Vacaciones Morbosas (II)

Al día siguiente nos levantamos bastante tarde. Mi mujer quiso continuar un poco más en la cama, estaba totalmente desnuda y boca abajo sobre las sábanas, dude un instante, pero necesitaba una ducha, le besé y le pasé la mano descendiendo por la espalda hasta llegar al culo, donde le agarré fuertemente la nalga un instante antes de dirigirme a la ducha.

- Tú huye, que ya te pillaré. - Me dijo ella con voz picarona.

No fué hasta llegar a la puerta del baño que me dí cuenta que seguía desnudo, justo cuando tocaban en la puerta.

- Servicio de habitaciones. - Dijeron desde el otro lado de la puerta.

Anoche cuando habíamos llegado, entre una cosa y otra olvidamos totalmente poner el cartelito de no molestar. Cogí una toalla del baño y me la enrollé en la cintura, eché una rápida mirada al apartamento y ví que nuestros amigos estaban en la terraza, Ana llevaba un bikini e Iván pantalón corto. La puerta de nuestra habitación estaba cerrada, así que abrí la puerta. La camarera de piso era una joven morena con el pelo recogido en una coleta. Llevaba el típico uniforme de hotel pero se apreciaban unas grandes pechos bajo la camisa abotonada.

- Buenos días, servicio de habitaciones, si no le molesta voy a pasar la aspiradora por la moqueta, limpiar el polvo, cambiarles las toallas y hacer las camas.

- Sí claro, por supues….¿cómo dijo? ¿Hacer las camas?...bueno, verá la habitación de la puerta cerrada, pues el caso es que mi mujer sigue acosta….

No pude terminar la frase, porque en ese mismo momento salía de la habitación mi mujer. Seguía desnuda y medio dormida al parecer, porque pasó al lado nuestro, nos dijo buenos días y se metió en el baño a orinar, sin cerrar la puerta. Fue entonces cuando se dio cuenta de la chica, y tras ponerse roja de la vergüenza, empezó a reírse.

- Disculpen, mejor volveré en otro momento. – dijo a modo de disculpa la chica.

- No te preocupes. – respondió mi mujer al tiempo que se colocaba una toalla por delante. – Así no tendrás que volver más tarde. Voy a ponerme algo. – Pasó de nuevo a nuestro lado, me dio un beso y continuó hacia la habitación y al darnos la espalda pudimos seguir viendo su culo que seguía al descubierto.
Eso me dio mucho morbo y mi polla empezó a despertarse. Cosa que la chica notó ya que me miraba disimuladamente mi creciente bulto bajo la toalla, sonrojándose.

- Entonces comienzo por el baño, si les parece bien.

- Sí, sí claro. – me giré y fui hacia la habitación.

Mi mujer ya tenía puesto el bikini, aunque había elegido uno tanga para la parte de abajo. Mi polla ya estaba toda gorda bajo la toalla y yo a cien.

- Mira que eres mala, paseándote desnuda delante de la chica, se quedó toda cortada, hasta se puso roja.

- Pues por lo que veo abultarse por ahí debajo, me parece que a ti te gustó. - me respondió la picarona.

- A mi me has puesto cachondísimo.

- ¿Yo, o las tetas de la putilla esa?- seguía en modo picarona on.

- Pues tú, que estabas desnuda y en plan putilla, ella no ha hecho nada, bueno mirarme el bulto, pero creo que no se puede disimular demasiado, no crees. – le dije mientras me apretaba la polla bajo la toalla de manera totalmente obscena.

- Ja, ja, ja. Sí claro, claro, que si ella se deja no te la follarías, ¿verdad?

- Ahora me apetece follarte a tí, así que en cuanta termine nos vamos al baño y verás todo lo que te voy a hacer. Me voy a poner un pantalón.

- No, quédate con la toalla, que vamos a ver si se pone cachonda y nos la follamos.

Mi mujer salió de la habitación, fue a la terraza y comentó algo con Ana e Iván, luego se quitó la parte de arriba del bikini al igual que Ana y se pusieron a tomar sol, mientras Iván fue a la cocina a preparar unas bebidas. Yo me quedé en la puerta de la habitación mirando lo que hacían esas putillas y poniéndome cada vez más caliente.

La chica salió del baño con las toallas sucias, las dejó en una cesta de su carro y volvió con las toallas limpias. Al cabo de un rato Iván volvió a la terraza con varias copas de san francisco y me dejó una al pasar por delante de mí.

