Una chica curiosa. Capítulo 5

Una chica curiosa. Capítulo 5

Esta es la historia de Paula, una chica que a los 19 años la curiosidad la empieza a llevar por experiencias nuevas que cada vez resultan ser más intensas. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

Capítulo 5: Regalo de Navidad
   Después de no haber ido a mi cumpleaños porque “sus amigos no tenían ganas de ir a ese boliche”, Lucio trató de arreglarla de muchas maneras. Me mandaba mensajes constantemente, me proponía de salir a bailar o juntarnos para vernos, me daba regalos y hasta me invitaba a su casa todos los fines de semana. Sin embargo yo estaba bastante enojada con él y además había pasado algo que me había hecho re plantearme algunas cosas.
   La noche de mi cumpleaños terminé muy borracha y cuando me fui a dormir a lo de mi amiga Noemí, tuvimos muy buen sexo. Me había gustado, eso no podía negarlo y ya lo había asumido, pero lo que si negaba o intentaba hacerlo era mi interés por las mujeres. “No soy lesbiana” me decía a mi misma cada vez que pasaba por en frente de un chico lindo y lo miraba con ganas. ¿Entonces por qué me había gustado tanto? ¿Por qué había disfrutado de esa manera el haber estado con una mujer? “Fue una locura de una noche” me decía mi cerebro tratando de convencerme de que era solo algo pasajero.
   Para colmo esa noche había repercutido de la manera que menos esperaba en mi amiga. “Todavía sigo disfrutando de lo que hicimos el sábado” me dijo Noe el lunes siguiente en la facultad y yo la miré sorprendida. Le dejé en claro que había sido algo del momento y ella entendió perfectamente por lo que no me presionaba ni me intentaba convencer de que lo hiciéramos de nuevo. Sin embargo la sola presencia de ella me ponía bastante nerviosa. Intentaba arreglar con Antonella o alguna de las otras chicas para estudiar sin tener que verme con Noemí, pero era bastante difícil.
   Los primero días de Diciembre tuvimos el cumpleaños de Andrés, el novio de Vanesa y compañero de la facultad nuestro, y con el fin de evitar que volviera a suceder lo de esa noche, no tomé una sola gota de alcohol y cuando se hicieron las dos de la mañana le dije a las chicas que me sentía mal y me fui. En las mesas de examen de fin de año, llegaba, rendía y me iba directo a mi casa y si alguna de las chicas me preguntaba algo, simplemente les decía que tenía que ayudar a mi vieja con algunas cosas. Por suerte llegaba fin de año.
   “Pero si te gustó, ¿por qué la esquivás?” me preguntaba mi yo curiosa. “Porque sí. A mí me gustan los chicos y eso fue solo para probar, no quiero que ella se piense cualquiera.” Le contestaba mi yo más puritana y tradicionalista. “¡Pero te gustó!” insistía la provocadora y extrovertida, “Pensá en tu vida sexual y decime que no es algo importante. Solo estuviste con un chico, nunca hiciste nada sarpado, nunca le entregaste la cola… ¡Nunca le hiciste un pete Paula! Por favor”. “¡Basta!” me grité cansada a mi misma y a mi cerebro que no paraba de pensar. “Me gustan los chicos y punto”. Necesitaba negarlo todo.

