Confesiones de un potencial Adicto P.1

Quién sabe si es una adicción o tan sólo una excusa....

Mi nombre no tiene importancia, pero diremos que es Miguel.
Actualmente tengo 24 años, soy un joven de buen porte, de amplios apetitos sexuales, una imaginación muy latente y, pues seré algo cursi, un corazón algo quebrantado.



Años que no visitaba el foro, pero no he dejado las andadas, pese a todo, muy pocas veces he concretado encuentros en los cuales iba a suceder algo; sin embargo ante sucesos que rigen lo personal, pero se mezclan con lo casual me han llevado a, de alguna manera, venir a comentar mi experiencia, relatandola de la mejor manera.
No sólo pienso que será entretenido escribirlo, también creo que me aliviará un poco los pecados que he cometido con mi carne.



Para introducir un poco a mis penurias y aventuras.
Me encuentro en una relación a distancia, la cual ha tenido sus fases débiles como fuertes, de ese cariño juvenil, pero no tan inocente como cuando uno pasa la pubertad.
Ya son años de esa relación, difícil por supuesto, y de inmediato digo, relación a distancia no funcionan! Las razones y fundamentos de esto son muy largas y no nutrirán de nada este relato, asi que prosigamos.



Entre los altibajos de esa relación, he cometido en un par de ocasiones cosas de las cuales no estoy orgulloso, más que nada por calenturas espontáneas de fuerza tremenda que no han hecho más que arrastrarme a buscar placer, domiado por la irracionalidad he gastado dinero tontamente, como también he ido de "paseo" con resultados no muy inocentes.


Mi relación es una muy especial, pero lastimosamente creo tener algún tipo de adicción al placer sexual, me ha sido más que difícil contenerme en varias ocasiones, y repito, no me enorgullecen para nada.
Cuando se puede, acudía a mi pareja para que tengamos diversión, pero dada la distancia es muy difícil y son contados casos en los que podemos divertirnos sexualmente.
Entre abstinencia y el "hacerlo solo" buscando algo de estimulo en la red, he caído en numersas cosas, pero el objeto de éste relato no serán las veces que he visitado señoritas de paga las cuales muy poco provecho me han sacado; y mucho menos -aunque tal vez para una próxima ocasión- las veces que me he aventurado más con los actos sexuales siendo cosas más "locas", vistiendome de mujer, teniendo o mejor dicho intentando tener algo de carácter homosexual.
Serán historias cortas, pero muchas de ellas frustradas.



El objeto de éste relato será la chica que me atormenta y me anhela sexualmente, la llamaremos Patricia.



Patricia es una conocida de ya un par de años, jamás le presté atención pese a que ella realmente intentaba tener algo conmigo, más de titnes románticos, ella es una jovencita de mi edad, piel tono canela, delgadísima, no más de 1.
65 de estatura, unas piernas de decente grosor que sostienen un trasero tan inocente y redondo como un par de pelotas de fútbol de salón pequeñas y desinfladas, un torso delgado, senos que no necesitan sostén, y un rostro que pues, no es de lo mejor pero denota el deseo al instante.


Ella me mandaba mensajes constatemente, una persona muy insistente y molesta, por lo que finalment eopté por darle un alto.
Cortando toda comunicación con ella me dejó de molestar po un buen tiempo.
Por azares de la vida y detalles que a la historia no van al caso, terminò yendo a un espacio de mi trabajo muy ilusionada con verme, cuando la verdad era que yo solo requería que sea una clienta más.
A raíz de eso su actitud volvió a ser la de antes, pero ante mi corazón algo cansado le acepté el salir por un café.


Ese día no fue la gran cosa, ella se aprovechó de mi cansancio del "trabajo" para darme masajes los cuales ella presumía mucho, me dejé.
No pasó nada más y yo, estupidamente, acepté nuevamente una invitación suya.


Esta segunda ocasión fue muy pesada, ella es una persona a la cual me es difícil soportar por la gran brecha que existe entre nosotros, gustos y disgustos y demás factores que influyen en que yo esté nada interesado en ella.
Pese a todo eso, cansado y algo frágil fui sucumbiendo a su notable deseo de tenerme, el cual en su momento no era tan sexual como hoy en día.
Sentados en un parque me puse a molestarla diciéndole lo aburrido que me es compartir con ella, cerré los ojos con simulación de estar durmiendo, pero cuando los abrí minutos después, ella estaba agitada a un lado, noté eso y me extrañó, a lo que después de varios minutos insistiendo le saqué el por qué.


La muy fresca había intentado besarme mientras yo mantení ala guardia baja, me sentí alagado y la vez disgustado, hablamos al respecto en diversos tonos, de broma y de enojo (en especial de mi parte), entre juego y juego, palabra y palabra, empujones ligeros de por medio "amistosos" nos miramos y nos besamos.


