Quedé embarazada, pero no de mí marido

Quedé embarazada, pero no de mí marido





Una semana después de ese fin de semana, me hice la prueba de embarazo y dió positivo. Le dije a Carlos, mí marido, que estalló de felicidad. Estuvimos intentándolo por más de cuatro meses y no lo habíamos conseguido.
Mí nombre es Laura, tengo 35 años y hace unos diez años que estoy casada con Carlos, que tiene 37, pero estuvimos de novios desde que yo tenía 20. Prácticamente fue mí única pareja. Habíamos decidido concebir un hijo, sin éxito hasta el fin de semana pasada. El tema es que estoy segura que no es de Carlos...
El viernes pasado fuimos a un río con una pareja amiga; Emilia, su pareja Mariano, su hija de cuatro meses, Camila, Carlos y yo.
Mariano y Carlos querían salir a pescar desde ya hace mucho tiempo. Aprovechamos e hicimos una salida para despejarnos un poco y para que ellos puedan pescar.
Emilia estaba muy abocada a la labor de madre, prácticamente está pendiente de su hija y no le importa demasiado su entorno, es más, no permite que Mariano intervenga en nada.
Estamos en verano, habíamos alquilado dos cabañas cerca de un río, en un pueblo tranquilo, pequeño y alejado, para que nadie nos moleste.
Llegamos a la tarde a las cabañas, Carlos se dedicó a bajar nuestras maletas y sus cosas que había traído para pescar. Nos encargó que vayamos con Mariano a la recepción (que estaba atravesando un bosque frondoso) para pedir algunas indicaciones y abonar el total de la estadía.
Emprendimos nuestro viaje a pie con Mariano. Aproveché para preguntarle sobre su experiencia con la paternidad y él me decía lo hermoso que era pero lo difícil que se tornaba a veces, el hecho de no poder dormir, entre otras cosas. Se me ocurrió preguntar sobre su intimidad con Emilia, a lo que me respondió que "era nula desde hacía cuatro meses", lo dijo con voz angustiada. Me sentí mal en un momento, me salió abrazarlo y decirle que cuente conmigo para cualquier cosa. Me pegué bastante a su cuerpo en el abrazo y pude notar que su pene se estaba erectando. Él, avergonzado, me agradeció y se apartó de mí para seguir caminando hasta la recepción.
Llegamos al lugar, hicimos lo que nos había pedido Carlos y volvimos por el mismo camino y por el mismo bosque.
Seguíamos hablando sobre paternidad y él me decía que yo iba a ser una excelente madre y que tendría un hermoso hijo. Me dio mucha ternura, volví a abrazarlo (noté su erección nuevamente, pero me pegué aún más) agradeciéndole y colocándole mí cabeza en su pecho. Cuando nos estábamos separando, nuestras bocas se encontraron y nos dimos un beso, nos separamos sorprendidos y nos volvimos a besar pero de manera intensa, con nuestras lenguas entrelazándose. Nos quitamos del camino y continuamos besándonos hasta que llegamos a un árbol caído donde me apoyé sin separar mí boca de la suya. Inmediatamente me di vuelta, quedando mirando hacia el tronco, él levantó mí vestido (me gusta usar vestidos cortos, tengo buenas piernas y me gusta lucirlas), me bajó la bombacha, ensalivó su pene y comenzó a penetrarme lentamente. Estaba muy excitada, mí flujo permitía que su pene entre sin problema hasta el fondo. No era grueso pero sí bastante largo, estaba muy dentro mío, se empezó a mover con bastante fuerza, me dolía un poco, pero me excitaba sentir su lujuria guardada por varios meses y que yo la estaba recibiendo. Me agarraba de la cintura, subía hasta mis pechos, los acariciaba sin perder el ritmo, cada vez me gustaba más, de vez en cuando me penetraba más suave y me hacía gozar bastante. Nuevamente comienza su ritmo frenético, muy profundo, me agarra de la cintura empujando hacia él, metiéndomela cada vez más adentro hasta que se detiene descargando una cantidad enorme de semen en lo profundo de mi vagina. Mucha cantidad, todo lo que había acumulado en estos meses, estaba dentro de mí en ese momento. Me da un beso final y yo le digo -"Ya es tarde, se hizo casi de noche"-. Nos acomodamos la ropa y continuamos caminando abrazados por unos metros, afianzando nuestra confidencialidad.
Llegamos a las cabañas y no sabía cómo mirar a Carlos, tampoco a Mariano. Esa noche comimos juntos los cuatro más Camila y nos fuimos a dormir, cada pareja en su cabaña.
