Vacaciones Morbosas (primera parte)

Pasó un tiempo hasta que pudimos darnos de nuevo una escapada solos, pero sí que habíamos tenido oportunidad de conocer más gente liberal e ir de vez en cuando a un local swinger del sur de la isla donde morbosear. En esta ocasión habíamos conseguido una oferta para pasar unos días en Gran Canaria, en el sur, playas paradisíacas y locales de intercambio y gente muy abierta.

Era en unos apartamentos normalitos, que necesitaban alguna que otra reforma, pero estaban muy cerca de la playa y nos salieron económicos, así que no necesitábamos nada mejor. Habíamos ido con una pareja de amigos del mundo liberal que conocíamos bastante. Nos alojamos en un apartamento grande con dos habitaciones. Ellos ya habían estado en esta zona y conocían todos los lugares liberales, incluida un complejo de apartamentos que los domingos tenían acceso a no huéspedes.

Lo primero que hicimos después de acomodarnos, fue coger las toallas e irnos directos a la playa, que nos quedaba a menos de cinco minutos de los apartamentos. Nos colocamos en una zona poco transitada, a una distancia prudencial de donde practicaban cruising y abundaban los mirones. Nos desnudamos los cuatro y estuvimos disfrutando del momento de tranquilidad.

Nuestros amigos decidieron ir a dar una vuelta, y nosotros preferimos quedarnos allí, estamos totalmente relajados. Nos bañamos unas cuantas veces y nos metimos mano por todos lados. Estábamos calentando el ambiente para cuando saliéramos esa noche al club liberal. Pasado un buen rato volvieron nuestro amigos, nos descubrieron en plena faena, yo con las manos en el coñito de mi mujer y su mano en mi polla. No paramos, al fin y al cabo habíamos practicado intercambio con ellos y otras situaciones igual de morbosas.

- Veo que también están entretenidos. - Dijo nuestro amigo Iván.

- Por eso no nos querían acompañar. - añadió Ana, su novia.

- Bueno seguro que no se aburrieron. - les dije.

- La verdad es que Ana se folló a un mulatito que estaba cañón, je je. - contestó Iván.

- Estuvimos por la zona de cruising, pero la mayoría son muy gays o muy mayores para mi gusto. - replicó Ana. - Deja que te ayude a terminar. - le dijo a mi mujer.

Y dicho y hecho, agarró mi polla entre sus manos y me siguió masturbando mientras mi mujer me chupaba la punta y terminé llenándole los pechos a mi mujer de semen. Se giraron y le hicieron algo similar a Iván que tampoco tardó mucho en correrse. Fuimos Iván y yo al agua a refrescarnos un poco y al volver las vimos masturbándose la una a la otra. Nos dió un fuerte calentón pero no dejaron que les ayudaramos y se corrieron ellas solitas. Estuvimos un rato más en la playa y volvimos al apartamento. Nos metimos en la ducha mi mujer y yo. Tenía muchas ganas de metérsela después del calentón de la playa y nos corrimos los dos. Nos secamos y nos quedamos desnudos. Nuestros amigos debieron hacer lo mismo por el ruido que hacían en el baño e igual que nosotros se quedaron desnudos. Preparamos algo para comer y nos dormimos una siesta.

Me desperté y estaba solo en la cama, salí de la habitación y vi que estaban los tres en el balcón. Iván había sentado en la mesa del balcón a mi mujer y le estaba comiendo el coño. Ya habíamos hablado entre los cuatro y teníamos claro que podíamos follar entre todos siempre que nos apeteciera, teníamos mucha confianza y nuestros sentimientos muy claros, pero eso no evitó que por un instante la sombra de los celos pasara por mi mente, aunque fue rápidamente despejada por la excitación que externamente se reflejaba en mi polla que estaba tan tiesa que se me iba a reventar. Ana salía del baño y se fijó en mi polla descaradamente.

- Mmmm, parece que tiene ganas de fiesta, ¿eh?. - me dijo mientras echaba mano directa a mi entrepierna. - Fui a lavarme porque acaban de hacer que me corra toda y ahora le toca a ella...y a ti.

