A Fabiana le gusta la banana

A Fabiana le gusta la banana (parte 1)


Se llamaba Fabiana. La conocía desde el último año de la primaria cuando se había cambiado a nuestra escuela. Cuando pasamos al secundario, nuestro colegio tenia 2 orientaciones por lo que el grupo se dividió. A pesar de ello nunca dejamos de tener contacto con nuestros compañeros y cada tanto nos juntábamos en alguna casa a hacer previas.
Fabiana no era muy atractiva físicamente. Era morocha, flaca y alta. Tenía unos pechos muy pequeños y tampoco tenía mucha cola. Sin embargo, había 2 cosas que me calentaban mucho de ella. La primera es que ni bien llegó a nuestro colegio, rápidamente comenzó a correr el rumor de que era mas bien “ligerita” (solía juntarse con chicos más grandes y corría el rumor de que en una fiesta había tenido relaciones con 5 diferentes en una noche).
La otra cosa que me calentaba de ella era su cola. Como dije antes si bien no tenía una cola muy voluminosa, el hecho de que sea tan chiquita me daban muchísimas ganas de hacerlo por ahí (mas de una vez mientras me pajeaba, me imaginaba dándole duro por atrás y a ella gimiendo muy fuerte).

La historia ocurrió la noche de primavera del 2002. Yo no era mucho de salir para esa fecha, ya que en la ciudad donde vivo se generaba un ambiente complicado en la zona de los boliches. Sin embargo, ese año se me dio por ir a bailar. Hicimos la previa en la casa de un amigo y luego partimos hacia el boliche.
Esa noche había tomado más de lo normal. No voy a decir que estaba totalmente borracho, pero si que el piso se me movía bastante. Sin embargo, lo pude disimular bastante bien.
Llegamos al boliche y luego de estar un buen rato haciendo la cola (cosa que me ayudó a pasar en parte el efecto del alcohol) pudimos ingresar. Cuando lo hicimos, nos dirigimos hacia unas mesas que estaban cerca de la cabina del DJ para dejar los abrigos. Yo aproveché y me senté un rato mientras que mis amigos se fueron.
Pasaron unos 10 minutos y la veo a esta chica Fabiana que viene. Estaba vestida con zapatos, un pantalón de vestir negro y una musculosa, todos de color negro. Se acercó hasta donde yo estaba, tomo una silla y se subió a ella para decirle algo al DJ (seguramente le pidió un tema). La cuestión es que yo, entre mi estado medio alcoholizado, el volumen de la música y la oscuridad del lugar aproveché y le grité un “Que hermosa cola que tenes, mi amor”.
No se si me escuchó o no, ni su supo si era yo o no. Pero la cuestión es que ella desde arriba de la silla me miró, se bajó y se sentó a mi lado. Nos pusimos a hablar de boluduces y en momento comenzó a abrazarte. Ahí no me importo que ella sea la trolita del colegio ni yo el alumno destacado, lo único que quería era cumplir mi fantasía con ella. Cuando comenzó a pasar su brazo por detrás de mi espalda, yo me apresuré, me acerqué a ella y le di un beso de lengua. Comenzamos a transar y así estuvimos varios momentos durante un buen rato. Cuando terminamos ella me dice:
“¿Viniste con Miguel?”
“No, ¿por qué?” le respondo.
“Para ver si me acompañaba hasta mi casa” dijo ella.
“No te preocupes, yo te acompaño”. Le dije mientras tomaba mi campera.

