Mi mujer y su jefe los excita humillarme.

Hola poringueros y poringueras. Mi vida es un calvario, nada tengo que hacer en este mundo. Tengo 44 años y hace veinte que soy un auténtico mantenido. Una profunda depresión, producto de las trágicas perdidas de mis padres y mi hermana, me llevaron a que virtualmente me dejara estar. Perdí una prometedora carrera de abogado, mis contactos sociales y amigos, caí en el consumo de drogas y alcohol aunque con el tiempo abandoné estos vicios.
Y como era de esperar dejé de atender a mi esposa porque, por más que quiera, mi situación me llevó a sufrir de impotencia sexual. Mi esposa, perdidamente enamorada, tomó las riendas de todo; buscó empleo, se capacitó en lo que se refiere al comercio exterior hasta ser una profesional muy eficaz. En casa tuve que colaborar con las tareas del hogar porque, obviamente, alguien lo tiene que hacer. Esta situación fue deteriorando la relación con mi esposa. a las discusiones se le sumaron abruptos cambios de looks, horas extras en su trabajo y finalmente un total y absoluto desinteres de ella hacia mi lo que hizo que se profundizara mi problema con agudez. Pese a que no teniamos trato entre nosostros la cuidé cuando le tocó hacer reposo por su operación de implantes mamarios que le dio una figur sexy y atrevida.
Pasado el tiempo, cuando iba a hacer las compras era común escuchar el cuchicheo de las vecinas más chismosas a mi paso. Sabía que me era infiel, no soy ingenuo, aunque no tenía la certeza de con quien. Sospechaba de Pedro, viejo amigo nuestro, de Jonathan, su compañero de oficina, y de algún que otro más. Todo era un círculo vicioso que alimentaba mi enfermedad. Le he llegado a plantear la separación a mi esposa pero ella no quiere por sentir culpa en caso que me pase algo. Hasta que algo rebalzó el vaso.
- Lucas, tenemos que hablar. -empezó el diálogo de repente. -Vos te debes imaginar que tengo un amante. Pues si, así es. Es Fabián, mi jefe.
- No sigas Fabiola, si querés nos divorciamos y...
-No!!! No me interrumpas. Vos sabés que de la nada empecé en esta empresa y hoy tengo un puesto bien remunerado. Esto no solo se dio por mi capacitación y mi esfuerzo, estar con el me sirvió para ascender en la empresa y de paso tener un amante, algo que aca no tengo.
- No es que no quiera, vos sab...
- Ya lo se, pero tengo necesidades que como mujer tengo que cubrir.
- No necesitás refregarme tus amantes. Si me lo pedís me voy, lo que pidas es poco en comparación con todo lo que me diste.
- Bueno... Ya que lo mencionás... Fabián quiere que lo hagamos delante tuyo.
-¿Qué cosa? - pregunté ingenuo. - No entiendo nada.
- Fabián quiere que te trate como un cornudo, tiene esa fantasía.
- Pero... ¿Están Locos? ¿Son enfermos?
- Pará Lucas, yo te voy a explicar. Es un enfermo, le gusta todo tipo de locuras y fantasías. En este tiempo hemos participado con travestis, tríos, partuzas. Es un caprichoso. El fue de la idea de operarme las lolas y el las pagó, no se fija en gastos, solo que se cumplan sus voluntades sexuales.
-¿Y vos que penás de todo?
- Más allá de lo que pueda pensar me amenazó con despedirme si no lo hacemos. Dale Lucas, solo este favor... Pensá que con mis ingresos comemos y nos vestimos vos y yo.
De repente me sentí entre la espada y la pared, aunque más quisiera que la espada me de la estocada... Sentía que no podía caer más bajo...
El viernes a la noche mi esposa estrenó un vestido ajustado, bien ceñido al cuerpo y muy escotado, unos zapatos con tacos muy altos, bien maquillada y perfumada. Al verla me invadía una sensación extraña, mezcla de celos y excitación. En cambio, y a pedido de mi esposa, mi vestuario era austero y casi monocorde. Una camisa gris, pantalón de vestir negro y zapatos del mismo color, nada extravagante.
A la hora señalada suena el timbre de casa, le abro y lo recibo invitándole un whisky. El lucía una sonrisa pedante, vestía un traje oscuro y su perfume había invadido toda la casa. Mi esposa estaba en la habitación preparando los últimos detalles. Al asomarse al living todo se hace inmanejable para mi, todo era extraño.
