Descubriéndome (Episodio 5)

Descubriendome-Episodio 4

Lloraba, lloraba intensamente. Mis lágrimas recorrían parte de mi rostro y cuando su propio peso vencía la resistencia de estas por permanecer pegadas a mi piel caían al suelo. El silencio era tal que podía escuchar el sonido de mis lágrimas al estrellarse contra el suelo. Yo casi no emitía sonido más que sollozos ahogados. Por momentos el dolor en mi cabeza disminuía. Si bien no se marchaba del todo al menos me dejaba pensar. Pero esto sólo duraba unos instantes, luego nuevamente me invadía el dolor arrasando mis sentidos con oleadas intensas. Cuando el dolor menguaba pensaba en Dios. ¿Dónde estaba ahora? ¿Merecía esto? ¿Qué hice yo para que esto me sucediera? Pensé en Juan. ¿Estará bien? ¿Estará pasando lo mismo que yo o le estará yendo peor? ¿Y si era cómplice? No, no. No puede ser. Juan sería incapaz. AAAAUUGGGHH!! Otra vez el dolor.

Mientras el dolor me invadía con intensidad, escuché el rechinar de las bisagras de una puerta. La luz entraba a la habitación desde mi costado izquierdo. Mi cuerpo estaba girando de derecha a izquierda y cuando con ese movimiento pude mirar hacia la luz divisé unas figuras humanas que caminaban hacia a mí. No pude contar bien. El dolor en mi cabeza no me lo permitía. pero de algo estaba segura, eran más de tres las personas que entraron a la habitación. Una de ellas, seguramente la última que ingresó, cerró la puerta y la oscuridad invadió nuevamente la habitación. Escuchaba los pasos de estas personas que parecían situarse a mi alrededor. Ninguna dijo nada. Comencé a sentir algo extraño sobre la piel. Parecía que decenas de dedos recorrían mi piel sobre mi espalda, mi cola y mis piernas. Pero no eran precisamente dedos, aunque sí eran muy suaves. Esos extraños dedos acariciaban mi piel.

-¿Quiénes son? ¿Me pueden soltar? ¡Suéltenme!

Nadie respondió. Pude percibir que alguien se acercaba delante de mí. Me tomó uno de los brazos y detuvo mi movimiento circular. Acarició mi cabeza lentamente. Yo la bajé lo más que pude. Quería evitar que me tocara.

-¡Suélteme! Por Dios le pido, suélteme, por favor.

Sin responder a mi petición sentí como un trozo de tela suave me tapaba parte del rostro. Me estaba cubriendo los ojos. Intenté resistirme pero inmediatamente comencé a sentir que varias manos me tomaban de todas partes del cuerpo para evitar que me resistiera. Cuando esta persona terminó de atar ese trozo de tela sobre la parte superior de la cabeza todas esas manos me fueron soltando gradualmente.

-¡SOCORRO! ¡AYÚDENME!

-Gritar va a ser inútil. -Dijo una voz grave que provenía delante de mí.

-¿Quién sos? ¿QUIÉN SOS?

-Estás acá para ser disciplinada. Vamos a limpiar todos tus pec..

-¡SOLTAME HIJO DE PERRA! ¡SOLTAME!

Un chasquido se escuchó en el aire. En menos de un segundo pude sentir un calor en mi espalda seguido de un punzante dolor y acompañado de un ardor indescriptible.

-¡AAAAHHHHH!

-Espero que sea la última vez que me interrumpís. Esto es sólo una advertencia, puede ser peor.

Me mantuve en silencio. No dije más nada. Sólo dejaba que las lágrimas anestesiaran mi dolor.

-Si te portás bien podemos limpiarte de impurezas el cuerpo y el alma. Sólo es necesario que nos dejes hacer nuestro trabajo. Vas a ver que vas a terminar disfrutándolo y seguro me vas a terminar pidiendo más.

