El Negocio ( 3ra. parte)

El capítulo de hoy es tranqui, pero muy importante para el desenlace. Espero les guste.

Pasaron los días sin que volviéramos a conversar con Lorena, mas allá de buenos días o buenas tardes. Se la veía tranquila, dueña de sí misma, y mas hermosa que nunca. Realmente me excitaba el solo verla, y ella notaba mi descontrol y sonreía con ganas con todos los que se cruzaba.
Pensé en dejar pasar un mes, pero en realidad era demasiado para las ansias que tenía de estar con ella. Y además necesitaba estar con ella una noche completa. Necesitaba despertarme a su lado, aunque fuera solo una vez.
Y a la vez, necesitaba que ella sintiera que su esposo era un cornudo, y que se lo merecía.
Durante varias noches le di vuelta a la idea y un par de veces tuve que masturbarme ante la calentura que traía.
Ella en cambio, convencida de que dominaba la situación solo esperaba que yo me diera por vencido, y la citara para pasar la tarde en mi casa.
Y de pronto, mi mente se iluminó. Podía funcionar. Era tan descabellado, que hasta podía tener éxito.
El lunes, conseguí el número del móvil del marido de Lorena, y lo llamé. Al principio no me ubicaba hasta que por fin entendió quien era. Le pedí que viniera a la tarde a mi casa, y que no le contara nada a su mujer, que después le explicaría. Se lo notó sorprendido, pero aceptó.
Esa tarde, Raúl, el marido de Lorena golpeó la puerta de mi casa.
Le abrí y allí estaba el. Gordito, de aspecto descuidado, poco tenía que ver con el pedazo de hembra que tenía en su casa. Se merecía los cuernos que le estaba poniendo.
- Pasa Raúl. Me alegro que vinieras.
- Gracias Daniel. Me sorprendió tu llamada y esta cuestión del secreto, dijo mientras se dejaba caer en el sillón donde su mujer había estado unos días antes. Juro que me excité de solo recordarlo.
- Espero que me hayas hecho caso. Ante su afirmación, me tranquilicé.
- Te cuento. Necesito que cuides mi casa los días que yo tengo que viajar. Sabes que todo está muy inseguro y no quiero dejar todo solo.
- Explícame de que se trata, dijo relajándose en el sillón.
- Muy simple. Te aviso los días que tengo que viajar y tu vienes y te instalas aquí. Tienes que quedarte toda la noche hasta que yo regrese, sin moverte. Puedes mirar televisión, comer, tomar, todo lo que hay en la casa está a tu disposición. Pero no quiero que la casa quede sola en ningún momento. A mi regreso te pagaré 300 pesos por tu molestia. ¿ Te parece bien?
Su rostro se iluminó. Dinero fácil por descansar. Era un sueño.
- Pues de mi parte no hay ningún problema. Pero no entiendo lo de no contarle nada a Lorena.
- Mira, te explico. Escuché el comentario de que estabas desocupado, y como yo tenía esta tarea, quise decírtelo a tí, y no quiero que se entere tu esposa. No quiero que crea que lo hago como compañero de trabajo, ni que estoy al tanto de los rumores. Entiendes, no quiero que tu mujer crea que tiene alguna deuda para conmigo. Por el contrario. Yo estaré en deuda contigo si aceptas, pero te repito. Esto tiene que ser entre tú y yo.
- ¿ Y cuando empiezo?
- Es probable que el sábado, pero te confirmo el viernes. Tengo tú numero así que te aviso.
- ¿ Qué tengo que traer?
- Nada. Bah, lo que uses para dormir. Todo lo demás estará a tu disposición en la casa, dije amablemente.
Recorrió la casa con su mirada y notó la botella de whisky importado que yo había dejado ex-profeso sobre la mesita.
- Cuando dices todos, ¿ incluye esa botella?
La miré con ingenuidad.
- Por supuesto. Yo no tomo alcohol, pero si quieres probarla, te sirvo una copa.
