Mientras, ellas.

Una pequeña vuelta a la saga de Ellas. Por nada en particular.


I
Connie se despertó sobresaltada en el asiento 32 del colectivo. Su último recuerdo era estar subiendo tambaleante al omnibus en la oscura terminal de Comodoro Rivadavia. El chofer la zamarreaba de los hombros de mala manera. Tenía cara de pocos amigos. Seguramente no los tendría.
Con la cabeza estallándole se bajó y recibió su bolso a cambio de veinte pesos de un valijero con cara de menos amigos que el chofer.
Con el bolso en el hombro y el cuerpo que no le respondía revolvió sus bolsillos. Cuarenta y tres pesos era todo su capital. No sabía qué hacer.
Salió por la puerta principal de la terminal de Rosario. Un mundo de hormigas humanas transcurría alrededor suyo. Todo era agobiante. Caminó.
Caminó sin sentido horas y horas. Era domingo por la mañana. Fuera, en los alrededores de la terminal todo era como un sueño extraño. La ciudad que era suya le parecía ajena. No había estado tanto tiempo afuera, pero le habían pasado cosas que la marcaron. Entendió de alguna extraña manera que ya no era la Connie que se fué un tiempo antes.
De repente apareció en el Roperito. Pensó que con cuarenta y tres pesos no podía hacer demasiado. Le dolían los pies y la cabeza. Transpiraba como loca con los pantalones de cuero.
Llamó a Miranda pero no la atendió. Se sentó en un asiento de Boulevard Oroño. Con la cara entre las manos se puso a llorar.

II
Lucía se pajeaba sin parar hacía diez días. Encerrada, viendo series de Netflix, fumando un cigarrillo tras otro y escupiendo textos pornográficos cada día en Poringa!
Otro fracaso sentimental la había hecho caer en una profunda depresión. Ya no quería salir a la calle.
Acostada desnuda en su cama, veía la mañana por la ventana. Agarró el consolador violeta y previo chuparlo para ensalivarlo, fue metiéndoselo en la concha. La dulce vibración dentro de su vagina la fue metiendo en esa sensación de placidez que le daba darse placer a cada rato. Se empezó a pellizcar el pezón derecho con la mano izquierda. Sacaba la lengua pasándola por el labio superior.
Agarró el celular y empezó a pasar de a una las fotos de pijas que le fueron llegando de usuarios de P! habrientos de su sexo. Vergas de todos los colores y formas. Grandes, pequeñas, peludas, lampiñas, con cabezas grandes, derechas o chanfleadas. Cada una le daba un pequeño toque de electricidad a su calentura. Cada una era una posibilidad de goce. De alguna manera, cada foto era esa caricia que necesitaba.
Se imaginó llena de todas esas vergas duras penetrándola. Llena de leche derramada en todo el cuerpo. Sintió los gemidos calientes de esos machos en celo comiéndola, deglutiéndola a tarascones. Siendo devorada por esa manifestación de hombres calientes que hacían fila para metérsela y llenarla de guasca. Dejándose en el cuerpo la marca de su placer.
Entró en éxtasis y por unos segundos no sintió el dolor. Se dejó llevar por la calentura y acabó.apretándo bien los ojos para no perder enseguida la sensación. Se aflojó y dejó el consolador a un lado de su cuerpo. Se volvió a dormir pensando en que debería concretar alguna de las propuestas que recibía.

III
Miranda pasaba la mañana soñada. Envuelta en el cuerpo de Magda, sentia que por fín podía vivir sin el recuerdo de Connie rondándole todo el día. Estaba en la cocina desnuda. Sentada en el mármol de la cocina con las piernas abiertas, recibía la enésima caricia en su clítoris. Parada delante suyo, Magda la chupaba las tetas que ella le ofrecía con ambás manos. Sus dedos buscaban su sexo deseoso. Llena de flujos y ansias, recibia y daba besos. acabó abrazandola fuerte por encima de los hombros. Atrayendo su cara contra su cuello. En el mismo momento del orgasmo sonó el celular que estaba sobre la mesita desayunadora. Era el ring tone de Connie. Miranda acabó y decidió instantáneamente no devolver la llamada.

4 comentarios - Mientras, ellas.

Lomorocha +2
Es bueno saber de ellas!
paspadohastalos +1
Asi están ahora. En una de esas la historia se dispara para algún lado.
Pervberto
Los senderos de tus heroínas no solamente se bifurcan sino que también se entrecruzan en nudos de placer.
mimilau
Muy bueno como siempre!