- Tío, te levantaste con energías hoy, a pesar de lo de anoche.- lo dijo a un volumen más alto de lo normal, y la chica miraba con cierta discreción hacia nosotros.

- Nos dejasteis exhaustas anoche, pero no os relajéis demasiado que luego queremos más. – dijo Ana desde la terraza.

La chica ya pasaba la aspiradora por la moqueta del apartamento, y aprovechaba para seguir nuestra conversación. Miraba de reojo hacía la terraza, y me pareció que se fijaba en los pechos de las dos. Ana y mi mujer también se dieron cuenta así que Ana entró y sacó del bolso de la playa la crema solar, volvió a la terraza y comenzó a untarle crema en los pechos a mi mujer, entreteniéndose bastante en ellos. Luego fue el turno para los pechos de Ana. Iván, que también estaba bien caliente, quiso participar también, cogió la crema y empezó a ponerles en el culo de ambas.

La chica estaba roja como un tomate y disimuladamente se desabrochó un botón de su camisa, dejando ver un poco más de su escote. Al parecer también le gustaba aquello. Se agachó para recoger el cable de la aspiradora y dejó todo su culo, que estaba bastante bien, hacia la terraza dejando que las chicas e Iván lo pudieran disfrutar, mientras su cabeza y su mirada se dirigían hacia mí, bulto incluido. Se levantó más despacio de lo normal, y sorprendentemente tenía ya dos botones más desabrochados. Efectivamente tenía unos grandes pechos bajo aquella camisa y se le veía parte del sujetador. Dejó el aspirador en el carrito y fue hacia nuestra habitación.

- ¿Quieren que les haga las camas? – aunque su mirada picarona parecía más bien que quería deshacerlas.

- Sí por favor, pero tampoco se moleste mucho. – le respondí con una media sonrisa.

La dejé en la habitación y me fue con los demás a la terraza.

- Pero mira que sois malos, pero como me ponéis, los tres son unos cabrones…seguro que se queja de nosotros.

- ¡Qué va! Pero si le gusta y todo, no ves lo cachonda que se ha puesto ella también. Si no fuera porque está trabajando ya estaríamos los cinco follando. – dijo Ana , con la aprobación gestual de mi mujer.

Y efectivamente, miramos de soslayo lo poco que se veía de la habitación desde la terraza y vimos como se estaba tocando las tetas con total descaro, incluso creí notar que se había desabrochado aún más la camisa. Al momento, se paró, respiró hondo, y se puso a hacer la cama. Salió de la habitación y entró en la otra.
- Pues ahora que vea el consolador que está sobre la cama. – rió Ana.

- A lo mejor le gusta y lo usa. – dijo mi mujer a modo de chiste.

- Ah no. Eso sí que no, que no sé como tendrá el coño. – se quejó Ana.

Entró y fue a su habitación donde permanecía aún la chica, vestida tan sólo con su tanga blanco, que era de hilo y casi no le tapaba nada tampoco por delante. Los demás nos inclinamos un poco hacia el otro lado de la terraza para poder ver que pasaba. Ana cogió el consolador de encima de la cama sin ningún disimulo.

- Perdona, ya lo quito para que no te moleste. – le dijo.

- Descuide. – le respondió intentando fallidamente no mirarle las tetas.

- No tranquila, esperamos no molestarte en tu trabajo por estar así vestidos, pero es que nos encanta estar al natural, ya sabes.

- No se preocupe señora, no me molestan, es agradable tratar con gente tan …simpática. – respondió.

- Estás muy morena. – empezó a decir Ana. – ¿Te gusta ir a la playa? ¿Sueles ir después de trabajar?. – le interrogó.

- Bueno, a veces sí, una de las ventajas de trabajar aquí es lo cerca que tenemos la playa.

- ¿Y por qué no te vienes luego con nosotros? Siempre que no te incomode nuestra actitud, claro.

- Bueno no sé, la verdad es que no suelo verme con clientes fuera de horas de trabajo.-

- Venga, mujer, anímate, lo pasaremos genial, seguro que conoces un montón de sitios donde podemos estar los cinco tranquilos disfrutando de la playa ¿A qué hora sales?

- A las cinco.

- Bueno pues nos podemos ver en el faro cuando salgas y si quieres nos podemos comprar algo para la merienda y nos vamos a disfrutar de la tarde. Dí que sí, le dijo. – empezó a dar pequeños saltitos de alegría mientras sus tetas saltaban delante de los ojos de la chica.

