La semilla inútil - Capítulo 8: un golpe inesperado

Aclaracion: Todos los personajes involucrados en actos sexuales son mayores de edad. Con respecto a los demas, se reserva la informacion.

* A partir del presente capitulo, estos pueden contener lenguaje ofensivo y situaciones maduras (ademas de las sexuales)

Capitulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/2790287/La-semilla-inutil---Capitulo-7-una-amistad-inesperada.html

A pesar de lo ocurrido con Lakshmi y su padre, la nena había conseguido escabullirse múltiples veces y nos encontrábamos por horas cerca de su casa. Sólo para cachar, para nada más. Nuestra relación se volvió sexual y, si no la llamé por el nombre de Merrian, fue porque no hablaba mucho en mis encuentros amatorios con la chica fresa.
Ya no sentía lo mismo. Lakshmi decía que me amaba, que lo era todo para ella. Yo le respondida a veces cosas similares, pero sin emoción.
Decidí darle largas. Me llamaba y le inventaba excusas: ensayos, tareas, tesis. Me buscaba y le decía que me sentía resfriado, cansado, que me había masturbado y que no podía cumplirle. Lakshmi se enojaba, pero hubiera sido peor terminarla, o eso creía.
No era que ya no la quisiera, en verdad. Pero tenía que extrañarla, luchar por ella. Pero ella nunca lo entendería.
Pasaba tiempo con Beatriz más seguido, pero en su presencia me sentía torpe. No quería estar de novio con ella: No hubiera sido justo para ambas. Pero a medida que Beatriz me agradaba más cada día, Lakshmi iba desapareciendo de mí mente cada vez más.
Un día me levanté y extrañaba a Lakshmi. Fue extraño y decidí ir a buscarla, aunque fuera a su casa. Tenía ganas de recuperar su amor. Preferí llamarla antes de ir a buscarla. Cuando al descolgar me contestó la voz de un chico, luego la voz de ella, muy nerviosa, supe que la había perdido para siempre.
Me sentí muy frustrado ese día. Beatriz me escribía tonterías que me hacían reír y decidí olvidarme de la traidora. Ojitos de gato me distraía y yo estaba muy agradecido con ella.
Un domingo me encontré en la puerta de mi casa con mi mamá, la cual me dijo:
- Vino una chica bonita. Te espera arriba. Me voy a visitar a tu prima Carla -. Me miró y añadió-, supongo que saldrán a pasear. Si puedes, anda a visitar a Carlita también: ustedes siempre fueron muy unidos.
Casi le digo que éramos tan unidos que hasta nos habíamos estrenado mutuamente, pero me contuve. Mi madre se alejó, esperé a que doblara la esquina y me lancé adentro de mi casa, y adentro de mi cuarto.
Lakshmi estaba de pie en mi cuarto, y no llevaba encima nada más que su anillo.
- Cómo se te ocurre venir hasta aquí y esperarme calata? -Le dije-, que se supone que hubiera pasado si entraba mi vieja, mi viejo, cualquiera de mis hermanos?
- Hubiéramos quedado a mano-, me respondió, desafiante.
No pude evitar ver sus senos, sus caderas, sus piernas y el tesoro que había entre ellas.
- Te mueres de ganas-, seguía la chica fresa-: quieres estar dentro de mí, sentir cómo mi chuchita aprieta tu delicioso pene. Lo quieres, lo deseas, lo sé.
Maldije mi verga traidora, más traidora que ella, dura como su cara, con mente propia, con voluntad propia. Lakshmi se acercó a mí, acariciandose los pechos, las caderas, arrecha como una gata en celo.
- Sacate la ropa, mi amor. Quiero ver tu miembro inmenso. Quiero que me la metas. Te la voy a correr, te la voy a chupar.
Me empezó a desvestir mientras me iba diciendo eso. Pero no se detenía y yo había perdido toda mi voluntad y no podía negarme.
- Penétrame - me dijo-, nútreme con tu semen. Te juro que te la chuparé hasta que te vengas en mi boca y me lo tragaré. Puedes meterlo en mi trasero también, si deseas...
Estaba hecho, ya estaba desnudo y sería mezquino no admitir que yo también colaboré para sacarme la ropa. Pero, a pesar de que estaba totalmente dispuesto, sabía que era mi deber hacerla vestir y echarla.
Lakshmi se recostó sobre mí, de pie y dándome la espalda. Mis manos la sujetaron de las caderas. Mi pinga, sólida como una roca, se apoyaba en su culo, mis manos subieron a sus tetas, sujeté sus pezones, los cuales se erectaron.
- No debemos-, le decía, como si yo fuera una quinceañera frente a su novio mayor de edad.
- Ya no hay marcha atrás, mi amor-, me dijo, y luego me ronroneó-: sólo tu me haces sentir mujer.
Se separó un momento de mí. Mi verga se deslizó entre sus nalgas, apuntando hacia su suave vulva. Volvió a acercarse hacia mí, alojando el glande entre sus labios. El contacto le hizo dar un respingo:
- Oh, que delicia-, susurró-: quiero estar contigo siempre. Quédate a mi lado y tendremos sexo todos los días, todas las veces que tu quieras.
Era más de lo que podía soportar. Enterré de golpe todo mi tronco, hasta que mis bolas golpearon contra sus nalgas. Eso sólo fue el inicio. Iniciamos el mete y saca, mientras ella gemía y gritaba.
- Ahhhh, sí. Que rico, que rico mi amor. Eres todo un animal, eres mi macho. Oh por todos los cielos! Qué duro lo siento, me estas destrozando por dentro, ay, ayyy, Brahman, Visnú, Khrishna, me vengo, me, nhhhh, ahhh!!!!
Expulsó su néctar, su fuente de lujuria. Bañó con ella mi falo, haciendo nuestro enlace más resbaladizo, sus piernas temblaron y casi pierde el pie. La tuve que sujetar, pero igual cayó de rodillas.
Como un felino, se dio la vuelta y se llevó mi miembro a los labios. Como dije antes, no era muy afecto a las mamadas, así que a los dos minutos la puse en cuatro y, aprovechando su lubricación excesiva, empujé mi sexo entre los cachetes de su trasero.
Lakshmi gemía, mi miembro entraba y salía de su recto. Pronto empezó a gritar, a quejarse, pero seguía diciendo que le gustaba, que no me detuviera, que siguiera reventandole el culo (sic).
Ignoro cuanto tiempo estuvimos en ese plan, pero sentí el familiar cosquilleo en la punta de mi miembro y derramé mi semen en su trasero.
Casi inmediatamente nos separamos. Mi líquido se escurría entre sus muslos. Traté de jalarla hasta el baño, no podía caminar. Cojeaba, pero al fin lo logré, la metí en la ducha para que se aseara un poco...
Pasaron algunos días y, a pesar que Lakshmi trató de ubicarme por todos los medios y, a pesar de que luego traté de arreglar la relación, lo único que estábamos haciendo era perder el tiempo.
Tres meses después de nuestro último cache, la abandoné.

Continuará...

Un poco tarde, pero no mucho. Lo curioso es que he subido este capítulo desde mi celular.
Aquí se acabó la historia con Lakshmi: sé que habrá quien la extrañe.
El próximo capítulo llevará por título «Oh, linda!». Nos leemos el domingo

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