Yo no entendía nada. No podía asimilar nada. Me dolía la espalda, también la cabeza, pero el dolor sobre la piel de mi espalda era extremo. Nunca había sentido tanto dolor en mi vida.

Unas manos suaves, aparentemente de mujer, comenzaron a acariciar mis pechos. podía sentir las yemas de sus dedos comenzar un recorrido desde la base de mis pechos y los recorrían hasta terminar uniéndose en mis pezones. Lo hacían rítmicamente y con tal sutileza que podía sentir mi piel erizándose a pesar del dolor. Mis pezones comenzaban a endurecerse. Cuando eso sucedió comenzaron a acariciarlos dibujando círculos pequeños sobre ellos. Yo estaba molesta. molesta, confundida, dolorida y excitada. ¿Excitada? Esas manos lo habían logrado. No pude evitarlo. Entre lágrimas se me escapó un gemido.

-Es tiempo. -Dijo el hombre de la voz grave.

Inmediatamente todas mis sensaciones se esfumaron cuando una nueva sensación me invadió. Algo presionó con violencia mis pezones. Parecían unas pinzas. Si bien el dolor no era ni parecido al dolor de unos instantes atrás sobre mi espalda, fue lo suficientemente intenso para hacer que el resto de mis sentidos se desconectaran. Ahora éramos sólo el dolor y Yo.

Unos segundos después un cálido hálito hacía contacto con mi piel sobre mis glúteos. Mi piel se erizó rápidamente. El susurro de voces femeninas muy cerca de mis oídos vocalizando palabras sueltas me desconcertaba, pero a su vez le otorgaban cierto erotismo a esa sensación sobre la piel de mis glúteos. "Intensidad", "dolor", "sexo", "amor", "duda", "lujuria", "placer", "pasión", "miedo" fueron algunas de las palabras que recuerdo. Pude sentir como las puntas de unos dedos recorrían la parte interna de mis muslos desde mis rodillas hasta casi llegar a mi entrepierna. Esos dedos iban y venían. No podía precisar cuantos eran, pero estoy segura que correspondían a más de una persona. Mientras esos dedos recorrían la piel de mis muslos, sentía la calidez del aliento de una persona en mi entrepierna. Al principio sentí como el flujo de aire llegaba desde arriba y me erizaba la piel de la cola, pero poco a poco fue bajando y esa calidez invadió también mi vagina. Lo que eso me provocó no estaba en mis planes. ¡Me estaba excitando! Algunos de los dedos que recorrían mis muslos continuaron hasta mi entrepierna y comenzaron a acariciar mis labios externos y mi monte de venus. pude sentir como uno se detuvo en el capuchón de mi clítoris y lo presionó con delicadeza. Gemí. Fue breve, fue un gemido muy sutil. No se si alguien ente los allí presentes se percató, pero no pude evitarlo y me dejé ir. Otros dedos tomaron mis labios externos y ejerciendo presión sobre ellos los separaron, dejando mi tesoro al alcance para que pudieran hacer con el lo que les plazca. Ahora el hálito tibio me invadió profundamente y comencé a sentir como la humedad de mis flujos mojaba mi sexo. Humedad que se mezcló con la humedad de una lengua furtiva que hizo contacto con mi vagina. Una lengua diligente que recorría milímetro a milímetro mis labios vaginales hasta llegar a mi clítoris. Estaba temblando y era por placer que lo hacía.

A esta altura mis sentimientos comenzaban a entrar en conflicto. Estaba atada, inmovilizada, tenía los ojos vendados, estaba secuestrada, me habían golpeado y estaba en un estado de shock tremendo, pero a su vez lo que hacían conmigo me estaba excitando mucho y lo estaba disfrutando.

Esa lengua me hacía estremecer. Esos dedos me hacían estremecer. Y ese dolor en mi espalda y esas pinzas en mis pezones aportaban a mis sensaciones un estremecedor y dulce dolor.

-¿Quiénes son? ¿Qué quieren de mí? -Silencio. Nadie respondió. Todos siguieron ocupándose de lo suyo.

