Esta gloria le gusta la p...

Bueno aqui les dejo un relato espero que les guste.

COMPARTIR SEXO EN EL TRABAJO Tras alcanzar su clímax, Gloria se retiró exhausta tendiéndose a dormir cerca del resto de nosotros. Los chicos arremetieron sobre mí por algunos minutos hasta que finalmente todos quedamos rendidos

Los trabajos en equipo nunca me habían gustado. Mi experiencia me había mostrado que por lo general, unos son los que trabajan y los otros se hacen "patos". Sin embargo, cierta vez, hace algunos años, no fue así. Aquella fue la primera ocasión en mi vida en la que me sentí en un equipo en donde todos "jalamos parejo", con Gloria, Ricardo y Sergio, quienes a la postre serían mis mejores compañeros de generación.

Gloria era una chica extravertida, mona y juguetona. Yo la había conocido el semestre anterior por una materia que nos tocó llevar juntas. Ricardo era su novio, un chico igualmente travieso y bromista, que conocí desde el primer semestre, pero con quien no había trabado amistad. Sergio, por su parte, era un chico que había escogido estudiar ciencias de la comunicación a pesar de su evidente timidez. Igual que con el caso de Ricardo, le conocía desde hacía tres semestres, pero el destino no nos había acercado.

El desarrollo del trabajo fue muy divertido. La forma de ser de Gloria y Ricardo ayudó a ello. Formaban una pareja liberal y desinhibida, pero trabajadora. Al principio nos bromeaban a Sergio y a mí diciéndonos que formaríamos una bonita pareja. Mi tímido compañero sólo se ponía de todos colores y yo le echaba leña al fuego "tirándole los canes", a pesar de que todos sabían que yo tenía novio. Todo era parte del cotorreo necesario para llevar de manera agradable la cohesión del equipo.

Como era común con los proyectos finales, al término del semestre se nos vino el tiempo encima y tuvimos que desvelarnos el día previo a la entrega. Había que hacer un extenso reporte sobre la investigación desarrollada y sabíamos que la noche sería larga. Escogimos como lugar de labores el estudio de la casa de Ricardo, en la cual éste estaba solo, pues sus padres habían salido de la ciudad.

Ya avanzada la noche, cuando terminamos el informe y lo mandamos imprimir, la divertida pareja buscó un rinconcito y se dio a la tarea de darse todo tipo de arrumacos, no importándoles la presencia de nosotros. Parecían deseosos de ser observados. Inicialmente, Sergio y yo sólo intercambiamos divertidas sonrisas de incredulidad, pero conforme Gloria y Sergio comenzaron a avanzar en aquella frenética entrega, mi amigo fue tornando su timidez en arrojo, alimentado por mis mudas invitaciones a acercárseme. Se sentó junto a mí y pasó su brazo por mi espalda, sin perder detalle de la entrega de nuestros dos amigos.

Cuando Ricardo descubrió los pechos de Gloria, la timidez de Sergio desapareció por completo y sus manos buscaron mis pechos con ansiedad. Palpé su entrepierna y me topé con un erguido miembro anhelante por ser liberado. Desabroché su pantalón y me acerqué para oler y probar aquel erecto monumento al placer que derramaba las primeras gotas de su licor. Alternando su vista entre mi trasero y la entusiasta pareja, Sergio levantó mi falda para observar mi parte posterior cubierta sólo por mis bragas, al tiempo que Ricardo retiraba los jeans de su novia ante la lujuriosa mirada de Sergio. Aquello se estaba convirtiendo en una deliciosa orgía.

Masajeé con boca y manos aquel excitado pene, mientras mi compañero metía su mano bajo mis pantaletas en dirección de mi sexo. Cuando Ricardo desnudó por completo a su chica para finalmente penetrarla, Sergio no pudo más, aquella doble estimulación, visual y sensitiva, detonó en él una pronta y abundante eyaculación que evidenció la nula experiencia sexual que tenía. Visiblemente apenado, limpió mi embadurnado rostro con un pañuelo e hizo el ademán de terminar aquello, pero no lo dejé.

Tras quitarme mis bragas, tomé su mano de nuevo y la dirigí a mi entrada con movimientos pendulares, haciéndole entender que le necesitaba. Teniendo como fondo musical los alocados gemidos de Gloria y los estentóreos crujidos del mueble en el que lo hacían, Sergio aprendió r


ápido. Por celestiales momentos, sus hábiles dedos sustituyeron con eficiencia la rigidez de su pene que, tras algunos minutos de descanso reapareció.

Era evidente que aquel chico estaba siendo estrenado por mí y entendí que yo debía tomar la iniciativa. Me coloqué empinada hacia él de manera que le quedaran de frente a su vista mi trasero y sus entusiastas amigos, y me preparé para finalmente sentirle dentro, lo cual ocurrió en breves instantes. De nuevo, aquel amigo estaba sumergido en una doble estimulación. Esta vez, sin embargo, le percibí más confiado, más entero, más dueño de la situación. Su sexualidad se estaba liberando vertiginosamente y yo me sentía orgullosa de contribuir a ello. Aún con la torpeza natural del principiante, arremetió sobre mí con más violencia que habilidad, pero lo gocé igualmente.

Entregados en aquel delicioso festín, observamos cómo aquella pareja interrumpía su gozo para acercarse a nosotros. Ricardo colocó a su novia junto a mí, en mi misma posición, e invitó a Sergio a intercambiar posiciones. Despedí a Sergio y recibí a Ricardo.

¡Qué diferencia! Gloria y yo cruzamos miradas entre divertidas e incrédulas. Estaba claro que aquel episodio no había sido planeado por nadie. Era simplemente una manifestación del desahogo que merecíamos después de tanta presión.

Con Ricardo como director, iniciamos una divertida coreografía sexual en la que cambiamos posiciones e intercambiamos compañeros en repetidas oportunidades.

Tras alcanzar su clímax, Gloria se retiró exhausta tendiéndose a dormir cerca del resto de nosotros. Los chicos, aún entusiastas, arremetieron sobre mí simultáneamente por algunos minutos más, hasta que finalmente todos quedamos rendidos y nos unimos a la actividad de Gloria.



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