- Vale, pero no tengo bañador ni nada.

- No te preocupes, tenemos varios te prestamos alguno y solucionado, ¿qué sueles usar?

- Bueno la verdad es que normalmente hago nudismo, pero claro…

- ¡Pues perfecto! – le interrumpió Ana. – si nosotros también, sólo era para que estuvieras más cómoda. Pues si no te importa a ti, a nosotros seguro que no.

- Está bien, pues nos vemos luego. Ahora voy a darme prisa para terminar las habitaciones que me quedan.

- Hasta luego entonces, espera ¿cómo te llamas?

- Marta.

- Yo soy Ana. – y continuó brevemente con las presentaciones para luego volver hasta nosotros dejando así a Marta terminar con sus quehaceres.

Antes de salir de nuestro apartamento se abrochó los botones de la camisa y nos dirigió una sonrisa con un hasta luego…

- No creo que pueda esperar hasta llegar al baño. - le dije a mi mujer mientras le apartaba la tira del tanga, dejaba caer la toalla y le penetraba desde atrás.

- Ufff, que rico, sigue así, dame caña.

Miré hacia donde estaban nuestros amigos y nos imitaban. Tardamos poco en corrernos los cuatro con el calentón que llevábamos encima.

- Me parece que a Marta le gusta la fiesta, estaba también cachondísima, pero no sé si al final se arrepentirá y no venga con nosotros. - dijo Ana.

Comimos algo ligero en el apartamento y nos dormimos una pequeña siesta tirados entre los sillones del apartamentos. Después de follar cuando se marchó la chica del servicio de habitaciones, nos habíamos quedado desnudos los cuatro y así continuábamos. Las chicas como tenían la intención de seguir desnudas en la playa tan sólo se pusieron unos vestidos sin nada debajo e Iván y yo unos pantalones cortos y camiseta. Cogimos un bolso con la toallas, la crema solar, un par de botellas bien frías de agua, refrescos y cosillas para picar luego en la playa. Salimos del apartamento a las cinco y cinco y cruzamos la avenida hasta llegar al faro donde habíamos quedado con Marta.

- Si no viene la podemos entender, porque después del espectáculo que le montamos, no querrá aparecer ni de cerca por nuestro apartamento. dijo Iván

- ¿Decías cariño? - preguntó Ana a modo de respuesta al tiempo que hacía un gesto con la cabeza en la misma dirección por donde habíamos venido nosotros hace unos minutos.

Marta se acercaba vestida con un traje de corte veraniego similar al de nuestras chicas, con un buen escote en v enseñando buena parte de sus grandes pechos. Se le notaba que se había desprendido del sujetador, y de la coleta llevando el pelo suelto, tenía una melena importante y algo ondulada.

- Qué pena que no hayamos apostado nada Iván. - le dijo Ana justo antes de que llegara hasta ellos.

- Hola, hace calor esta tarde! - nos saludó al llegar.

Nos presentamos los cinco, y tras unos minutos hablando sobre a dónde ir, finalmente decidimos que nos enseñara una pequeña cala a un cuarto de hora de allí, que, nos contó, era un lugar muy tranquilo para tomar el sol lejos de los mirones que solían haber por la zona de las dunas. Fuimos en el coche alquiler. Conducía Iván y yo a su lado, porque las tres chicas habían decidido ir juntas detrás. Marta iba indicándonos el camino hasta llegar a un pequeño terraplén que hacía las funciones de aparcamiento, donde había varios coches. Bajamos un tramo de escaleras y luego un caminito de tierra durante unos cinco minutos hasta llegar a una cala de arena blanca en forma de herradura, había sendos muros de roca de poca altura a cada lado.

No estaba desierta, había varias parejas, un grupo de cuatro chicas y un chico solo, pero a pesar del tamaño de la playa estaban todos dispersados, algunas parejas estaban desnudas, el chico con un bañador cortito y el grupo de cuatro chicas hacían topless. Nos pusimos en un lugar en el que no estábamos excesivamente cerca de ninguno de ellos. Colocamos las toallas y nos desnudamos. Marta llevaba sólo un tanga bajo el vestido, pero se lo quitó nada más llegar dejando al descubierto su chochito, que aunque no estaba depilado del todo porque tenía un poco de pelo en la parte superior, pero bien recortado. Iván y yo fuimos al agua y dejamos a las tres chicas poniéndose crema solar. Cuando salimos del agua las tres chicas estaban acostadas boca abajo mirando hacia la orilla. Nosotros dos nos quedamos de pie justo delante de ella. En esta posición nos deleitábamos con la visión de sus tres traseros bronceados. No pudimos evitar que se nos abultaran un poco las pollas.

