Estampas de New York (la caída de la Zona Roja)

Recopilamos la historia, la llevamos hasta el final de los días como testigos presenciales de la evolución de las modas y los hábitos sociales. En 1996 viaje por primera vez a New York, fue el primer año donde la zona roja de esa ciudad había sido movida. Me Toco alojarme en un hotel reciclado y monumental que había sido afectado por la movida nocturna de esa Zona, el hotel Ramada Plaza en la 45 Street y la 8va. Sobre la octava solo sobrevivían las casas de videos porno y los incipientes DVD que comenzaban a aparecer. La temática fundamental de estos negocios nada tenía que ver con ese porno de los ochenta donde eran cinco sesiones diferentes de sexo que completaban el video con mujeres por lo general esculturales y hombres de pijas para dar envidia a los cautivos del género. Ya a mediados de los noventa y desarrollado el video hogareño era furor el uso de cámaras convencionales de video para hacer sexo amateur. Ahí se acercaban mujeres de todo tipo de cuerpo y sin ninguna escenografía practicaban sexo al uso normal de cómo lo ejerce cada uno de cualquiera de nosotros.
Allá por la década del noventa no podíamos ni imaginarnos la revolución digital que vendría, ya existía el celular, pero eran aparatitos que por lo general y decirlo causa cierta risa, servían solo para hablar. Todavía la ciudad estaba inundada de teléfonos públicos que insertando una moneda se podía hablar a todo el mundo mientras la operadora solicitaba que agregara los centavos para seguir sin cortar la comunicación. Cada moneda que caía habilitaba un sonido especial que le indicaba a la oper si había crédito suficiente. Así hablábamos, a todo el mundo desde un teléfono callejero, cosa que era impensable en esos tiempos en la Argentina.
Pero si habíamos reducido el VHS a su mínima expresión para acoplarlo a las cámaras para que luego con un ampliador la videocasete mínima se hiciera reproducible en un VHS. Luego las filmadoras de DVD, que inclusive acotaron los discos a un mínimo para ser incluidos en pequeña cámaras digitales que a su vez no solo tenían pantalla para ver la captura sino también accesorios de cableado para verlos directamente del televisor.
Bajo el D.O.S. 5,3 de Microsoft, cuando Windows era una experiencia de cosmonautas, apareció el Freetel primer programa que nos permitió fácilmente hablar por la web sin necesidad de teléfono. Bastaban la placa de sonido y un micrófono.
Ya los salones de Chat hacían milagros de encuentros cercanos de parejas, clasificándose los grupos por cercanías. Pero lo humano supera las barreras y se empezó a viajar mientras aparecía el MSN de Microsoft que permitía tener video llamadas. ¿Quién no se pajeo frente a su amada? Es casi imposible decir que algunas vez alguno de nosotros vivió esa experiencia.
Pero fuera de los programas y las andanzas que se hicieron por el mundo, aparecieron IPhone y Android. No niego el antecedente de los BlackBerry pero fue mucho más contundente en la aparición de las redes sociales los dos primeros teléfonos de Apple y Samsung. Aunque en el arranque los HTC se mostraban más avanzados.
Al final se doto a la población vía de los Smartphone y de las redes sociales de potentes armas para que el porno se universalice y salgan del closet todos. Heteros, gay, lesbianas y etc. Etc.
Hoy poringa.net fascina por este avance. Muchas personas se animan, aun las que cubren sus rostros pero las que ponen su identificación de P! muestran a las claras el síntoma de época que tan bien nos cae, al menos a los usuarios del sistema.

3 comentarios - Estampas de New York (la caída de la Zona Roja)

Pervberto
Curiosamente, el progreso recibe muchas críticas (algunas atinadas) pero pocos comentarios inteligentes, de admiración ingenua y genuina, valga el juego de palabras, como la de este breve relato.
profezonasur +1
En ocasiones esas críticas tienen que ver más con el miedo a lo desconocido. Vivimos en una sociedad bastante conservadora.
perchacubo +1
Gracias por llerme
Gavriel78
Esto lo trenes que subir al suplemento de tecnología de La Nación genio 😉
perchacubo
Gracias por leerme.