Ofuckcina ( parte 5)

CAPÍTULO 10

En los días siguientes Mabel hablaba animadamente con Ana, y era evidente que estaba tratando de convencerla para que participara en el nuevo deporte de la oficina.
Si bien los primeros días, en estas conversaciones Ana se mostraba indiferente, poco a poco se notaba como empezaba a prestarle atención, y como empezaban a brillarle los ojos de una manera muy lasciva. Hasta que un día Mabel habló con Adolfo para decirle que tenía una nueva víctima .
Ana tenía alrededor de treinta años, alta, de pelo castaño, tenía curvas voluptuosas y era mas bien rellenita, pero tenía un par de piernas largas y macizas que hacía soñar con que las cerrara una vez que la hubieran poseído por completo.
Mabel comentó que había que preparar una mise de scene muy especial. Ana no quería ver a su pareja, pues no quería conocerla. Y no quería que fuera ningún conocido para evitar consecuencias posteriores, por lo que Mabel le propuso conseguir un desconocido, hacerlo ingresar a las oficinas y dejarlo a su disposición. Ana solo aceptó a cambio de que el macho estuviera con la cara cubierta, para que no pudiera verla, y atado, de manera que no pudiera tocarla y se entregara totalmente a lo que ella quisiera hacer. Mabel no tuvo más remedio que aceptar.
Para Adolfo esto era un problema, y le pidió ayuda a Nico, el que le comentó lo que pasaba a Rodolfo. Decidieron utilizar la cámara, sin que Ana lo supiera y luego convino que Nico, quien hacía rato que estaba caliente con ella se encargaría de presionarla con el video para cepillársela.
Tenían que buscar un hombre, y se acordaron del albañil que también se había cabalgado a Marta. Este no era muy conocido por los empleados, y con la cara tapada y atado, en penumbras, era muy difícil que Ana lo reconociera.
Rodolfo comenzó a relacionarse con este hombre, y palabra va, palabra viene, descubrió que la brutalidad sexual que mostró con Marta, había sido una actuación, ya que sabía que a ella le gustaba que la forzaran, para no sentirse tan culpable de engañar a su marido. Además éste era muy pasivo en la cama y dejaba toda la tarea en manos de ella. Por oposición, buscaba fuera de su lecho conyugal una bestia que la dominara como un objeto sólo apto para producir un goce animal.
En realidad, el sueño de este muchachón era que lo dominaran, así que de allí hasta organizar la fiesta que Ana esperaba, fue solo un paso. El nuevo socio no podía creer lo que le estaban proponiendo, y se le puso dura de sólo imaginarse el cuadro.
Rodolfo le pasó el dato a Nico, y este le informó a Adolfo, que se puso muy contento. En el fondo le tenía muchas ganas a Ana y si entraba en este juego, era probable que en un plazo no muy largo la tuviera donde la quería.
El gerente salió en viaje de negocios por una semana, junto a su secretaria ( podemos imaginarnos los negocios que iban a hacer), y entonces aprovecharon este vacío para arreglar el encuentro que esperaban con impaciencia.
Decidieron usar la oficina del gerente, ubicaron una colchoneta, la cámara, e hicieron ingresar al chivo expiatorio. Lo hicieron desnudar, que se dejara solamente el slip, le pusieron una capucha negra, que le impedía ver y también impedía que lo reconocieran, y le ataron las manos a las patas de un sillón , quedando con los brazos abiertos en cruz, e inmovilizado. Bajaron las luces, y se retiraron esperando la llegada de Ana.
Mabel la esperaba, cuando llegó la tomó del brazo y la llevó hasta la antesala de la oficina, diciéndole que la estaban esperando adentro. Le entregó una caja de preservativos, y la dejó sola.
Ana dudó un momento, se apoyó en el picaporte y respirando profundo entró. Lo que sigue es lo que se vio en la grabación.
Entró a la oficina, y al principio, miró buscando a su pareja del momento, hasta que la vió acostada, encapuchada y atada. Se vio como respiró profundo y se acercó lentamente. Se arrodilló al lado de su presa y comenzó a acariciarle suavemente los brazos. Cuando la tocó, su víctima se estremeció y luego se quedo quieta. No toda, porque de inmediato empezamos a notar movimientos dentro de su slip.