Uno de esos besos que haces cuando ya tienes semanas con tu pareja, de esos enormemente eróticos en donde las lenguas se cruzan una con la otra como si fueran dos pulpos intentando ahogar a su presa.
Mi miembro instantáneamente se puso en marcha, sentí una ligera naúsea en mi interior, pero la misma era acallada por un pesado sentimiento de placer, uno que decía "esto está tan mal.
tan mal.
"

El sabor de besar a alguien que quieres a alguien por sólo descargar placer erótico es muy pero muy diferente, se los aseguro, prefiero el beso a la persona de cariño, pero debo admitir que la tensión que provoca esa sensación de estar haciendo algo MAL es muy atractiva también, aunque esta última deja terribles secuelas en las que las noches se vuelven eternas ante la pesades de haber hecho algo mal.


Entre el beso alocado, mi mano se escurrió a su cadera tocando la piel fría que se mostraba ante la polera corta que usaba, nos separamos repentinamente y lo siguiente fue una conversación de lo mal que estaba lo que pasó, pero ella, tan pendeja como es y no admite, lo había disfrutado tanto que comenzó a jugar sus cartas.
Me sentía fatal, pero aún así accedí a darle un par de besos más, y ahí supuestamente debería haber terminado la aventura.



Mi mayor error fue el continuar dándole cuerda en lugar de cortar cualquier comunicación con ella, lo que muchos días después se convirtió en una visita en casa donde conversabamos, pero ante un latente deseo sexual, me abalansé, no literalmente.
Dejé que tocara mi torso, lo masajeó y yo llevé sus manos dentro de mi polera, ella estaba nerviosa pero muy ilusionada, me quitó mi polera y ella se contenía, su respiración entre cortada y manos temblorosas se notaban.
Me movía ligeramente y ella solo temblaba más y más, hasta que uno de esos momentos, de sorpresa, me lanzé ahora sí a ella, nuevamente unos besos en los que la saliba recorría de boca a boca, las lenguas no dejaban de bailar.


Estuvimos así un rato, hasta que ella, algo más atrevida, me sugirió lamer su cuello, así hice; paso segundo ya quería que lamería sus senos, los cuales se mantenían cubiertos por su blusa y brasier (aunque realmente dudo que tenga muchos brasiers ante la obvia inutilidad de los mismos) Me fui desanimando y ahí acabó la jugarreta.



No pasaron mayores cosas sino hasta una noche en la que conversabamos, ella trajo los sucesos previos a la conversación, y ante mi pesar y varias cosas que me complicaban, fui cediendo.
Terminé, entonces, comenzando algo que me atormentaría hasta hoy.
con las simples palabras "Quiero portarme mal.
Muy Mal" comenzó todo.


Esa noche fuimos conversando de las cosas con tonos ya más rojos.
Una cosa llevó a otra y nuestra conversación no podría ser menos inocente, compartíamos fotos de nuestros cuerpos, mensajes mencionando la situación y ella, mucho más allegada a mí, presionando comentarios para que tuviesemos algo.
Ya alrededor de las 5am, concretamos algo; iría a su casa y todo lo conversado en el chat podría hacerse realidad.


Me eché una ducha, y con un cansancio terrible por haber quedado despierto toda la noche, me encaminé a su casa, intentando mantenerme lo suficientemente caliente para darle el gusto; que bueno, a mi no me iba a ir nada mal el relajear.


LLegué a su casa, tomamos un café para que nuestros cuerpos tengan un estímulo más, me llevó a su habitación y me abrazó.


Abrazados ahí, yo algo incómodo y algo más tímido comenzó a masajear mi torso, ligeramente, en círculo y se fue acercando a mis labios, nos besamos nuevamente, de a poco.
Ella besa horrible, abre la boca y besa tal cual, dejando el rostro como si estuviese vacío, solamente cuando la situación sube de tono, las cosas mejoran, pero hasta eso, es como besar una aspiradora.
Continuamos, ella seguía tocándome y yo me dejaba, debo admitir que en varios casos prefiero que se me haga todo, y en este particular, pese a la noche tan erótica que habíamos pasado, no tenía el ánimo para toamr iniciativa.
Ella se quejó.


- Por qué eres tan rígido, vamos, hazme algo!

- Estoy algo cansado y tímido -le dije- Pero adelante, tu puedes disfrutar

- No será así divertido -replicó Patricia- Te necesito más lindo conmigo, ven acércate.