- Chicos tienen que ponerse también crema, que todavía este sol está calentito. - dijo mi mujer.

- Pues podrían ayudarnos, ¿no?. - le respondí.

- ¿Y por qué no se acuestan aquí entre nosotras? - dijo mi mujer.

Iván y yo encantados, así que sin darles la oportunidad de arrepentirse nos acostamos boca abajo entre las tres, quedando Ana en un extremo, Iván a su lado, Marta en el centro, luego yo y mi mujer en el otro extremo. Ana comenzó a ponerle crema en las piernas a Iván y Marta en la parte superior de la espalda. Mi mujer comenzó también por mis piernas y Marta continuó con mi espalda una vez terminó con la de Iván.

- Pero falta el culito chicos. - apreció Ana. - Eso es misión tuya Marta.

Cogió el bote de la crema y echó bastante en ambas manos y Marta comenzó a extenderla utilizando una mano para cada uno. Empezó suave por las nalgas, pero poco a poco siguió cada vez más atrevida metiendo la mano por el centro y bajando hasta el comienzo del ano, dando un repaso por el agujerito con uno de los dedos, luego continuó más abajo hasta alcanzar la base de los testículos. Me había puesto cachondo y la cara de Iván no demostraba lo contrario. Nuestras parejas se reían y decían cosas como “pues si que les va a quedar el culo bien llenito de crema” y cosas por el estilo. Cuando hubo terminado tenía polla durísima.

- Ahora toca por delante. - dijo Ana.

- ¡Qué va! Yo ahora no puedo darme la vuelta, la tengo morcillona y hay más gente en la playa. - protesté.

- No queda casi nadie, sólo un chico que está bastante lejos y las chicas que están todas en el agua. - dijo Marta.

- Así que no se diga más a darse la vuelta para que no se quemen. - dijo mi mujer.

Iván y yo nos miramos y asentimos con la cabeza, nos giramos y nos quedamos boca arriba
con nuestras pollas erectas. De nuevo fueron las tres la que nos pusieron la crema, subían y bajaban sus manos por todo el cuerpo. No sé quién fue la primera en tocarme la polla, pero me hizo dar un respingo de placer y un instante después mi mujer me estaba masturbando. Poco después le cedió el puesto a Marta que siguió dándole para arriba y abajo. Oí gemir a Iván y vi como se corría gracias a la otra mano de Marta. No duré ni un minuto en correrme yo también.

- Mmmm ¡qué ricas corridas! - dijo Marta. - Mejor voy al agua a limpiarme.

Decidimos ir los cinco. Al llegar a la orilla las cuatro chicas que estaban en el agua se quedaron mirándonos. Sin duda se habían percatado de lo que hicimos en las toallas. Nos miraron entre sorprendidas y picaronas. Salieron tres hacia sus toallas, pero una de ellas, rubia de pelo rizado y corto, con los pechos más bien pequeños y bronceada; se quedó sentada casi en la misma orilla pero con parte del cuerpo sumergido. Nos alejamos un poco de ella, pero lo suficientemente cerca para que pudiera vernos. Empezamos a juguetear a mojarnos y agarrarnos entre todos y cada vez que teníamos oportunidad no dejábamos de tocar pechos, pollas, culos y chochos, cada vez con menos disimulo. La chica que seguía mirándonos desde su posición cerca de la orilla estaba masturbándose, a pesar de tener medio cuerpo debajo del agua, vimos que se había bajado la braga hasta media pierna para poder tocarse bien. Nosotros, claro está, le seguimos dando espectáculo, nos acercamos un poco más y empezamos a masturbar a las chicas y tocarlas descaradamente. La chica rubia empezó a tener pequeños temblores, se estaba corriendo. Se subió la braga del bikini, se adentró un poco más en el mar y se zambulló, al momento salió de nuevo a la superficie y se dirigió a la orilla. Al pasar cerca de nosotros nos picó un ojo y nuestras chicas le lanzaron besos. Sus compañeras ya estaban recogiendo, y parecía que ya se iban a marchar. Nosotros seguimos a lo nuestro. Seguí masturbando a mi mujer, Iván a la suya y Ana a Marta, todos formando un pequeño corro. Al punto estaba de correrse mi mujer cuando Marta le metió un dedo por el culo, haciendo que no se demorase más. Ana no tardó casi nada en correrse tampoco. Iván y yo nos pusimos a cada lado de Marta, mientras nuestras mujeres se refrescaban. Iván estaba detrás de ella y yo por delante, nuestro trabajo a dúo no hizo retardar el orgásmo de Marta.

