Juventud, divino tesoro ( parte 3 y final)

Ya de regreso a mi casa, mi vida siguió normalmente. Mi matrimonio seguía con la misma rutina, y con mi esposo teníamos sexo los fines de semana, habitualmente los sábados cuando mi hija salia con sus amigas.
Un buen día mi hija me comunicó que estaba saliendo con un chico, lo cual me alegró porque hacía tiempo que estaba sin pareja, pero a la vez despertó mi curiosidad por saber quien era ante la permanente búsqueda de mi hija por chicos mayores que ella. Con sorpresa me enteré que, esta vez, había encontrado un joven de su edad.
Con la excusa de festejar su cumpleaños 19, lo invitó a cenar en casa. Esa noche preparé una buena cena y con mi esposo nos dispusimos a recibir a su festejante.
A las nueve de la noche sonó el timbre y mi hija corrió a abrir la puerta, y luego de un momento entró al living con su nuevo amigo. Casi me desmayo al ver entrar por la puerta a Miguel. Uno de mis amantes del verano era el nuevo novio de mi hija. Me costó horrores sobreponerme y que nadie notara nada.
- Señora, un placer conocerla. Ya se a quien salió tan hermosa Sabrina, me dijo dándome un beso en la mejilla. Me imaginé toda colorada y llamando la atención de todo el mundo, pero la tensión del momento hizo que esta situación pasara desapercibida.
- Buenas noches, un placer conocerte también, dije disimuladamente.
Saludó a mi esposo con respeto y nos sentamos a conversar. Notaba como de reojo Miguel me miraba y sonreía. La situación era realmente morbosa, y a pesar de todo, debo reconocer que me sentía muy excitada.
La cena transcurrió sin novedades y al terminar la misma mi hija subió a cambiarse para salir con su pareja, mi marido se fue al living a mirar televisión, y yo me dediqué a levantar la mesa, con la ayuda de Miguel que se ofreció a ayudarme y no pude negarme.
Ya en la cocina, me abrazó e intentó besarme, a lo que me opuse.
- ¿ Estás loco? ¿ No te das cuenta de la situación?, le dije separandolo de mi cuerpo.
- ¿ Cómo no me voy a dar cuenta? ¿ Te crees que es una casualidad que haya dado con tu hija? Fue con toda la intención, así puedo entrar a tu casa sin problemas, y de paso disfrutar con tu hija que esta requetebuena. Me calienta pensar que así eras de joven, y cepillarmela me da mucho morbo, me dijo el hijo de puta mientras volvía a abrazarme.
La confesión me dejó helada lo que el aprovechó para adueñarse de mi boca y meterme su lengua hasta la garganta, quitándome el aire. Luego de un rato me soltó, dejándome rendida.
- No te voy a permitir que hagas esto con mi hija, le dije
- La que va a decidir lo que va a hace es tu hija, no te preocupes. ¿ Y como lo vas a evitar? Ya se, le dirás que junto a mis amigos te cepillamos un par de veces el verano pasado, que me chupaste la pija varias veces, y hasta te enculé. Tienes razón, eso probablemente hará que su hija se aleje de mí, sabes, mejor se lo cuento yo así terminamos con esto, dijo saliendo de la cocina y volviendo al comedor.
Me asusté y salí de la cocina detrás de él. Mi esposo estaba sentado en en living de espaldas al comedor y no nos veía. Tomándolo del brazo lo volví a meter en la cocina.
- Por favor, no digas nada, supliqué.
Me miró, y sonriendo corrió el cierre de su bragueta, sacó su verga, y me hizo señas de que me arrodillara.
- Aquí no, supliqué, pueden vernos.
La puerta de la cocina tenía un vidrio redondo a la altura de la cabeza que daba al comedor y se veía la puerta del living donde estaba mi esposo mirando televisión y la escalera que bajaba de los dormitorios de la planta alta.
- Si viene alguien lo veo desde aquí. Ahora chupa, que veo que tienes muchas ganas. Date el gusto. ¿ Cuanto hace que no chupás una verga en la cocina? Me dijo.