Salimos del boliche y nos fuimos caminando por la calle. Como hacia un poco de frio y ella no tenia abrigo le di mi campera. Ella me abrazó, apoyó su mejilla y nos fuimos caminando. Como a las 3 cuadras, y aprovechando que en esa zona hay muchas casas que solo se alquilan en el verano nos metimos en el patio trasero de 1. Allí ella me hizo sexo oral durante un buen rato y la verdad es que estuvo buenísimo.
Yo contra la pared, primero volvimos a transar. Ella abrazada de mi cuello y yo tomando primero su cintura y luego su cola (mientras lo hacia pensaba “como te la voy a dar por ahí”). Luego ella se arrodilló, desabrochó mi cinturón, abrió mi pantalón, sacó mi pija y comenzó a hacerlo. Primero le daba besos y pequeñas lamidas. De vez en cuando paraba y me miraba (eso era lo que mas calentaba) para luego seguir haciendo lo suyo. Introducía mi pija en su boca y yo tomando su nuca la empujaba contra ella para que le entre hasta el fondo (un par de veces le dieron arcadas). Ella chupaba, la besaba, la lamia y la pajeaba. Ella hacia todo, yo lo único que hacia era acariciar su cabeza y disfrutar. Cuando por fin estuve por acabar, sin preguntarle derramé todo mi semen sobre sus pechos, que a esta altura ya estaban afuera de su musculosa. Mientras Fabiana limpiaba mi pija con su boca, con sus manos masajeaba sus pechos como si mi semen fuera una crema que los haría crecer. Todo debe haber pasado en una hora, ya estaba saliendo el sol por lo que seguimos viaje hasta su casa.
Seguimos caminando hasta que llegamos a una parada de taxis. Ahí nos subimos a 1 y le indicamos la dirección para que la lleve a su casa. Cuando llegamos, me moría de ganas de terminar con ella lo que habíamos arrancado en el boliche y seguido en el patio de esa casa, pero como no sabia si me iba a invitar a pasar me apresuré y le dije “Baja tranquila que no nos vamos hasta que entres”.
“¿No queres pasar a tomar algo?” me invitó.

