Descubriéndome - Soy tu creación (Episodio 2.2)

Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.1)

Se había dado cuenta. Y yo... ¡yo me quería morir! Me dijo que no me preocupara, que sabía que cuando dije "Hola Amor" no me refería a él, pero que le encantó como sonaba esa palabra dicha por mí. Este tipo sí que sabía como atrapar mi atención. Le costó poco convencerme de ir a almorzar, pero insistió en que, como el día estaba frío y no acompañaba para un almuerzo en el parque, debíamos ir a un restaurant. Aunque lo había visto sólo una vez sabía que podía confiar en él, además quería averiguar un poco más acerca de sus creencias respecto del destino. Esa frase me seguía dando vueltas en la cabeza y no podía evitar asociarla a aquel extraño sueño que tuve unas semanas antes. Sí es verdad lo que el cree, entonces no ha sido una casualidad que nos encontremos en el parque y lo que suceda a partir de ahora sólo dependía de nosotros mismos. Yo no estaba muy convencida de eso, pero quería saber más.

La escribana estaba ya firmando los últimos documentos. Yo debía aún abonar sus honorarios, así que calculé que en unos 15 minutos más estaría libre. Aproveché entonces para enviarle un mensaje a Tony, él me pasaría a buscar por la escribanía. Cuando al fin me desocupé bajé los dos pisos por la escalera. Esperar el ascensor me hubiese parecido una eternidad. Cuando llegué a la planta baja y salí a la callé me topé con él. Estaba parado en la vereda de enfrente. Tenía puesto un sobretodo gris oscuro, unos lentes de sol y a juzgar por sus pantalones y zapatos debajo del sobretodo llevaba un traje de esos caros. Levantó una mano para que lo viera. Esperé a que pasaran los autos y crucé. Me sorprendió su recibimiento. No sólo me dio un cálido beso en la mejilla, sino que lo acompañó con un fuerte abrazo. Yo le correspondí instintivamente rodeándolo con mis brazos a la altura de su cintura.

-¿A dónde querés que te lleve? -me dijo mientras me abría la puerta del lado derecho del auto.

-¡Dónde vos quieras! -Luego que lo dije me sonó como que me estaba regalando. De hecho hasta yo tenía ganas de ponerme un moño rojo. Él sólo suspiró.

-Ok. Sé de un buen lugar donde los sándwiches no explotan.

Su comentario dibujó una sonrisa en mi rostro. Me di cuenta que estaba nerviosa. ¿A esta altura de mi vida nerviosa por ir a almorzar? "Seguramente es el frío lo que me hace temblar como una hoja", pero aún dentro del auto continuaba temblando con la misma intensidad.

-¿Tenés tiempo? -me preguntó él.

-Tengo al menos dos horitas más. ¿Qué tenés en mente?

-No es aconsejable que una mujer tan hermosa le pregunte eso a un hombre.

-¿Por qué? ¿Qué es lo que podría hacer ese hombre? Mmm... No me digas nada, ya sé la respuesta: la mente de los hombres es muy básica.

-¡Jajaja! Bueno, supongo que nuestro género se ha ganado esa imagen. Pero no todos somos básicos.

Mi mirada fue desafiante. Aún sin decir nada él reconoció el mensaje.

-Ok, ok. A veces soy básico.

-No te preocupes. Ya lo sé y no hay hombre que se escape de esa regla.

-¿Ustedes no lo son o lo saben disimular muy bien?

-Nosotras las mujeres tenemos otra forma de pensar. Claro que nosotras pensamos en sexo. De hecho algunas lo hacemos con mayor frecuencia que otras, pero nosotras no somos básicas.

-¿Vos sos de las que piensan en sexo con mayor frecuencia que las demás?

-Se podría decir que sí. Pero ojo que no soy una ninfómana.

-No, por favor. No quise decir eso. No me mal interpretes. Y decime, ¿a qué le llamás básico?

-Ustedes piensan en tener relaciones sexuales. Sólo piensan en eso. Si una mujer tiene buenos pechos y linda cola se les enciende el caldero y le quieren hacer el amor a toda costa. Perdón, hacer el amor no sería la palabra adecuada; se la quieren garchar. No piensan en otra cosa. Simplemente quieren pasar un buen momento. Y si esa mujer lo disfruta genial; si no lo hace no importa, mientras el hombre lo pase bien y tenga su orgasmo es suficiente.

-Me parece que nos estás metiendo a todos los hombres en una misma bolsa injustamente.