Sin pensarlo me arrodillé y tome posesión de su vara comenzando a chuparla con desesperación. Debo reconocer que la situación era muy morbosa. En mi casa, con mi hija y mi esposo presentes estaba chupando una verga dura y juvenil arrodillada en la cocina.
La sentía como se iba endureciendo cada vez mas, y cuando ya estaba dispuesta a recibir su descarga en la boca, la sacó y la guardó.
- Hoy no puedo darte la lechita, sabes. Tengo que salir con tu hija, y no vaya a ser cosa que por fin pueda convencerla y me encuentre debilucho, dijo sonriendo.
- Eres un hijo de puta, le dije levantándome del suelo, Cuidado con lo que haces, le reproché.
- No te preocupes, ¿ Toma la pildora? No tengas miedo que no te voy a hacer abuela todavía, aunque seria genial cogerse una abuelita, ¿ no te parece?, además no se por qué me parece que le deben gustar las fiesta como a su mamita. Te digo que el cuerpo le da, y terminando de vestirse, salió de la cocina.
Al rato salieron y me quedé despierta toda la noche. Mi hija en manos de ese degenerado, no me gustaba nada. Volvieron a la madrugada, prácticamente de día, y mi hija nada me contó de adonde fueron y que hicieron, así que me quedé con todas las dudas.
Con el paso de las semanas la relación de Miguel con mi hija fue afirmándose. Yo no podía opinar ni meterme ante el miedo que mi historia saliera a la luz y arruinara mi vida para siempre.
Cada vez que venía a casa, buscaba la manera de aislarse conmigo en algún lugar de la casa y aprovechaba para manosearme, acariciarme, o hacer que lo acariciara y otras cosas.
Por fin, un día que con la excusa de ayudarme a llevar la ropa sucia estábamos en el lavadero del fondo, solos, mientras ubicado detrás mío tenía una de sus manos en mis tetas y la otra entre mis piernas, escuché lo que tanto temía.
- Puedes felicitarme. Hace unos días por fin me clavé a tu hija. Ni te imaginas como le gustó.
- No me digas nada, hijo de puta.
- Pero si se que en el fondo te alegras. ¿ Quieres saber como fue?, me decía al oído sin dejar de acariciarme
- No quiero saber nada, dije, pero en realidad me moría de ganas por enterarme.
- Fuimos a bailar, y ya en la disco con unas copas encima la llevé a los reservados, como hice contigo, te acuerdas?, me susurraba en la oreja
- Cállate, le decía, mientras mis manos se aferraban al lavarropas para soportar sus manoseos.
- Allí comencé a acariciarla, y antes de que se diera cuenta, su bombacha estaba en mi bolsillo, seguía diciendo, saqué mi verga e hice que se arrodillara y me la mamara. En verdad es buena, pero le vendrían bien unas lecciones de su madre para que se perfeccione, bueno, como sea, luego de un rato la senté encima mío y la clavé hasta el fondo. Te juro que gemía y lloraba como una marrana, y cuando la quemé con mi leche me abrazó y acabó como una yegua. A partir de allí me busca todo el día. Me va a dejar seco, te aseguro. Me parece que está lista para una fiestita como las que le gustan a su madre.
- Ni te atrevas, animal dije mientras un orgasmo me barría como una muñeca de trapo. Las caricias y la historia me habían descontrolado.
- Pero si serás puta. No importa. El problema es que no te puedo coger, porque si no después tu hija me va a destruir. Está esperando que nos vayamos para que la cepille con todas las de la ley, y diciendo esto se fue dejándome temblando aferrada al lavarropas.
Unos meses después, mi esposo tuvo que viajar por negocios. Viajó por un par de días, y mi hija me pidió permiso para organizar una pequeña reunión en casa con unos amigos. Le dije que sí y pregunte disimulando mi inquietud si Miguel vendría, a lo que contestó afirmativamente.