No terminó de decir eso que yo ya le estaba pagando al taxista y bajándome. Entramos a su casa y me acomodé en un sillón mientras ella pasó al fondo a su habitación.
“Ponete cómodo que ya vengo” me dijo.
La verdad es que no me sentía para nada cómodo. Jugaba totalmente de visitante. El “no hay nadie” que vino desde el fondo fue un alivio indescriptible y a la vez la confirmación de que se venia lo mejor. Pasaron unos 10 minutos en los que no sentí ningún movimiento, por lo que pasé hasta el fondo para ver que estaba haciendo Fabiana. Escuché la ducha, por lo que me dirigí hasta el sillón en el que estaba y me senté a esperar que volviera.
A los 20 minutos llegó ella. Solo la cubría el tallón enrollado al cuerpo. Sin mediar palabra se acercó y se arrodilló en el sillón quedando yo entre sus piernas. Comenzamos a besarnos igual que en el boliche, pero más intensamente. Yo lo besaba y mis manos acariciaban su espalda, sus hombros, su cintura, su cola. Ella a su vez, mientras me besaba me ayudaba a quitarme el sweater y la remera.
Cuando quedé con el torso desnudo, se quitó el tallón, se arrodilló en el piso y comenzó a quitarme los pantalones. Una vez que estaban bajos, tomó mi pija y rápidamente se la metió en la boca. Esta vez el oral era mas intenso que en el patio de la casa y solo se dedicaba a chuparla. Cada vez lo hacia mas fuerte, mientras yo acompañaba los movimientos tomándola del cuello. Cuando estuvo bien dura, siempre sujetándola por el cuello, la miré y le dije “Ahora me toca a mí”.
Fabiana se sentó en el sillón y fui yo el que comenzó a hacerle oral. Abrí bien sus piernas y comencé a besarla. Iba desde la rodilla hasta su concha. Primero lo hice con la derecha, luego con la izquierda. Mientras lo hacia, mis dedos se colaban en su concha. Su concha era pequeña, rosadita y totalmente depilada. Estaba si muy mojada, por lo que rápidamente comencé a lamerla. Mientras lo hacia, le colaba los dedos: primero el índice, luego el medio y finalmente los dos. Fabiana estaba sentada en el sofá y se retorcía de placer, mientras con sus manos empujaba mi cabeza contra su vientre para que la penetrara más fuerte. Cuando la hice acabar, comenzamos con lo nuestro.
Volvimos a la posición inicial, es decir yo en sillón ella arriba mio y comenzamos a hacerlo. Ella se arrodilló, quedando yo entre sus piernas, tomo mi pija con su mano derecha y la colocó entre su concha y lentamente fue bajando. Mientras bajaba, sentía como su concha caliente y húmeda apretaba mi pija hasta llegar hasta el fondo. Luego Fabiana comenzó a subir y bajar, ella sola aprovechando el rebote en sillón. Yo no hacia nada, solamente la tomaba de la cintura y la ayudaba con los movimientos. También aprovechaba y al estar tan cerca mio le chupaba las tetas. Esas pequeñas tetas, que me daban el espacio perfecto para elegir chupar una, otra o en el medio de ambas. Como Fabiana estaba tan caliente, no sola las besaba sino que también le daba pequeños mordiscos en los pezones. Ahí es cuando ella lanzaba gemidos más fuertes de placer.
Seguimos así hasta que acabamos juntos. Cuando lo hicimos, yo la tomé bien fuerte de la cintura y la apoyé contra mí, mientras que ella me abrazó bien fuerte del cuello e hizo lo mismo.
Nos quedamos así unos minutos mientras recuperábamos el aire. Mientras lo hacíamos, yo acariciaba su cola con mis dos manos.
“Sabes que te dije en el boliche” le pregunté al oído.
“¿Qué cosa?”
“Que linda cola que tenes”.
“¿Queres hacérmela?”.
Con esas palabras mágicas, mi fantasía estaba cumplida. Fabiana se reincorporó y se puso en cuatro patas sobre el sillón. Yo comencé con el trabajo de lubricación, para que no le doliera. Primero usando mi saliva y los jugos de su concha con mi dedo índice comencé a recorrer su esfínter. Primero introduje mi dedo meñique y note que ya estaba bastante relajado, por lo que seguí con el índice. Cuando introduje el índice, Fabiana lanzó un pequeño quejido como si le hubiera dolido. Yo me hice el que no la escuche y seguí. Introduje el segundo dedo y ya esta vez el quejido fue más notorio
“despacito que me duele”. Me dijo.
“ok, disculpa. ¿Tenes vaselina?”. Le pregunté, de compromiso.
“no, por eso hacelo despacito”.
Seguí penetrándola con los 2 dedos durante unos minutos. Cuando ya estaba bien dilatado, me senté en el sillón. Ella se puso de pie, dándome la espalda. Con sus manos separó sus cachetes y comenzó a bajar lentamente. Yo agarré mi pija con mi mano y la fui dirigiendo hasta su culo.
Apoyé la cabeza contra su esfínter y lentamente fui penetrándola. Primero la cabeza, y una vez que ya estaba adentro luego fue todo mas fácil.
Fabiana al principio se quejaba de que le dolía, pero una vez que estuvo toda mi pija adentro parece que comenzó a disfrutarlo. El hecho de que estuviera parada, hacia que ella tenga el control de las penetraciones por lo que en cuanto se sentía incomoda se detenía. Yo acompañaba las penetraciones tomándola de la cintura y siguiendo el movimiento. Cuando por fin Fabiana estuvo totalmente cómoda, cambiamos de posición. Yo paré y ella quedó de frente al sillón, también de pie y apoyando sus manos contra el respaldo. Ahí tomé yo el control y comencé a hacérselo mas fuerte, mucho mas fuerte. Al principio se la bancaba, pero luego de unas embestidas comenzó a quejarse. Primero fueron suspiros, luego quejidos y finalmente lágrimas.
“Despacito que me duele” me decía Fabiana entre sollozos.
“Aguanta un poquito, aguanta que ya te acabo” le decía yo.
Lo estaba disfrutando. Ese culo pequeño, flaquito, estrecho, que tanto había deseado durante casi 2 años al final era mio. Sus gemidos de dolor, sus lagrimas, el hecho de que sea la “trolita” del colegio me hacían sentir mas poderoso y me impulsaban a penetrarla cada vez mas fuerte. Mientras la penetraba, también le daba chirlos en su cola que a esta altura ya estaba toda colorada. Cuando por fin acabe, mis piernas temblaron y casi me caigo. Lance toda mi leche dentro de su culo, sin una dejar una gota afuera. Cuando la saqué, un hilo finito salió desde y fue directo a su concha. Fabiana cayó tumbada sobre el sillón, entre exhausta y dolorida por lo que acabamos de hacer.
Tomé mi ropa y me dirigí hasta el baño para lavar mis partes. Me cambié y volví hasta el living para ver como estaba. Fabiana seguía ahí, durmiendo en la misma posición en la que había quedado. La cubrí con el toallón, cerré la puerta y me fui a mi casa.

A los 2 días nos vimos en el colegio y nos saludamos como si nada.

1 comentario - A Fabiana le gusta la banana

classh +1
uuuu alto relato!!!