-¿Cuántos se salvan? ¿0,5%, el 1%? Por Dios, son todos iguales.

-No, no lo somos. Hay hombres que no son tan básicos , y yo me incluyo en ese grupo. Y somos mucho más de ese 1% que decís vos. Consideramos que una mujer hermosa no se define por sus atributos físicos solamente. Muchos consideramos que la belleza es una sumatoria de atributos como: inteligencia, humor, carácter y atributos físicos. Y no todos nos acostamos con la primer mujer que nos da bola por el simple hecho de que nos de bola.

-Te pondría a prueba Antonio, porque sé que sos básico, pero si lo hago yo me convertiría en "básica" también.

-Y si mi respuesta es No vos serías la única básica en este auto.

-¡Exacto!

-No te preocupes Caro. No me hace falta probar nada y creo que a vos tampoco.

El silencio posterior fue tan incómodo. No es que no quisiera estar ahí o que la estuviese pasando mal, pero creo que había evidencias ciertas de que ambos queríamos algo más que almorzar. Sin embargo no dijimos nada más hasta llegar al restaurant. Pensé que me iba a llevar a algún lugar especial. Me imaginé un restaurant con diseño minimalista, donde una simpática camarera nos tomara la orden y luego nos sirviera nuestro almuerzo. Sin embargo no fue ese el lugar que Tony eligió. Fuimos a un local de comida rápida de esos que tienen un servicio especial para automovilistas donde ni siquiera es necesario bajarse de su vehículo. Él pidió por los dos, aguardamos apenas unos minutos y volvimos a tomar la calle en su auto. Lo quedé mirando como quien observa un suceso extraño y espera ver una reacción. Él me miró de reojo mientras conducía y sonrió.

-¿Te sorprendí?

-Absolutamente.

-Es que contamos con poco tiempo y quería aprovecharlo al máximo. Quiero mostrarte un lugar especial.

Diez minutos más tarde ingresó a la cochera de un edificio en construcción. Bajamos hasta el primer subsuelo y lo estacionó en un espacio cerca del núcleo de los ascensores. El lugar estaba lleno de herramientas y pequeñas montañas de escombros en distintos lugares. Bajó del auto y lo rodeó para abrirme la puerta. Me ayudó a bajar y me indicó con su mano, como todo un caballero, la ubicación del ascensor. Luego tomó la bolsa con nuestro almuerzo y me acompañó. Esperamos frente al ascensor a que éste bajara unos pisos. Al abrirse las puertas sentí como posaba su mano sobre la parte más baja de mi espalda, a la altura de mi cintura para acompañar mi movimiento. El ascensor, como era de esperar, estaba lleno de polvo y no tenía espejos. Las paredes de acero inoxidable aún tenían adheridos los plásticos protectores. El lugar no era para nada pintoresco. Él presionó la última tecla, la del piso 23. Cuando llegamos a nuestro destino las puertas del ascensor se abrieron y frente a nosotros había un enorme espacio totalmente vacío salvo por un tapete y unos cuantos almohadones. Avancé unos pasos mientras observaba el lugar y quedé impactada por la vista del río desde el departamento. Un enorme ventanal que cubría de piso a techo era el marco de tan bello paisaje.

-¡Guau! La vista es espectacular.

-Intuía que te iba a gustar.

-La intuición es un don femenino. -respondí yo.

-Los hombres también podemos ser intuitivos. Quizás sea ese lado femenino que algunos hombres tenemos.

Tony se había quitado el abrigo y el saco y los había dispuesto prolijamente sobre uno de los almohadones. El lugar, a pesar de ser una obra en construcción, estaba sobresalientemente limpio. Ahora estaba sentado sobre uno de los almohadones y le quitaba un film protector a una bandeja con unos cortes de fiambres y quesos. A un lado de la bandeja se encontraba una botella de vino tinto y dos copas.

-¡Perdón! ¿Qué pasó con las hamburguesas?

-Fue parte de una pantalla, es que quería sorprenderte. ¡Vení, sentate! ¿Vino? -Sin esperar mi respuesta comenzó a servir ambas copas.

-Y lo estás logrando. ¿Qué es este lugar?

-Este es mi nuevo departamento. En realidad el edificio es mío. Lo voy a comercializar, pero decidí quedarme con este piso. ¿Te gusta la vista que tiene?

-La vista es maravillosa. -dije mientras tomaba un sorbo de vino.

-Decime algo... ¿cómo es eso de tu lado femenino? Tengo curiosidad.

