Hola de nuevo, aunque la puntuación de mis relatos esta bajando, aquí va otro, para que lo disfruten. Besitos.
Hasta el momento nunca me había fijado en mis compañeros de facultad, no por nada en especial, sino porque todos estamos a full y al salir de la última clase, ya de noche, lo único que queremos es volver a casa para descansar, por lo menos los que trabajamos durante el día. Aunque a veces, bueno, suelo hacerme alguna escapadita para hacer eso que tanto me gusta: ponerle los cuernos a mi marido, y no lo digo en un tono malicioso, sino porque realmente me excita la infidelidad como ya deben saber. Así es que siempre estoy atenta a cualquier situación que pueda surgir, la cuál, obviamente, debe reunir las condiciones necesarias y suficientes como para que se me despierte el morbo, sino no tendría sentido. Ser infiel solo por serlo no es lo que pretendo, tal cosa sería algo irrazonable y hasta cuestionable, y yo no hago lo que hago solo para hacer más grandes los cuernos de mi marido, sino porque con mis infidelidades busco expresar plenamente mi sexualidad, me gusta sentirme mujer en brazos de un hombre que solo busca saciar sus instintos conmigo, no pretendo nada más que eso, solo sexo, lisa y llanamente. No sé si eso signifique que soy una puta, en todo caso no tengo problema con ello, entonces soy y seré siempre una puta, o una putita como me gusta que me digan.
Pero siguiendo con el tema del relato, nunca les había prestado demasiada atención a mis compañeros de facultad, vivía corriendo de un lado a otro y no tenía tiempo realmente para hacer sociales, aunque siempre había alguien que se acercaba para charlar sobre algún tema específico referido a la clase que habíamos tenido. En esta ocasión fue Edgardo. Siempre lo había visto con Cecilia, su novia, quién pese a que no cursaba nuestra misma carrera, trataba de tener sus clases en el mismo horario que él, para llegar e irse juntos ya que es una mina terriblemente celosa. De ahí la sorpresa.
-¿Qué pasó?- le pregunte -¿Se pelearon?-
-No- se rió –Está enferma, así que se quedó en cama, ahora justo voy a ir a verla-
-Mandale saludos- le dije.
-Serán dados- repuso.
Ya me estaba alejando para ir a la parada del colectivo, cuándo se ofrece a alcanzarme, ya que tiene auto. Cuándo me lo propuso pude percibir cierto brillo malicioso en sus ojos, ya estoy acostumbrada a tales lances, por lo que me resulta fácil reconocer ciertas intenciones aunque estas no estén claramente manifiestas. En algún otro momento quizás le hubiera dicho que no, pero justo ahora y considerando que siempre estaba del brazo de su novia y que ésta no había venido por estar en cama enferma, no sé, me pareció que era la situación ideal para aceptar su invitación. No era precisamente el novio de una amiga, pero… me había empezado a excitar. Fuimos entonces juntos al estacionamiento, subimos a su auto y nos pusimos en marcha, saliendo raudamente de la Ciudad Universitaria.
Durante el trayecto, en el cuál aminoró adrede la velocidad, para hacer más largo el viaje, nos pusimos a hablar sobre la clase y alguna que otra materia, hasta que la conversación, vaya a saber porque, derivó en nuestras respectivas parejas. Él sabe, por supuesto, que estoy casada, y obviamente yo sé también que él esta de novio, a punto de comprometerse por lo que pude enterarme por ahí, pero nuestros compromisos no evitaron en lo absoluto que nos adentráramos en un terreno al cuál ambos deseábamos acceder. Claro que él no se animaba a irme de frente, quizás porque tenía miedo que lo rechazara, y al ser una compañera que conocía muy bien a su novia e inminente esposa, la situación podría complicarse a futuro, por lo que estuvo dándole unas cuántas vueltas al asunto, metiendo puro chamuyo aunque resultaba gracioso verlo transpirar y hablar como un tartamudo.
-Mariela… mirá… ya sé que somos compañeros y que los dos estamos comprometidos, no creas que estoy buscando romper tu relación o la mía, pero es que… lo que quiero decirte es que… espero que no lo tomes a mal, me estoy arriesgando pero es que…-
-Por favor Edgardo, decí lo que queres decirme de una vez, me matás con la intriga- lo apuré entonces.
