El engaño

Aquí no comenzó la historia... para saber cómo llegamos a ésto, visitá:
El viaje (otra reunión de trabajo)

“El hombre que no teme a las verdades nada tiene que temer de las mentiras.” (Thomas Jefferson)


Aquel sábado debía ir a jugar con mi equipo de fútbol bastante lejos. Con mi mujer, ambos practicamos deportes, pero ese día en particular ella no tenía actividad y se quedaría en casa mientras yo debía viajar hasta Gral. Rodriguez para jugar el partido.
Pero algo me hizo cambiar de idea.
En un descuido, mi mujer dejó desbloqueado su teléfono en Whatsapp y pude leer su última conversación con quien fuera su cliente (y amante) preferido, Santiago.
“En un rato se va. Venite 14.30”, escribió ella junto con una carita guiñando el ojo.
De inmediato consulté con el resto de mi equipo para saber cuántos éramos para jugar, y visto que sumábamos más de 14 personas, me bajé del partido. Pero en mi casa, continué como si yo fuera a jugar.


A las 14.15, me despedí de mi mujer en forma apurada, diciendo que ya era muy tarde, que el viaje era largo y no llegaría. Tomé el bolso, subí al auto que estaba estacionado en la puerta y me fui. Ella me despidió lanzando un beso al aire desde la puerta.
Estuve dando algunas vueltas por ahí hasta que fueron las 14.30 y me estacioné a unos metros de mi casa sobre la vereda de enfrente, y allí me quedé esperando.
No pasaron más de diez minutos que un vehículo se estacionó en la puerta de mi casa y bajó Santiago. Al parecer le había avisado que llegaba porque mi mujer abrió la puerta apenas bajó de su auto e ingresó rápido y mirando hacia los costados.
Seguí esperando en mi auto tratando de discernir en qué momento podría entrar a mi casa sin que me vieran. La verdad es que perdí la noción del tiempo pensando en eso, cuando la señal me llegó de improvisto. Mi teléfono sonó, miré la pantalla y vi que era una llamada de mi mujer. De inmediato encendí el auto, prendí la radio y atendí.


-Hola, amor -dijo ella del otro lado.
-Hola. ¿Qué pasa? -pregunté simulando intriga
-Nada, ¿Ya llegaste?- Podía percibir cierto nerviosismo en su voz.
-No, me quedan como veinte minutos -mentí -Encima la ruta está a pleno. Ya avisé que llegaba sobre el comienzo del partido. Pero, ¿pasó algo?
-No, nada,mi amor -ahora era ella la que mentìa -era para decirte que cuando vuelvas, pases por la panaderìa a comprar pan para la noche, ¿puede ser? -concluyó
-Si, dale -contesté confirmando que ese llamado era la señal que estaba esperando para entrar a mi casa.
-Buenísimo, besos. Te amo -se despidió.


De inmediato me preparé para bajar de mi auto y entrar a la casa. Cuando estaba a unos metros de la puerta, me llegò una segunda señal que me terminó de confirmar que era el momento indicado para entrar. Pude ver y escuchar como la ventana de nuestra habitación se cerraba. No sólo me iban a engañar y tendrían sexo en mi casa, sino que además, lo harían en mi propia cama.
Entre con extremado sigilo, dejando mis zapatillas en la entrada y caminando descalzo y casi en puntas de pie. Llegué hasta la puerta de la habitación que estaba abierta, la luz estaba encendida y podía escuchar sus voces.
Primero me apoyé contra la pared, no quería mirar hacia adentro de la habitación. Estaba asustado, angustiado y con mucho temor a ser descubierto.