Al otro día, temprano, nos fuimos hasta la orilla del río, donde Carlos y Mariano iban a tirar sus cañas, en un rato se sumaban Emilia y Camila. Cuando llega Emilia, nos dice que su cabaña estaba sin agua, a lo que Carlos nos mandó a Mariano y a mí a la recepción nuevamente para que solucionen el problema (parecía a propósito). Esta vez, no estábamos tan lejos, pero había que cruzar parte del bosque. Empezamos a caminar y cuando ya no se veía más el río, nos abrazamos mientras continuábamos caminando.
Llegamos al lugar y asentamos el problema en recepción, los cuales dijeron que lo iban a solucionar de inmediato. (Ellos pensaban que nosotros éramos una pareja, ya que llegamos abrazados muy pegados)
Cuando volvíamos, nos abrazamos de nuevo y nuestros labios se encontraron nuevamente. Esta vez no había demasiado tiempo, por lo que bajé su cremallera, saqué su largo pene ya erecto y me lo metí en la boca de inmediato. Se lo recorrí completo, mí lengua no dejó un solo lugar sin saborear, en un momento logré meterme la verga completa hasta la garganta y lo hice varias veces, pero sentí un ruido y me la saqué, dejándosela muy dura y él tratando de guardarla nuevamente. Nos fuimos de ahí aún sabiendo que no había sido nada.
Llegamos al río ardiendo, pasamos toda la tarde allí, cruzando miradas cómplices y rozándonos cuando teníamos oportunidad.
A la noche fuimos a comer a un restaurante del pueblo, era alejado pero se podía ir a pie, de hecho es lo que hicimos. Cuando estábamos saliendo del lugar, se largó una lluvia torrencial que impedía volver caminando. Un lugareño nos ofrece llevarnos a los cuatro en su auto hasta las cabañas, sólo que íbamos a ir un poco apretados, ya que venía su hijo también. Emilia fue con Camila adelante y atrás venía el muchacho, Mariano, yo al lado y Carlos. Como no entrábamos bien, yo decidí ponerme de costado, dándole la espalda a Mariano, que aprovechó para meter su mano por debajo del vestido disimuladamente y meterme los dedos en la vagina, que en breve comenzó a humedecerse.
Llegamos a las cabañas y cada pareja se metió a la suya.
Ni bien entramos, acosté a Carlos en la cama, le saqué la ropa y comencé a chuparle la verga con mucha energía. Él no entendía por qué yo estaba tan caliente, pero se dejó llevar. A continuación, me le subí encima y metí su pene en mí mojada vagina comenzando a cabalgar con fuerza, mientras me quitaba toda la ropa y gemía a toda voz. Carlos no tardó en entrar en calor; me acostó, bajó hasta mí concha y comenzó a chupármela muy rico. "Metémela ya de nuevo"- le ordeno, él obedeció y me penetró con fuerza. De a ratos se me venían imágenes de lo que había pasado el día anterior con Mariano, me acordaba la cantidad de semen que dejó dentro mío y comencé a temblar del tremendo orgasmo que estaba teniendo. Le pedí a mí marido que se detenga un momento, pero que no me la saque. Me recuperé y le dije que se mueva lento al principio. Se escuchaba el río que había dentro de mí vagina, mientras Carlos me va metiendo su pene lo más profundo que puede. En un momento comienza a acelerar su ritmo, era el momento en que iba a acabar, pero antes de eyacular, me la saco, me levanto rápidamente y me la meto en la boca masturbándolo hasta que descargó su semen, que me tragué completamente. Al amanecer, volvimos a tener sexo pero le pedí que sea anal, lo cual aceptó de inmediato. Me puso en cuatro, se colocó lubricante en el pene y en mí ano y lentamente me lo fue metiendo. Me encanta el sexo anal, tanto como el vaginal, lo disfruto mucho y muchas veces me meto los dedos en la vagina mientras me está penetrando; hace que tenga unos orgasmos increíbles y está vez no fue la excepción; acabamos juntos y quedamos tirados en la cama hasta casi el mediodía.
Fuimos al río cuando nos levantamos y luego se sumaron Emilia, la bebé y Mariano. Nos quedamos hasta la tarde y Carlos se había empeñado en sacar algo del río. En un momento Mariano se fue a dormir una siesta a la cabaña, Emilia se fue a pasear con Camila al pueblo, yo me quedé un rato con Carlos (que no pensaba moverse de ahí), pero me dio un poco de frío en un momento y fui a buscar abrigo.