-Si, si, es que no es fácil… corro el riesgo de que me tomes por un zarpado- repuso.
-Edgardo, ¿acaso estás por tirarte un lance conmigo?- le pregunté entonces decidida a darle una mano, ya que después de todo no tenía demasiado tiempo como para andar jugando al jueguito de la seducción.
Se rió nervioso y asintió:
-Bueno, algo de eso hay-
-Mira vos, una no puede ni enfermarse que nuestras parejas ya están buscándose a otra- le dije como si fuera una recriminación.
-Perdoname… no debí decirte nada- se disculpó creyendo que le había cortado el rostro.
-No hay drama, esto no sale de este auto, ¿esta bien?- expuse.
-Completamente de acuerdo- coincidió.
-Me parece mejor así- insistí.
-Claro… obvio…-
-Y como no va a salir de este auto… ¿Queres que hagamos algo?- le sugerí entonces.
Me miró sorprendido, aunque repentinamente animado.
-Algo… ¿Cómo que?- quiso saber, sin animarse todavía a lanzarse de nuevo.
-¿Sabes que me gustaría?- empecé –Aunque no sé si vas a estar de acuerdo-
-No, dale decime, como no voy a estar de acuerdo, ¿Qué queres hacer?- me preguntó.
-Me gustaría chupártela dentro del auto- le dije entonces.
Tuvo que hacer una rápida maniobra para no llevarse por delante el auto que iba adelante. Tragó saliva, trato de relajarse y dijo:
-Conozco un buen lugar por acá cerca, un telo de primera- comentó.
-No quiero ir a un telo. Quiero chupártela dentro del auto- insistí.
-Esta bien, como quieras- se sonrió -¿Pero qué, en medio de la calle?-
-¿Acaso queres que nos lleven presos?- le hice notar –Podes meterte en una playa de estacionamiento-
-Vos si que la tenes clara- me dijo empezando a buscar en ese mismo momento el lugar más adecuado y cercano.
Me divertía verlo tan entusiasmado como un nene en vísperas de Navidad, miraba para uno y otro lado, buscando un lugar en donde estacionar el auto para darle rienda suelta a nuestros instintos. Claro que mientras buscaba yo lo motivaba acariciándole Hasta que vimos la primera playa disponible. Se metió adentro casi sin bajar la velocidad al doblar, pidió el ticket y lo estaciono en donde le dijo el playero. Apagó el motor y se acomodó en el asiento.
-Bueno… ya estamos acá- repuso.
-Si… ya estamos acá- coincidí.
Me sonreí y acercándome un poco más hacia él, apoyé una mano sobre su entrepierna, la que ya estaba bastante abultada, debo decir, se la acaricié por sobre el pantalón, sintiendo esa turgencia exquisita que ya ansiaba sentir entre mis labios. Considerando entonces las ganas que le tenía y que no disponíamos de demasiado tiempo, le desabroche el pantalón y se la saque afuera, o al menos eso fue lo que quise hacer, ya que ni bien bajarle el cierre la pija salió disparada hacia fuera, alzándose en todo su esplendor, las venas marcadas a fuego sobre la piel brillante y lustrosa. Se la agarre con una mano y empecé a pajearlo mientras lo besaba, para luego inclinarme sobre esa suficiencia hecha carne y mamársela con el mayor de los deleites. Ni bien aprisioné su tentador volumen con mis labios, Edgardo empezó a gemir y a suspirar plácidamente, dejándose mamar como si se le fuera la vida en ello.
-¿Cecilia te la chupa así?- le pregunte en cierto momento, sacándomela por un breve instante de la boca, aunque relamiéndome gustosamente.
-No… no le gusta… apenas acepta darme un besito de vez en cuándo- me dice.
¡No lo podía creer! ¿Cómo que no le gustaba chupar? La mamada es la esencia de todo, puedo resignar una buena clavada, pero un pete… un pete no se le niega a nadie, y menos a tu novio, marido o amante.
Volviendo entonces a mi tarea, reinicié la chupada dispuesta a compensarle lo que su futura prometida no le daba, comiéndomela hasta un poco más allá de la mitad, que era todo lo que me entraba, aunque intentaba comerme el resto.