-Mmm… ya se empieza a poner durita -la escuche decir a mi mujer, y un frío me recorrió la espalda. Yo cerré los ojos y me imaginaba la situación, pero no me animaba a asomarme por la puerta para ver.
-¿Y qué querés? -dijo Santiago -Si con esas manos y esa boquita que tenés me volvés loco. Dale, chupala toda. -le ordenó y de inmediato comencé a oír ese tortuoso sonido húmedo y hueco de esa verga llenando la boca de mi chica. Escuchaba y retumbaba en mi cabeza la respiración forzada de mi mujer con toda la garganta ocupada por la pija rígida de su cliente, la escuchaba jadear de placer, saboreando ese miembro…


No pude aguantar más esa angustia y esa tortura de imaginar lo que la realidad me hacía escuchar. Sabía que había una forma de apaciguar ese dolor y era espiando… Verlos me llevaría hacia otro sentimiento y me haría olvidar todo ese martirio. Observarlos me erotizaría y la excitación llevaría lejos a la angustia de la humillación del engaño.
Me convencí de que me debía asomar sin ser visto. Y lo que vi, produjo en mí todo aquello que esperaba…


El engaño         argentina


Él se encontraba parado al pie de nuestra cama, mi mujer, estaba arrodillada delante de él moviendo su cabeza hacia adelante y hacia atrás para poder introducirse toda esa pija dura en su boca. Santiago la ayudaba con sus manos apoyadas en su cabeza y empujándola con fuerza hacia su cuerpo para que mi chica se tragara por completo su verga.
Dea poco, aquella angustia y enojo fue cediendo paso a la excitación. Comencé a sentir como mi verga comenzaba a endurecerse dentro de mis pantalones. Quería sacar mi celular para poder tomar registro de aquel momento, pero mi temor a ser descubierto era mayor y no me animé, así que volví a ocultarme y tratar de escuchar lo que decían.


-¡Cómo me gusta cuando me chupas la pija!- exclamó Santiago.
-Y a mi me encanta tu pija -tardó en responder mi mujer. -Es la mejor pija que conozco…-la volví a escuchar decir eso.
-Si, ya lo sé -dijo su cliente que también sabía eso -Pero, ¿por qué no le dijiste a tu novio para que esté? Me parece una boludez que, si él no tiene problema con ésto, estemos ocultándonos…- concluyó y con eso comenzó a caerme más simpático el muchacho.
-Es que si él está me siento más inhibida -comenzó a responder mi novia -Y hoy no quería contenerme. Si está, quiera o no, voy a estar algo pendiente de él, de si le gusta o cómo se siente. -la escuchaba hablar con sinceridad -A mi me encanta que me digas cosas chanchas -continuó diciendo con voz sensual -Y yo decirte cosas chanchas, también. Y si está él no sé si me animaría a hablar y también me contendría cuando acabo.-concluyó.
-Es cierto -afirmó Santiago -Si él no está es más libre todo, pero deberíamos probar y ver hasta dónde podemos llegar... -hizo un breve silencio -Yo creo que va a estar bueno.
-Ok. Lo vemos -se apuró a decir mi mujer con ganas de terminar esa conversación y volver a lo que estaban -La próxima le decimos, pero ahora quiero escuchar esas cositas que me calientan, jeje -su voz fue volviéndose casi un susurro y luego escuché algo que supuse sería un beso largo y húmedo.
-Sos muy putita… -ahora era él quien hablaba con voz sensual -Sos mi putita. Y hoy tengo muchas ganas de hacerte la colita… esa colita deliciosa que tenés…
-¡Ay, sí! -festejó ella -Hace tanto que no me hacen la cola -me dieron muchas ganas, pero antes quiero que me la metas un ratito acá -supongo que ella le enseñó su conchita que debería estar muy mojada y caliente.
-Bueno, vení para acá -le ordenó y escuché como se acomodaban sobre mi colchón. A los pocos segundos comencé a oir el sonido de mi cama moviéndose y golpeando contra la pared al ritmo de sus cuerpos.


Era momento de asomarme nuevamente…
Y Lo que vi me hizo volar la cabeza.




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Mi habitación estaba teñida de un amarillo anaranjado, por las luces de los veladores de las mesas de noche que estaban encendidos, además, la luz del sol comenzó a filtrarse entre las cortinas semi cerradas lo que generaba un ambiente cálido y romántico que contrastaba con lo que sucedía sobre mi cama…
Mi mujer estaba con su cabeza apoyada en la cama con sus cabellos desparramados entre sus puños cerrados con fuerza que apretaban y arrugaban las sábanas. Sus rodillas apoyadas hacían que su cola quedase elevada por sobre su cabeza, yo la veía casi de frente, detrás de ella aferrándose con vigor a las caderas de mi novia, estaba Santiago que la penetraba con violencia golpeando fuertemente sus caderas contra las nalgas de mi mujer.