Esa noche, me preparé para atenderlos un rato y luego irme a mi dormitorio a descansar dejándolos solos, pero las sorpresas no terminaban.
Al llamar a la puerta fui a abrir y con sorpresa me encuentro con Miguel, Julián y el hermano de éste cuyo nombre no sabía a pesar de que me había echado un par de polvos . Me quedé helada.
-Hola señora, dijo Miguel, aquí estoy con Julián y Francisco, dispuestos a pasar una noche en familia, dijo sonriendo con malicia. Quedé muda, y los jóvenes entraron a la casa, saludando a mi hija que los esperaba en el living.
La noche fue pasando con una tensión que sólo yo sentía. Los muchachos charlaban animadamente entre ellos y con mi hija, y de reojo me miraban con unas expresiones de lujuria que eran inocultables. No sé que pasaba por sus cabezas, pero realmente me daba miedo. Sola, con mi hija, acompañada por estos sacados, las cosas no iban a terminar bien. Tal como lo había pensado, luego de un rato, saludé y me retiré a mi dormitorio. Me acosté y prendí el televisor, mientras de abajo subían la música y las risas. Subí el volumen para apagar los ruidos. Con el paso del tiempo, los intervalos de silencio comenzaron a aumentar. Luego de un rato, unos pasos subieron la escalera e ingresaron en el dormitorio de mi hija. Pensé que había subido a buscar algo. Luego de un rato, al no escuchar más nada, me levanté, salí al pasillo y me acerqué a la puerta entreabierta del dormitorio de mi hija. Su velador estaba prendido, así que me asomé. Con sorpresa veo a mi hija de espaldas a la puerta, arrodillada, haciéndole una fellatio a Miguel quien de frente a la puerta me miró y se sonrió. Con una mano tomó la cabeza de mi hija y le dio ritmo a la mamada y con la otra me hizo un gesto de satisfacción poniendo el pulgar hacia arriba. Me alejé rápidamente de la puerta y al darme vuelta tropecé con Julián quien tomándome del brazo me metió por la fuerza en mi dormitorio.
- Vamos, no interrumpas, no seas egoísta, me dijo.
- Salí de mi dormitorio, le dije.
- Ni lo sueñes. Te voy a echar un buen polvo mientras tu hija recibe también su dósis ,dijo comenzando a desnudarse. Me quedé allí, de pie, mirando como ese cuerpo aparecía en todo su esplendor. Cuando completó su tarea, y con la verga en todo su esplendor, se acercó hasta mí y comenzó a acariciarme.
- Dejame o empiezo a los gritos, le dije
- ¿ Quiéres que venga tu hija ? La voy a buscar, si te parece.
- Son unos miserables, le dije, ya resignada a someterme.
Se acercó y comenzó lentamente a desnudarme. Cuando quedé con mi ropa interior, se alejó unos pasos y me miró con verdadera lascivia que me excitó.
- Mamita, que bien que estás. Vamos, sube a la cama, dijo
Obedeciendo me acosté boca arriba.
Se acercó y comenzó a acariciarme y besarme suavemente , lo que hizo que me entregara totalmente. Se ubicó entre mis piernas y corriendo mi bombacha, tomo posesión de mi sexo con su lengua, haciendo un trabajo maravilloso, costándome trabajo no empezar a gritar de placer. En ese momento, los ruidos de la cama de la habitación de mi hija mostraban a las claras lo que allí estaba pasando.
- Ahh, escucha como se clavan a tu hija, dijo dejando de chupar, ¿ No te calienta? ¿ Quieres tu verga? Me preguntó.
- Si, damela por favor dije ya fuera de mí y pensando en mi hija con las piernas abiertas y clavada contra el colchón.
Avanzó sobre mi cuerpo, se colocó entre mis piernas y comenzó a frotar su verga en mi vagina, terminando de lubricarme. Luego, separó mis labios vaginales con la cabeza de su lanza, y mirándome a los ojos comenzó a empujar. Cada empujón me sacaba el aire. Para evitar que gritara me besó mientras seguía empujando, hasta conseguir meterse todo dentro de mi cuerpo.
