Como violar a su jefe - parte 2

Me lanzo como una fiera sobre ella y lo primero que hago es taparle la boca con mi mano. Ella lucha y caemos al suelo en un forcejeo llegando hasta el corredor. En un movimiento me lanza un rodillazo y me da justo en las bolas, ¡AARRGGHHH! que dolor tan hijueputa. Se levanta y corre hasta su oficina al final del corredor. A pesar del dolor me levanto y trato de correr pero el dolor es insoportable. Ángela llega hasta su oficina y cierra la puerta con pasador !Maldita sea!

Su celular no deja de sonar en el bolso. Sabía que donde conteste esa llamada estaba perdido. Instintivamente rompo el cristal con el codo y el vidrio de la puerta estalla en mil pedazos, ella suelta un fuerte grito.Tenía el bolso en la mano y sacaba cientos de cosas pero del desespero no hallaba su celular. Cuando estaba a un metro de ella se lanzo hacia el teléfono del escritorio y con una fuerza brutal me golpeo con la bocina en la cabeza ¡Perra! el golpe casi me tumba al suelo.

Lo primero que tenía que hacer era sujetarle las manos como fuera. Me abalance sobre ella y caímos sobre el sofá. Con el cable del teléfono y en un movimiento brusco le até las manos por la espalda, luego hice lo mismo con los pies, haciéndole nudo en los tobillos.

Ángela se retorcía en su sofá de cuero y gritaba como loca. Busco la cinta en su escritorio para taparle la boca pero veo algo mejor, el mismo trapo con que me hizo limpiarle las botas. Lo tuerzo en forma de lazo y lo paso por su boca atándolo por detrás de su cabeza para que dejara de gritar.

Viéndola allí tratando de zafarse de sus ataduras con esos grandes ojos que me miraban furiosos, fui consciente de lo que estaba pasando ¡Por Dios, que estaba haciendo!, hasta donde me había llevado esta obsesión por esta mujer !Me largo! Tomaría algo para que pareciera un robo y saldría de ahí lo más pronto posible.

Tome la caja menor de uno de los cajones del escritorio y salí de su oficina asustado de lo que estaba haciendo, en la puerta le eche una última mirada a donde estaba ella. En el forcejeo había perdido tres botones de su camisa y sus enormes tetas se desbordaban con cada agitada respiración. La falda se le había subido casi a la cintura y dejaba ver sus piernas macizas y sus finas tangas.

Cuantas humillaciones. Cuantos años soportando los insultos, los maltratos y los malos sueldos. Y ahora estaba allí, atada, sometida, indefensa. Como una cerda a punto de ser sacrificada. Mi respiración se agitaban cada vez más y la adrenalina corría eufórica por todo mi cuerpo, mi verga empezó a bombear furiosa y el dolor en mis bolas se convirtió en un calor infernal que recorría todo mi cuerpo. Mi temor se había transformado en un odio visceral.

Lentamente me acerque a ella y sentía como el terror se apoderaba de su cuerpo, lo veía en sus ojos. Temblaba.

De un solo tirón abrí la blusa y los botones saltaron por los aires. Con un bisturí corte su brasier y sus colosales tetas quedaron al aire esplendidas. También le quite la falda pero quise dejarle sus diminutas tangas.

Me desabroche el pantalón y baje mis bóxer hasta la rodilla, tome mi verga en la mano y con unas cuantas sacudidas ya estaba enorme, las venas estaban brotadas y sentía como respingaba en mi mano, los ojos de Ángela estaban abiertos como un par de platos.

Quise ahogarla con mi verga en su garganta pero corría el riesgo de que me arrancara media verga de un mordisco, así que me lancé como una bestia hacia sus tetas. Les pase la lengua frenéticamente hasta dejárselas totalmente empapadas, las chupaba, las lamia, le mordía suavemente sus pezones hasta dejárselos duros y erectos, luego coloque mi verga entre sus mojadas tetas y arremetía contra esas enormes masas en una rusa como siempre lo había imaginado solo que mejor.

No podía estar más excitado, la tenía gruesa, caliente y enorme, tomé la cabeza de Ángela con una mano mientras le cacheteaba el rostro con mi verga, ¡Toma! Gritaba en mi interior, ¡Esto es lo que te mereces perra! Ella solo cerraba los ojos.

Había llegado el momento de saldar las cuentas. Con todas las fuerzas la acosté bocabajo en uno de los brazos del sofá. Su enorme culo quedó al aire y ella sabía lo que le esperaba. En un intento desesperado forcejeaba tratando de darse la vuelta, la agarre del pelo y le di un azote tan fuerte en la nalga que me quedo doliendo la mano.

Corrí su tanga con mis dedos mientras que mi lengua recorría su chocho de manera desenfrenada, pasaba del ano a su coño y viceversa hasta dejarlo todo mojado con mi saliva, introducía mis dedos en su coño divino mientras le daba lengua a su excitado clítoris sin piedad alguna, fue cuestión de minutos para que Ángela empezara a mojarse de manera descarada.

Se la metí toda de un solo empujón, su coño estaba caliente y mojado !Perra! ¿No qué no? -pensaba para mi.- Si lo que necesitabas era verga te daría toda la que no te han dado en estos años ¡Sucia!.

Empecé a penetrarla de manera desesperada mientras le agarraba las enormes tetas con las dos manos, ella lanzaba pequeños gemidos, después de unos minutos de darle sin compasión frené en seco mi brutal embestida y su culo continuaba moviéndose al ritmo que llevaba ¡Que puta! Lo estaba disfrutando. Pero no era lo que yo quería, ¡No era justo!, no se merecía aquello, quería que pagara por lo que me había hecho, así que a medida que le clavaba la verga le azotaba ese par de nalgas con sendas palmadas, hasta dejarle ese enorme culo completamente rojo y aun así no se quejaba. Parece que esto requería medidas mas drásticas.

