Un ganador. Capítulo 22

Un ganador. Capítulo 22

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 22: Viejos amores
   La última semana del año fue algo aburrida. Las mujeres que tanta presencia habían marcado durante el mes de diciembre empezaban a desaparecer. Paula, la chica del face, la amiga de la hermana de Bruno me eliminó de sus amigos de un día para el otro y cuando le mandé unos whatsapp para preguntarle que le pasaba, me ignoró por completo. Lorena, la chica que trabajaba en el boliche no desapareció por decirle de alguna manera, pero en vez de invitarme a salir o a coger, solo me hablaba para contarme las promociones y las ventajas de ir al boliche donde ella trabajaba el 31, por lo que al poco tiempo la terminé bloqueando. Gabriela, la otra rubia del facebook, pareció engancharse con un flaco y al ver que subió una foto a facebook abrazada con él bajo la frase “Gracias por ser como sos. Siempre voy a ser tuya mi amor” decidí no entrometerme más y ella dejó de hablarme. Tatiana me dejó en claro al día siguiente de Navidad que lo de esa noche fue nada más que sexo casual y que no quería nada serio, cosa que entendí bien. Luz, seguía siendo la única con la que tenía un touch and go, pero estaba pasando el verano en su pueblo, y como yo me iba el 1ro de Enero a la costa, no tuve oportunidad para verla en lo que quedaba ese 2012.

   El 2013 arrancó y a las pocas horas estaba en un colectivo con Facundo, Leandro, Juan Pablo y Lautaro, un amigo de Facu. Los cinco alquilamos una casa en Pinamar algo alejada del centro pero a dos cuadras de la playa y cerca de la zona de boliches, por lo que a la noche la fiesta estaba en el patiecito que teníamos atrás de la casa. Facundo y Lautaro se encargaron de llenar la casa de chicas la primer y segunda noche, cosa que no podíamos creer los demás. Lean fue el primero en ganar, esa misma noche que llegamos, decidió no ir al boliche para quedarse con una morochita de tetas enormes que tenía una cara de petera bárbara. A la noche siguiente esta flaca apareció, pero decidió darse el gusto con Lautaro y los otros cuatro salimos a bailar.
   Ahí fue cuando me pareció verla por primera vez. Estaba oscuro, me había tomado varios vasos de fernet y entre el tumulto de la gente no estaba seguro, pero podía ser ella. A pesar de que hacía tiempo que no nos hablábamos, seguíamos siendo amigos en facebook y de vez en cuando nos cruzábamos por la noche rosarina y nos poníamos a hablar. Ella siempre muy simpática y amable y yo siempre muy chamuyero. Al principio solíamos terminar en una esquina del boliche besándonos, pero con el correr de los meses la relación se cortó y había pasado medio año desde la última vez que habíamos hablado. Encontrármela ahí era posible, ya que había visto una publicación suya unos días antes y confirmaba el hecho de que iba a estar en Pinamar. ¿Qué podía pasar? Habíamos terminado medio mal pero la historia siempre estaba. Después de todo, Natalia era mi ex novia.
   - Yo a Sole la vi.- Me confirmó Facundo refiriéndose a su ex novia.- Creo que está en algo con el primo de Joaquín.- Le contó a Lautaro sobre un amigo de ellos dos.
   Tenía que sacarme la duda. “Estás en Pinamar?” le mandé por whatsapp, pero no fue hasta las 7 de la tarde que me contestó un simple “Sí”. Le pregunté ¿qué onda? y que estaba haciendo, pero no me contestó hasta dos horas más tarde algo sencillo. “Estamos acá con Sole, Flor y Pau. Como hace dos años” respondió haciendo referencia a ese verano en el que nosotros todavía estábamos de novios y tuvimos esa noche inolvidable junto a Paulina.

   Esa noche en el boliche estuvimos juntos. La busqué y después de que me esquivara un rato, conseguí separarla de sus amigas (que no estaban muy contentas de verme) y terminamos contra una pared apretando fuerte. No fue hasta las 5 de la mañana cuando Florencia (la misma que años atrás me preguntaba cuando nos íbamos a poner de novios) vino de muy mal modo y nos separó para llevársela.

   Al día siguiente empezó la serie de mensajes. Durante todo el día whatsapp iba y venía, tratando de arreglar algo para hacer y para vernos, siempre de manera disimulada. Leandro se había enganchado con Victoria, una pibita de 20 años que conocía de Rosario, pero con la que nunca había pasado nada. Facu vivía de cacería y Juan Pablo (que le fue más que fiel a Giselle) lo acompañaba, chamuyándose a las amigas y sacando a bailar a las otras chicas para alejar a la victima de Facundo. Lautaro se volvió un adicto a la morochita con cara de petera y casi todas las noches a las 3 ó 4 de la mañana desaparecía para irse con ella a la casa. Yo me había encaprichado con Natalia.
   Ella estaba igual de linda que siempre, petisa, flaquita, plana por delante y con un culito muy lindo y con un bronceado ideal. El pelo, marrón lacio lo tenía un poco más corto que de costumbre, pero sus ojos negros, su boquita divina y carnosa y su naricita chiquita, seguían igual. De vez en cuando me la cruzaba en la playa, pero no era más que un simple saludo, ya que sus amigas no me querían ni ver, y a la noche en los boliches no siempre nos veíamos y cuando lo hacíamos quedaba todo en unos besos en una esquina, ya que siempre aparecía alguna de las chicas y nos separaba.
   - Vámonos a la mierda.- Le digo la séptima noche al ver que Soledad nos miraba feo unos metros más allá.- Vamos a casa, comparto la pieza con Juan Pablo y él no va a tener problema.
   Ella aceptó y antes de que las chicas pudieran hacer algo, desaparecimos. Fuimos caminando por la calle, separados, callados, sin emitir una palabra, fueron las 3 cuadras más incómodas de mi vida, no sabía que decir. Se volvió más incómodo cuando entramos a la pieza y encontramos a Juan Pablo cogiendo en la cama con una rubiecita gordita que parecía no tener problema en que nos sumáramos. Pero nos fuimos de la casa riéndonos a carcajadas.