Me llevó a la cama, me sentó junto a ella y comenzó a portarse muy sumisa

-Vamos, sé bueno.
O si quieres, sé muy malo -comentó con voz suabe mientras masajeaba mi torso-

Decidí, entonces, que no me sentía muy a gusto en la situación, el cansancio era lo suficientemente grande y el pesar y confusión también.
Pero como prácticamente llevaba el cerebro muerto y el corazón confuso, jugué al juego.

La besaba y ella a mí, de a poco el desagradable besar de ella se hizo agradable ante su exitación, me fue desvistiendo dejándome con el torso al descubierno, ella lo disfrutaba, lo anhelaba y se lo dí; me eché y ella quería que la desvistiera, pero me rehusé, más que nada por molestarla.
Ella misma se quitó su blusa pero en el contínuo hacer "dvertido" el encuentro, me rehusé a mirarla.
Ella se sitnió incómoda, pero luego le vió el lado amable.


-Bueno, si no me vas a ver, ven.
-me jalaba ligeramente del cuello mientras decía ésto- abre la boca y comienza a besar esto.


Me llevó a sus pechos, no fue difícil darse cuenta de los mismos, por los pesones, aún así, no snetí demasiado porque de mi preferencia son pechos de mediano tamaño, más palpables.

Después de usarme un poco así, se sentó en mi entrepierna y comenzó a frotarse pantalón con pantalón.


- Qué haces? -pregunté de manera inocente, cuando en mi cabeza tenía memorias de cosas mucho más avanzadas-

- Qué parece? te estoy montando.
-decía con voz jadeante- No del todo, pero es algo así.


Ahí me di cuenta que ella tenía la idea de que yo era virgen, cosa que no era la realidad.


Continuó así y luego me levantó, para abrazarme mientras nos manteníamos de pie.
Ella besaba mi torso desnudo mientras pedía que la tocase, así hice.
Me puse algo más juguetón y amasaba sus nalgas y aprisionaba su espalda.
A mi me agrada también una buena cadera y una espalda sensual, asi que ahí sí estaba más a gusto masajeándola así.


-Ven una vez más -me dijo Patricia jalándome a la cama- Sigamos.

Ella se echó, su largo cabello cubría sus senos fácilmente, tenía el torso descubierto y atrevidamente le lamí el estómago, lo disfrutó con creces.


Comenzó a tocar mi entrepierna, donde se sescondía una erección llena de deseo más que del placer causado en la velada.
Desabrochó mi pantalón y masajeaba ahora mi ropa interior, palpando mi miembro que rondaba los 19cm, en situaciones ha llegado a medir hasta 21cm, momentos de exitación enorme, pero hoy estaba relativamente tranquilo.


-Está bien? Puedo tocarlo? -me dijo sin apartar la mirada al miembro-

-Sí, tócalo.


Lo masajeaba y yo podí aver en sus ojos como la pupila o quedaba tranquila, demostraba lo deseosa que estaba, comenzaba a apretarlo más y más, hasta que noté como ell aquería algo más.


-Puedo sacarlo? -me dijo esperanzada-

No me negué.


Sacó el miembro de sus aposentos y lo comenzó a tocar con ambas manos, muy entretenida y tranquila, pareciera que ella no quería masturbarlo con fuerza, solo sentirlo; eso fue otra señal de que me creía un virgen novato.


Continuó así por varios minutos, masajeando la punta y la base, hizo algo interesante que fue tocar los testículos, al menos fue interesante para mí en ese momento.
Tocaba y tocaba lo cual me comenzó a animar pese a que no eran toques bruscos ni encaminados a una masturbación con final feliz, tan sólo un masaje.


-No quieres nada? -se puso sugerente- Tal vez, no sé.
Mi espalda está al descubierto, por qué no la disfrutas? -me dijo después de un breve silencio a su primera pregunta, ella ya sabía que tenía un cierto gustos por la espalda y caderas.


Se dió la vuelta y yo comencé a besar con ligeresa, no muy apetecido, mordí y lamí, lo cual hice con más ánimos, pero tener mi verga al aire realmente me comenzó a hacer perder las razones que me contenían.
La situación tan inadecuada, el engaño que propinaba a mi pareja con Patricia era de lo más vil, y justamente hacer un mal tan pero tan grande también me exitaba.


Atrevidamente le pase la verga por la espalda, ella lo sintió y podía notarla jadeante al sentir el miembro en su espalda, pero no fue sino hasta que lamiendo su espalda, me encaminé a bajarle de a poco sus pantalones, introduciendo mi lengua en el inicio de sus nalgas, la metía con un ánimo que pareciera que yo era quien deseaba más ese momento, ese encuentro.


