que se llevaba) pero yo la animaba diciendo que le quedaba muy bien. La verdad es que no le quedaba como a mí pero era la típica mujer madura con morbo.

Se gastó 2 millones en una tarde ya que se compró de todo, hasta vaqueros. Luego fuimos a la peluquería, le cortaron un poco el pelo hasta los hombros, y le dije que se lo tiñera de negro azabache, que así estaba mucho más juvenil que no con el pelo a mechas.

La verdad es que quedó muy bien, parecía más joven y ella se quedó encantada.

Llegó el viernes por la tarde, yo estaba en casa con Ana ya que me dijo que Mario me quería ver. Mario entró al apartamento sin llamar, ya que tenía llaves. Eran las 8:30, Ana estaba todavía acostada y yo estaba viendo la tele, en bragas ya que Ana quería que siempre fuera así vestida en casa.

Cuando vi a Mario me dio un vuelco el corazón, iba vestido con un blazer azul marino, pantalón crema y barbour verde oscuro. Me levanté del sillón y el se dirigió a mí, se me quedó mirando como si admirara su obra. Me dio un beso en la boca y empezó a tocarme toda, palpando mi ya humedecido sexo por encima de las bragas.

Nos sentamos y me dijo que no me hiciera ilusiones que hasta que no me operara las tetas no sería su modelo de mujer, aunque todo lo demás que me pidió en cuanto a mis cambios físicos y de comportamiento ya lo había conseguido.

Me explicó que Ana ya le había contado todo lo de mi familia, afirmó que mejor así, ya que ahora sería totalmente libre para hacer todo lo que él me pidiera.

Me explicó también que Ana le había contado lo de Marta, y que se quería acostar con ella. Que le daba morbo hacerlo con una madura respetable, casada y con hijos, y que hoy se iría a cenar con nosotros. Que yo le presentaría como un amigo, y que para Marta yo era una lesbiana, por lo que esa noche el la follaría como hombre y yo como lesbiana. Que nos la traeríamos al apartamento para gozarla los dos.

Yo le pregunté si no me iba a hacer el amor y me contestó que no, hasta que me operara las tetas y terminara mi fase de formación en follar con mujeres. Dijo que como mucho esa noche me dejaría chupársela.

A continuación me invitó a que me arreglara y que me vistiera como una puta para él. Mientras me estaba duchando, no me sentía cómoda con lo que íbamos a hacerle a Marta. Mario me había utilizado para seducirla y luego ponérsela en bandeja.

Mientras me estaba secando con la toalla entró Ana en el baño, se bajo las bragas y empezó a orinar. Cuando terminó me dio un beso y me dijo que lo pasara bien, que ella esta noche trabajaba y que no llegaría hasta muy tarde. Empecé a maquillarme y secarme el pelo, me hice una coleta y me eché espuma, era el peinado más rápido que podía hacerme.

Dejé a Ana duchándose en el baño salí desnuda, y me encontré a Mario en nuestra habitación, me había dejado en la cama lo que quería que me pusiera.

Puede ver una blusa de gasa negra transparente, una minifalda amarilla chillón, unos panties negros, y un Wonderbra negro pero con punteado blanco rodeando las copas. Me quedé helada, y le dije que si me vestía así me detendrían por escándalo público.

Me contestó que hoy quería exhibirme, y me tiró unas botas de cuero negro que subían hasta la rodilla. Cuando vio que iba a coger unas bragas, me dijo que no se había olvidado de ellas, que con panties no me iban a hacer falta.

Me encendí un cigarro y empecé a vestirme con él delante.

Primero los panties, luego el sujetador, para terminar con la minifalda y la blusa. Me miré al espejo, la falda me llegaba por encima de la mitad de los muslos, era exageradamente corta, me di la vuelta y casi se me veía la parte baja del culo, y era muy baja de caderas.

La blusa dejaba desde una cuarta por encima del ombligo todo el aire y se transparentaba todo el sostén. Hasta ahora yo esa blusa la había utilizado sólo en casa para excitar a mi exmarido. Desde luego era con diferencia la vez que había salido de casa más provocativa. Mi imagen era la de una auténtica putita de lujo.

Me puse las botas y nos fuimos al restaurante. En el camino al coche de Mario, me di cuenta que a cada movimiento tenía la sensación de que el trasero quedaría al descubierto. El cabrón de Mario me dijo que me pusiera una cazadora vaquera para asegurarse que quedaba a la vista.