   Lucio no era el único que parecía ponerse mimoso y necesitado durante las fiestas. Santiago, el chico que conocí en un boliche con el que me venía hablando hacía varios meses, también me mandaba mensajes para invitarme a salir y hacer algo y como yo decidí que tenía que probar de estar con alguien más, terminé aceptando. Me buscó un domingo a la tarde por la puerta de casa y fuimos al parque a tomar unos mates y comer algo mientras hablábamos de nuestras vidas. Era súper simpático y divertido, pero se notaba que su única intención era estar conmigo para sacarse las ganas, ya que no podía controlar sus ojos cada vez que un short cortito con un buen culo pasaba caminando.
   - Hacemos una fiesta con unos amigos la noche del 25. Es en una casa en zona sur, pero va a estar bueno porque va a ir bastante gente. ¿Querés venir?- Me preguntó cuando levantamos las cosas y empezamos a caminar para volver a casa.
   - Estaría buenísimo.- Le respondí emocionada por la invitación.- Hablo con las chicas y te confirmo.
   El problema era que invitar a las chicas significaba invitar a Noemí, lo que tenía a mi favor es que ella solía ir a pasarse las fiestas al pueblo donde vivían sus abuelos, por lo que me arriesgué a consultarles y en efecto las únicas que se sumaron fueron Antonella y Fabiana, la cual iba a ir con Fernando, su novio. Así, la noche del 24 después de comer y empezar la Navidad con la familia, nos juntamos para ir a la fiesta que Santiago nos había invitado.
   Llegamos a la casa y vimos que era enorme y con un patio gigante. Había muchísima gente, tanto que me llevó un buen rato encontrarlo. Santi estaba casi al fondo con un grupo de amigos y se notaba que estaba bastante tomado. “¡Paula!” me gritó apenas me vio y me saludó con un abrazo de mejores amigos. Yo lo saludé y enseguida me puso un vaso de fernet en la mano y me sacó a bailar la canción que sonaba en ese momento. Se lo presenté a las chicas y a Fernando y a pesar de que mi intensión era quedarme un rato con ellas, Santiago no me soltaba de la mano y hacía fuerza para alejarme de ellas. Me dejé llevar por él después de un rato de forcejeo y terminamos entrando al quincho de la casa que estaba a oscuras a pesar de que había varias personas adentro.
   Fuimos hasta una esquina y enseguida me hizo su prisionera y me comió la boca de un beso. Me dejé llevar por el beso apasionado que me dio y nos pusimos a chapar como dos calentones semi escondidos. Enseguida Santiago se emocionó y sus manos bajaron de mi espalda a mi cola y su boca de mis labios a mi cuello. A pesar de que había mucha gente yo no pude evitar calentarme por sus besos, pero algo de racionalidad en mí le dijo que frenara pues había gente que nos estaba viendo.
   - ¿Querés que vayamos a mi casa?- Me preguntó él entonces.- Vivo acá a media cuadra.
   Dudé por unos segundos. No estaba del todo convencida de querer estar con él, solo lo había visto una vez y a pesar de que habíamos hablado algunas veces por WhatsApp, no había mucha confianza. Sin embargo recordé que mi yo provocadora me había obligado a probar cosas nuevas con otros chicos y después de regalarle una sonrisa, le dije que sí. Él me tomó nuevamente de la mano y me llevó a máxima velocidad hasta su casa que estaba cruzando la calle a unos pocos metros.
   Entramos y fuimos directo por un un pasillo que había a la derecha y que conducía a su pieza. Cerró la puerta y me dijo algo de que su familia estaba en el living y que por suerte no nos vieron, cosa que me puso un poco nerviosa. Pero ya estaba ahí, por lo que me dejé llevar por el momento. Santiago se sacó las zapatillas y se sentó en la cama diciéndome que me sentara yo también. Al principio me pareció un poco forzado pero una vez que nos volvimos a besar, el momento que se había creado en el quincho hacía unos minutos, reapareció.
   Nos fuimos acostando sobre la cama a medida que nos seguíamos besando y de a poco empezamos a soltarnos. De entrada las manos casi que no aparecieron pero lentamente empezaron a jugar un papel muy importante cuando comenzamos a tocarnos con ganas. Él se acostó sobre mí y yo le abrí las piernas para que se acomodara. Le fui desabrochando la camisa hasta que terminó a un costado de la cama y pude ver que tenía un tatuaje con símbolos raros en el pecho y el brazo derecho. “Wow” le dije sorprendida al verlo y él sonrió y me preguntó si me gustaba, a lo que yo le dije que sí.
   Nos seguimos besando y él comenzó a bajar por mi cuello tal como lo había hecho antes mientras sus manos se posaban en mi cintura. Me fue levantando la remera hasta sacármela y automáticamente fue hacia mis tetas. Les pasó la lengua varias veces de lado a lado y mientras las besaba me desabrochó el corpiño hasta sacármelo. Se concentró un buen rato en mis pezones mientras que yo me relajaba y empezaba a disfrutar de la situación. Santiago siguió bajando por mi cuerpo hasta llegar a mi cintura y rápidamente me desabrochó el short y me lo bajó para dejar al descubierto una bombachita muy chiquita de color claro.
