Rica paja en el tren Sarmiento

Rica paja en el tren Sarmiento

Al llegar a la estación de Castelar me di cuenta que el Sarmiento andaba mal. El andén estaba lleno hasta la manija. Al toque cayó un tren y me ubiqué lo más cerca de las vías para poder subir. El tren venía muy lleno y tuve que presionar y hacer fuerza para poder quedar dentro del vagón antes de que cierre la puerta.

Sin querer, me había colocado detrás de una mujer de unos 55 años aprox. Sin tener la mínima intención de hacerlo, la estaba apoyando. La señora se dio cuenta y forcejeó un poco hasta quedarse de costado. La seguía apoyando pero ya no en las nalgas pero si en la cadera. El contacto era inevitable. Y pasó lo que tenia que pasar. Si, la pija se me empezó a poner gomosa hasta llegar a una erección muy firme. El movimiento de la gente al acomodarse y el vaivén del tren colaboraban con esa situación.

Seguramente me debo haber puesto colorado porque la mujer cada tanto me miraba. De la vergüenza yo miraba para otro lado. Que quieren que les diga?

La tenia muy dura y me imaginaba que ella se daba cuenta. Por eso no la miraba. En un momento sentí que ella se movía como para acomodarse, movió su brazo de atrás para adelante y rozó con mucha claridad mi poronga. No se debe haber dado cuenta y me dije "acá no ha pasado nada". Al rato, repitió lo mismo pero en sentido inverso, apoyó su brazo con más fuerza sobre mi miembro. Y al ratito otra vez, como la primera vez pero mas lento. Ahí ya no me quedaron dudas. La mujer lo estaba haciendo a propósito. La miré, me miró y me sonrió pícara. A continuación levantó su cartera y se la puso a la altura de los pechos. Eso me dio cobertura como para moverme debajo de eso sin ser advertido por nadie. Me la jugué y le agarré firme la mano por la muñeca. Me miró y no me dijo nada. Llevé esa mano a mi pija y la dejé ahí. Empezó a manosearme muy intensamente.

Sus movimientos eran lentos pero apretaba fuerte. En un segundo me desabrochó el jean y me bajó el cierre. Sobre el bóxer había conseguido mayor sensibilidad sobre mi poronga. Me la manoseada con una cancha increíble. Me masajeaba los huevos de una manera espectacular. Un poco me hacía doler pero me gustaba. Y cuando llevaba su mano a la punta de mi pija, me la tocaba tan rico que parecía que me iba a ir en seco. A todo esto, no me había dado cuenta pero mi mano derecha estaba apoyada en su cintura. Entonces decidí empezar a manosearla yo. Llevé mi mano a su cola. Me miró de inmediato. Empecé a manosearle todo el culo, sobre todo tratando de llegar con el dedo a su ano y penetrarla a través de la ropa.

Ahora, mientras escribo esto, me doy cuenta que todavía no se las describí a la veterana. Tenía el pelo largo, era rubia y de rulo, estatura promedio, rellenita apenas, tenia amplias caderas y unas tetas naturales voluptuosas. Mi excitación iba en aumento, en parte gracias a que el tren funcionaba mal y en cada estación permanecía detenido una eternidad. Cuando le metía la mano en la raya, la muy pícara apretaba las nalgas y eso me re calentaba. Con mi otra mano libre pero con suma precaución que no me vieran los demás pasajeros, empecé a acariciarle las tetas. Eran enormes y blanditas. Eso provocó que la leche empezara a anunciar su llegada. Me corrió el bóxer y empezó a hacerme la paja directamente sobre la piel. Ella se ve que lo advirtió y se llevó una mano a la boca. La cargó de saliva y la bajó disimuladamente para lubricarme la pija. La saliva calentita colaboró con mi excitación. La leche se me desbordaba en cualquier momento y apreté fuerte su culo y una de sus tetas. Ella estiró su cabeza hasta mi y me besó breve pero intensamente en la boca. Nuestras lenguas jugaron un par de vueltas y se alejó otra vez. Y ahí sí, tuve que morderme la parte superior del brazo para reprimir el gemido. Acabé en sus manos y cada vez que su mano bajaba apretandome la pija, salía una cantidad enorme de leche. Se me aflojaron un poco las rodillas, se me vencieron brevemente pero pude evitar la caída.

Se limpió su mano con un pañuelo descartable y se chupó un dedo manchado con semen mirándome a los ojos. Me abroché el pantalón y me acomodé la ropa. Ella se arregló el corpiño que yo le habia corrido y se me puso de espaldas para que la apoye. La tomé de la cintura con ambas manos. Y así viajamos hasta que bajé en Flores. Ella también bajó en la misma estación y mientras caminamos juntos unas cuadras, arreglamos un encuentro.

Pero esa es otra historia.

1 comentario - Rica paja en el tren Sarmiento

dagram44
Uuuffff... que calentura me agarró!!