Cuándo ya estuvo en su punto de máxima erección, enhiesta y temblorosa, me enderecé, me saque la tanga por debajo de la pollera y con él todavía sentado al volante, me le subí encima, de frente, clavándomela hasta lo más profundo de un fuerte y enérgico empujón. Ni bien la sentí adentro, empecé a moverme arriba y abajo, apoyando la espalda contra el volante, sintiéndola cada vez más gorda y caliente y más húmeda también, deslizándome fluidamente en torno a ese macizo aparato que resbalaba hasta mis profundidades más recónditas, llenándome, proporcionándome un goce increíble, insuperable. Sin dejar de cabalgarlo me abría la blusa y le ofrecía mis tetas para que se empalagara con ellas, y él lo hacía, me las mordía y chupaba, primero por sobre el corpiño, luego ya directamente sobre ellas, masticándolas con entusiasmo mientras me mandaba su verga bien adentro, regalándome unas sensaciones exquisitas.
-No sabía que fueras tan…- empezó a decir en algún momento, pero se detuvo repentinamente.
-¿…Tan puta?- continué yo.
-Perdona…- trato de disculparse creyendo que me había insultado.
-No tenes que disculparte… me encanta que me lo digan- le dije.
-Si puta… eso es lo que sos… una puta hermosa- me gritó mientras empujaba desde abajo, pero de pronto se detuvo.
-¿Qué pasa?- quise saber.
-Se acerca el playero- me advirtió.
-Deja que se entretenga un poco pobre, se debe aburrir acá- le dije, y la verdad es que saber que había alguien que podía llegar a vernos me calentaba mucho más todavía, así que aceleré mis movimientos.
Sin embargo el playero no se acercó, ya que al ver que estábamos cogiendo dentro del auto prefirió mantenerse a cierta distancia, no fuera a ser que nos asustáramos y se perdiera del espectáculo. Por suerte desde mi posición podía verlo a través de uno de los espejos laterales, agazapado tras otro auto, sin perderse detalle de lo que sucedía entre nosotros. Eso me incentivó, sentirme espiada, ahí mi espíritu exhibicionista emergió en todo su esplendor.
Fue un polvo alucinante el que nos echamos, con el playero observándonos de cerca, pajeándose quizás, mientras mi compañero de Facultad y yo nos deshacíamos en un orgasmo explosivo y arrollador. Tardamos un buen rato en recuperar el sentido, durante el cuál nos besamos jugosa y efusivamente, saboreando nuestras lenguas, lamiéndonos y mordiéndonos, terriblemente saciados. Volví entonces a mi asiento, me limpié el semen que ya había comenzado a derramarse por entre mis muslos, y me acomodé la ropa. Edgardo hizo lo mismo. Puso el auto en marcha y salio de la playa tras pagar la correspondiente hora y monedas que habíamos permanecido allí. ¿El playero? En la cara se le notaba que no podía creer lo que había visto. Por lo menos tuvo una alegría.
-Mandale saludos a Cecilia, por favor, espero que se mejore pronto- le dije cuándo me dejo cerca de mi casa.
“Y que para la próxima aprenda a chupártela”, dije para mí misma, sin poder creer todavía que hubiera una mujer a la que no le gustara el sexo oral. ¡Con lo rico que es!
Hasta el momento nunca me había fijado en mis compañeros de facultad, no por nada en especial, sino porque todos estamos a full y al salir de la última clase, ya de noche, lo único que queremos es volver a casa para descansar, por lo menos los que trabajamos durante el día. Aunque a veces, bueno, suelo hacerme alguna escapadita para hacer eso que tanto me gusta: ponerle los cuernos a mi marido, y no lo digo en un tono malicioso, sino porque realmente me excita la infidelidad como ya deben saber. Así es que siempre estoy atenta a cualquier situación que pueda surgir, la cuál, obviamente, debe reunir las condiciones necesarias y suficientes como para que se me despierte el morbo, sino no tendría sentido. Ser infiel solo por serlo no es lo que pretendo, tal cosa sería algo irrazonable y hasta cuestionable, y yo no hago lo que hago solo para hacer más grandes los cuernos de mi marido, sino porque con mis infidelidades busco expresar plenamente mi sexualidad, me gusta sentirme mujer en brazos de un hombre que solo busca saciar sus instintos conmigo, no pretendo nada más que eso, solo sexo, lisa y llanamente. No sé si eso signifique que soy una puta, en todo caso no tengo problema con ello, entonces soy y seré siempre una puta, o una putita como me gusta que me digan.