   - ¡Que linda!- Me dijo sonriendo con esa boquita perfecta que tenía.- Ahora te voy a dar un regalito de Navidad.- Agregó después y se paró para sacarse la bermuda y el bóxer.
   Tenía una pija de unos 16 centímetros y estaba completamente dura. Se acostó nuevamente sobre mí y la pude sentir que se apoyaba sobre mi conchita que ya comenzaba a mojarse. “¿Querés que te coja?” me preguntó al oído y después bajó una vez más hasta mi cuello para lamerlo. “Sí” le contesté yo bien caliente y con deseo. Me sacó la bombacha y la tiró por los aires y se lamió dos dedos que después los pasó por mi conchita provocando que mi temperatura subiera más. Se tomó la pija con la mano y lo próximo que sentí fue como me penetraba.
   - ¡Mmm sí!- Dije en voz baja una vez que la tuve totalmente adentro y Santiago se recostó sobre mi cuerpo.
   Comenzó a cogerme despacito de entrada, mientras me daba un beso bien apasionado. De a poquito empezó a mover la cintura hacia adelante y hacia atrás haciendo que su pija entrara y saliera suavemente de mi concha. La velocidad iba en aumento y con eso aumentaba el placer que recorría todo mi cuerpo. “¿Te gusta?” me preguntó una vez más al oído y nuevamente yo contesté de manera afirmativa dándole pie a que me cogiera un poquito más rápido. Santiago se siguió moviendo hacia adelante y hacia atrás y su pija cada vez se sentía mejor adentro mío.
   Después de un rato, me estaba dando bien fuerte. Mis piernas se levantaron un poco por el aire y sentía su cuerpo golpear contra mi cintura y mis muslos cada vez más rápido. “¿Te gusta?” me volvió a preguntar y una vez más le dije que sí mientras cerraba mis ojos y disfrutaba de cómo me cogía. Se sentía raro, no era Lucio, no era a lo que yo estaba acostumbrada, pero no podía negar que me gustara y que lo estuviera disfrutando. Él me miraba con esos ojos celestes hermosos que tenía y me calentaba mucho saber que era casi un desconocido para mí.
   - Acostate.- Le dije casi que dándole una orden.
   Él obedeció y se recostó sobre la cama y automáticamente yo me senté encima de su cintura con su pija adentro de mi cuerpo haciendo un gesto de placer cuando esta entró. Empecé a moverme despacio hacia adelante y hacia atrás, pero la calentura que me estaba provocando la situación hizo que no me pudiera contener y que empezara a moverme bien rápido. Mis gemidos se hicieron sentir, pero al recordar que la familia estaba en la misma casa cerré la boca y me mordí el labio inferior para evitar gritar.
   Santiago tenía sus manos en mi cintura acompañando cada movimiento que yo daba y me miraba con cara de fascinación. Su pija se sentía muy bien sobre mi cuerpo y me daba mucho placer. Apoyé mis manos sobre su pecho bien fuerte y comencé a moverme como loca sobre su cintura. Él tomó mis manos con las suyas a la altura de las muñecas y las apretó firmemente. Me estaba poniendo como loca. No podía controlar mi cuerpo de lo bien que se sentía. Me movía cada vez más rápido, dando rienda libre a mi cintura que descontrolada, iba en todas direcciones.
   Sentí como un mini orgasmo llegaba a mi cuerpo y me provocó moverme de manera más violenta aún hasta que acabé y con un fuerte alarido frené de golpe y lo miré con deseo. “¡Que loquita que te ponés!” me dijo él y nuevamente sonrió y esa sonrisa me voló la mente. Lo tomé de la cara y le di un beso y me acosté al lado suyo. Santiago enseguida volvió a arrodillarse entre mis piernas y me metió su pija una vez más tomando mis piernas con las manos a la altura de mis tobillos. Comenzó a cogerme bien fuerte y su cara de placer lo dijo todo. Segundos más tarde sacó su pija de mi cuerpo y se dio el lujo de acabarme sobre la conchita, la cintura y un poco de la panza con lechita bien calentita.
   - No me pude contener, nena.- Me dijo con sonrisa pícara y mirándome a los ojos.
   - Está bien.- Le dije yo rendida ante su carita angelical y al orgasmo que me acababa de provocar su pija bien dura.
   Nos levantamos, nos cambiamos y volvimos a la fiesta saliendo de su casa a las apuradas y como si nada hubiese pasado. Él se fue directo con sus amigos y yo me reuní con las chicas que me pidieron que les cuente todo apenas las vi. Rápido le dije lo que había pasado y su reacción de sorpresa fue tan evidente que les tuve que pedir que no exageren. La curiosidad me había llevado hasta la cama de un desconocido y me había gustado. ¿Era eso en realidad lo que quería? ¿Experimentar un poco? ¿Liberarme? Estaba decidido, tenía que salir a divertirme más seguido y a acostarme con más chicos.


CAPITULO 1

ANTERIOR

SIGUIENTE


OTRAS HISTORIAS:
UNA DIOSA. CAPITULO 1
UN GANADOR. CAPITULO 1
A TODO MOTOR (FANTASIA)

3 comentarios - Una chica curiosa. Capítulo 5

Pervberto +1
Bella descripción de los descubrimientos.
HistoriasDe +1
Muchísimas gracias!
exiliado-40 +1
uuuuuuuuuuuu ahora entiendo mas coasas jjajajajaajjajaja +5
HistoriasDe +1
que será lo que no entendías? jajaja
exiliado-40
@HistoriasDe mejor no hablar de ciertas cosas, decia lucas prodan