Me llevó hasta el sillón que quedaba justo al lado de la puerta del balcón, me sentó y se puso de rodillas comenzando a chuparme las pelotas y subiendo por toda la polla hasta la punta. Desvié la mirada y vi que mi mujer me miraba con cara de viciosilla, me picó un ojo y se encorvó hacia atrás dejando más abierto su pubis para que Iván siguiera en su labor. Mi polla estaba muy dura. esas situaciones me ponía muy caliente. No quería correrme aún, así que levanté a Ana, la senté ahora a ella en el sillón y empecé a lamerle el coñito y chuparle el clítoris, metiéndole varios dedos por el coño, que estaba muy mojado. No tardó demasiado en correrse, pero tenía ganas de más. Mientras tanto, Iván se había puesto un condón y estaba follándose a mi mujer, que ahora estaba a cuatro patas con medio cuerpo apoyado en la mesa donde antes estaba subida. Yo me coloqué un condón, pero Ana me pidió que me sentara que tenía ganas de cabalgarme. Ya habíamos follado otras veces y me gustaba como lo hacía, fuerte, igual que mi mujer. Iván se corrió primero, mi mujer fue a buscar un vibrador de los que habíamos traído y se sentó a mi lado mientras se masturbaba con él. Ana continuó su cabalgada hasta que mi mujer le colocó otro vibrador sobre su clítoris y no tardó ni un minuto en correrse, convulsionando sobre mi de tal manera que no tarde nada en correrme yo también. Ana se levantó y yo comencé a besar a mi mujer y a agarrarle los pechos. Tampoco tardó mucho en correrse.

Esa noche íbamos a un club swinger, uno de los mejores según dijo Iván. Los chicos nos vestimos bastante normalitos, pantalón de vestir y camisa de botones. Pero ellas se vistieron muy provocativas; pantalones negros que les quedaban muy justitos y en la parte superior unos corsés que les moldeaban unos pechos perfectos. Iván y yo tuvimos una erección al instante. Pero fueron tan malas que no pudimos hacerles nada y salimos hacia el club.

Si pensábamos que nuestras mujeres eran las que más provocativas iban, cambiamos de opinión nada más llegar. Allí había de todo, mayores de cincuenta años, jóvenes de apenas veinte, cuerpos de gimnasio y cuerpos normales. Algunos vestidos como nosotros y otros casi sin ropa. Muchas llevaban transparencias, sin ropa interior. o con un microtanga que no dejaba mucho a la imaginación. Estuvimos un rato viendo el ambiente, tomándonos unas copas y bailando. Iván y Ana empezaron a charlar con otra pareja y nosotros decidimos ir a dar un paseo por el local. Pasamos la zona de baile y había unos vestuarios, nos desnudamos, cogimos las toallas y las cholas que nos habían dado y nos fuimos al jacuzzi.

Habrían unas cinco personas dentro, pero cabrían otras cinco más. El agua tenía una temperatura ideal, y los chorritos estimulaban a mi mujer. Se nos acercaron una pareja de la isla y empezamos a hablar con ellos. Nos contaron que no solía ir mucho, pero que cuando lo hacía siempre iban a este local porque era el mejor con diferencia. Tras un rato de jugueteos, entre nuestras propias parejas, y charla entre los cuatro, decidimos salir y buscar un lugar para los cuatro.

Pasamos varias salas donde había camas redondas de gran tamaño, que estaban ocupadas por otros clientes, varios cuartos oscuros, un glory hall y una sala con aparatos para atar y ser atado. Al fondo había otra sala con varias camas más pequeñas pero en las que había poca gente. Nos sentamos en una que estaba libre y las chicas se acostaron boca abajo y nos pidieron que les dieramos unos masajes. Decidimos hacerlo pero a la pareja del otro, empezando por el cuello y bajando por la espalda hasta llegar a las nalgas, donde nos entretuvimos bastante más tiempo. Mi mujer y la otra chica empezaron a besarse entre ellas, y nos abrieron un poco las piernas. Qué bonita vista se veía desde atrás, les agarramos el culo y separamos sus nalgas, teniendo ahora hueco suficiente para dejar actuar a las lenguas. No tarde mucho en notar mojadita a la chica, y sabía que mi mujer estaría igual. Como es habitual en ella, mi mujer suele llevar la delantera, así que había alargado la mano hasta una bandejita que había cercana a la cama con condones, le pasó uno al chico y otro a mí. No tardamos mucho en colocarlos y a darles bien fuerte por detrás. La chica no era para nada pasiva, sino que respondía a mis embestidas levantando más su pelvis para que la penetrara más profundo.
Estábamos tan excitados y en lo nuestro que no vimos llegar a un chico que se colocó cerca de nosotros, pero al parecer la chica que me estaba follando no le importaba demasiado, porque se giró un poco para comenzar a comerle la polla. El chico que se estaba follando a mi mujer se corrió el primero, yo seguía penetrando a su chica y ella comiendo la polla del tercero. Mi mujer se incorporó y se acercó hasta éste para colaborar en dejarle la polla más limpia que una patena. Empecé a rodearle el agujerito del culo a la chica con mi dedo y pareció gustarle porque se le abrió con gran facilidad, le metí un dedo poco a poco, estimulandola y no tardó en correrse apretándome la polla con sus convulsiones. Le pedí permiso y accedió así que fui metiendo mi polla en su ano, poco a poco, igual que había hecho antes con el dedo. Tenía un culito muy rico y no tarde mucho en correrme yo también.