- La verdad que me gustaría. Nunca probé esa marca, y es que realmente no puedo costearla.
- No te preocupes. A mí me regalan estas botellas todo el tiempo mis clientes.
Me levanté y le serví una medida generosa. Y además acerqué la botella. Mi plan estaba funcionando.
Luego que seguimos conversando un rato y que me contó lo bien que le venía el dinero porque su mujer no paraba de quejarse que la plata no alcanzaba, Lo que confirmé, reforzando mi idea de que no le dijera nada a su esposa. Terminó su copa y de inmediato le serví otra.
Lentamente fui llevando el tema hacia las mujeres.
- Tu sí que tienes suerte que estás solo y puedes hacer lo que quieras. Y mas teniendo dinero, dijo mientras seguía tomando.
- Pues no creo que tengas de que quejarte. No conozco mucho a tu esposa, pero parece una muy buena mujer
- Si, es buena, pero el hecho de que ella gane mas que yo, resulta un problema. Siento que me rebaja como hombre delante de ella.
- Pues ella te elogia siempre, quédate tranquilo.
- Si, puede que me elogie para afuera, pero no es lo que siento en mi casa.
- No te entiendo, dije mientras volvía a llenarle el vaso, y a pesar de que lo entendía muy bien.
- Realmente está bueno este whisky. Espero que me dejes la botella cuando me quede aquí.
- Eso dalo por descontado. Pero no me contestaste.
Se hizo un tenso silencio mientras tomaba otro trago. Sus rostro comenzaba a ponerse colorado por el alcohol y ya era evidente que le quedaba poco control. El cornudo, además de gustarle tomar, no tenía resistencia al alcohol, y eso es una mezcla peligrosa para guardar secretos.
- Es muy íntimo, pero siento que estamos entre amigos. La verdad que hace tiempo que no tenemos buen sexo. Cada vez que intento, ella encuentra una excusa. Incluso hace unas semanas, salió todo un sábado y volvió muy contenta. Yo pensé que era mi oportunidad, pero esa noche, lo hicimos, me excitó mucho desde el principio, lo que me hizo terminar en seguida, y luego se durmió de inmediato, sin haber alcanzado a acabar. Sentí como que en realidad me había masturbado, mas que hacer el amor.
- Bueno, los años de casados son así, dije, la rutina cambia las cosas, pero me imagino que ella siempre fue muy medida para todo lo sexual, por lo menos es lo que parece de tratarla en el trabajo.
- Que va. No sabes lo que era de novios. Cualquier lugar era bueno para el sexo. Y le gustaba hacer de todo. Pero ahora, es solo dos bombazos y a dormir, dijo amargamente terminando su copa.
- ¿ Y que era lo que mas le gustaba?
- Pues se pierde cuando le besan las orejas, y le encantaba la posición del perrito.
- Vamos, que hasta la enculaste, le dije socarronamente.
- No, eso no quiso hacerlo nunca por mas que insistí, pero en todo lo demás era la primera.
Entendí ahora porqué le había costado tan poco tomar la iniciativa.
Me dio pena y no quise seguir sirviéndole. Le dije que tenía cosas que hacer, que me disculpara y nos despedimos. La primera parte de mi plan ya estaba en marcha.
Al día siguiente, pasé por el archivo. Lorena se veía nerviosa y enojada.
- ¿ Qué te pasa? Le pregunté inocente.
- Pues nada que sea de tú incumbencia, y no te enojes, dijo dándose cuenta de la reacción desmedida que había tenido.
- Disculpa, al margen de todo, pensé que seguíamos siendo amigos. Por lo menos quiero seguirlo siendo cuando terminemos nuestra relación comercial, dije sonriendo.
- Nada importante, pero el inútil de mi marido, sobre que no trabaja, llegó anoche a casa borracho, se acostó y todavía está durmiendo la mona, dijo enojada. Encima que no trae dinero a casa, no se de donde sacó para el alcohol.
Un gesto de conmiseración y culpabilidad marcó mi rostro, lo que llamó su atención.