   - ¿A dónde vamos?- Me preguntó ella después de llegar a la esquina con una sonrisa en la cara.
   - Ni idea.- Le digo.- ¿A la casa donde están ustedes?
   - No. Si llegan las chicas y te ven no les va a gustar nada.- Me dijo con sinceridad.- Vení.
   Me tomó de la mano y empezamos a caminar en dirección a la playa. Cuando llegamos fuimos en dirección a las dunas, pasando por los bares que había ahí que estaban todos cerrados. El sol empezaba a asomar sobre el mar. Caminamos un buen rato y cuando lo hicimos nos metimos un poco adentro hasta ponernos atrás de una pequeña montaña de arena. Nos tiramos uno al lado del otro y enseguida empezamos a los besos. La cosa no tardó en ponerse hot y yo terminé encima suyo entre sus piernas.
   - ¿Tenés forro?- Me preguntó después de que le sacara la remera y el corpiño y mientras ella me desabrochaba la bermuda.
   - No.- Le respondo riéndome.- Están en la casa.
   - No, no. Entonces no.- Me dijo poniéndose firme e intentando sacarme de arriba de ella. Le hablé un rato y logré convencerla de hacerlo igual.- Bueno, pero acabás en la arena.- Me dijo al final.
   Después de desvestirnos y de poner las remeras abajo para no llenarnos de arena, nos fuimos tocando de manera muy zarpada. Yo le manoseaba la conchita, metiéndole los deditos y tocándole el clítoris, mientras ella me hacía una paja divina que me dejó al palo. Cuando no daba más volví a ponerme encima de ella y se la metí para cogérmela.
   Nati me envolvió con sus piernas y brazos y yo fui metiendo y sacándosela bien despacito hasta tomar velocidad. Nati gemía y suspiraba cada vez que mi verga entraba bien a fondo suyo y me besaba con ganas. El calor y la arena complicaron un poco las cosas, pero seguimos cogiendo con ganas. Los suspiros y gemidos de ella iban aumentando a medida que le daba más duro.
   Al rato me levanté y le dije que se pusiera en cuatro. Cuando lo hizo le limpié un poco la arena de la cola y de la espalda y me acomodé atrás suyo para empezar a cogérmela. Natalia tiró su cuerpo hacia adelante y apoyó el pecho en la arena. Le agarré bien fuerte el culo y me dediqué a taladrarle la conchita con ganas. A medida que me la cogía más fuerte sus gemidos aumentaban y de fondo se escuchaba el ruido de las olas que veía cada vez que una rompía en la playa.
   - Acordate de no acabarme adentro.- Me repitió Nati entre gemidos y suspiros de placer.
   Yo le dije que sí y puse mis manos en su cintura para seguir cogiéndomela bien fuerte. Ella levantó el pecho y se apoyó sobre sus manos y cuando lo hizo estiré las mías hasta ponerlas en sus tetas y la levanté de golpe, apoyando mi pecho contra su espalda. Ella giró la cabeza y nuestras bocas se encontraron en un beso muy apasionado. Con una de mis manos la envolví por la cintura y evitando que ella se alejara de mi, le cogí la conchita con ganas.
   - Me encanta como me cogés.- Me confesó de repente.
   Eso me motivó a cogérmela con más ganas todavía- Nati tiró su cabeza hacia atrás y con cada penetración lanzaba un gemido hacia el cielo que tapaba todo ruido que podía llegar a escucharse. Mi verga entraba y salía de su concha cada vez más rápido. La solté y ella cayó nuevamente en cuatro sobre la arena. La tomé de la cintura y le di cada vez más duro. La calentura era extrema.
   - Acordate… de no acabarme… adentro.- Me dijo ella entre gemidos.
   Yo no paraba de cogérmela. Después de eso sus suspiros se convirtieron en gritos. Me pedía más y más y yo le daba lo que me pedía. La apretaba bien fuerte de la cintura y le cogía la conchita con violencia. Sentía que no podía más. Logré sacarle la pija justo, y a pesar de que le había prometido acabar en la arena, le apoyé la verga en los cachetes de la cola y fui acabando una gran cantidad de semen. Ella se terminó de desplomar en la arena completamente agitada y satisfecha y yo me acosté al lado de ella.
   - No lo puedo creer.- Me dijo después de un rato de silencio.- No puedo creer que otra vez estoy acá en la costa cogiendo con vos. Sos increíble pendejo.
   Nos quedamos unos minutos hablando y mirando a la playa. El sol ya había salido por completo a pesar de que eran tan solo las 6 de la mañana. La charla nos fue llevando a viejas anécdotas sexuales, como la vez que hicimos el trío en la cocina con Leandro, o la vez que ella se vistió de Mamá Noel para Navidad. No tardamos en volver a los besos y a pesar de que el riesgo de que alguien pasara aumentaba, no nos importó para dar una segunda vuelta ahí en la arena.


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2 comentarios - Un ganador. Capítulo 22

Lorito1972 +1
muy buenos relatos!!!
HistoriasDe
Gracias por comentar!
Lorito1972 +1
son reales? Quiero decir todo eso te pasó?
HistoriasDe
Como aclaro al principio son ficción, los personajes, quien narra, la gente que participa. Algunos están basados en historias que me pasaron o historias parecidas. Cuales son reales y cuales no, prefiero que te quede la duda así no se pierde la magia jaja