Un ganador. Capítulo 1

Un ganador. Capítulo 1

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 1: La primera vez
   Hola mi nombre es Emanuel Fiori y tengo 24 años. Vivo en la ciudad de Rosario desde que nací y hace unos meses que me mudé a un departamento yo solo. Físicamente soy alto de 1,90, flaco y bastante atlético, con algunos músculos marcados sobre todo las abdominales, de pelo marrón claro y ojos color miel. Pero lo mejor que tengo es lo que menos muestro, una pija de 20 centímetros de largo y unos 5 centímetros de ancho. Estoy bastante orgulloso de mi verga y me a generado una buena fama entre algunas mujeres. De personalidad fui variando a lo largo de los años. Siempre fui extrovertido, sin problemas para hablar o relacionarme con la gente, pero a la hora de encarar al principio era bastante tímido. Con el correr del tiempo fui ganando experiencia y habilidad para saber cómo hablar con las mujeres. Me gustan todas, para decirlo de una manera fácil. Estuve con rubias, morochas, coloradas, altas petizas, flacas, algunas un poco más gorditas, con culo grande, culo manzanita, con tetas enormes y tetas chiquitas. No tengo problema a la hora del sexo, me va lo que sea. Me gusta que me la chupen y chupar, que me dominen y dominar, que me aten y atar, que me tapen los ojos y tapar, hacerlo en una cama más bien romántico o un rapidito en un ascensor o el auto. Pero lo que más me gusta son los tríos o las orgías, me encanta coger y que haya otros dos cogiendo al lado mío, cambiar de pareja, tener dos mujeres chupándomela o culearme a una mina mientras se la chupa a un amigo. Por suerte, probé todas esas cosas.

   Pero mi historia comienza hace muchos años, en 2009, cuando era un chico de secundaria cuyo mayor sueño era irse a Bariloche y pasar un último año de joda. Leandro, Cristian, Facundo y Juan Pablo eran parte del grupo de la “bandita del fondo” y las mujeres con las que nos juntábamos eran Camila, Clara (novia de Cristian) y Celeste. Camila era con la que había más honda y de hecho habíamos tranzado un par de veces. Hasta que en 4to año apareció Marisol. Iba también con nosotros, pero pertenecía a un grupo más chico y sus mejores amigos Giselle y Nicolás no me querían ni un poco. Se me armó algo de quilombo cuando estuve con Sol, más que nada con Cami que se puso demasiado celosa. Pero era el último año, por lo que decidí serle fiel a mis amigos y no pelearme con el grupo por Marisol.
   Bariloche estuvo excelente. Nos fuimos con un colegio que era casi todo de mujeres, por lo que había minas para repartir, sin embargo no conseguí cogerme a ninguna. Me comí a una, después a su mejor amiga y como se hubo problemas, se pusieron de acuerdo para ninguna estar conmigo. En los boliches salía de casería siempre, con Lean y Facu, pero no logré llevar nada a la cama. Sin embargo la motivación y la joda siguieron cuando volvimos. El primer día después de llagar Lean organizó una fiesta en su casa (vivía con su madre, pero ella viajaba constantemente a Bs.As.) y el alcohol y la música eran los pilares principales de cada reunión.