- Sería bueno que cuando tuvieras un minuto te llegaras a mi oficina. Justamente de tu esposo quiero hablarte.
A la hora, Lorena vino a mi oficina.
- ¿ Qué tienes que decirme?
- Disculpa Lorena pero me parece que tengo alguna responsabilidad en lo que pasó con tu esposo.
Se sentó, sorprendida.
- No entiendo.
- Ayer me reuní con él.
Sus ojos se abrieron como faroles.
- ¿ Te volviste loco?
- Disculpa, pero quería conocerlo. Después de todo me estoy tirando a su mujer. Lo menos que puedo hacer es tratar de entender tu relación.
- Mi relación no tiene ningún problema, y no se quien mierdas te ha dado el derecho de entrometerte en mi vida, dijo enfurecida.
- Hablamos un rato largo. Y gran parte del tiempo de tí.
Su rostro empalideció.
- No se que tienen que hablar de mí.
- Hablamos del sexo en tu matrimonio, y de como se siente tu marido.
- No puedo creer que el infeliz haya entrado en tu juego.
- El tema es que el sábado, vas a sacar a tus hijos de tu casa. Mándalos a dormir a otro lado.
Su mirada quedo congelada. No entendía nada.
- No entiendo a que te refieres.
- Tu maridito te vendió, Lorena.
- ¿ Cómo que me vendió?
- Que si mujer. A cambio de dinero, me va a permitir pasar la noche contigo.
Si antes estaba furiosa, ahora parecía que iba a estallar.
- ¿ Quéeeee?
- Es muy simple. Le dije que me gustabas y a cambio de dinero el no va a dormir en tu casa el sábado y va a permitir que yo intente poseerte. Lo que no sabe que eso ya está acordado contigo.
- No puedo creer esta mentira, dijo revolviéndose en la silla.
- Pues esa es la cuestión. Le dí un adelanto y me imagino que lo bebió. Por eso llegó a tu casa borracho.
Su rostro indicó que empezaba a dudar de que todo fuera mentira.
- Deja de inventar.
- Acordamos que no te diría nada. Que tu decidirías hasta donde llegar, y el jamás haría ningún comentario. Si le preguntas si habló conmigo lo negará, pero el sábado encontrará una excusa para dormir fuera de casa, y no volverá hasta que yo me haya ido. Puedes intentar preguntarle, pero te recuerdo que tienes una obligación conmigo, y que quedamos que si yo conseguía la manera de pasar la noche contigo tu estarías de acuerdo.
Me miró tratando de saber si decía la verdad.
- Por otro lado, cuando vuelva el domingo, bastará que lo revises. Tendra 300 pesos en algún lado.
- ¿ 300 pesos? ¿ El cornudo me vendió por 300 pesos? Dijo ahora enojada por la cifra.
- Lorena, no es mi culpa que valgas más para mi que para él. No existe cifra en este mundo por la cual yo te entregaría, y no importa lo mal que la pase. Tú no tienes precio, le dije suavemente, y su rostro mostró que acusaba el golpe de mi ternura inesperada, y se tranquilizó.
- Te juro que no voy a preguntarle nada, porque igual tengo un compromiso contigo, pero como le encuentre esa plata encima, la va a pasar muy mal.
- Seguramente encontrará la manera de inventar una historia de como se hizo con el dinero. Déjalo tranquilo. Como te dije, relájate y goza, que lo que viene además de inevitable, puede ser muy placentero para todos. Y como al pasar, en el todos incluí al cornudo, cosa que ella notó de inmediato.
- Está bien. Vas a cumplir tu sueño.
- Tres cosas entonces. 1º: Saca a tus hijos de tu casa, por lo menos hasta el mediodía del domingo. 2º: No le digas nada a tu maridito de todo esto, porque el no sabe el arreglo que tienes conmigo, y de enterarse te van a quedar pocos argumentos para castigarlo; y 3º) Voy a ir a dormir, así que toma este dinero y cómprate un poco de ropa sexy y espérame así vestida.