Llegamos al restaurante y Marta ya nos estaba esperando tomándose un vino blanco y fumándose un cigarro en la barra. Se había puesto uno de los modelitos que la elegí. Llevaba una chaqueta de visón, un top rojo muy ajustado dejando el ombligo al aire, y una minifalda negra algo más larga que la mía, con medias negras. A mi al entrar todo el mundo se me quedó mirando sobre todo a las tetas.

Cuando vio a Mario se quedó como cortada. Le expliqué que era un amigo, les presenté y Mario ya la cogió por detrás y puso la mano en su trasero. Durante toda la cena la estuvo halagando diciendo que era preciosa, que estaba mejor que muchas jovencitas, etc. Yo la verdad me estaba poniendo celosa.

Después de la cena, nos tomamos unas copas en unos pubs cercanos, y a eso de las 2 me dijo que condujera yo hacia una discoteca de las que frecuentan los famosos. Se sentó detrás con ella y empezó a meterla mano, besarla, etc.

Ella como buena madre de familia no era bebedora y ya iba bastante colocada, así que se dejaba aunque le decía que era una mujer casada, y aunque su marido no la hacía caso y siempre estaba de viaje no estaba bien.

Llegamos a la discoteca, y tomamos más copas, menos Mario que se pedía refrescos como el me dijo para poder follarla luego a conciencia.

Se pusieron juntos en una especie de sillón y empezaron a besarse y Mario a tocarla por todos los sitios. Mario me indicó que estorbaba y me dijo que empezara a bailar en la pista. Me quedé horrorizada, como iba a bailar con esa ropa, ¿Parecía increíble que me quisiera exhibir así?. Se me quedó mirando con cara de mala leche, así que fui para allá.

Cuando llegué me di cuenta que la luz ultravioleta de la pista hacía que el bordado blanco de las copas del sujetador brillara como una linterna, con lo que se me marcaban todas las tetas. Empecé a bailar con mucha vergüenza.

Las chicas la mayoría pijas me miraban con desprecio, y los chicos no me quitaban ojo. Alguno me metío mano por debajo de la faldita tocándome el sexo por encima de los panties. Yo me la tenía que estar bajando todo el rato porque con el movimiento se me subía.

Después de 20 minutos, Mario me hizo una seña y volví con ellos, me dijo que ya eran las 4 y que nos íbamos a mi casa para tomar la última copa. Marta dijo que tenía que ir al baño. Mario me hizo una seña para que la acompañara.

Entramos en el baño y vi que Marta iba pasadísima de copas, yo iba a orinar en otro WC, pero me tiro del brazo para que entrara con ella. Desde luego aprendía rápido. Se bajó las bragas y me fijé que las tenía empapadas, cuando terminó me puse yo, y se me quedó mirando alucinada porque no llevaba bragas debajo de los panties, y empezó a besarme en la boca mientras orinaba.

Cuando salimos nos metimos en el coche y Mario también me dijo que condujera. No paraba de meterla mano, yo pensaba que se la tiraría allí mismo. Cuando llegamos me dijo que aparcara el coche que él se subía con Marta. Lo aparqué en una plaza libre que había en mi garaje, y a los 10 minutos estaba en casa.

Cuando llegué, estaban ya en la habitación, y Mario la estaba quitando la ropa ella intentaba resistirse diciéndole que no tomaba la píldora, le rogaba que se pusiera un preservativo, pero Mario ni la contestaba, la dio una bofetada y la dijo que se centrara que iban a pasarlo bien y que a su marido le podían dar por el culo.

La arrancó el Top y la minifalda, se quedó con las medias (eran de estas altas que llegan hasta casi la ingle y se sujetan con gomas muy tirantes) en bragas y con el sujetador, todo ello negro. Se bajo la cremallera, se sacó la polla y le dijo que empezara a mamársela, ella ya actuaba como un autómata. Se la metió en la boca y Mario empezó a darla instrucciones, se veía que era la primera vez que lo hacía.

Mientras tanto, Mario me miró, me dijo que me desnudara y que empezara a masturbarme, que me quería bien caliente para luego.

Cuando Mario ya estuvo empalmado la tiro en la cama a 4 patas, la bajó las bragas y se la metió hasta los huevos.

Mientras la follaba, a mi me dijo que la quitara el sostén y que me sentara delante de su cara para que me comiera el coño. Marta me lo comía repercutiendo en mi vagina a través de su boca el movimiento de mete y saca que Mario imprimía en su vagina.

