Siete por siete (72): El sueño del pibe (I)




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Compendio I


Me desperté un poquito más temprano. Le di pecho a las pequeñas y he dejado que mi marido duerma otro ratito más, porque anoche se portó excelente y me bajó la inspiración para escribir.
A lo mejor piensan que luego de Tokio volvimos a casa y simplemente, nos desconectamos del mundo ¿No?
😛
¡FALSO!
Y es que mi marido me tenía otra sorpresa cuando embarcamos al aeropuerto.
“¿Sumbawa? ¿Dónde queda eso?” le pregunté, al leer mi boleto.
“¿Quieres ser profesora de historia y no sabes dónde queda Sumbawa?”
👿
“¡Indonesia, ruiseñor! ¡Vamos a Indonesia!” dijo, al ver que no me hacía gracia.
No me sorprendieron los boletos. Tenemos 2 amigas azafatas que trabajaban para esa compañía.
“Pero ¿Por qué Indonesia?”
“Porque quiero descansar…” me respondió.
Y es cierto.
😔
Yo le exijo bastante, con las pequeñas y las otras chicas.
Pero en su trabajo no lo dejan en paz.
Fue una gran cosa que no llevara su portátil, porque los chicos le mandan constantemente correos, pidiéndole instrucciones o favores.
Y es que su reemplazo, aunque sabe hacer su trabajo, no lo maneja tan bien como mi marido.
“Y ahora empieza nuestras vacaciones… porque la visita a Tokio era nuestra luna de miel pendiente…” me dijo, cuando nos sentamos en el avión.
😊
¡A veces, es tan tonto!
<3<3<3<3 💞 💞
Sólo lo necesito a él para sentirme feliz.
Hicimos una parada de una hora en Yakarta. En total, tardamos otras 9 horas en llegar Sumbawa.
Y hacía calor otra vez.
Hasta las pequeñas estaban confundidas con el clima.
Durante el vuelo, me fue contando todo lo de la isla: que en otros tiempos, embarcaciones comerciaban especias y café. Que incluso el famoso Café de Java lo traían desde esas islas.
Que en la actualidad, es un paraíso tropical y uno de los lugares con las mejores playas para surfear.
😔
Pero la razón principal por la que íbamos no era por las playas. Era una de las más desagradables para mí, porque odio esas cosas.
😭
¡Quería conocer un Dragón de Komodo!
😩
¡Son las peores de mis pesadillas! ¡Lagartijas gigantes, del porte de una persona!
¡Con lenguas de serpientes! ¡Asquerosas!
¡Atroz! ¡Atroz! ¡Atroz!
😖
¿Cómo le pueden gustar esas cosas? ¡Son feísimas!
T-T
Él dice que le gustan porque tienen sangre fría y se mueven con calor. Pero a mí me dan asco.
Él mata los bichos: arañas, ratones, cucarachas y todas esas cosas.
Increíblemente, la única cosa que le asustan son los pájaros muertos.
😃
Cuando encontraba uno en la otra casa, se congelaba como si viera un ratón y me pedía que los botara.
Yo le decía que no podían hacer nada, porque estaban muertos. Pero a él le asustaba que fueran a resucitar y a aletearle en la cara.
XD
¡Es tan gracioso pensar que un fanático de los fantasmas y muertos vivientes se pueda asustar con algo tan tonto!
Pero no es por eso que cambie el título.
Quise darle en el gusto.
De verdad, lo intenté. 😞
Vivimos como matrimonio normal casi por una semana. Y nada pasó en Japón ni los primeros 2 días en Waingapu (Un nombre raro XD), donde nos quedamos.
Pero el viaje para que él conociera sus lagartijas gigantes tomaba 2 días (porque se encontraban en otra isla).
Y aunque lo amo con toda mi alma, no voy a ver esas cosas tan asquerosas.
Mucho menos, con mis pequeñas. 😞
Así que nos conformamos con ir a las playas.
Bonitas. Arena blanca. Aguas cristalinas. Preciosas.
Pero pocos bañistas. Solamente personas surfeando.
Y ahí estaba él, a la orilla de la playa, con mi gordita cariñosa, acostumbrándola al agua de mar, muy contenta con papi, mientras una ola pequeña la empapaba.