- O casi desnuda querrás decir, dijo sin aflojar en su irritación.
- Dormiremos juntos, en tu cama matrimonial. Quiero tenerte allí donde te tiene tu esposo todas las noches, aunque el sea incapaz de gozar y hacerte gozar como yo, le dije sonriendo.
- No te la creas. Sigue siendo un negocio, y por suerte, el contrato ya termina.
- Bien, entonces, en tu casa, el sábado, toda la noche, y ahora vete que estoy ocupado y no queremos que nadie sospeche, verdad?
Se dio vuelta y salió sin saludar.
La semana transcurrió normal y el viernes por la mañana le avisé a Raúl que tenía que estar en mi casa el sábado a las nueve de la noche.
El sábado a la tarde organicé todo. Acomodé la casa, y dejé a la vista una botella de whisky importado, que sabía que resultaría irresistible para Raúl.
A las nueve llegó el cornudo. Le mostré toda la casa, su habitación, como funcionaba todo, y me alegré cuando noté que miraba insistentemente la botella que había dejado ex-profeso a la vista. La tomé y le serví una copa invitándolo a que se sentara.
- Entonces Raúl, puedes usar todo lo que ves, puedes comer todo lo que hay en la cocina, y tomar lo que quieras. No hay problema. Lo único, no saldras de la casa bajo ninguna circunstancia.
- Entendí Diego, no te preocupes.
- Es importante que no salgas, porque yo tengo una cita y si toda sale bien, en algún momento de la noche voy a volver acompañado, y si ese es el caso, llamaré al fijo para que te vayas y dejes la casa vacía antes de que yo llegue. Si las cosas no salen así, entonces a la mañana cuando yo llegue podrás irte.
- Ok. Así que una cita romántica, dijo terminando el primer vaso. ¿ La muchacha es conocida?
- No creo, le dije, aunque este es una ciudad pequeña, todo con una absoluta cara de póker.
- Al menos dime como es, insistió.
- Pues nada del otro mundo, mentí. En realidad Lorena era una perra de otro mundo.
- Soltera o casada?
- Vaya que estás curioso.
-Bueno pero al menos dime, ¿ Tiene una pareja estable?
- La verdad que sí, pero esta noche no va a estar.
- Pues te felicito. Hay tipos que se merecen que le pongan cuernos. Lo único que te pido, échale uno por mi también, si puedes.
Me reí con ingenuidad.
- Dalo por hecho Raúl, dalo por hecho, pero no me contaste que excusa le pusiste a tu mujer.
- Le dije que me habían invitado a una partida de cartas en otra ciudad, y que me quedaría a dormir de un amigo que vive allí cerca. De paso puedo justificar de donde va a salir el dinero, dijo, por si sospecha.
- ¿ Y ella que dijo?
- No dijo mucho, solo que no se me ocurriera volver con deudas, que después ella tenía que aceptar cualquier cosa para saldarlas.
- Realmente eres un tipo muy inteligente. Mereces tener mas suerte, Raúl, le dije.
Estuve un rato mas con él, me aseguré de que siguiera tomando, y a las 10 de la noche, salí rumbo a la casa de Lorena. Era en ese momento el tipo mas feliz del mundo. Iba a tener para mí, durante toda la noche, a uno de los bocados de mujer mas apetecibles que había encontrado en mi vida. Suspiré satisfecho. Era nuestro último encuentro pactado. Pero tenía fe que, después de esta noche, siguieran muchos mas.

6 comentarios - El Negocio ( 3ra. parte)

pacovader
Muy buena la preparación. 😀 leído y esperando.
pupito_82 +1
No veo la hora de la 4ta parte. Muy buen relato
yonofuimam
la verdad me atrapo la trama..
josepirineo
BUENA HISTORIA, PERO FALTA LA CUARTA PARTE, LA CEREZA DEL PASTEL
kramalo
sigue siendo bueno el relato...sigo..