-Es mi lado más sensible. Creo que todos los hombres lo tenemos, lo que sucede es que muchos construyen una coraza que lo oculta. A veces la coraza es tan impenetrable que se vuelve imposible que esa sensibilidad se vea desde afuera, pero tampoco se le permite respirar y al final muere o al menos se empequeñece.

-Tenía miedo que me digas que eras gay. -le dije riendo.

-¿Y si lo fuera?

-Me apenaría mucho. Un hombre tan apuesto como vos en brazos de otro hombre me daría mucha envidia.

Cuando reaccioné a mi comentario no pude menos que ruborizarme. Sin darme cuenta me había puesto ese moño rojo como si fuera un regalo. Esperaba que él no se diera cuenta, pero no estaba segura de eso.

-Vos también me gustás mucho.

En cuanto oí esa frase comencé a sentir un calor por todo mi cuerpo. Una sensación de mareo me invadió y tuve que apoyarme sobre la mano izquierda para evitar terminar recostada sobre los almohadones. Ese movimiento reflejo hizo que quedara mucho más cerca de él. No alcancé a darme cuenta que él interpretó ese movimiento de una forma errónea, pero para cuando reaccioné sus labios estaban ya pegados a los mío. Unos segundos después intenté separarme de el queriendo apoyar mi mano derecha en el suelo para facilitar el movimiento, pero cometí otro error involuntario: mi mano se posó sobre su pierna, muy cerca de su sexo. Como respuesta él extendió su mano izquierda y me tomó por detrás de mi cabeza. Pude sentir como sus labios se separaban sutilmente y su lengua recorría lentamente los míos. Mi Super-Yo dejó de estar al mando de la situación y fue mi Ello quien tomó las riendas. Respondí ese beso de la misma manera, o quizás con más ímpetu. Quité mi mano de su pierna y recorrí con ella su torso hasta llegar a su nuca. Lo tomé con fuerza y con un rápido movimiento me senté sobre sus piernas con mis rodillas a los lados de su cadera. Él rodeó con una de sus manos mi cintura y me acercó aún más hacia él. Debido a mi posición mi pollera se me subió por sobre las piernas dejando ver en parte mi ropa interior. Estaba haciendo memoria pensando qué ropa interior me había puesto. Esperaba que fuera color negro, caso contrario se notaría demasiado que la situación me estaba excitando bastante. Si mi memoria no fallaba había elegido usar ropa interior color rojo. ¡La puta madre! Seguro él notaría que me estaba mojando. Pero creo que eso poco importaría porque en la medida en que nuestros movimientos incrementaban su intensidad podía sentir su miembro que crecía y se endurecía. Su respuesta a estos estímulos empezaba a hacerse desearlo. Por momentos sentía su pija como se frotaba contra mi sexo y eso me estremecía cada vez más. Rápidamente me quité el abrigo y él comenzó a desprender los botones de mi camisa. A la vez yo le aflojaba la corbata y hacía lo mismo con los botones de su camisa. Sin siquiera quitar mi camisa completamente se abalanzó sobre mis pechos y comenzó a besarlos con fruición. Yo no hacía otra cosa que tomarlo de los cabellos y presionarlo contra mí cuerpo mientras con movimientos pélvicos jugaba con su miembro que estaba aún bajo su pantalón. Tenía la camisa sólo sujeta por los puños ya que no me había desprendido todavía los botones. Él tiró de la tela a mi espalda y la enganchó con su pie. Al estirar su pierna tensó mis brazos detrás de mí y mi camisa se transformó en una suerte de esposas tirando de mis brazos por las muñecas. Esa situación me volvía loca. Con gran habilidad utilizó sólo una de sus manos para desabrochar mi corpiño y dejar mis pechos a disposición para que sus labios y su lengua hagan su trabajo. Me sentía cada vez más caliente y eso se hacía evidente en mi respiración, en el ritmo de los latidos de mi corazón y en la humedad de mi entrepierna entre otras cosas. Con las manos tras de mí y la imposibilidad de moverlas, lo único que podía hacer era provocar el roce de mi vagina con ese bulto que ahora era enorme.