- Ya está mamita, mis huevos están contra tu cuerpo. Te tragaste todo el pedazo, ahora viene lo bueno, y a continuación comenzó a cepillarme con toda la vitalidad de sus 20 años.
- Ahh, sigue , sigue, le rogaba mientras su verga iba y venía dentro mío.
Unos gritos en la habitación de al lado indicaban el climax de mi hija. Me asusté, pensando que en cualquier momento saldría y me encontraría empalada por uno de sus amigos.
- Termina por favor, que nos van a sorprender, le dije a Julián
- No te preocupes, contestó otra voz, que reconocí como la de Miguel. Se puso a mi lado y me entregó su verga morcillona para que se la chupara.
- Dale, limpiala que acaba de echarle un buen polvo a tu hija, y tal como pensaba, le va la marcha, me dijo mientras la frotaba en mi cara. En mi calentura la capturé y comencé a chuparla.
En ese momento Julián salió de mi cuerpo, dejándome vacía, intenté levantarme pero Miguel me retuvo.
- Tranquila mamita, que está todo pensado, sigue chupando, vamos
Un movimiento en la cama me indicó que alguien había subido y de pronto otra verga, mas grande que la anterior me penetró de un solo golpe, haciendome gemir pero sin poder gritar por tener la boca ocupada.
- Francisco va a seguir el trabajo de Juliań, no creo que te moleste el cambio, ¿ verdad? Tiene una buena verga
Y era cierto. Esa verga era extraordinaria, y su dueño la manejaba con pericia. Evidentemente había practicado desde su primera vez. Ya sabía como poseer una hembra.
Nuevos ruidos provenientes del otro dormitorio llegaron a mis oídos.
Traté de prestar atención a lo que oía, pero un suave cachetazo me hizo reaccionar.
- Tranquila mamita, que Julián está montando a tu hijita. No va a venir por aquí porque esta ocupada, y ya sabes cuan ocupada que está, dijo sonriendo, ¿ no te conté? Hace unas semanas que estamos cepillándola entre los dos. Le damos para que tenga cada vez que nos juntamos, y te aseguro que no hay forma de complacerla. Cada día se parece más a su madre, y hoy vamos a agregar un nuevo jugador, a ver si le gusta, dijo sonriendo
- Ahh, ahí voy , dijo Francisco y metiéndose hasta el fondo comenzó a vaciar sus huevos. Esa leche caliente me hizo acabar nuevamente, y en la desesperación aceleré mi fellatio sobre la verga de Miguel que ya estaba durísima.
- Ven aquí Pancho, ocupa mi lugar y déjame el tuyo, le dijo, pero vamos a hacerlo más entretenido. Vamos, ponte en cuatro me dijo.
Francisco se levantó y se ubicó en la cabecera de la cama sentado. Yo me puse en cuatro patas y me apoderé de la verga de Francisco, y Miguel comenzó a frotarme su verga por mi vagina y mi ano lubricándome. Me di cuenta de inmediato de sus intenciones pero estaba realmente sacada y dispuesta a todo.
- Así me gusta, mamita, que te quedes flojita. Todo va a ser más fácil, dijo mientras comenzaba a encularme. Fue muy suave, debo reconocerlo y con muy poco dolor, me encontré totalmente empalda en su miembro, y lentamente comenzó a bombearme.
- Tengo que practicar contigo porque todavía no la enculamos a tu hijita, pero notarás que ahora soy mas tierno y suave. No quiero reventarla cuando la monte por atrás. No tiene la experiencia que le sobra a la puta de su madre, decía mientras comenzaba un profundo mete y saca.
En ese momento entró Julián y se quedó al lado de la cama masturbándose y mirando la escena. Acariciaba mis tetas con su mano libre y pellizcaba mis pezones que estaban duros como piedras, duros como solo se me ponían cuando me sodomizaban como había descubierto hacía poco.