Pero siguiendo con el tema del relato, nunca les había prestado demasiada atención a mis compañeros de facultad, vivía corriendo de un lado a otro y no tenía tiempo realmente para hacer sociales, aunque siempre había alguien que se acercaba para charlar sobre algún tema específico referido a la clase que habíamos tenido. En esta ocasión fue Edgardo. Siempre lo había visto con Cecilia, su novia, quién pese a que no cursaba nuestra misma carrera, trataba de tener sus clases en el mismo horario que él, para llegar e irse juntos ya que es una mina terriblemente celosa. De ahí la sorpresa.
-¿Qué pasó?- le pregunte -¿Se pelearon?-
-No- se rió –Está enferma, así que se quedó en cama, ahora justo voy a ir a verla-
-Mandale saludos- le dije.
-Serán dados- repuso.
Ya me estaba alejando para ir a la parada del colectivo, cuándo se ofrece a alcanzarme, ya que tiene auto. Cuándo me lo propuso pude percibir cierto brillo malicioso en sus ojos, ya estoy acostumbrada a tales lances, por lo que me resulta fácil reconocer ciertas intenciones aunque estas no estén claramente manifiestas. En algún otro momento quizás le hubiera dicho que no, pero justo ahora y considerando que siempre estaba del brazo de su novia y que ésta no había venido por estar en cama enferma, no sé, me pareció que era la situación ideal para aceptar su invitación. No era precisamente el novio de una amiga, pero… me había empezado a excitar. Fuimos entonces juntos al estacionamiento, subimos a su auto y nos pusimos en marcha, saliendo raudamente de la Ciudad Universitaria.
Durante el trayecto, en el cuál aminoró adrede la velocidad, para hacer más largo el viaje, nos pusimos a hablar sobre la clase y alguna que otra materia, hasta que la conversación, vaya a saber porque, derivó en nuestras respectivas parejas. Él sabe, por supuesto, que estoy casada, y obviamente yo sé también que él esta de novio, a punto de comprometerse por lo que pude enterarme por ahí, pero nuestros compromisos no evitaron en lo absoluto que nos adentráramos en un terreno al cuál ambos deseábamos acceder. Claro que él no se animaba a irme de frente, quizás porque tenía miedo que lo rechazara, y al ser una compañera que conocía muy bien a su novia e inminente esposa, la situación podría complicarse a futuro, por lo que estuvo dándole unas cuántas vueltas al asunto, metiendo puro chamuyo aunque resultaba gracioso verlo transpirar y hablar como un tartamudo.
-Mariela… mirá… ya sé que somos compañeros y que los dos estamos comprometidos, no creas que estoy buscando romper tu relación o la mía, pero es que… lo que quiero decirte es que… espero que no lo tomes a mal, me estoy arriesgando pero es que…-
-Por favor Edgardo, decí lo que queres decirme de una vez, me matás con la intriga- lo apuré entonces.
-Si, si, es que no es fácil… corro el riesgo de que me tomes por un zarpado- repuso.
-Edgardo, ¿acaso estás por tirarte un lance conmigo?- le pregunté entonces decidida a darle una mano, ya que después de todo no tenía demasiado tiempo como para andar jugando al jueguito de la seducción.
Se rió nervioso y asintió:
-Bueno, algo de eso hay-
-Mira vos, una no puede ni enfermarse que nuestras parejas ya están buscándose a otra- le dije como si fuera una recriminación.
-Perdoname… no debí decirte nada- se disculpó creyendo que le había cortado el rostro.
-No hay drama, esto no sale de este auto, ¿esta bien?- expuse.
-Completamente de acuerdo- coincidió.
-Me parece mejor así- insistí.
-Claro… obvio…-
-Y como no va a salir de este auto… ¿Queres que hagamos algo?- le sugerí entonces.
Me miró sorprendido, aunque repentinamente animado.
-Algo… ¿Cómo que?- quiso saber, sin animarse todavía a lanzarse de nuevo.
