Hagamos un trato...

Hoy va a ser un día diferente, para mí y para vos que me estás leyendo. Sí, porque se trata de un juego o un pacto entre personas caballeras.
Sé que no te conozco pero eso forma parte del pacto, y se trata de mi objetivo, por un lado imaginarte mujer, como las que a mí me gustan, y por otro lado, conquistarte. Sí, de eso se trata, será un pacto privado, entre nosotros, y que tiene que ver con lo que nosotros en nuestro más profundo interior quizá, a lo mejor, deseamos, y que, por algún motivo, no nos animamos a recrear.
Quiero que cierres los ojos, y vos también me imagines, eso lo dejo a tu entera imaginación, a tu sueño, a lo que nunca pudiste vivir. Esto va a ser único, entre nosotros, a pesar de nuestra carga cultural, nuestras obligaciones como personas adultas, de nuestras relaciones, te propongo nada de títulos. Somos esto.
Con esto quiero decirte que mi meta es conquistarte, como si fueras un terreno virgen que –inconscientemente- quiere ser conquistado. Y como todo terreno, en estas líneas voy a intentar recorrerlo, centímetro a centímetro, para ir saboreándolo, estudiarlo y conocer hasta lo más profundo de tu cuerpo y tu mente.
Te sueño y por eso decidí buscar en este manto blanco de la hoja, este forma de desquitarme y lanzarme en tu búsqueda. Lectora, no importa tu color ni tu estado civil, sé que tu cabello es bien largo, con algunos rulos, al mejor estilo Penélope Cruz, tu piel tostada, ojos pequeños y oscuros, de más de treinta años, llegando a los cuarenta.
Y lo primero que me lanzo a buscar son tus hombros y tu cuello. Intento impregnarme de tu perfume propio de una hembra, ya no se trata de una profesional casada y sub gerente de una empresa multinacio-nal. Se trata primitivamente de lo que más deseas y es que tu cuerpo sea mío.
Besaría cada centímetro de tu cuello hasta llegar a tus oídos, y allí comenzaría a decirte cosas que ni me atrevo a escribir ahora, y seguramente tu piel comenzará a erizarse como suele suceder en ocasiones tan particulares como esta, porque claro, no debe ser la primera vez que tu cuerpo es deseado; pero claro está que no me interesa tu vida sexual, ni tu estado civil.
Hoy vas a ser mía, entre mis palabras y silencios, te haré mía y llevarte a la cama, será solo cuestión de tiempo, como el tiempo que me tomo para besarte los hombros y la espalda. Ni siquiera pude adelantarme a darte vuelta, hasta tu camisa me atrae, y tu quietismo también me excita, también me vuelve loco con solo pensar que estas disfrutando también de la escena y la situación.
Nada me gusta más que recorrer suavemente por tu rostro y saborear y rodear tus labios, hasta comerte los labios y recorrer tu lengua, y los minutos pasan, y suenan los celulares, pero no podemos hacernos cargo más que de la pasión que siento al recorrer esos labios de hembra guerrera.
Eso es lo que quiero, que te relajes, te sueltes, que me enseñes quien sos, quien está detrás de aquel elegante traje y buenos modales, sé que hay alguien más que es parecido a mí, por eso te busco, y haré lo que pueda para hacerte vibrar, como nunca nadie lo hizo.
No importa tu buena vida aquí, ni tus amistades, ni tu trabajo, estas sola ante mí. Tus ojos sorprendidos ahora están más abiertos expectantes disfrutando lo que ven y lo que sienten.
Poco a poco, voy separando tus botones de su correspondiente ojal, de tu hermosa camisa nueva, blanca, algo transparente; los primeros cuestan bastante, están muy justos, como a presión, debió costarte esta mañana.
Y a medida que se sueltan, me doy cuenta el por qué. Tus pechos son enormes, como alguna vez me ima-giné, tu soutien, blanco, también hace lo imposible para no soltar ese paraíso que busco sea mío.
Ahora más relajada, tu camisa libre, puedo recorrer tu cintura, comiéndote los labios como nunca, y reco-rriendo con mis yemas, toda tu espalda. Escuche en un susurro, un “no” a mi intento de sacarte el corpiño, pero ya era demasiado tarde, como en cámara lenta, día con la combinación exacta entre mis dedos y las trabas y en un segundo, se disparó la prenda subiéndose de golpe sin perjudicar ni tu rostro ni tu cuello.
En ese instante dos enormes senos comienzan a balancearse en esa mítica e histórica danza erótica que me conmueve y que disfrutas, a pesar de preferir que su tamaño sea menor para poder hacer la vida más fácil. Pero así estas perfecta, beso tu pecho muy suavemente porque quiero que poco a poco me des todos lo que vine a buscar y que calmara mi sed, todos tus líquidos van a ser míos.
Haría todo lo que tuviese que hacer para estar en este preciso instante ante semejante despilfarro de belleza americana, latina, una y otra vez. Tus pezones enormes y duros, como tus senos, gozan de perfecta forma, color, belleza absolutas. Los morderé de a poco mientras miro fijamente tus ojos.