Ana miraba fijamente la capucha de su macho y seguí acariciándole los brazos, el cuello, el pecho, le pellizcaba los pezones, le tiraba los pelos del pecho, le presionaba la musculatura, como ya dije bastante desarrollada, y al mismo tiempo dirigió su otra mano a su entrepierna y comenzó a frotarse la concha. Tenía decidido no hablar para evitar que la reconocieran. Y era evidente que de su inspección resultó que el hombre era un ilustre desconocido. Eso le dio más confianza.
Siguió trabajando de esta manera por un rato, disfrutando del deseo cumplido. Siempre había querido someter a un hombre de esta manera, y sin ningún sentimiento de culpa. No había testigos de su lujuria. Salvo una cámara oculta, que ella ignoraba.
Sus caricias se hicieron más intensas y el ojo de la camara veía algo que ella por su posición aún no había visto. El tremendo pedazo que estaba por romper el slip.
Fue bajando con sus caricias y cuando su mano llegó a la entrepierna del jóven su rostró empalideció. Realmente no esperaba semejante pene. Giró sobre sí misma y usando ambas manos, bajó el slip y liberó la sexualidad que inmediatamente la conquistó. Y olvidándose de su decisión de silencio expresó su pensamiento en voz alta. " Papito, donde estuviste todo este tiempo".
La verga saltó como un resorte. Era admirable su tamaño y su grosor, y Ana se relamía pensando como iba a acomodarla dentro suyo. Ella era grande y fuerte, pero era evidente que hasta ella iba a tener problemas para recibirla toda.
En ese momento se levantó, y sin dejar de mirar la golosina, se desvistió, y una vez desnuda, se arrodilló sobre el pecho de su presa, de frente a su pene, le colocó un preservativo y comenzó a tragárselo. Lo saboreaba, lo chupaba, lo lamía, le chupaba las bolsas de los huevos y hubiera seguido así si la excitación del macho no hubiera hecho crisis. Cuando tenía su verga en la boca, llegó el orgasmo y Ana lo mantuvo en su boca hasta que culminó el disfrute. Seguramente su intención era que no estuviera tan duro cuando la penetrara.
Sin embargo, siguió chupando, hasta que la pija empezó a latir y se volvió a endurecer igual que antes. Retiró el forro usado lleno de semen, colocó una nuevo y se levantó, se puso en cuclillas sobre la verga, la dirigió a su concha y se sentó sobre ella, haciendo que las paredes de su vagina se distendieran totalmente. Ana iba bajando y empalándose en el sexo de su pareja.
Respirando profundo, la recibió toda y una vez que llegó al fondo comenzó a subir y bajar con una expresión de goce indescriptible.
Ensartada hasta el fondo, giró quedando de frente a su pareja y siguió cabalgando, hasta el borde del clímax, sacó la pija de adentro suyo, la manoseó un rato y luego volvió a sentarse sobre la pija y siguió subiendo y bajando hasta conseguir llegar al orgasmo. Una vez recuperada la respiración, se dio vuelta y siguiendo con su cabalgata comenzó a apretar los huevos de su partenaire, que inmóvil hasta ese momento, flexionó sus rodilas y comenzó a bombear con una fuerza que hacía que Ana se sacudiera como si estuviera en un terremoto, hasta que llegó a un orgasmo fulminante, y Ana lo acompañó en su vuelo.
Se quedó allí sentada, esperando que la pija se bajara y saliera por si misma, se levantó, se vistió y sin más salió.
Mabel fue a rescatar al esclavo y tomó debida nota de sus atributos, seguramente para algún encuentro futuro. Lo desató y luego que se vistió lo acompañó fuera del edificio. Así Ana, sin saberlo, había entrado en el círculo del deseo del cual iba a ser uno de los ejemplares más atrayentes.



CAPÍTULO 11

Todo siguió sus carriles normales, salvo algunas escenas que seguramente a causa de la costumbre , hace que la gente pierda la cautela.
Nico salió de la oficina, anunciando que iba a volver en una hora, y al cancelarse la reunión, regresó en quince minutos. Cuál no sería su sorpresa al ver junto a la puerta de la oficina a Karina como petrificada, mirando a través de una hendija de la puerta entreabierta, y acercándose sigilosamente por detrás suyo, sin que ella lo viera, pudo observar a Adolfo en su sillón con los pantalones bajos, y a Griselda sentada sobre el, subiendo y bajando sobre su verga.