- Grande mamita, tu hija está muy buena, pero verde aún. Echarte un polvo a tí es una experiencia insuperable. No me quejo. Te digo que la partí en dos, le echè un polvo de campeonato, pero extraño tu agujerito me decía mientras me acariciaba. De cualquier forma verte así enculada, me da grandes ideas, dijo.
En mi boca la verga de Francisco se había endurecido Cuando Julián lo notó, lo tomó del brazo y lo bajó de la cama ocupando su lugar y dándome su verga para que chupe.
- Vamos Francisco, aquí al lado hay una conchita que necesita esa verga. Ve y cumple con tu tarea, le dijo. Y el niño masturbándose salió del dormitorio.
Traté de impedir esta nueva maniobra pero en mi posición era totalmente imposible. Estos hijos de puta se estaban pasando a mi hija como un objeto, igual que lo que hacían conmigo.
Al rato, se escucharon movimientos, escuché a mi hija decir “ no, no voy a poder con eso , me vas a lastimar”, y enseguida un gemido de dolor y placer, que entendí perfectamente sabiendo la medida que calzaba ese cachorro. La estaba partiendo a mi hija. Imaginarme la escena hizo que comenzara acabar nuevamente y mis contracciones apuraron a Miguel que comenzó a vaciarse en mi culo con desesperación.
- Puta, puta, mil veces puta, que placer, que yegua cogedora que sos, decía entre dientes mientras me llenaba por completo.
Al mismo tiempo los gritos de su hija eran desgarradores y al final se convirtieron en alaridos de placer.
Quedaron allí unos minutos hasta que Francisco volvió del dormitorio. Julián ya recuperado se levantó y se fue, seguramente a seguir clavando a mi hija. La iban a matar a vergazos estos animales. Intenté protestar pero en ese momento Miguel desmontó y me dio su verga para limpiar.
Lo mira a Francisco y se sorprende.
- Oye, la sigues teniendo muy dura. ¿ No acabaste? Le preguntó.
Francisco se colocó a mi grupa y comenzó a frotarme su monstruosa verga.
- Me contuve. La hice acabar como una perra pero no la llené, sabes, este polvo tiene otra dueña y otro lugar y uniendo el dicho al hecho apoyó la punta de su verga en mi culo.
- ¡¡¡No!!!! es demasiado, grité con desesperación.
- Tranquila, dijo Miguel que el camino está abierto y lubricado, me dijo, quedate flojita y goza.
La cabeza entró trabajosamente y sentí como que me partía en cuatro. Luego, despacio fue entrando el resto del monstruo, mientras unas lágrimas corrían por mis mejillas.
“ no, por favor, por favor” gritaba mi hija en su habitación.
- ¿ Que está pasando allí ? Dijo Miguel levantándose y dirigiéndose al otro dormitorio.
Mientras, Francisco comenzaba a moverse muy despacio. Había conseguido sodomizarme gracias al trabajo previo de Miguel. Nunca pensé que mi culo soportara semejante trozo de carne dura y palpitante.
- Que lindo, mamita. Hace tiempo que tenía ganas de encularte, no veas como se puso mi verga. Está dura como nunca
- Si la siento animal, muevete despacio que me vas a desgarrar.
- Tranquila mamita. No tengo apuro. Quiero gozarte bien.
En ese momento entró Miguel y con la verga bastante recuperada se subió a la cama y me la dio para que se la chupe, cosa que hice de inmediato
- Este Julián es un hijo de puta, ¿ Sabes lo que ha hecho ? me preguntó y sin esperar respuesta me dijo: la enculó por completo. Le ha clavado su verga en el culo y la está reventando. Tu hija llora de placer, no sabes como va a quedar abierta después de esta noche y como va a pedir verga por atrás toda la vida, una vez que le tome el gusto.
“ Dame mas, dame mas” gritaba Sabrina en la otra habitación
- ¿Ves lo que te digo? Ya le tomó el gustito. Me va a costar trabajo satisfacer esa perra, digna hija de su madre, me decía mientras yo seguía chupando cada vez mas caliente.