Mi esposa y su amante se saludaron con un apasionado beso, sus manos tanteaban sus cuerpos y sus lenguas jugaban entre sí. Mis ojos no salían de su asombro al verlos como si no existiera. En escasos minutos el vestido de mi mujer yacía por el suelo quedando solo con una tanga diminuta y sus zapatos. Ella iba bajando, besando el pecho de su amante mientras miraba de reojo mi reacción, el acariciaba el pelo ondulado de Fabiola mientras comenzaba a experimentar una sensación de gozo y extasis. Ya desnudo deja ver su pene grande y grueso, bastante más que el mío en sus mejores épocas, y se transforma en un juguete para mi insaciable esposa.
-Che cornudo!!! -me dijo con morbo -¿Te gusta como tu mujer me la chupa? ¡Qué bién lo hace!
La cara de ese hombre mostraba que no podía ser más feliz, tenía sometida a mi esposa con sus caprichos y me humillaba como buen cornudo que soy.
Completamente sometida pero excitada a la vez mi mujer se quedaba agachada para que su jefe/amante pueda lamer de su vagina previamente estimulada. La cara de su amante se sumergió en ese culito duro en tanto mi mujer me miraba libidinosa. Por mi parte no hacía más que mirar como se estaban cogiendo a mi mujer delante mío sin hacer ningún atisbo de reacción. Jamás la he visto a ella gozar de esa manera, salvaje, alocada, con gritos desaforado y en un avanzado estado de euforia.
- Fijate como se hace esto, cornudo!!!! - me dijo mientras se preparaba para penetrar por detrás a mi mujer, ella solo esperaba recibir en su vagina ese pene vigoroso y que sea con ritmo rápido.
El, sin muchos preámbulos, la penetro facilmente puesto que mi mujer estaba bien estimulada y lubricada y empezó a bombear frenéticamente entre gritos y gemidos de mi esposa y la sonrisa maliciosa de su jefe.
No me quedaba otra que sentarme y ver ese dantesco espectáculo bacanal, de mis ojos brotaban las primeras lágrimas que nublaban mi vista haciendo que me pierda detalles.
Fabiola se estremecía con múltiples orgasmos hasta que su amante eyacula todo dentro de su vagina. Ella luego limpia todo rastro de semen del pene y se la sigue chupando para que no decaiga el pene de su amante.
- ¿Viste cornudo? ¡Que buena cogida le di a esta puta! !!!!Decile al cornudo de tu marido de quien sos!!!!
- Tuya papi. Toda tuya...
Y así como estaba empujó a mi esposa y empezó a jugar con el ano de ella lamiéndolo y escupiéndolo para lubricarlo un poco. Sin titubear empezó a meterle los dedos en su ano en medio de gritos de dolor de Fabiola que, sin embargo parecía querer gozar de la situación. Con el ano bien dilatado mi mujer recibió ese pene grande y duro que de a poco iba ingresando hasta el fondo. En su rostro se observaba alguna lágrima pero no deba la sensación de rechazar su amante, muy por el contrario loe stimulaba verbalmente a que fuera más dura con ella.
- Toda gordi!!!! Metela Toda!!!
- ¿De quien sos ahora?
- Sniffff... Soy tuya papi... Soy tu puta...snfff...
Sus palabras eran combustible para esa máquina sexual que resultó ser Fabián, su jefe. El ritmo con que penetraba el ano se hacía cada vez más rápido y frenético. Al cabo de un rato todo el esperma de Fabián chorreaba de la cola de mi esposa en una imagen realmente asquerosa.
El se dio cuenta que no perdía detalle con cara de asco, se acercó a mi y de un empujón me ordenó que limpiara el ano de mi mujer con la lengua porque pensaba seguir. Y cogieron toda la noche teniéndome a mi como testigo, por momentos me maltrataban y por otros solo se burlaban de mi.
Las cosas cambiaron en casa; Fabián se transformó en el hombre de la casa, Fabiola en su mujer y yo en personal doméstico de la casa a cambio de la comida y un techo donde dormir. Dejé de dormir en la habitación matrimonial para hacerlo en un húmedo cuarto reservado para las herramientas.
Ahora los veo coger en plena orgía con un travesti y una mujer joven sin que ellos se percataran que un frío caño de un 38 se apoyara sobre mi sien.

2 comentarios - Mi mujer y su jefe los excita humillarme.

swan28 +1
Muy bueno tu relato!
Porotito714 +1
jajjajaa... tremendo infeliz resulto el corneta