   No fue hasta el sábado 10 de Octubre que la cosa cambió. Camila y yo habíamos tranzado en Bariloche y a la vuelta también, y cada vez nos zarpábamos más, pero todavía no habíamos concretado. Por suerte no faltaba mucho.
   Esa noche nos juntamos en su casa y como hacía calor la joda la hicimos en el patio. Algunos incluso se habían llevado malla y se habían metido a la pileta. Después de comer, pusimos música y empezamos a armar tragos. Mientras sonaban los clásicos típicos de Bariló, tomábamos y bailábamos. Obviamente, más de uno terminaban en la pileta, y desde afuera los otros se mataban de la risa. En una entro a la casa para buscar algo de hielo y de la nada, aparecen dos manos por atrás y me tapan los ojos.
   - ¿Quién soy?- Me pregunta.
   - Cami.- Le digo con tono de burla.
   Enseguida me suelta y me doy vuelta para quedar frente a frente y el beso fue inevitable. Empezamos a tranzar en el medio de la cocina. Estábamos solos, pero de afuera se escuchaban los ruidos de los demás. En cualquier momento podía entrar alguno y vernos como si nada.
   - Pará Cami.- Le digo alejándome de ella.- Puede entrar cualquiera y nos van a ver.
   - Vení.- Me dijo ella alejándose un poco y estirándome la mano.
   Yo se la agarré sin saber que iba a pasar. Ella empezó a caminar en dirección opuesta al patio y se metió en el pasillo principal de la casa. Subimos las escaleras, siempre agarrados de la mano, y una vez arriba nos metimos en la pieza de Leandro. Adentro me agarró un poco el nerviosismo, pero la cantidad de alcohol que habíamos tomado antes, hacían que estuviera más relajada de lo normal. Ella cerró la puerta y se dio media vuelta y me sonrió.
   Camila era una chica con mucha actitud. Físicamente era petiza, de 1,65 aproximadamente, un poco gordita, de espalda ancha y con unas tetas inmensas que siempre resaltaba con escotes y mallas. Su cola también era interesante, bien grande. De personalidad siempre fue extrovertida, suelta, con actitud y presencia fuerte. Se hacía notar y decía lo que le parecía. Constantemente estaba dispuesta a dar el primer paso, y esa noche no fue la excepción.
   Se acercó a mí y enseguida supuse que se venía de nuevo un beso y no estaba equivocado, pero además de ella, puso su mano sobre el bulto de mi malla y apretó con fuerza. Pegué un sobresalto ante la sorpresa, pero le devolví el beso y me atreví a bajar mis manos por su espalda hasta llegar a su cola. Cami siguió besándome con ganas y de a poco empezó a pasar sus labios por el resto de mi cuerpo. Mientras me seguía manoseando, me besaba el cuello, los hombros, el pecho y la panza. Pensé que me iba a hacer un pete, pero después me enteré que nunca lo había hecho y yo no iba a ser su primera vez. Sin embargo los besos y sus manos fueron suficientes como para calentarme.
   Nos acostamos en la cama, uno al lado del otro y volvimos a los besos y al manoseo, pero esta vez sin filtro. Cami se puso como loca, me besaba con muchas ganas, me pasaba la lengua por el cuerpo y me agarraba con muchas ganas la verga por arriba de la malla. Dado que ella estaba en bikini, fue muy fácil sacarle la parte de arriba y así manosearle las gomas. Se las toqué con las manos, mientras nos seguíamos besando y ella me metía la mano adentro de la malla. Me tocó la pija y los huevos y después empezó a hacerme una paja. Agaché mi cabeza para besarle las tetas y chupárselas. A partir de ahí, todo fue nuevo.
   Camila se paró al lado de la cama y se terminó de sacar la parte de debajo de la bikini, quedando completamente desnuda. Yo no me quedé atrás y tiré el short al piso y me senté al borde, quedando sus tetas a la altura de mi cara. La agarré del culo y la traje bien cerca de mí y le volví a besar las gomas, mientras la manoseaba el orto. Ella pasaba sus manos por mi cabeza y mi espalda. Dejé que una de mis manos se fuera metiendo adentro y llegué hasta su culito y sin mucha idea de lo que hacía le intenté meter el dedo. Pero ella se dio cuenta de lo que quería hacer y me empujó (intentando ser sensual) hacia el colchón, para después tirarse encima de mí. Callados, volvimos a los besos y al manoseo.