-¿Sabes que me gustaría?- empecé –Aunque no sé si vas a estar de acuerdo-
-No, dale decime, como no voy a estar de acuerdo, ¿Qué queres hacer?- me preguntó.
-Me gustaría chupártela dentro del auto- le dije entonces.
Tuvo que hacer una rápida maniobra para no llevarse por delante el auto que iba adelante. Tragó saliva, trato de relajarse y dijo:
-Conozco un buen lugar por acá cerca, un telo de primera- comentó.
-No quiero ir a un telo. Quiero chupártela dentro del auto- insistí.
-Esta bien, como quieras- se sonrió -¿Pero qué, en medio de la calle?-
-¿Acaso queres que nos lleven presos?- le hice notar –Podes meterte en una playa de estacionamiento-
-Vos si que la tenes clara- me dijo empezando a buscar en ese mismo momento el lugar más adecuado y cercano.
Me divertía verlo tan entusiasmado como un nene en vísperas de Navidad, miraba para uno y otro lado, buscando un lugar en donde estacionar el auto para darle rienda suelta a nuestros instintos. Claro que mientras buscaba yo lo motivaba acariciándole Hasta que vimos la primera playa disponible. Se metió adentro casi sin bajar la velocidad al doblar, pidió el ticket y lo estaciono en donde le dijo el playero. Apagó el motor y se acomodó en el asiento.
-Bueno… ya estamos acá- repuso.
-Si… ya estamos acá- coincidí.
Me sonreí y acercándome un poco más hacia él, apoyé una mano sobre su entrepierna, la que ya estaba bastante abultada, debo decir, se la acaricié por sobre el pantalón, sintiendo esa turgencia exquisita que ya ansiaba sentir entre mis labios. Considerando entonces las ganas que le tenía y que no disponíamos de demasiado tiempo, le desabroche el pantalón y se la saque afuera, o al menos eso fue lo que quise hacer, ya que ni bien bajarle el cierre la pija salió disparada hacia fuera, alzándose en todo su esplendor, las venas marcadas a fuego sobre la piel brillante y lustrosa. Se la agarre con una mano y empecé a pajearlo mientras lo besaba, para luego inclinarme sobre esa suficiencia hecha carne y mamársela con el mayor de los deleites. Ni bien aprisioné su tentador volumen con mis labios, Edgardo empezó a gemir y a suspirar plácidamente, dejándose mamar como si se le fuera la vida en ello.
-¿Cecilia te la chupa así?- le pregunte en cierto momento, sacándomela por un breve instante de la boca, aunque relamiéndome gustosamente.
-No… no le gusta… apenas acepta darme un besito de vez en cuándo- me dice.
¡No lo podía creer! ¿Cómo que no le gustaba chupar? La mamada es la esencia de todo, puedo resignar una buena clavada, pero un pete… un pete no se le niega a nadie, y menos a tu novio, marido o amante.
Volviendo entonces a mi tarea, reinicié la chupada dispuesta a compensarle lo que su futura prometida no le daba, comiéndomela hasta un poco más allá de la mitad, que era todo lo que me entraba, aunque intentaba comerme el resto.
Cuándo ya estuvo en su punto de máxima erección, enhiesta y temblorosa, me enderecé, me saque la tanga por debajo de la pollera y con él todavía sentado al volante, me le subí encima, de frente, clavándomela hasta lo más profundo de un fuerte y enérgico empujón. Ni bien la sentí adentro, empecé a moverme arriba y abajo, apoyando la espalda contra el volante, sintiéndola cada vez más gorda y caliente y más húmeda también, deslizándome fluidamente en torno a ese macizo aparato que resbalaba hasta mis profundidades más recónditas, llenándome, proporcionándome un goce increíble, insuperable. Sin dejar de cabalgarlo me abría la blusa y le ofrecía mis tetas para que se empalagara con ellas, y él lo hacía, me las mordía y chupaba, primero por sobre el corpiño, luego ya directamente sobre ellas, masticándolas con entusiasmo mientras me mandaba su verga bien adentro, regalándome unas sensaciones exquisitas.
-No sabía que fueras tan…- empezó a decir en algún momento, pero se detuvo repentinamente.
-¿…Tan puta?- continué yo.
-Perdona…- trato de disculparse creyendo que me había insultado.
-No tenes que disculparte… me encanta que me lo digan- le dije.