Cuando entro a la habitación, me dirijo hacia la maleta que estaba en el piso, cuando de repente alguien se me acerca desde atrás y se pega a mí; era Mariano, que salía de bañarse en mí cabaña ya que no había vuelto el agua a la suya. Estaba semidesnudo, tapándose con la toalla la parte de abajo. En pocos segundos noto que su pene comienza a crecer, me da vuelta y comenzamos a besarnos intensamente. No tardé en sacarle la toalla y en acariciarle su duro pene, que en segundos estaba introduciendo mí boca. Sólo fue por poco tiempo, ya que él me paró para continuar besándome mientras me desnudaba, me acostó en la cama y comenzó a chuparme mí mojada concha. Estaba tan excitada que en muy poco tiempo acabé y le pedí que me la meta de todas formas. Él se recuperó y dirigió su pene hacia mí sensible vagina, metiéndolo hasta el fondo, una vez más. Comenzó a moverse lentamente, seguíamos besándonos mientras lo recibía con las piernas bien abiertas para que lograra entrar todo el largo del pene. Era una sensación muy placentera, me sacaba casi todo el pene y me lo volvía a meter completo. A medida que aceleraba, sus testículos chocaban en mí ano. Su sonido era cada vez más fuerte y se mezclaban con mis gemidos desmesurados que anunciaban un próximo orgasmo. Me agarré de la cama mientras Mariano seguía bombeando con mucha fuerza, hasta que exploté con un grito. Segundos después él llenó nuevamente de semen mí interior, mucha cantidad de nuevo, se notaba que había quedado muy caliente del día anterior. Se quedó dentro mío abrazándome y besándome hasta que perdió la totalidad de su erección.
Después de un rato, me fui a bañar, segundos después, apareció en la ducha él, con una erección nueva. Mí vagina estaba muy sensible, pero tenía ganas de seguir haciendo el amor con él, así que dirigí su pene a mí ano, que lentamente fue penetrando. Nunca había sentido una penetración tan profunda, me encantaba. Se iba moviendo cada vez con más libertad, a medida que yo me iba abriendo. Comencé a gemir nuevamente para indicarle que me estaba dando mucho placer. Él comprendió y aceleró su marcha, pero desde la ventana que daba al exterior, se veía que se aproximaba Emilia, que volvía de su paseo con Camila. Rápidamente, salimos de la ducha vistiéndonos a gran velocidad y él salió para su cabaña.
Ya era de noche, Carlos avisó que se iba a quedar dos horas más en el río, yo terminé de ducharme, cuando de repente, Mariano toca la puerta para decirme que iba a ir a quejarse a recepción por lo del agua. Le dije que lo acompañaba sin pensarlo. Así que fuimos hasta la recepción e hicimos la queja y cuando regresábamos, nos metimos en una parte muy frondosa del bosque y retomamos lo que habíamos empezado en la ducha. Esta vez, le bajé el pantalón y comencé a chuparle la verga una vez más. La llenaba de saliva para que quede bien lubricada, pero también me la tragaba entera; él se volvía loco. Me recuperé y me di vuelta bajándome la ropa interior y levantándome el vestido. Con un dedo ensalivado, me empecé a abrir el orificio anal y me acerqué a él para que me la meta. No hacía demasiada falta la sutileza, así que me la metió bastante rápido y comenzó a moverse con bastante firmeza. Se sentía hermoso, fue un buen rato el que estuvimos allí, Mariano hacía algunas pausas, sacaba su pene para ensalivarlo y lo volvía a meter. Éramos libres, no existía culpa, el placer opacaba todo. Sus penetraciones eran muy fuertes, mí ano estaba bien dilatado y permitía que el pene entrara y saliera sin ninguna restricción. Comenzó a acelerar sus movimientos, estaba por eyacular, en ese momento lo detuve, me saqué la verga del ano y me la metí en la vagina empapada para que terminara allí. En unos cuantos bombeos más, descargó más semen dentro de mí, muy profundo (debo aclarar que nunca limpié su semen, dejé que quedara todo en mí interior).
Me abrazó con fuerza, me dio un último beso, nos arreglamos la ropa y volvimos. Carlos ya estaba guardando las cosas en el auto, no le importaba cuánto tiempo estuvimos ausentes ya que había pescado algo.
Así fue que en un fin de semana quedé embarazada después de haberlo intentado con mí marido durante muchos meses.
Ayudé a Mariano a descargarse un poco y él me ayudó a ser mamá..


Sexo anal







creampie





Con Emilia

bosque







semen







Con Carlos y el hijo de Mariano en mí vientre

6 comentarios - Quedé embarazada, pero no de mí marido

achito1981
Buen relato y te es u as piernas hermosas..manda fotos así te dedicas o una paja
lordpajaro
Muy buena la narracion, y vos estas para ensartarte varias veces como Mariano
yavas20
Que putita en el futuro cuéntale lo que el ya sabe o sospecha muy buen relato van puntos