¡CLAP!¡CLAP!¡CLAP!


Parecían aplausos, pero era el sonido húmedo de sus cuerpos golpeàndose, de esa verga entrando con fuerza dentro de mi chica, de su carne abriéndose para que ese miembro llegue cada vez más profundo con cada embestida.
El rostro de mi novia era realmente indescifrable. El ceño fruncido sus ojos bien cerrados y su boca entreabierta, denotaban dolor y placer al mismo tiempo. Yo me sentía muy identificado con ello… cada golpe de sus cuerpos me dolía en mi orgullo, cada vez que esa pija entraba en la concha caliente de mi mujer era más profunda la angustia y la humillación, pero verlos en esa situación era muy excitante… escuchar los jadeos y luego los gemidos de mi mujer era de total éxtasis.
Un movimiento de su cabeza me hizo retroceder. Casi estaba dentro de la habitación totalmente hipnotizado por lo que estaba presenciando. Volví a ocultarme y a concentrarme en los sonidos.


¡CLAP!¡CLAP!¡CLAP!


-¡Aaahh! -la escuché gemir a mi novia -La tenés muy hinchada! -trataba de hablar pero su voz se entrecortaba por su respiración forzada -Me encanta… ¡Aahh! Mas fuerte, porfa… más… -trataba de hablar, pero no podía, sus jadeos iban creciendo, el orgasmo estaba por llegar.
-¡Cómo te gusta, putita, ¿eh? -le decía Santiago mientras empujaba con más fuerza y velocidad su verga dentro de ella.
-Voy a acab… -no llegó a terminar de decirlo, cuando mi mujer estalló en un grito húmedo y apagado de placer. Fue un suspiro eterno desbordado de excitación. Pude escuchar como hundía su cara en la cama para que no se escucharan tanto sus gritos, pero eso me excitó más…


Fue una eternidad, sentía que mi pija iba a explotar dentro de mis pantalones en cualquier momento.


-Ponete el forro -ordenó mi novia todavía sin poder respirar con normalidad -quiero que me hagas la cola ya…


Esperé unos momentos, tenía ganas de asomarme de nuevo, los escuchaba acomodarse en la cama y nuevamente los sonidos de sus cuerpos juntándose y moviéndose de manera más rítmica. Primero más despacio y silenciosos y luego más fuerte.
Volvieron los gemidos de mi mujer. Ahora, era bien notorio que había dolor y placer en sus gritos. Pero sutilmente las señales de dolor se fueron disipando y sólo se oía goce y excitación en la voz de mi mujer.


-¡Ay!¡Cómo me gusta! -intentaba decir ella, pero su voz se entrecortaba -La tenés muy hinchada…
-¡Uff! Qué lindo culito apretadito que tenés -le devolvía el halago Santiago -¡Cómo me gusta hacértelo!¿Te duele? -le preguntó
-N-n-no… -apenas pudo responder mi novia -Metémela toda, porfa.-suplicó con un hilo de voz -¡Aaahh! -ese grito significó que toda la verga de su cliente estaba abriéndose paso dentro de su cola. Era el momento de mirar otra vez.


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Mi mujer estaba en cuclillas sobre Santiago, con sus piernas abiertas hacia la puerta, por lo que me brindaba la mejor imagen de ellos en mi cama. Ese miembro demasiado hinchado y rígido parecía muy grande para el culo de mi mujer, pero podía verlo entrar y salir casi por completo de su agujero. Ella no paraba de gritar y, cada vez que esa pija entraba entera en su cuerpo, su rostro se transformaba en un rictus de placentero dolor. Ambos estaban muy excitados y no pude evitar contagiarme yo también. Verlos moverse como si fuese un baile, escucharlos jadear y gritar juntos, descubrir que el culo de mi novia era increíblemente elástico y podía albergar una verga enorme dentro y observar a mi chica acariciándose desbordada de excitación, a punto de llegar a un nuevo clímax, todo eso me terminó por volar la cabeza y, de repente, me encontré con mi propia pija en mi mano sacudiéndola con violencia.


