Mi amiga Vicky, cuenta una historia

Les presento a Vicky Wet, una amiga que le encanta contar sus historias. Hoy empezaremos con una tranquila. Si les gusta, compartiré más con ustedes

Besos!


Una mañana desperté revolucionaria. Esa princesita naif que era, quiso hacer la revolución.

Me levanté como todos los días a las 6 de la mañana, me lavé el cabello, me duché, maquillé y bla bla bla. Pura frivolidad. En mis tacos superpoderosos salí a la puerta a tomar el charter. Subí, me acomodé en mi butaca, me calcé los auriculares y puse a todo volumen mi música, el rock. Ese rock taladrante, aturdidor, que vuelve revolucionario a cualquiera.

En ese momento me di cuenta de que los tacos no eran para mí, al menos en esos momentos heavys. Y que me gustaba caminar cerca del demonio en zapatillas acordonadas, de jean gastado, de remera negra, de cabello suelto… Bajé una hora después aún pensando en mis zapatillas rojas. Trabajé en silencio ese día. Yo misma me desconocía, pero si sabía a quién quería.

A la mañana siguiente ya no tuve el ritual de la tanga y el push up. Después del baño, solo me subí los jeans ajustados frente al espejo, me miré el culo (me encantaba mi propio culo, levantaba muertos con él y lo sabía) y sin corpiño me calcé una sencilla remera negra de escote redondo que no mostraba más que el rostro estampado de un poeta en el pecho y apenas un hombro.

Ahí es donde sentí que la revolución era para mí, mis pezones se irguieron al roce de la remera en movimiento. Y así, libre a las siete de la mañana, me acomodé en mi lugar habitual del bus para escuchar, esta vez preparada, el “rock para los dientes”. Supe siempre que esa remera grotesca, sin forma y poco sexy abolía el sentido común de los hombres del micro. Era toda rebeldía, y con el pelo salvaje reclinaba el asiento. Recostada debajo del aire acondicionado, mis pezones se manifestaban a gritos para ellos. Entonces cerraba los ojos imaginándome a ese chico malo que me gustaba, lamiéndolos, mientras me miraba del otro lado del pasillo.

Por eso fue fácil la primera vez que lo besé. Era alto y tuve que apoyarme sobre su pecho. Así, su delgadez me regaló sus latidos sobre el mío. Lo sentí agitado y me agitó también. Así nos besamos, con sus latidos en mis pezones. Cuando lo tuve entre mis brazos, al bajarme el pantalón y estando de pie, también sentí que me gustaba lo que él me ofrecía, fue ahí que al subirme la remera su lengua me saboreó haciéndome gozar de un modo inconmensurable…

Su boca, ya sin voz, me mojaba en placer, incontrolable lo mordía, incontrolable lo rodeaba con mis piernas mientras él comía la piel de mis pequeños senos. Ya no quería más juego, solo quería gozar el final, iba por eso mientras mi garganta exhalaba solo gritos.

Esos ojos verdes de chico malo por fin dejaron de intimidarme, finalmente era yo quien dominaba sus poderes. Era yo quien disponía de los movimientos, quien hacía solo lo que a él le gustaba, eso también lo sabía. Lo besaba, lo lamía, lo frotaba con todo mi cuerpo y mi piel, que se erizaba.

Mi boca en su miembro era su perdición (y la mía), lo excitaba hasta lo inimaginable, lo succionaba sin piedad, lo masturbaba con mi boca, mis manos…
Cuando lo llevaba hacia mi interior, se volvía loco en cada subida, gemía en cada bajada. Éramos iguales, yo gritaba con locura… Mi vagina era fuego y el se quemaba en mi ardor.

Cuando finalmente estaba llegando, dejé sus jugos para mi más violenta lujuria, e intentando dominar mi desesperación, me senté en su pene sintiendo como entraba por detrás el demonio en mi cuerpo… Con una de sus manos presionando suavemente mi cuello acabé, acabé con todo su pene dentro mío y su dedo aprisionado por mi vagina. Ahí descubrí que no necesitaba volver a hablarle para que supiera...

Así fue que me convertí en una revolucionaria ese día, cuando dejé de ser la princesita para que mi sexo fuera libre. Cada tanto volvía a los tacos, pero él sabía que mis zapatillas acordonadas y mi remera de rock, eran solo para que él tuviera mis pechos en toda su boca, mis pezones en su lengua y mi fuego en su miembro.

2 comentarios - Mi amiga Vicky, cuenta una historia

tin26cam +1
wawwww un relato casi poeticooo hermoso