-Si puta… eso es lo que sos… una puta hermosa- me gritó mientras empujaba desde abajo, pero de pronto se detuvo.
-¿Qué pasa?- quise saber.
-Se acerca el playero- me advirtió.
-Deja que se entretenga un poco pobre, se debe aburrir acá- le dije, y la verdad es que saber que había alguien que podía llegar a vernos me calentaba mucho más todavía, así que aceleré mis movimientos.
Sin embargo el playero no se acercó, ya que al ver que estábamos cogiendo dentro del auto prefirió mantenerse a cierta distancia, no fuera a ser que nos asustáramos y se perdiera del espectáculo. Por suerte desde mi posición podía verlo a través de uno de los espejos laterales, agazapado tras otro auto, sin perderse detalle de lo que sucedía entre nosotros. Eso me incentivó, sentirme espiada, ahí mi espíritu exhibicionista emergió en todo su esplendor.
Fue un polvo alucinante el que nos echamos, con el playero observándonos de cerca, pajeándose quizás, mientras mi compañero de Facultad y yo nos deshacíamos en un orgasmo explosivo y arrollador. Tardamos un buen rato en recuperar el sentido, durante el cuál nos besamos jugosa y efusivamente, saboreando nuestras lenguas, lamiéndonos y mordiéndonos, terriblemente saciados. Volví entonces a mi asiento, me limpié el semen que ya había comenzado a derramarse por entre mis muslos, y me acomodé la ropa. Edgardo hizo lo mismo. Puso el auto en marcha y salio de la playa tras pagar la correspondiente hora y monedas que habíamos permanecido allí. ¿El playero? En la cara se le notaba que no podía creer lo que había visto. Por lo menos tuvo una alegría.
-Mandale saludos a Cecilia, por favor, espero que se mejore pronto- le dije cuándo me dejo cerca de mi casa.
“Y que para la próxima aprenda a chupártela”, dije para mí misma, sin poder creer todavía que hubiera una mujer a la que no le gustara el sexo oral. ¡Con lo rico que es!
27 comentarios - Mi compañero de facultad
Se nota a legüas que sos una de esas minas con las que más de uno de nosotros (los hombres), nos queremos topar en cualquier momento del día. Felicitaciones Marita. 😉
a mi me encantó y para que no te quejes te dejo los 5 puntines que me quedan y la recomendación de rigor ❤️
para cuando una foto??
Buenísimo relato, un beso grande!
Gracias a los dos... muchos besitos y ❤️
Gracias por estar siempre mi Reina... Besos y mucho mucho ❤️
Jajaja... gracias, en cuanto a lo de la foto estoy tratando de poner una como avatar pero me resulta imposible, hace poco me borraron el avatar que tenía porque dicen que no cumplia con el protocolo, le escribi al menos que me aviso porque no podia poner un avatar nuevo pero hasta el momento ni bolilla, asi que sigo esperando... Besis. ❤️
Aprovecho la oportunidad para hacerte un pequeño reclamo, ya que al final no pasaste nunca por mis posts:
No te sientas con la obligacion, pero bueno, viste como es, me gustaria en mis post tener la firma de una escritora tan buena como vos...
Coincido con la solicitud de Cameron654, pero yo voy mas alla, me encantaria ver un post tuyo en la categoria "Poringueras", con un buen set de fotos certificadas, eso en verdad me encantaria! Un beso, xXdarkSpawnXx
No te preocupes Marita, ya van a volver a apreciar la calidad...
Mientras tanto van mis 10
Jajaja... por suerte siempre hay un compañerito a mano, ya sea de trabajo o de estudio con quien sacarnos las ganas, no? Besitos y gracias por pasar... ❤️
Mmmmm... me retaron... como habras visto estuve pasando, de a poquito me voy a ir poniendo al dia, lo prometo. Gracias a vos por pasar y comentar. Besis... ❤️
Muchas gracias por pasar y comentar... dos veces... jajaja... besos y ❤️
Gracias a los dos... Besitos. ❤️
bueno besitos!!! y de paso pregunto....... alguna vez leíste alguno de mis relatos??? CHAN!! 😀 😀 😀
despues de un tiempo de lejania vuelvo y leo esto... una inyeccion de sexo puro y pasion!!!
te dejo los puntitos que me quedaron