Me fijé que el otro chico se había separado un poco y me dijo que si quería ir a refrescarme un poco que al lado había un baño con duchas, que no me preocupara que no pasaba nada. Miré la habitación en derredor y vi que Iván y Ana estaban en otra de la camas. Iván también se fijó en mí y le hice la señal universal de échale un ojo. Iván asintió, me acerqué a mi mujer y le dije que iba a refrescarme que volvía enseguida y le dí un cachete en el culo.

- Tranquilo, que con este chico tenemos para rato. - rió.

Realmente el baño estaba justo al lado, sólo cruzar una puerta. Era amplio, abierto, con una hilera de duchas sin separación alguna y por supuesto, mixto. Había unos 2 chicos y una chica duchándose y algo más. Nos dimos una buen refrescón, había incluso dispensadores de gel y champú. Nos secamos con las toallas que nos habían dado en el vestuario. El chico me dijo que si quería ver la sauna que era la puerta del fondo. La sauna era bastante grande, cabrían unas doce personas de forma cómoda, y el calor no era excesivo, colocamos las toallas y nos tumbamos en los bancos. Estuvimos hablando un rato y poco después entraron los tres que estaban duchándose, colocándose frente a nosotros dos. Los chicos ya presentaban sendas erecciones y la chica, senda, digo propio calentón. Nos saludaron, eran los tres extranjeros, y los chicos se sentaron uno al lado del otro en un escalón por encima de ella, que con pocos miramientos, y para qué en aquel lugar, comenzó a comerse las dos pollas alternando entre los dos chicos. Me fijé que mi compañero no tardó en excitarse y yo no tarde mucho más. Se levantó y se acercó sin decir nada, ella se giró y como gesto de aceptación le agarró el miembro y se lo chupó también. Viendo que había barra libre, me uní a ellos. La chica estaba muy caliente pero ninguno de los cuatro la tocábamos, solo recibíamos sus manos y su boca en nuestras pollas. Uno de sus acompañantes no tardó mucho en correrse, y ella se colocó delante de él recibiendo todo sobre su cara y pechos. Siguió con los tres que quedamos, el siguiente fue mi compañero que actuó de igual forma y yo a continuación. El último debería ser su pareja, porque se subió hasta él y tras colocarse comenzó a cabalgarlo a pelo. Los otros tres nos quedamos viendo la escena, como si estuviéramos viendo una peli porno, y cuando el chico se iba a correr, ella se levantó y se colocó para recoger su corrida igual que con nosotros.

Mi compañero y yo salimos de la sauna y tras darnos un nuevo refrescón, volvimos hasta donde estaban nuestras parejas. Tenía al chico tumbado, mi mujer sentada sobre su cara para que le comiera el coño y la otra chica cabalgándolo mirando hacia mi mujer y ambas tocando y besándose. Nos quedamos un poco separados para dejarlas disfrutrar y porque ya habíamos tenido bastante jaleo, como para recuperarnos aún. Mi mujer se estaba corriendo toda sobre la boca del chico y él no tardó mucho en correrse también, así que entre los dos cogieron a la chica y empezaron a devorarla por todos lados, y metiendole dedos por todas las aperturas. Terminó corriéndose y soltando un chorro desde su coño que empapó la sábana de la cama. Las acompañamos a las duchas y le comentamos nuestra experiencia en la sauna, y decidieron que otro día tendrían que probarlo ellas también. La pareja se quedó en aquella parte del club. Nosotros estábamos ya saciados, nos cambiamos y nos fuimos a tomar una copa en la zona de baile. Aún había bastante gente en esta zona, unos salían, como nosotros, y otros entraban. Pero seguía habiendo ambiente. Nos quedaba bastante poco para terminar la copa cuando aparecieron Iván y Ana.

- Muchachos, que reventamos estamos. Ana no paraba y yo ya no podía más, creo que tengo que hacer más ejercicio.- dijo Iván.

- Creo que esta noche has hecho bastante, pero no te creas que te vas a librar de follarme cuando lleguemos al apartamento.- Le respondió Ana.

Nos reímos los cuatro y la broma nos duró todo el recorrido de vuelta al apartamento.

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