Mientras Mario se la follaba, la daba azotes en el trasero y le pellizcaba los pezones, la decía que pese a ser una madre de familia y mujer de un constructor con mucho dinero, en la cama se comportaba como una furcia de la peor clase, diciendo que sólo las mujeres muy putas lo hacían tanto con hombres como con mujeres.

No paraba de humillarla con sus palabras, llamándola zorra, puta, que esa forma de tratar a los hombres la tuvo que aprender de su madre, que su marido debió conocerla en un burdel, etc.

Al poco rato Mario y yo nos corrimos a la vez. Mario lo hizo dentro del coño de Marta, parecía que le daba igual dejarla preñada, mientras yo lo hice en la boca de ella.

Lo que estaba claro es que esa noche la auténtica estrella para Mario era Marta (Aquella noche ni me tocó, sólo me utilizó para limpiarle la polla con mi boca), debía ser el morbo de follarse con ese desprecio a una mujer casada y madura con un par de hijos, supongo que distinto al que yo le causé cuando me sedujo por primera vez en su consulta, porque se supone que conseguir los favores de una casada madura con un tipo rico como esa, sería más difícil que conseguir los míos al ser yo más joven..

Después de la corrida, me obligó a limpiarle la polla con mi boca y a ponérsela de nuevo a punto. Sabía a los jugos vaginales de Marta y al semen de Mario. Entonces me dijo que fuera a por vaselina al baño, que quería que Marta dejara de ser virgen por el culo.

Ella reaccionó y dijo que por ahí no que la haría daño, pero Mario hizo caso omiso la propinó una hostia diciéndola que se callara, y la metió los dedos untados en vaselina por el culo para empezar a clavársela poco a poco. La verdad es que a mi en su día en su consulta, lo hizo sin ningún lubricante y a lo bestia.

De nuevo empezó el movimiento de mete y saca, mientras yo debajo del cuerpo de Marta le lamía únicamente el clítoris, ya que Mario no quería que la limpiara el semen que había en su vagina con mi lengua.

A los 10 minutos, Mario se salió del culo de Marta, la dio la vuelta para volver a metérsela en la vagina pero por delante y correrse ahí de nuevo.

Cuando se salió de ella, yo volví a limpiarle la polla con la boca. Mientras tanto Mario le dijo a Marta que la semana próxima se iban a ir juntos de vacaciones a Tenerife, que tenía el capricho de vivir con ella como marido y mujer una semana, y que como tal se inscribirían en el hotel.

La dijo que le contara a su marido que se iba con una amiga que podía ser yo, para que no sospechara nada. Marta le respondió afirmativamente, supongo que porque estaba bajo esa influencia que Mario ejerce en todas las mujeres, pero le rogó que a partir de ahora se pusiera condón que no quería quedarse en estado. El ni la contestó.

Mario y Marta se vistieron, a ella no la dejó lavarse, ya que le daba morbo que fuera a su casa con el coño lleno de su semen. Se despidieron de mí y Mario me dijo que me fuera preparando para el verano, porque iba a usarme como le diera la gana.

Me di una ducha y me acosté a eso de las 7. Ana no llegó hasta las 8. Le conté lo de Mario y Marta.

Ana me dijo que Mario tenía una gran fantasía y que sus fantasías sexuales las hacía siempre realidad. Me contó que trataría a Marta como a su mujer esa semana de cara a la gente, aunque eso sí exhibiéndola por todos los sitios, y tratándola como a una puta en la cama.

Yo le conté a Ana que estaba un poco celosa, le pregunté si Mario no se habría encaprichado de Marta y ya no me haría caso.

Me contestó que Marta era para Mario un rollo de varios días, pero que yo era como su creación, y que para mí tenía pensadas grandes cosas. Que el no se molestaría tanto por mi evolución, ni la obligaría a ella a estar pendiente de mí hasta el punto de ponernos a vivir juntas, si no fuera porque pensara disponer de mí durante un periodo de tiempo prolongado.

Continuará.


Se agradecen comentarios.

fuente: www.mirarelatos.com

3 comentarios - De esposa ejemplar a puta de lujo - 7ma parte

dnegro
Muy buena como siempre. mas mas
elchizzo22
hola, donde empieza el relato? digamos la parte 01? gracias, muy bueno todo...