Saque mi erecta verga que escurría en líquidos y con mi lengua roce suavemente su ano. Ahí si supo lo que le esperaba. Sacudía su cabeza como diciéndome que no lo hiciera, se estremecía por completo, gemía, trataba de gritar, forcejeaba. La agarre firmemente del pelo y con la otra mano emboque la roja cabeza de mi pene en su ano, primero muy despacito luego introduje todo mi tren de carne dentro de ella. ¡MMMMMMGGGGGGGGHHHHHHH! fue lo que alcanzó a gritar.

Y comenzó el carnaval…

La penetraba con furia mientras la sujetaba del cabello, le mordía el cuello y las orejas, podía sentir como sudaba, la saliva que salía por su boca se escurría por todo su cuello hasta llegar a sus pechos, intentaba gritar pero el trapo se lo impedía.

¡Toma! –pensaba. ¡Esto es por cada humillación, por cada insulto, por el sueldo miserable, porque eres una perra y te lo mereces! Estaba poseído. No sé cuánto tiempo la clavé con sevicia. Le dí salvajemente hasta sentir mi verga muy apretada dentro su ano, parecía que en cualquier momento iba a estallar en un mar de leche.

Lo saque rápidamente y aun sabiendo que no debía derramarme pues sería fácil identificarme con el ADN del semen, no pude soportarlo. Le levante la cabeza del cabello y le estalle ese chorro de leche en su cara y en sus tetas, ¡Que derramada! Desocupe mis cojones por completo.

La dejé Caer exhausta sobre el sofá, le quite el trapo de la boca para que respirara mejor, intente limpiar pero fue inútil, el semen estaba por todo su cuerpo. Mire el reloj y faltaban 5 para las 8:00, todo había transcurrido en menos de una hora. Era tiempo de largarme.

Ángela estaba totalmente inmóvil sobre el sofá, antes de irme corte el cable del teléfono que ataban sus muñecas y salí de allí llevándome la caja menor, revisé que no quedaran evidencias y desaparecí de la escena.

Aquel fin de semana solo pensé en Ángela y lo que había pasado. Me sentía culpable y temeroso de que me pudieran atrapar, me imaginaba el lunes apenas llegara a la oficina la policía tomando muestras de ADN y luego me imagine en prisión. Tenía ganas de huir de la ciudad, pero entonces todas las sospechas caerían sobre mí. No pude dormir más de dos horas seguidas.

El lunes en la mañana llegue tarde para variar, tenía unas ojeras de mapache y mi corazón palpitaba angustiado.

—Hola Ángela- salude tratando de ser natural.

No me contesto, pero tampoco era algo fuera de lo común, estaba frente al computador y parecia concentrada, el vidrio de la puerta estaba repuesto y todo el mundo trabajaba normal. A la hora del almuerzo aborde a Marujita la señora del servicio. la incertidumbre me estaba volviendo loco.

—Hola Marujita que tal el fin de semana.

—Bien papito, y a sumercé como le fue.

—Bien bien y… ¿mucho trabajo el sábado?

—No si el sábado llegamos y doña Ángela nos devolvió a todos pa la casa, pobrecita dizque que sentía maluca.

—¿sí? hay pobrecita, ¿pero como la vio estaba muy mal?

—Noo, si nadie la vio. Nos cansamos de golpear en la puerta y jue hasta que le marcamos al celular que nos dijo que nos jueramos pa la casa, menos mal porque tenía una lavada de ropa que blablabla…—Marujita seguía hablando pero mi mente estaba en otra parte,¿donde estaba la policia? ¿porque no dijo nada?, ¿será que tal vez me reconoció y solo esperaba el momento para entregarme a la ley? ¿Había una investigación en curso? Mi mente era un mar de preguntas.

Así transcurrió la semana, Ángela se la pasaba encerrada en su oficina la mayor parte del tiempo, había dejado los insultos y los malos tratos y solo hablaba lo necesario. Por mi parte llegue tarde todos los días esperando que me dijera algo, que me llamara la atención pero nada, ni una sola palabra.

Terminó el viernes y mis temores se habían calmado un poco, el ambiente en la oficina era tranquilo y me disponía a disfrutar de un fin de semana con puente incluido, un viajecito para liberar la tensión de los ultimos dias.

RIIIINNNNGG!

—Rocha, suba a mi oficina.

Ángela estaba detrás del computador. Se veía hermosa e imponente. Su actitud seria y dominante le daba un aspecto sexi pero severo.

—Esta semana llegó tarde todos los días. Por favor firme el memorando. Esta es su segunda advertencia me llega tarde otra vez y larga de la empresa.

Firmé el memorando de mala gana pero sabía que las cosas estaban volviendo a su normalidad.

—Otra cosa Rocha, mañana lo espero muy puntualito a las 7:00 de la mañana.

—¡Pero Ángela pensaba viajar con mi novia!

—Me importa cinco lo que tenia que hacer. Mañana me trabaja tiempo completo y no vaya a esperar que le pague el día ¿le quedo claro?

¡Perra! como la odiaba, no había cambiado en absoluto. Seguía siendo la misma jefe déspota, humillante y sin sentimientos. Le bote el memorando encima del escritorio y Salí de allí furioso.

—Rocha, me dijo sin levantar los ojos de la pantalla

—No olvide el pasamontañas.

Entonces lo entendí todo. Esboce una pequeña sonrisa y salí de su oficina en silencio.

FIN


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