La escena era muy excitante y evidentemente Karina no era ajena a esta sensación, pues había introducido una mano dentro de su bombacha y estaba masturbándose mientras miraba.
Olvidándose del lugar donde estaba y de los peligros que corría, Nico abrió su bragueta, sacó la verga endurecida y acercándose por detrás de Karina, se la colocó entre las piernas mientras le decía al odio: "Silencio". Ella se sobresaltó, pero la lujuria pudo más y dejando su entrepierna tomó la pija y comenzó a masturbarla.
Esto, y la escena que estaban presenciando fue demasiado. Nico se soltó de la mano que le estaba sobando la verga, le corrió la bombachita a Karina y le apuntó a su vagina, que lo recibió humeda y caliente como un fuego. Absorbió su pedazo como una aspiradora y agachándose hacia adelante juntó las piernas para que su presa no se escapara, cuando empezaran las sacudidas.
Nico, mentras tanto, le metió las manos bajo la blusa y le acarició los globos que tenían los pezones endurecidos , sabiendo que esto no iba a durar eternamente. De hecho, cuando Adolfo y Griselda llegaron al climax, también lo alcanzaron Karina y Nico, quien sacándola se derramó en el suelo.
Karina con su pañuelo limpió la acabada, para irse sin decir palabra, y luego de que sus compañeros recuperaron la compostura Nico desandó el pasillo, y entró a la oficina como si nada hubiera pasado.
Adolfo lo miró, como diciendo " ni te imaginás lo que estuve haciendo ", y Nico como diciendo " ni te imaginás lo que me hiciste hacer".




CAPÍTULO 12

Al tiempo hubo una reunión de todos los empleados en un restaurante, para festejar el cumpleaños de Gloria, y allí chiste va chiste viene, el ambiente empezó a caldearse.
Mabel le sonreía a Rodolfo y lo provocaba al mismo tiempo. Adolfo, sentado en un extremo de la mesa, miraba insistentemente a Griselda, ubicada en la otra punta, como esperando una señal.
Rodolfo, que conocía los apetitos y deseos de casi todos, no podía menos que encontrar esta situación muy entretenida, y a la vez, excitante. De hecho, su pene estaba húmedo de sólo pensar las escenas en las que había visto a cada uno de sus compañeros.
Ana, que hacía largo tiempo que había tomado por costumbre burlarse , hacer chistes con doble sentido, en fin, tratar de calentar a Nico, estaba mas deshinibida que nunca. Ayudaba a esta liberación, las cuatro copas de champagne que había tomado.
La conversación fue haciéndose más intima y evidentemente más insinuante. Todos estaban calientes, y sólo hacía falta que alguien diera el puntapié inicial.
Como no podía ser de otra manera fue Adolfo quien mostró el camino. Mediante una seña imperceptible, hizo que Griselda saliera del salón con la excusa de ir al baño, y en medio de la música y las conversaciones cruzadas, salió sigilosamente unos minutos después. Mabel, que se dio cuenta que algo pasaba, aprovechó unos minutos después para ir a observarlos, y volvió al rato riéndose y contenta, aunque también se la notaba bastante descontrolada.
" No saben lo que acabo de ver" dijo, a todo el grupo. Esto mereció la inmediata atención de todos los presentes, que de inmediato hicieron silencio y la rodearon.
" Dale contanos" dijo Ana con los ojos brillosos.
" Bueno, es un poco delicado, pero salí afuera para ir al baño, y cuando volvía decidí volver por el otro lado, y al acercarme a los árboles, ví a Adolfo y a Griselda muy entretenidos".
Los ojos de las mujeres de agrandaron. Ana comenzó a pasarse la lengua por los labios, y Marta decía, para incitarla a que siguiera contando . " No debe ser para tanto".
" Depende de lo que cada uno opine por demasiado, pero Adolfo estaba con los pantalones bajos bombeando a Griselda que estaba con la espalda contra un árbol y le había rodeado la cintura con las piernas". El silencio podía cortarse con un cuchillo. La electricidad se palpaba en el aire. El gesto de las mujeres mostraba a las claras que se imaginaban la escena, y es más, se imaginaban ellas contra el árbol, y la idea no les desagradaba.