Todos satisfechos, aunque los dos chicos con las pollas en crecimiento de nuevo, salimos del agua. El chico que estaba solo, también había recogido sus cosas, pero en lugar de marcharse se situó más cerca de nosotros. Seguramente había visto la escena acuática y no quería perderse nada. Lo hablamos con las chicas pero les dió igual.

- Además no está mal el chico, a lo mejor se nos une y todo. - rió Ana.

Del grupo de las chicas, finalmente se habían quedado dos de ellas, la rubia del agua y otra igual de joven, castaña y con un poco más de pecho. Se habían quitado la parte baja del bikini quedándose también desnudas. Mi polla agradeció la nueva situación creciendo un poco más. Empezamos a darle buena cuenta la merienda que había traído, y a contarle un poco de nuestras experiencias a Marta, que había oído cosas del mundo liberal , pero no había conocido nunca a una pareja, o al menos que ella lo supiera, y menos a dos que fueran de vacaciones juntas.

- Una amiga me contó hace tiempo que había hecho un trio con una pareja que eran amigos suyos desde hace muchos años, pero después perdió el contacto y más tarde se enteró que habían roto. - nos contó Marta.

- Bueno una pareja liberal tiene que tener muy claro sus sentimientos y lo que realmente busca en otros es tan solo sexo, morbo y diversión. comentó Ana. - Luego con suerte se puede llegar una buena relación de amistad con otra pareja como es nuestro caso, porque los cuatro tenemos clarísimo lo que queremos y a quién queremos, dejando de lado tonterías y sentimientos absurdos de celos. - añadió.

- A mi me da mucho morbo, debo reconocerlo, pero ahora no tengo pareja y no sé si me atrevería a compartirla con nadie, supongo que por lo típico de tener miedo a perderla. - aclaró Marta.

- Pues miren a las chicas, a esas no les da corte nada me parece a mí. - apuntó mi mujer.

Estaban las dos sentadas con las piernas abiertas una frente a la otra y se estaban tocando el chochito mutuamente, y con la otra mano se acariciaban el resto del cuerpo. El chico que estaba situado un poco más arriba entre nosotros y ellas, se había quitado el bañador y se estaba masturbando sentado con las piernas cruzadas.

- Vamos a unirnos a la fiesta. - dijo Iván al tiempo que metía su mano en la entrepierna de Ana.

Mi mujer agarró mi polla que ya estaba bien dura y Marta le empezó a tocar el coño a ella y yo a Marta. Las dos chicas y el chico se habían dado cuenta también y nos mirábamos a unos y a otros. Ana estaba tan excitada que se sentó sobre Iván y empezó a follarselo allí mismo. Mi polla se puso más gorda aún entre las manos de mi mujer y Marta no cesaba en su tarea dentro del coño de ella. El chico se acercó a pocos metros de nosotros, eran jovencito, depilado, con algo de musculo, aunque no demasiado, y tenía una polla más gorda que grande.

- ¡Qué rica polla que tienes! - le dijo a mi mujer al chico que dio pie a acercarse más.

Mi mujer le indicó que se acercarse más y empezó a comerle la polla sin dilación. Marta hizo lo mismo con la mía. Iván se corrió dentro de Ana, que una vez terminado él, le puso el coño en la boca para que se lo comiera. Mi mujer le comía la polla al joven con ganas y no tardó en llenarle las tetas de semen. Me puse muy cachondo así que me vino de sopetón el orgasmo, me dió el tiempo justo de avisar a Marta y se la sacara de la boca.

- Estos chicos no nos duran nada. - dijo mi mujer.

