La mamá de mi amigo o el deseo con canas 3

Bueno compañeros seguimos con el relato, saludos


La mamá de mi amigo o el deseo con canas 3

El día siguiente fue tremendamente largo para mí. Después de clases le dije a Gustavo que lo alcanzaría en si casa ya que tenía que hacer algunas cosas en mi casa, la verdad tenía miedo de que Sofía supiera lo que había pasado, de que se lo dijera a su hijo, tenía miedo de verla despierta.
Una hora después estaba tocando su puerta y para mi sorpresa salió a recibirme Sofía, después del saludo entré detrás de ella y no pude dejar de mirar ese culo que se columpiaba a cada paso. Me senté en la sala pero no vi a mi amigo por ninguna parte y Sofía se sentó frente a mí. Mis nervios se podían notar en el ambiente cuando pregunté por Gustavo.
-No tarda- dijo Sofía, -fue a hacer un mandado- y me sonrió de una manera que la verga se levantó de inmediato.
-¿Sabes?- me dijo, -ayer soñé contigo- sonrió coqueta, -¡eres un sucio!- seguía riendo y al mismo tiempo separó las piernas y pude ver una tanga roja (la misma con la que me había masturbado el día anterior).
-¡Esperaré a Gustavo afuera! Siento mucho calor aquí- dije y me paré para salir, pero ella se interpuso entre la puerta y yo y me empujó al sillón, en donde permanecí sin moverme. Lo que siguió es algo que me gusta recordar cuando tengo ganas de pajearme:
Ella comenzó a moverse rítmicamente ante una música inexistente y poco a poco empezó a desanudarse la bata (qué diferente era su cuerpo de pie) y sus tetas estaban a punto de escaparse de la prisión del sostén, se adivinaba su respiración agitada y los pezones se abultaban bajo la tela; la tanga se notaba húmeda de la parte de abajo y ella continuaba contoneándose de forma lasciva; abrió toda la bata y vi ese cuerpo de diosa y una mirada de lujuria que casi bastó para que me corriera; tiró la bata y abriendo las piernas se acomodó de rodillas sobre mí; sus tetas estaban sobre mi cara y ahí es donde comencé a darme cuenta de que todo era real, así es que le arrebaté el sostén y comencé a chuparlas y masajearlas locamente, mi mano derecha se resbaló hacía su tanga y la apreté hacia arriba a lo que ella contestó con un pequeño grito de dolor y deseo al metérsele en el coño; mi mano izquierda bajo a su concha y le metí dos dedos al mismo tiempo que sentía sus jugos; ella sujetó mi cabeza y poco a poco se fue librando de mis manos para besarme y jugar con mi lengua mientras sus manos viajaban hacia mi verga; con movimientos precisos me quitó la camisa, desabrochó el pantalón y jugo con mi carne erecta; sus labios bajaron por mi pecho hasta llegar a mi tranca; con lengüetazos asesinos la recorrió toda y chupó mis bolas al mismo tiempo que sus manos, en un frenesí ardiente, me pajeaban; no pude resistir más y la levanté del cabello, arranqué su tanga y poniéndola de espaldas la dirigí hacia mi verga; como en cámara lenta pude ver su orto palpitando mientras le penetraba la concha; parecía un remolino que se tragaba mi pene y sus nalgas vibraban con cada sacudida que daba; mis manos estaban pegadas a sus pechos y mi boca mordiendo su espalda cuando sentí algo que a punto estuvo de volverme loco: ella dejó de moverse y poco a poco comenzó a levantarse, yo quería morir, y dando un movimiento sorprendente y sin salir del todo me pasó una de sus piernas sobre la cabeza y la tuve de frente; nuevamente sus rodillas al lado de mis muslos y ella perfectamente clavada a mi carne comenzó a subir y bajar dándome pequeños besos, otros más largos y otros profundos y explorando mi boca; sentía desfallecer al sentir el golpeteo de sus tetas sobre mi pecho, mi cara; mis manos sujetaban ese culo de manera brusca y de cuando en cuando mis dedos se dirigían a su culo y lo rodeaban para después meterle un dedo. Dos o tres minutos de accionar y sentí como el deseo se agolpaba en mi pene dando como resultado una corrida enorme, ella la sintió y apretó sus caderas y después de dos o tres movimientos se corrió. Estábamos llenos de sudor y olía a sexo toda la estancia.
-¿ha sido mejor despierta que dormida? – me preguntó y yo sólo pude responder con un beso.
Se levantó y nuestros jugos eran evidentes. Ella se arrodilló en el piso y comenzó a lamer todos los lugares en los que había restos de semen y de su corrida: mis muslos, estómago, ingles, bolas y puso especial interés en mi verga chupándola de arriba abajo hasta volverla a ponerla dura…. De repente un sonido hizo que volteáramos y al filo de la puerta pudimos ver a Gustavo que nos veía sorprendido……..

Continuará……

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