" No tiene vergüenza" dijo Karina, y al hacerlo su mirada se cruzó con la de Nico, y bajo la vista poniéndose colorada. Realmente, después de la escena del pasillo, no tenía mucho márgen para juzgar a los demás.
Rodolfo, acercándose a Marta le dijo " ahora te toca a vos". Marta se puso pálida, y antes que reaccionara agregó " Andá para los vestuarios". Ella intentó una respuesta pero Rodolfo se alejó, y acercándose a Nico le dijo " tengo algo para vos". Nico, que tenía sus propios planes para esa noche, se disculpó diciendo que tenía que volver temprano; que de hecho ya se estaba yendo, y mantuvo su posición a pesar de la insistencia de Rodolfo.
Este, decepcionado, veía peligrar su plan, cuando de pronto observó al muchacho, de no más de 18 años, que había oficiado de mozo en esa cena, y acercándose le dijo " ¿ Tenés un rato?". A la respuesta afirmativa del joven le agregó : "¿ Ves esa mujer que está allí, esa de grandes tetas?, bueno, me acaba de decir que tiene ganas de acostarse contigo, así que si estás dispuesto.........".
El muchacho no podía creer lo que escuchaba y por supuesto estaba dispuesto. Solucionado el problema le dijo que fuera en media hora para los vestuarios, que ella lo estaría esperando.
De inmediato, miró a Marta y le hizo una seña exigente, a lo que ella agachó la cabeza y se dirigió hacia la puerta. Esperó unos momentos y salió por el otro lado del salón.
Nico, dudando de haber estado acertado en su decisión, decidió jugarse a fondo para tratar de salvar la noche. Se dirigió a Ana y le sugirió que salieran a caminar un rato, a lo que ella aceptó, agregando pícaramente " solo a caminar, mira que no soy Griselda".
Salieron, y mientras charlaban, Nico notó que a Ana le costaba mantener la línea recta en el andar, como consecuencia del alcohol que había tomado. Llegaron hasta el área de estacionamiento y Nico alegando que estaba fresco sugirió que se sentaran en su auto. Ana aceptó, diciendo que además podían escuchar algo de música. Subieron al auto y en la radio comenzó a sonar una música romántica muy suave.
La conversación fue girando lentamente hacia las experiencias que habían vivido, especialmente sexuales, y Ana dijo que hacía varios años que estaba casada y que no sería capaz de engañar a su marido.
Nico se rió, lo que molestó a Ana.
-¿ Qué te crees que soy?
-Disculpame, pensé que eras una mujer.
-Soy una mujer pero ¿ qué tiene que ver esto con que te rias de mí?
- Es que me causa gracia que me mientas
- No te estoy mintiendo
Nico se acercó, sentándose en la unión de los dos asientos.
-Hace un tiempo largo que instalamos cámaras en la oficina. ¿ Querés saber que grabamos una tarde en la oficina del Gerente?
Ana quedó muda. Sus ojos, calculadores, trataban de descubrir si lo que Nico decía era verdad. La tranquilidad de éste la convenció.
- Lo que dices es mentira. Pero de cualquier modo, sea lo que fuere que grabaste es una cuestión personal.
Nico tomandole la mano, la dirigió a su bulto.
- Esto también es personal.
Ana intentó retirar la mano, protestando que no estaba dispuesta a ser usada.
- No quiero usarte. Te quiero como una mujer muy atractiva queeres y que me calienta desde hace tiempo. Total, nadie se va a enterar de lo que hagamos aquí dentro.
El alcohol, junto a las cosas que habían pasado esa noche, atentaron contra la resistencia de Ana.
- Sabes, Nico, hace rato que no lo hago en el asiento trasero de un auto. Y diciendo esto, comenzó a masajearle los huevos, a través del pantalón.
Nico, entusiasmado, le desabrochó la blusa y empezó a lamerle los pezones. Luego de un rato, Ana se pasó al asiento trasero, por el medio de los dos delanteros, circunstancia que aprovechó Nico para acariciarle sus partes íntimas.
Apurada, Ana se sento.
- Me parece que estás muy calentito, así que tratá de controlarte porque si no te vas a ir en seco.
Ana estaba totalmente descontrolada, y Nico, viendo su sueño a punto de cumplirse pensaba de que manera podía hacer durar este momento mágico.