Su pantalón no era el más apretado, así que fue fácl quitarlo sin desabrochar nada, dejo su culo al descubierto al que yo masajeé como si fuera una masa de hornear cualquiera, lo apretaba y apretaba, con bastante fuerza y con ambas manos, pude ver el ano, cosa que no me interesaba y más abajo una inocente entrada.
Los labios de la vagina se escondían allí abajo, y entre masajeo y masajeo, continué subiendo el tono de la situación.
Mordía sus nalgas, las lamía, pero no dejaba de apretarlas con las manos, mi verga seguía al aire sin diversión, ya que mi atención eestaba en otros lados.


Como no teníamos condones, rápidamente descarté el hacer cualquier cosa de la que me arrepentiría; continué con las lamidas y masajes hasta que finalmente, una húmeda y necesitada vagina tuvo lo que quería.
La sorprendía metiendo dos dedos, ella realmente no esperaba que la tocara, gemía con un buen tono, cosa a la cual no estab aacostumbrado, casi todos mis encuentros han sido más silenciosos y tranquilos, más que nada por razones de romance juvenil.
Me gustaba escucharla gemir, y no me contuve.
Continué con dos dedos, pero ella no era mi pareja, no le tenía cuidado y la verdad tan poco estima que de manera desconsiderada le introduje 3 dedos, quería introducir un cuarto, pero creo que hubiera sido demasiado.


Con tres dedos metía y sacaba haciéndole gemir a toda voz,mi verga lastimosamente había perdido sus ganas y cayó tendida, poco exitada pese a que la situación era más agradable.


- Cómo te sientes? -decía entre intensos gemidos- Cómo te sientes? -continuaba mirándome mientras mis dedos entraban en su vagina.


Su vagina era extraña la verdad, fue la primera vez que la toqué, hubiera querido que fuese la última, pero no es el caso.
No era del todo húmeda, tampoco era del todo seca, pero los labios algo pequeños pero calientes dejaban entrar a un lugar algo áspero pero con cierta humedad, se sentía más grande de lo que debía, me quedé pensando un poco en ello mientras seguía.


No dejé de meterle los dedos, su pregunta me molestaba, asi que la agarré con la otra mano de manera brusca la espalda para hacerle notar mi presencia algo más dominante, ella giró la cabeza y quedó totalmente tendida boca abajo.


-Crees que alguien virgen habría conversado contigo como lo hicimos anoche? No soy tan tonto, tan inocente -le dije mirándola mientras ella sacaba la cabeza para mirarme también.


Seguí con la masturbada, más fuerte y mucho más veloz, sus gemidos retumbaban en su habitación, a lo que finalmente sentí ese ligero saber seco de la vagina cuando ésta se pone satisfecha, o bueno, al menos mi experiencia me dictaba que llegado cierto punto, la vagina cambiaba de textura denotando que se había alcanzado cierto éxtasis, asi que fui más generoso y le prgunté -Lo sigo haciendo? - y ella me respondió que no con un movimiento de cabeza.


Ya había terminado, me vestí y fui al baño, me sentí algo nauseabundo, había engañado a mi pareja, me lavé la boca y las manos muy bien y salí.
Conversamos unos momentos y en ese momento ya debíamos salir de su casa, eso hicimos y esta primera experiencia había terminado.




Me fui a casa y me sentí todavía mal, lavé mi torso y cuello, no me sentía muy a gusto con lo que había hecho, y aún así, me senté a pensar en lo sucedido y terminé masturbándome acabando con el deseo que estaba retenido en mi verga.
Salió bastante semen, de esperarse, la acción había sido larga, sin final hasta ese momento, por tanto la carga era notable.



Esa noche hablamos un poco Patricia y yo, yo quería cortar las cosas así, por mi disgusto, pero claros síntomas de mi apetito sexual se mostraban en los día sposterores, me masturbaba e insinuaba a Patricia.
Una vez terminaba de masturbarme, el deseo cedía, pero no era mcho el alivio ya que después éste volvía.
Un sentimiento horrible.




Eso ya pasó hace mucho, mucho tiempo, aún así PAtricia exigió que nos veamos un par de veces más ya que no "habías hecho todo en esa primera ocasión", que pues, ya se imaginan a qué se refería, después de un par de encuentros más, le cumplí su deseo y me la cogí en mi propia cama.
Las historias previas a eso, no son muy largas, y la de ese día tampoco ocupan mucho, pero esos serán unos próximos relatos que estaré de a gusto a revelar en especial si éste primero ha sido de gusto de los lectores.



Como un pequeño añadido.
Después de que me cogí a Patricia como ella tanto quería, finalmente quedé libre.
de ella al menos y lo peor no por demasiado tiempo.
El hambre sexual, la curiosidad, el apetito son tan pero tan peligrosos.
Muy peligrosos.


Con esto cierro el primer relato de Patricia y mis confeciones de un potencial adicto sexual.

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