Ellas o yo.

Buen año 17! Sigo con la continuación de ésta hermosa saga de vecinos mirones! Aquí los anteriores:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2929372/Ellas-encima.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2928605/Ellas-de-su-lado.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2926747/Ellas-al-otro-lado.html

Cuando se abrieron las cortinas y aparecieron las dos mujeres desnudas del otro lado de la calle, Luciana se estremeció. Sintió que se empapó de la calentura al instante y quedó paralizada. Quería que se besaran, que se cojieran. Todo el deseo morboso de espiar el goce de otros le salía por los poros. Su rostro se enrojeció, sus ojos no se despageban de la ventana de enfrente. El la veía caliente y su poronga se puso dura como una piedra mientras miraba por los binoculares.
Pero pasó lo impensado. En vez de dejarse ver, las chicas se sentaron una al lado de la otra en su cama esperando que ellos hiciesen algo. Ellas querían verlos y eso no estaba en los planes de nadie.
Luciana contuvo la respiración unos segundos. Sintió que la vida dentro suyo se movió en su vientre y le volvieron todos los miedos y prejuicios que estaba intentando dejar de lado con ésto.
- Que mierda quieren, que cojamos nosotros?.- le preguntó medio indignada señalando la ventana del otro lado.
- No tengo idea Luli. No tengo idea.- contestó él entendiendo que se había podrido todo.
- Yo ni loca me voy a poner en bolas para que se pajeen. Olvidate. Me voy a la mierda.- dijo saliendo de la pequeña habitación. El salió detrás suyo apagando la luz antes de cerrar la puerta.
Se fue a la habitación conyugal y se tiró en la cama de costado dándole la espalda. El entró y se quedó parado viéndola. No tenía sentido intentar ninguna explicación. Los fantasmas llenaron sus pensamientos nuevamente. El pequeño brote de felicidad que había tenido cuando ella le pidió participar de sus momentos de voyeurismo ahora parecía morir para siempre.
La vió recostada, su espalda, su vientre enorme y brillante, el pequeño top que se había puesto y las calzas metidas entre sus nalgas. A pesar de todo seguía con la pija dura así que hizo lo que siempre quiso hacer y nunca se animaba. Se empezó a pajear delante de su mujer embarazada.
Se sacó el saco y la camisa tirándolos en una silla, después fue caminando despacio hasta ponerse delante suyo y allí se desabrochó los pantalones dejándolos caer hasta los tobillos.
- Qué haces? - le dijo ella levantando la mirada.
- Me pajeo, querés ver? -
- Hacé lo que quieras.- le respondió sin demasiado entusiasmo pero acomodándose para el espectáculo.
Llevaba puesto un boxer blanco. La verga se hinchaba debajo de la tela y dejaba ver la forma de su cabeza. El la agarró sin sacarla, pasando la mano de arriba a abajo por el tronco y apretando la cabeza cada vez que llegaba a ella. Con la otra mano se agarraba los huevos y se los mostraba. Ella se acomodó boca arriba más tranquila y empezando a disfrutar de ver la pija de su esposo. Se le cruzó por la mente el recuerdo de la primera vez que la vió. Habían ido al cine y después a tomar algo. La charla estuvo entretenida, se gustaron y tomaron un poco de más. De vuelta a casa no pudo cumplir con la promesa que le había hecho a su amiga Alejandra de no tener sexo en la primera noche. El estacionó en un lugar frente al río y ella se arrojó a sus brazos. Dentro del auto se besaron muy calientes. Al rato, ya con las tetas al aire buscó el bulto arrebatada y se llevó mayúscula sorpresa al ver el enorme tamaño de esa poronga. Nada en él lo hacía presumir. No era ni alto, ni flaco, ni sus manos podían decir nada del garrote que escondía entre las piernas. El la sacó y tomándola de la nuca la guió para que se la chupe. Una corriente de excitación le atravesó el cuerpo al empezar a besarla. Abrió mucho la boca para dejarla entrar y sentir con la lengua la cabeza que quería penetrar más y más hasta la garganta. El empujaba su nuca ella un poco se resistía pero disfrutaba.
Hasta que escucharon tres golpes secos en el vidrio del auto.
- Váyanse a cojer a un telo!- dijo amenazante un cuida coches con cara de pocos amigos.
El arrancó el auto y salieron rápido del lugar.
Y ahí la tenía nuevamente esa noche extraña. Ahora saliendo despacio de su encierro dentro del boxer. El se la agarraba con las dos manos. Los pantalones en los tobillos. Su panza un poco prominente sobre ella. Lampiño, con piel de bebé. Su cara fija en sus tetas hinchadas. A ella la excitó tenerlo a su merced. Desde que lo vió llorar desconsolado suplicando perdón por espiar a las vecinas sintió un extraño morbo de dominación hacia él. Verlo tan desarmado, tan frágil la calentó. De alguna manera por eso aceptó ver a las vecinas. Ahora entendía que además de espiar, lo que también deseaba era dominarlo, hacer de él lo que quisiese. Y esa noche parecía empezar a lograrlo.