Se pasó al asiento trasero, y bajándose los pantalones, liberó su sexualidad para que Ana pudiera jugar libremente con ella. Se la agarró con una mano y con la otra le sopesaba los huevos, mientras lo besaba en la boca, y le metía la lengua bien adentro. Nico se dejaba llevar, y su único signo vital era la forma en que le latía la verga.
La hembra, se sacó la bombacha y pasando una pierna encima suyo, le tomó la pija, y dirigió la flecha hacia la boca de su cueva. Cuando estuvo apuntada, simplemente se dejó caer empalándose hasta la empuñadura.
- Realmente hace mucho que te tenía ganas, pero no quería que las putas de la oficina se enteraran que estábamos cogiendo, dijo Ana mientras subía y bajaba.
- Están pasando cosas interesantes en la empresa, dijo Nico, tratando de buscar algún tema que le permitiera durar un rato más, a pesar de la calentura que sentía.
- No se si estoy dispuesta a participar de algo así
- Cuando veas las películas que obtuvimos de tus compañeras, te alegrarás de pertenecer al grupo.
Esto excitó a Ana quien deteniéndose, preguntó que habían filmado.
Rapidamente, Nico empezó a contarle las actuaciones de Marta, de Griselda, de Betty y de Karina, y estos relatos fueron demasiado para Ana quien alcanzó un soberbio orgasmo. Recuperada dijo:
- Tengo las trompas ligadas, así que echame todo.
Fueron las palabras mágicas. Sin aguantar mas, Nico vació sus huevos dentro de Ana con total libertad, y emitiendo gritos desaforados.
Ella lo abrazó.
- Bueno, tranquilizate que total lo vamos a repetir. Pero con una condición; quiero ver esos videos, incluyendo el mío.
- Esta bien pero con una condición. Quiero que los veamos juntos.
Ana sonrió con picardia. Se dio cuenta que quería estar al lado suyo cuando se pusiera caliente, para sacar alguna ventaja.
-Está bien. Acepto.
Se acomodaron la ropa, y salieron del auto regresando separados a la reunión.
Mientras tanto en los vestuarios, Marta, en cuatro patas , estaba recibiendo por atrás la verga de Rodolfo en toda su extensión, quien la cabalgaba tomándola del pelo y obligándola a tirar la cabeza para atrás. Parecía un jinete domando una potranca salvaje.
El mozo entró al lugar, y vio con ojos desorbitados la escena, quedándose al lado de la puerta. Marta y Rodolfo lo vieron por los espejos y la primera reacción de Marta fue dejar de coger, pero su pareja no aflojó la penetración y esto resultó imposible.
-Quedate quieta, te traje un pendejo para que te des el gusto de enseñarle algunas cosas. Te dije que quería verte en acción con otros.
- Sos un degenerado, no podés convertirme en una ramera.
-Sos una ramera, y ahora te voy a entregar a un pendejo para que comparta este polvo. Y haciéndole señas al muchacho le dijo que se desnudara y que se acercara.
Una vez al lado le dijo que le diera la pija en la boca , cosa que el muchacho hizo con verdadero placer. Le ordenó a Marta que la chupara y se quedara quieta mientras el aceleraba para acabar.
Aceleró entonces Rodolfo, y con un gemido acabó dentro de Marta. El muchacho viendo el camino libre, tomó el lugar de Rodolfo y se la metió en la concha. Marta mirando al joven que tenía detrás suyo dijo con un gesto de dolor:
- Te diste el gusto, pero ni se te ocurra acabar hasta que yo te diga, pendejo de mierda. El muchacho, enloquecido , comenzó a serrucharla con un ritmo y un frenesí que sólo un joven puede exhibir. Al poco rato Marta había alcanzado un orgasmo profundo, e iba camino al segundo cuando el muchacho, al límite de su resistencia, sacó su pija y la regó profusamente en la espalda y el culo.
- ¡Te dije que no acabaras hasta que yo de dijera!, gritó Marta enojada al sentir que llegaba su segundo orgasmo.
Los gritos de Marta hicieron que el joven se levantara y vistiéndose apresuradamente saliera corriendo del vestuario. Marta y Rodolfo comenzaron a reirse a carcajadas, y el macho la ayudó a completar su orgasmo. Luego se vistieron para volver a la fiesta, que tan formal y decente había resultado esa noche.

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