Mientras alguien seguía haciendo su trabajo en mi entrepierna comencé a sentir como unas gotas de un líquido viscoso caía sobre mis glúteos. Primero fueron unas pocas gotas aisladas, una gota en mi glúteo izquierdo, dos o tres gotas sobre mi glúteo derecho, dos más a la izquierda pero ahora más cerca del centro y luego un chorro que cayó directamente en la mitad y recorrió eses canal desde mi ano y se deslizó hasta llegar a mi clítoris. Para cuando eso ocurrió la lengua ya se había retirado y había dejando el trabajo a dos enérgicos dedos que frotaban con intensidad mi botoncito mientras otros dos dedos se adentraban en mi vagina. Ahora se le sumaba un nuevo dedo que dibujaba círculos en mi asterisquito. Yo estaba tan entusiasmada que me relajé totalmente, permitiendo que este último dedo tuviese la libertad de entrar por atrás casi sin resistencia. Su ingreso fue muy suave, casi como pidiendo permiso. Pude sentir como se deslizaba lentamente dentro mío ayudado por ese líquido viscoso que parecía ser una especie de lubricante. Pero para mi sorpresa, eso que parecía ser un dedo más, fue obligando a mi anillo anal a expandirse cada vez más, lo que me dio la certeza de que eso no era un dedo. Era algo suave con una punta redondeada cuyo espesor iba creciendo. En la medida en que mi ano se dilataba para permitirle el ingreso yo lo disfrutaba más y más. Los otros cuatro dedos hacían un trabajo estupendo y eso me estaba llevando al clímax. De pronto esa dilatación creciente forzada por ese artefacto que me penetraba se convirtió en una contracción repentina. Ese artefacto seguía dentro de mi, pero su diámetro se había reducido considerablemente. La presión sobre mi ano continuaba al mismo ritmo, ese aparato seguía penetrando aún más profundo. Mi ano comenzó a dilatarse nuevamente. Me imaginé un juguete anal como el que alguna vez compramos con Juan en un sex-shop. Se llamaba inexpulsable y en su extensión su diámetro crecía y decrecía varias veces. Jugar con ese dildo siempre me generó grandes placeres. Ahora sentía el mismo placer potenciado por todo lo demás que mi cuerpo percibía. Tanto placer había provocado que inconscientemente abriese la boca para dejar escapar algunos gemidos. Ya no trataba de ocultarlos, ahora me dejaba llevar. Comencé a percibir el aroma inconfundible de un pene. ¡Mierda, tanta excitación me hacía imaginar cosas! pensé... ¿Pero... y si esto no fuese mi imaginación? ¿Si realmente tuviese cerca de mi rostro un pene erecto? Casi sin darme cuenta abrí aún más mi boca y extendí lo más que pude mi lengua. Nada. Pero el olor seguía allí. Mmmmm... ¡Qué ganas tenía de comerme una verga! Mientras tanto tenía a cuatro dedos en mi vagina que me estaban matando y un artefacto en mi cola que me estaba volviendo loca y que no dejaba de incursionar cada vez más profundo. Mi ano volvió a contraerse para comenzar a dilatarse instantes después. Estaba convencida que era un inexpulsable parecido al mío. Y ese olor a sexo frente a mi nariz. Mi cerebro y la privación de ciertos sentidos como la vista me estaban jugando una broma. Mi lengua ya no buscaba a tientas, ahora simplemente humedecía mis labios mientras mi boca permanecía abierta para poder gemir. Y gemía con ganas. ¡Mierda! ¡Cómo lo estaba disfrutando!