Se levantó y se acercó a las dos chicas que seguían a los suyo, hablaron algo y se levantaron las tres volvieron hasta nosotros. Nos las presentó, eran Laura y Angie, eran pareja y estaban cachondísima, así que iban a jugar con las chicas a ver si nosotros nos animábamos de nuevo. Nuestras novias y Marta se repartieron a las nuevas, Ana con Laura la rubia, y Marta y mi mujer con Angie. Se comieron todas de arriba a abajo entre todas se metían los dedos unas a otras. Los tres chicos estábamos a mil, me acerqué a nuestra bolsa saqué un condón y me lo puse, fui hasta donde estaba Marta le dí la vuelta y la penetré desde atrás, gimió de placer y acompasó mis acometidas para que le entrara más profundo. Angie se colocó entre las piernas de Marta y le comió el coño y alguna vez llegó su lengua hasta mis testículos, haciendo que se me pusiera más gorda la polla. Mi mujer aprovechó que Angie se había acostado para comerle el coño. Marta no duró mucho y se corrió entre mi embestidas y las lamidas de Angie. Miré alrededor y ví que Iván se estaba follando a Laura y el otro chico a Ana. Me quité el condón y le metí la polla a mi mujer que levantó su culo para que la penetrara bien. Marta comenzó a mordisquearle los pezones a Angie y mi mujer seguía comiéndole el coño, no logró contenerse mucho más y comenzó a correrse, de tal manera que soltó un buen chorro, mi mujer se corría a veces así pero se mojaba toda, no le salían chorros. Esos pensamientos me pusieron más cachodo y penetré más fuerte a mi mujer, la agarraba por la caderas y tiraba de ella hacia mí. Noté como empezaba a agitarse y dijo que se corría, eso fue el detonante para que le llenara el coño de leche. Angie se corrió también gracias a la comida de coño que le hizo mi mujer.

Las tres chicas y yo fuimos al agua a refrescarnos. Estuvimos hablando y relajándonos. Angie era holandesa, pero llevaba trabajando en la isla desde hace varios veranos y estaba saliendo con Laura desde principios de este, ambas tenían 22 años y no solían hacer nada como lo de hoy pero les habíamos puesto muy cachondas y ya habían fantaseado con hacer un trio. Nosotros le contamos un poco acerca de nosotros y nuestros gustos. Al poco llegaron los demás, menos el chico, que según nos contaron ya se iba. Ana fué la única que no se había corrido ahora, porque el chico no le duró lo suficiente, se empezó a masturbar, pero viendo que todos veníamos al agua pues se vino con Laura, dejando a Iván de guardián. Iván llegó el último que estuvo esperando hasta que se marchara por precaución, nunca se sabía que esperar de los desconocidos. Cuando llegó al agua, nos dijo que se llamaba Carlos y que le había dejado el número de teléfono por si volvíamos por aquí, nos contó. Laura estaba como alterada, le había dado un subidón, se había corrido dos veces mientras se la follaba Iván y otra vez más cuando se masturbó en el agua cuando nos habíamos bañado hacía poco más de una hora.

El baño nos sentó muy bien, salimos y tomamos algo, pero las bebidas ya estaban calientes. Nos pareció a todos que ya era hora de volver y nos vestimos. Quedamos en ir a tomarnos algo fresquito, así que fuimos en los dos coches hasta el centro. a una terraza donde nos pedimos unos refrescos y unas cervezas bien frías. Seguimos conociéndonos un poco, Laura estudiaba filología alemana y había conocido a Angie en una fiesta, las otras dos chicas eran compañeras de trabajo de Angie y se habían cortado con el espectáculo que montamos en la playa y por eso se habían ido. Angie también se quería ir pero Laura la convenció y en plan de juego se desnudaron, era la primera vez que se quitaban la parte baja del bikini, cosa que notamos por la marca que tenían, y se pusieron tan cachondas que empezaron a tocarse, una cosa llevó a la otra y Laura se nos había puesto cachonda otra vez sólo de contarlo. Nos reímos todos, era agradable ver a un grupo de gente tan vital hablando de estas cosas de manera tan abierta. Marta también nos contó que le había encantado conocernos, porque si no seguro que no se había atrevido a hacer nada de esto, y le había encantado. Nosotros le contamos de los clubs que conocíamos y de las fiestas privadas que se organizaban algunas personas y se sorprendieron, cualquiera diría que hubieran tantos en el mundo liberal y no se supiera. Nos intercambiamos los teléfonos y quedamos en volver a vernos.

Los cuatro volvimos al apartamento, nos duchamos y decidimos comprar algo ligerito para comer en el mismo apartamento y luego ya decidiríamos que hacer por la noche.

1 comentario - Vacaciones Morbosas (II)

SableMagico
Muy buen relato muy caliente y el sueño del pibe, gracias por compartirlo