Luego de unos minutos disfrutando de las maravillas que hacía él con mis pechos y del rose de nuestras entrepiernas, él decidió que era tiempo de un cambio. Su pie liberó mi camisa y mis brazos recobraron independencia. Me tomó con una mano de la cola y con la otra por la espalda y de un movimiento se puso de pie. Yo mantuve mis piernas alrededor de su cintura ayudándolo a sostenerme; de esta manera también mantenía mi monte de venus muy cerca de su pelvis. nos volvimos a besar apasionadamente y luego de unos instantes separé mis labios de los suyos y le pedí, le rogué que me cogiera. Él sin dudarlo desabrochó su pantalón y lo bajó hasta sus tobillos junto con el boxer. Deslizó un dedo por mi ropa interior y la hizo a un lado. En cuestión de segundos comencé a sentir como ese hermoso falo se hacía parte de mí. Fue una sensación hermosa. Sentí la calidez y la suavidad de ese glande que se deslizaba dentro mío y como mis labios vaginales lo abrazaban. Sus dos manos estaban ahora sosteniéndome de la cola mientras el movimiento de vaivén hacía que la tela de mi pollera se deslizara hacia mi cintura. De hecho era ahora más bien un cinturón y no una pollera. Primero fue una mano y luego las dos las que tomaron mis glúteos para sostenerme y generar los movimientos que hacían que mi pelvis subiera y bajara rítmicamente. Podía sentir como mi clítoris impactaba contra la base de su verga y eso me generaba una intensa excitación, una carga eléctrica que se transmitía a la velocidad del rayo por mi sistema nervioso y que al llegar a mi cerebro provocaba los más intensos gemidos. Lo besé, lo besé con locura hasta morderlo. El dolor que le provoqué parece que lo activó aún más, porque mientras me penetraba caminó, no sin torpeza gracias a sus pantalones en sus tobillos, hasta el gran ventanal. Estando a apenas centímetros bajó una de mis piernas sin sacar su miembro de mí interior y me hizo pasar la otra por delante de su rostro para al fin dejarme de pie dándole la espalda. Apoyé las palmas de mis manos sobre el vidrio y él me tomó con sus manos por la cadera. Tony tenía el control. Lo único que podía hacer era dejarme llevar y disfrutar de cada instante, de cada sensación. Con vigor me embestía una y otra vez y podía sentir sus testículos golpear mi clítoris que había florecido de entre su capullo y estaba expuesto. Me encontraba a punto de llegar a un orgasmo.

-¡Ay! ¡Sí! ¡Daaameeee! -le dije entre gemidos.

-¡Shhhh! Los obreros pueden oír.

-¡Sí! ¡Qué nos oigan! ¡Qué nos envidien! ¡Qué se enteren que me estás volviendo loca!

-¡Aaahhh! ¡Me voy a ir, me voy! -me dijo casi con un grito.

En ese momento sentí una ola de calor que me invadió todo el cuerpo. Movimientos espasmódicos se adueñaron de nuestros cuerpos. Llegamos al orgasmo al unísono. Yo grité como nunca antes había gritado con un orgasmo y no exageré absolutamente nada. Toda esa situación me había vuelto completamente loca. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba que otra persona tomase el control de la situación y me sometiera de esta manera. Hasta ahora sólo lo había fantaseado en sueños. Sueños demasiado extraños por cierto. Me reconfortaba la tibieza de su semen que se deslizaba por mis labios y se agolpaba en mi clítoris antes de caer en gotas al suelo. Él mantuvo su verga dentro mío unos instantes más mientras ambos recobrábamos el aliento.

-Creo que se me va a hacer tarde. -le dije. -Será mejor que no vayamos.

-Ok. Pero quiero que sepas que fue maravilloso. Espero que vos lo hayas pasado tan bien como yo.

-A mí también me encantó y lamento que termine tan abruptamente, pero tengo que volver a la oficina.

-No te preocupes, lo entiendo. Quizás la próxima podamos tomarnos más tiempo...

-¿Y qué te hace pensar que habrá una próxima vez?

Él simplemente sonrió y replicó:

-Creo que estás cumpliendo una fantasía. Me gusta ser yo el medio para hacerla realidad. Quizás sea yo tu fantasía.

Sus palabras me paralizaron. Quizás sea yo tu fantasía. ¿Esto tenía relación alguna con mis sueños? ¿Quién era él en realidad? ¿Sería él el medio para hacer realidad mis sueños, o tal vez sería el fin? No, él no es mi sueño. Imposible. Pero... ¿Por qué apareció así, sin más, en mi vida? ¿Tendría algún significado? De alguna manera todas mis dudas debían tener una respuesta. Estaba segura que esta no sería la última vez que compartiera momentos con él.


Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.3)

2 comentarios - Descubriéndome - Soy tu creación (Episodio 2.2)

Pervberto
Acabo de leer toda la serie, que no me defraudó. Ojalá tu creación nos regale pronto más experiencias.