A la vez, mis manos no paran de recorrerte y mis dedos van disfrutando cada centímetro que recorren de tu cuerpo, y poco a poco lanzo otro contraataque a tu vientre, directamente, ya se lanzó la conquista de tu territorio, en varios flancos, quiero desbordarte con mi piel, y que me sientas que te invado de caricias y besos y lamidas.
Busco el temblor de tu cuerpo sin parar, ya que los latidos de un corazón embravecido ya los siento, desde aquí, te lo dije, algo nos iba a suceder, ojala tus ojos no paren de leerme, de tocarme, de acariciarme.
Ya di con el botón, y automáticamente dio para que el cierre de tu pantalón cediese hasta que mis dedos pudieran ingresar a ese valle sagrado, húmedo, vibrante, delicioso, caliente, como siempre te imaginé, vos, caliente como una hembra en celo total en épocas primitivas.
Tu pantalón cae de repente, y con unos leves movimientos de tus pies, han quedado por el piso, solo tus tacos y tus piernas largas y suaves quieren recibirme. Ya descontrolada, te hago sentar en la cama, tus cabellos queriendo tapar tu exuberancia pero es inútil, la belleza siempre está al sol, y tus piernas me reciben como un glorioso guerrero que vuelve de la batalla a su pueblo, a su lugar, en este caso, vengo a mi lugar, a querer ocupar tu territorio con mi cuerpo.
Me deshago y desespero porque quiero inundarme en ese valle de placer que hay en tu vientre, y por fin puedo degustar sabrosamente de la miel de tus labios propios de una mujer en pleno éxtasis, y mi lengua ocupa o quiere ocupar todo ese lugar inmenso, mientras mis manos buscan a tientas tus pechos.
Pocos segundos tardo en dar con ellos, imposible no verlos, no tocarlos, no acariciarlos, a pesar de mis grandes manos, no puedo abarcarlos, pero logro dar con tus pezones y poco a poco vuelvo a sentir otra vez esa catarata de miel de tu vientre que me inunda y me bautiza todo el rostro, y tus manos que no paran de hacer presión sobre mi cabeza contra tu vientre, así, me tienes.
Poco más que un esclavo me haces, y quiero hacerte mía en todo tu territorio. Me pides que me acueste en la cama y de inmediato te subes a mí, y casi sentándote tomas mi falo enorme y venoso y lo devoras. Y amo esa danza corporal, mezcla de trance pasional y melodías carnales, y tus pezones que aparecen por entre tus cabellos como enormes ojos, los pellizco y tus ojos quedan en blanco en pleno éxtasis.
Quiero reconocer cada zona tuya hasta que tus orgasmos se multipliquen, y pueda yo calmar mi sed, tu miel es la savia de mi deseo, y no voy a parar hasta conseguirlo. Me miras y me pedís por favor que te avise cuando estoy llegando al mejor momento.
Es increíble como tu cuerpo perlado en brillo no para de moverse en forma continua y parsimoniosa como una diosa plena que cumple con el rito de mujer que quiere ser satisfecha, cuando estoy por llegar al mo-mento cumbre, te aviso, y en un intrépido salto, tu boca se abre para recibirme como nunca.
La fuente llena de plenitud, vida y pasión! Pero no te conformás y seguís tomándome y contraatacando con tu boca, subiendo y bajando, y me miras como diciendo: PEDIME LO QUE QUIERAS,
Y lentamente los cuerpos van moviéndose en toda la cama, absolutamente revuelta en sudor, perfumes, jadeos y secretos, para poder llegar a tomarte por tus caderas, enormes, una piel exquisita que se ofrece una vez más al glorioso gladiador que viene a ocupar tu territorio y es así, que poco a poco, voy ingresando a lo más profundo de tu tesoro, es exquisito escuchar como cada instante en el que avanzo a tu interior, tu respiración va cambiando y tus palabras que quedaran en nuestra memoria las escucho, y lo único que logran es que yo no me detenga.
No puedo creer lo que provoca tu piel en mí, no puedo dejar de abarcarte sin descanso hasta el final, y el tamaño de mi falo aumenta sin parar, como gozándo él también de este nuevo lugar donde me siento un rey absoluto. La conquista esta llegando y siento que estas por explotar, cuando me avisas, yo quiero devorarme tu jugo, pero vos insistís y te tiras contra mí, hasta lograr sentarte.
Quise desmayarme al sentirte arriba mío, nos miramos en el espejo y solo pude ver tu boca abierta, mirada al techo, tus manos tomando las mías colocándose en tu vientre como haciéndome sentir la forma de mí en tu interior. Me miraste de repente y te acercaste hacia atrás, a mis oídos, susurrándome, éste sos vos, el que está adentro, soy tuya.
Ella, me dice, quiero que esto continúe, y que lo escribas en el próximo capítulo.

Así será.

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