-¡Aaahhhhh! -volvió a gritar mi mujer. El segundo orgasmo había llegado con mayor fuerza y ella temblaba como si tuviera convulsiones. Santiago intentaba seguir bombeando su carne dentro y eso hacía que ese grito fuera eterno.


Esa imagen fue demasiado y yo exploté y comencé a llenar mi mano con mi propio semen. Fue tan abundante que me desbordó y tuve que meter mi verga dentro de los pantalones para no comenzar a desparramar leche por el pasillo. Mi verga todavía no había terminado de escupir la última gota cuando escuché algo que me obligó a mirar otra vez


-¡Vení, vení que voy a acabar! -dijo Santiago con voz apurada.
-¡Síii! -festejó mi novia -Dale… dame toda la lechita calentita… -suplicó.


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Santiago se sacó con destreza el preservativo y comenzó a sacudir su verga en el rostro de mi mujer. Ella lo observaba con su boca abierta, pero dejando ver una sonrisa perversa en ella. Él comenzó a aumentar la velocidad en su paja y se detuvo de golpe, apretando con fuerza su miembro. La primera descarga salió con fuerza e impactó debajo de un ojo de mi mujer, luego comenzó a salir en grandes borbotones toda esa leche caliente que fue depositando con cuidado dentro de la boca de ella, que fue acumulando sobre su lengua.
Yo ya estaba totalmente extasiado viendo aquel cuadro. Luego ella tragó esa enorme cantidad de semen que juntó en su boca y se introdujo toda la pija dentro para limpiarla por completo
.
-¡Uff! -dijo ella -Casi me ahogo. Pero preparate que quiero más, ¿eh? Todavía tenemos un ratito más, ¿no?
-Si, pero rapidito, porque me tengo que estar en una hora en casa -contestó.
-Bueno, dejame ir a buscar algo para tomar y vuelvo -dijo mi chica mientras se ponía su diminuto babydoll negro que yo le había regalado.


Era el momento de salir. de allí.
Con el mismo sigilo que entré pero mucho más apurado, comencé mi retirada. Tomé mis zapatillas y salí sin hacer el menor ruido y, descalzo con mi remera, mis pantalones y mi mano llenos de semen, caminé los treinta metros que me separaban del auto.
Al llegar, me terminé de limpiar, me cambié la remera y me quedé pensando en todo lo que había vivido recién.
Algo tenía que hacer.
Y pensé una pequeña venganza.


Esperé unos minutos y tomé el teléfono. No iba a dejar que tuvieran un segundo round. Despuès de todo ya habían tenido lo que ellos querían y yo deseaba volver a mi casa para bañarme.
Seleccioné el nombre de mi novia en el celular. Llamó… llamó… llamó… ya pensaba que no me iba a tender, pero de golpe escucho su voz agitada contestando la llamada.

Pero esa es otra historia que pronto les voy a contar.

Nota: Ésta vez no hubo fotos. No me animé, perdón. Intenté buscar dibujos que pudieran representar lo mejor posible lo que veía (mi mujer no tiene pechos tan grandes, jeje). Pero no quiero irme sin dejarles una imagen de ella.


Éste es el culo que su cliente rompió mientras yo los espiaba.

cuernos


Continuará...


9 comentarios - El engaño

VillaH +1
10 me calentaste mal
sfdk +1
Genial!! Seguí así!! Q viva tu novia!!!
ferchus2008 +1
te felicito por el relato espero la segunda parte +10
tonyhara +1
Espectacular!!! quiero más!!! +10 y te sigo
19juancho91 +1
Buen relato de la novia putita, le encanta la pija se nota.
privdsalas
Jeje, si... le encanta
🤘
axndel75 +1
Exelentes relatos me los lei todos jaja te felicito tiene una cola hermosaaa e invdiable espero mas relatos por favor son muy buenos y espero fotos saludos
Lareddetrancito +1
Muy buen relató, y exitante estar escondido viendo a tu mujer gozar, éso lo máximo pará uno que le gusta ver a su mujer con otro 👍 van 10 espero otra historia., te sigo
Lareddetrancito +1
La dibujos ilustrativos son realmente como soy yo jaaaaaaaa, me gusta espiar también cómo goza mi mujer , linda historia chicos van 10 👍👏👏👏👏👏
Jossalbert +1
esperando la continuacion jejeje muy bueno