-¡Aaaaahhh! ¡Aaaaahhh! ¡Síiiii! ¡Aaaaahhh... -mi último gemido fue ahogado por un falo que se introdujo con decisión en mi boca al mismo tiempo que un par de manos tomaban mi cabeza por detrás empujándola hacia ese hermoso falo. ¡Era real! Ese olor no fue parte de mi imaginación ni de ningún truco de mi mente, esa verga estuvo frente a mi boca todo el tiempo y ahora se había decidido a violarme la boca. Era una verga gruesa. Podía sentir con los labios esas venas hinchadas. El glande era suave y redondo y lo sentía en mi garganta por momentos. Sin salir de mi boca realizaba movimientos rítmicos de atrás hacia adelante. En un momento dado una de las dos manos que tomaban mi cabeza por detrás se alejó y sentí que otra mano me tomaba por los cabellos de mi nuca. Un segundo después la otra mano me soltó la cabeza, dejando sólo la que me tomaba de mis cabellos y ese pene se alejó de mi boca. Podía sentir como un hilo de baba colgaba de la comisura izquierda de mi boca. Pasé mi lengua para saborear ese líquido pero antes de que pudiera recorrer con ella mis labios volví a sentir una pija en mi boca. Esta pija era diferente, era más suave, menos gruesa y su sabor era algo más salado. Sus embestidas eran más violentas también. Mientras me obligaban (aunque no mucho) a chupar esa verga, comencé a sentir como ese falo que instantes antes habían introducido en mi cola ahora se retiraba y cada sección al dilatar mi asterisco me hacía sentir el más profundo placer. No tardo demasiado en salir, pese a que a propósito contraje mi cola para retenerlo. Sentía que mi asterisco ahora era más bien una pequeña "o". Antes de que mi orto recuperase su forma volví a sentir como presionaban para volver a entrar en mí, sólo que esto era mucho más grande y estaba seguro que era una verga. Dos enormes manos me habían tomado de los muslos a la altura de la cadera y ayudaban a la penetración. Disfrutaba tanto del anal como de la violación oral, aunque de violación a esta altura no tenía nada, Yo estaba totalmente entregada y disfrutaba cada instante. De pronto mi boca se llenó de un suave, tibio y viscoso líquido. Estaban acabando.

-¡Tragalo!-me ordenaron. No me resistí.

Estaba entusiasmada en recolectar cada gota de ese semen cuando me sacaron la pija de la boca, pero para mi alegría fue el preámbulo de una nueva visita. Ahora me comía una pija bastante gruesa, aunque algo más corta. El vello púbico me hacía cosquillas en la nariz. El glande era levemente algo más rugoso que el anterior y el glande terminaba en punta. Ahora no me tomaban de la cabeza ni de mis cabellos, simplemente aprovechaban el vaivén de mi cuerpo provocado por las embestidas de quien me penetraba analmente.

Una repentina sensación de calor dentro de mí fue la señal de una larga acabada en mi cola. Sentía los movimientos espasmódicos de mi pseudo-violador. Sacó su verga simplemente para dar paso a una verga aún más larga. Con movimientos más calculados y lentos comenzó a cojerme por detrás, obligando a la persona a la que le estaba haciendo la mamada a tomar mi cabeza por mis orejas y embestirme. Tal parece que esto lo excitó porque casi de inmediato sentí la calidez de su semen. Apartó el pene de mi boca y sentí como un pequeño chorro de ese líquido espeso me impactaba en la frente. Abrí la boca esperando un nuevo visitante, pero no pasó nada. Quien me cogía por detrás acabo dentro mío y mientras me daba las últimas embestidas comencé a sentir como todo ese semen dentro mío se escurría por mi ano y salía al exterior deslizándose por los labios de mi vagina que estaba totalmente mojada.

Estaba exhausta.

Escuché unos pasos que se alejaban. El mismo sonido de antes de una puerta con problemas de lubricación y el golpe de la misma al cerrarse.

De nuevo el silencio.

¿Y ahora?

Descubriéndome - Episodio 6

2 comentarios - Descubriéndome (Episodio 5)

Pervberto +1
En los abismos se encuentran el dolor y el placer, espejismos de la vida. ¡Cuántas veces al pretender adueñarse de uno aparece el otro!