- Mostrame el culo.- le dijo.
El se dió vuelta sin pedir explicación y agachándose un poco se abrió las nalgas. El orto rojizo apareció entre la piel blancuzca.
- Tocátelo.- siguió ella con tono firme.
Hizo lo que le pedía. Con el dedo mayor de la mano derecha empezó a tocarse el ojete en movimientos circulares.
- Abrí las piernas. Bien abiertas, quiero verte la pija también. -
Eso también hizo. Se sacó los pantalones de entre los tobillos y abrió todo lo que pudo las piernas apoyando las manos en la pared.
- No veo, mejor ponete en cuatro arriba de la cama. Dale.-
Y así fué el, subiendose a la cama y dándole la espalda, arrodillándose y ofreciéndole el espectáculo de su culo y su poronga a punto de estallar de la excitación que él también estaba sintiendo. Intentó agarrarse la pija y ella se negó.
- Solamente tocate el orto.-
Ese tipo de lenguaje era nuevo. Nunca le había hablado así. Todo era extraño y nuevo entre ellos.
Y así fue siguiendo con el dedo. Explorando su propio culo inexplorado hasta ese día. Empezaba a sentir cómo se estaba proporcionando una oleada de placer como nunca había conocido.
Ella se tocaba un poco los pezones. Sentía su sexo húmedo, quería llevar todo más allá. Agarró la crema anti estrías que se pasó por la panza un rato antes y se la tiró entre las piernas.
- Ponete crema en el ojete y metete un dedo. -
El gozaba de las órdenes de su mujer y sentía una deliciosa excitación en obedecer sin responder.
Se untó un poco la entrada del culo y metió el dedo índice hasta la primer falange. Se sintió extraño. El agujero se abría para dejar pasar al dedo y un placer nuevo le recorrió el cuerpo.
- Revolve adentro.-
Y el movía el dedo en círculos en su ano. Le encantaba, gozaba con la cara contra el colchón. Gimiendo despacio, gozando de mostrarle a ella su propio placer.
- Sacalo y abrí las nalgas.- escuchó que le decía y obedeció. Sintió como se movía detrás suyo en la cama, quizás acomodándose o cambiando de posición, hasta que sus dedos se posaron en la entrada del orto. De a poco ella fue metiendo de a dos. Era un poco doloroso para él pero su cuero le pedía que lo penetrara hasta el fondo. Quería sentir esos dedos adentro suyo, la mano entera si fuese posible. Quería abrirse en dos para ella, dejarse hacer para gozar. Ella metió un dedo más y empezó a meterlos y sacarlos, cojiéndolo. Lo veía revolverse de placer, así a su merced y sentía como su propio sexo se incendiaba de calentura. Después le agarró la pija pajeándolo también. No tuvo que hacer demasiado, en unos pocos movimientos se fue en varios chorros de semen espeso que cayeron en la sábana bordeaux dejando una mancha enorme. Al sacar los dedos de dentro suyo vió el cráter en que había convertido el orto de su esposo. Se excitó aún más. Le encantó ver su ano dilatado por su propia mano. Recostándose contra el respaldo de la cama, se bajó un poco la calza y se empezó a tocar.
- Lame y tragate toda la gusca que tiraste en la sábana, pero mostrándome el orto. - le dijo.
El hizo exactamente lo que ella le pidió. Moviendo el culo en cada lamida que le daba a su semen derramado. Ella se tocaba frenética, con los ojos fijos en el orto abierto. Acabó también resoplando y tirando la cabeza hacia atrás cerrando los ojos. Cuando se relajó lo vió todavía en cuatro delante de sus piernas en la cama.
- Vení, dame un beso. - lo invitó a su lado.
El se recostó en su hombro y la besó en la boca compartiendo la leche. Así se durmieron.

7 comentarios - Ellas o yo.

enrosario
Que bueno! Gracias por publicar!
Veo que el relato esta tomando nuevos rumbos! genial!
paspadohastalos
gracias a vos por comentar! les voy tomando cariño a los personajes. me parece que seguiré con ellos un tiempo mas
Lady_GodivaII +1
Guau! Me encanta la transformación de los personajes
paspadohastalos +1
gracias lady! veremos que nuevos rumbos toman sus vidas.
Lomorocha +1
Qué lindo es el morbo! Excelente el giro del relato!
paspadohastalos
gracias, si qué lindo el morbo!
Pervberto
La saga se recrea a sí misma, subiendo a los niveles más inesperados.
mimilau
"A ella la excitó tenerlo a su merced." Y cómo no.... supo aprovechar la situación...

No me podía perder la continuación...

Gracias..