   Nos fuimos acomodando uno al lado del otro, y mientras ella me tocaba la verga y me pajeaba, yo fui acariciándole las tetas y bajando una de mis manos por su pancita hasta llegar a su concha. Definitivamente lo que hice en ese momento no fue bueno, porque en cuestión de segundos Cami me estaba corriendo la mano y preguntándome si tenía forro.
   - Tengo uno en la mochila, pero está abajo.- Le digo como diciéndole “Ya fue, cojamos así”.
   - Fijate si Lean tiene en alguno de los cajones.- Me dijo tajante.- Sin forro no cojo.
   Así que me paré y fui derecho al escritorio de la pieza de mi amigo. No fue muy difícil, ya que abrí el 1er cajón y debajo de unos apuntes de Geografía, había una cajita de preservativos abierta. Saqué uno y fui derecho a la cama. Mientras Cami se tocaba un poco y me lo puse y una vez que lo tenía listo, volví a acostarme al lado del ella para besarnos otra vez. Ella se puso otra vez en su actitud dominante y se sentó encima de mis muslos. Se escupió en la mano y después la pasó por arriba del forro. Mirándome fijo, se acomodó encima de mí y entró hasta tener toda la pija adentro.
   Empezamos a coger. Al principio me era extraño, ella se movía hacia adelante y hacia tras despacio, y mi verga acompañaba el movimiento. Yo parecía paralizado y ella era la que llevaba las riendas de la situación. Empezaba a acelerar a medida que pasaba el tiempo. Tomó mis dos manos y las apoyó sobre sus tetas e hizo presión y de a poco las empezó a mover en círculos. Ella cerró los ojos y se dedicó a disfrutar. Yo observaba cada instante.
   - ¡Ay sí!- Gimió en voz baja una vez que se dedicó a mover la cintura bien rápido.
   Cami me estaba cogiendo de una manera excelente. Mis manos apoyadas en sus gomas moviéndose en círculos y las suyas encima de mi pecho iban al compás. Su cintura se movía hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad, con mi verga adentro de su concha. Ella tenía los ojos cerrados y la boca entre abierta, por la que salían gemidos y suspiros de placer. Mi sonrisa debía ser inmensa.
   Después de un rato garchando de esa manera Camila se levantó y se acostó al lado mío. Enseguida me coloqué encima de ella y con la mano, ayudé a que la verga fuera entrando en su concha. Ella me abrazó con las piernas y con los brazos y mi pechó quedó casi pegado al suyo. El beso fue inevitable, pero cuando me la empecé a coger, ella volvió a cerrar los ojos y a abrir la boca para suspirar con cada penetración, esta vez los gemidos de placer eran inevitables.
   Me besó el cuello cuando pudo. Mis manos apoyadas a cada lado de su cuerpo me daban la fuerza para cogérmela con ganas. Camila gemía y suspiraba en mi oído. Mi verga entraba y salía de su concha a toda velocidad. El placer que sentía era inmenso. La excitación tremenda.
   Y acabé. Pude sentir como la leche salía cuando el golpe final hizo que ella pegara un grito, que de no ser por la música del patio, se hubiese escuchado en toda la casa. Apenas terminamos nos miramos fijos y nos volvimos a besar.
   - ¡Ay Ema!- Me dijo desplomándose en el colchón una vez me paré para sacarme el forro.
   Me acosté al lado de ella y ahí volví a la realidad. La música y los gritos provenientes del patio volvieron a entrar en mis oídos y me di cuenta donde estábamos. El cielo se estaba volviendo rojo por la salida del sol. Nos cambiamos y con mucho disimulo bajamos y volvimos al patio y por suerte para nosotros nadie se dio cuenta de nuestra salida. La noche terminó con todos durmiendo en el living. Yo me acosté y miré directo a la lámpara. Dos lugares más allá dormía Camila. Ya no era virgen, había cogido y no veía la hora de volver a hacerlo.


SIGUIENTE

2 comentarios - Un ganador. Capítulo 1

mimilau +1
Vamos por más!!

Gracias por compartir...

besos

Mimilau
HistoriasDe +1
Gracias por comentar!