La situación me descontroló y tuve un nuevo orgasmo, mientras Francisco aceleraba su pistoneo.
- Te voy a acabar en la boquita, pero muy poco porque ya tengo los huevos secos. Entre tú y tu hija me han acabado, ahí voy dijo gimiendo de placer. Unas pocas gotas salieron de su verga como había predicho, y quedó allí totalmente agotado.
- No te preocupes mamita que yo te voy a compensar por otro lado, gimió Francisco y comenzó a acabar copiosamente, llenando mi culo con su leche chorro tras chorro, verdadera catarata interminable de semen que quemaba mi cuerpo, y me arrebataba un orgasmo tras otro.
- Vamos a ver como va todo aquí al lado, dijo Miguel levantándose, y despacio Francisco sacó su verga de mi cuerpo que sonó como si destapara un corcho de apretada que estaba en mi tripa.
Ambos jóvenes se dirigieron al dormitorio de mi hija. Tratando de rearmarme luego de semejante vapuleada, me vestí, y salí del dormitorio. Sentí unos gritos de aliento. Me asomé al de mi hija, y el cuadro era realmente impresionante. Miguel y Francisco, desnudos y de pie al lado de la cama, alentaban a su amigo. Mi hija estaba en cuatro patas sobre la cama, con la cabeza hundida en la almohada, y detrás de ella, un verdadero martillo neumático la estaba taladrando a una velocidad endemoniada. La estaba reventando como un animal. Ninguna mujer podía soportar esa cepillada y me asombré que mi hija pudiera.
- Vamos Julián, sácasela por la boca, vamos dale, dale, decía Francisco.
- Eso Sabrina, come, come, que otro día te daré la mía, le decía Miguel a mi hija.
- Basta, por favor, por favor, suplicaba mi hija, que mi madre puede venir.
- No te preocupes por tu madre que seguramente está cansada y durmiendo dijo Miguel mientras me miraba y se reía.
- Te lleno, perra, te lleno, gritó Julián y se hundió hasta el fondo, aplastando a mi hija contra el colchón con la arremetida final, venciendo sus rodillas y codos, y se quedó allí vaciándose a placer.
- Ahhhh, que perra, seguramente tu madre debe ser igual que tú, le decía al oído mientras seguía acabando.
- No, mi madre no es puta como yo, gemía y lloraba mi hija, seguramente al sentirse quemar por dentro por el semen de su macho de turno.
- A alguien saliste putita, y seguramente debe ser a tu madre. Tiene una facha de puta que se cae al suelo, le seguía diciendo Julián mientras los últimos restos de semen se depositaban en su tripa, no sabés como me gustaría cepillarla. ¿ te molestaría que me la cogiera?
- Ella no hace esas cosas con cualquiera. Está casada, dijo con un hilo de voz
- Ya veremos. Tiempo al tiempo, y tu podrías encargarte de convencerla contándole lo bien que la pasas, dijo Julián retirándose del cuerpo de mi hija, que quedó despatarrada en la cama.
Me alejé de la puerta, y me fui a mi dormitorio.
Acostada en la cama escuché como los jóvenes salían del dormitorio de mi hija. Juliań entró, tomó su ropa y se fue saludándome con un ademán.
Mi hija no salió del dormitorio, y luego de un rato sentí que la puerta de frente se abría y la casa quedó vacía.
De todos los agujeros de mi cuerpo brotaba semen, así que me dirigí al baño. Pasé por el dormitorio de mi hija y la ví acostada boca abajo, como había quedado después del último asalto. Su culo se veía abierto. Era una verdadera cueva. El semen brotaba lentamente de sus agujeros y chorreaba sobre la cama. Tardaría unos días en normalizarse.
Al día siguiente, ninguna comentó nada sobre la noche anterior. Como si nada hubiera pasado, pero yo pensaba que no iba a pasar mucho tiempo en que la situación se repitiera y por fin, mi hija termine enterándose de lo puta que es su madre.

3 comentarios - Juventud, divino tesoro ( parte 3 y final)

Alanq
muy bueno!!