Y mientras cuidaba a mi larguirucha limpiecita, apareció ella…
Pelo negro, piel bronceada, figura sensual, bikini pequeño, negro y revelador.
Pero pocos bañistas para que la contemplaran.
Y ahí le pasaba por el lado mi maravilloso esposo, llevando a mi pequeñita al agua. Cuando me la empapaba entera y le daban ganas de la leche, volvía a mi lado, tomaba a la otra y la llevaba a la playa.
Siempre pasando al lado de ella y nunca mirándola…
Y ya saben… a una mujer bonita lo que más le llama la atención son los hombres que las ignoran.
😈
Y cuando se pusieron a dormir las pequeñas, él se fue a nadar. Y mi marido es hombre pez.
Nadar hasta lo profundo, volver a la costa, nadar a las rocas, volver donde nosotros, nadar por aquí y nadar por allá.
Y ella, mirándolo fijamente…
<3<3<3
Y cuando sale, se marca su vientre bien formado y su pecho de superhéroe y mojado hasta las orejas…
Y ella haciéndole ojitos y él, nada…
Y entonces… ¡Apareció la otra!
😳
¡Eran idénticas!
¡Traje térmico, tabla de surf y empapada!
¡La hermana era surfista!
Y por si fuera poco, escuché clarito…
“¿Quedó Mate?”
¡Transandinas!
Mientras él dormía con las pequeñas, fui a saludar.
La del bikini se llamaba Nery y la surfista se llamaba Susana, pero la surfista apenas tomó su mate, pescó la tabla y volvió a las olas.
Así que convencí a Nery para que conociera a mis pequeñas y por supuesto, a mi marido.
“¡Amor, esta chica se llama Nery!” le avisé a mi esposo. “¡Viene de Argentina!”
Y ella abrió los tremendos ojos a ver el chico con quien coqueteaba.
“¡Que nombre tan bonito!” dijo él.
“¡Le decís eso a todas!” respondió coqueta.
“No, porque viene de Nereida…”
“¿De qué hablás?” preguntó, con curiosidad.
Y él hizo lo de siempre: de explicar todo.
Las Nereidas eran diosas del mar, hijas del rey tritón y todo eso…
“¿Como las sirenas?” preguntó, buscando el piropo.
“No. Creo que eran como las diosas de los ríos…” le respondió.
Y la fue enganchando, enganchando, con pura conversación.
Le decía que los griegos asociaban a la belleza de la mujer con las bendiciones de la naturaleza y por ese motivo, todas esas deidades de plantas, lagos, ríos y mares eran asociadas a entidades femeninas.
Se movió de los griegos a los romanos y de los romanos, trazó un paralelo con los ingleses y las hadas, que también eran mujeres hermosas y remató finalmente con los vikingos y las Walkiryas, en el Wallhalla.
“Entonces… ¿Me decís que en el cielo de los vikingos hay 50 virgenes que lucen como yo?” preguntó, con una enorme sonrisa.
“¡Así es!” Respondió él, satisfecho.
“Pues llegaste tarde… porque de virgen, me queda poco…”
Y yo me reía más por dentro que por fuera, porque mi marido la tenía servida en bandeja.
Nos contó que viajaba con su hermana Susana, el novio de ella y algunos amigos de la universidad, que habían venido a surfear y que como Nery prefiere asolearse y salir a bailar, se quedaba esperando a su hermana que volviera.
Le conté que nosotros veníamos de Japón, por la luna de miel atrasada y que estábamos viviendo en Adelaide, porque mi marido trabajaba en una minera y yo asistía a la universidad.
Ellas estaban estudiando en Italia y se habían pegado una arrancada, porque estaban a punto de egresar.
También se hospedaban en Waingapu, pero en una hostal, mientras que nosotros vivíamos en una cabaña que le prestaba la compañía a mi esposo.
“¡Qué bueno! ¡A lo mejor, nos encontramos de nuevo!” dijo Nery sonriendo a mi marido, cuando empezamos a arreglar para volver.
No le habría puesto “El sueño del pibe” si no las hubiésemos vuelto a ver…
😈


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