María, una nueva compañera de trabajo

Entré a trabajar hace un  par de meses en una gran empresa del sector agroalimentario en una ciudad distinta a la mía. Para no sacrificar a mi familia decidí trasladarme yo solo y así poder dedicarme en cuerpo y alma a mi nueva responsabilidad. La verdad es que me sentí muy solo al principio y los días se hacían eternos. Mis jornadas eran maratonianas y acababa el día absolutamente agotado. Soy un hombre afortunado, tengo una mujer bellísima y unos hijos estupendos, me consta que genero envidia sana en la gente que me quiere y celos en aquellos que no me quieren o me detestan. La verdad es que por estos últimos no siento ni el más mínimo interés. Creo que cada cual debiera preocuparse de sus miserias y despreocuparse de la vida de los demás.
Hace aproximadamente tres semanas entró a trabajar en mi empresa María, una chica joven, de unos 25 años. Trabajaba en mi departamento y dependía directamente de mí. Si tuviese que describirla físicamente en una escala de 1 a 10 y aunque suene a tópico estaría por encima del 10, es sencillamente impresionante. Tiene una sonrisa entre ingenua y pícara que me vuelve loco y un cuerpo digno de ver, es sin duda la sensación de la empresa. No pasa en absoluto desapercibida entre las mujeres y es la sensación de los hombres. La descripción de su cuerpo pasa por destacar su figura en general y su trasero en particular. Es de esas mujeres que no ves por la calle, es como sacada de una de esas imágenes que nos enviamos los tíos por Whatsapp. No he visto en mi vida una mujer a la que le sienten mejor unos pantalones vaqueros, dibujan perfectamente sus piernas y glúteos y hace que su figura resulte increíblemente apetecible. Hace ya algún tiempo que no me excitaba hablando con alguien, tenía que tener contacto físico con una mujer para excitarme, pero ella consigue que me excite solo con una mirada, un gesto, una conversación.
Por nuestro trabajo hemos empezado a viajar juntos. En estos viajes aprovechamos para charlar de cosas relativas a la empresa y poco a poco hemos ido cogiendo confianza hasta tal punto que nos contamos confidencias de todo tipo. Yo aprovecho estas conversaciones para introducir, como quien no quiere la cosa algunas cuestiones íntimas. He hecho alguna referencia de una forma muy sutil al tamaño de mi pene, contándole que mis amigos dicen que soy un semental y cosas por el estilo, y de esta manera he dado lugar a que ella me haya confesado también algunas cuestiones íntimas como que le encanta hacer el amor y que no puede pasar un día sin tener sexo. Imaginaros como me sentía desde que me hizo esta confesión.
Un día de la semana pasada me dijo que saldría con unas amigas a tomar unas cervezas y que si lo consideraba y me apetecía me podía unir a ellas. Al entrar en el bar donde habíamos quedado la vi, estaba realmente preciosa, lucía uno de sus pantalones vaqueros que marcaban su esplendida figura y una blusa amarilla que junto a su negra melena la hacían la cosa más bonita que había visto en mucho tiempo. Desde el momento que llegue percibí una sonrisa nerviosa que me hacía intuir que ella tenía tanto interés en mí como yo en ella. La verdad es que siempre he sido una persona muy tímida y me incomoda dar el primer paso, aunque con el tiempo he ido cogiendo confianza en mí mismo la diferencia de edad  y la posibilidad de que todo fueran conjeturas mías me retenía hasta tal punto que no era capaz ni de pensar en el siguiente paso. Estaba como bloqueado y me temía que no iba a ser capaz de aprovechar la oportunidad que se me estaba brindando. 
Mi piso está bastante alejado del bar en el que habíamos quedado y la decisión de seguir de cañas y pasar a las copas era arriesgada porque después tenía que volver en coche. En un momento de la conversación les traslade a las chicas mi preocupación por este tema y mi sorpresa fue que María me dijo que en su casa tenía una habitación libre y que si quería estaba a mi disposición. Lo cierto es que en ese momento empecé a pensar que ya no había vuelta atrás y que se abría la posibilidad de que esa noche triunfase.
En este contexto mi estrategia pasaba por invitarla a un par de copas para ponernos a tono y liberar las tensiones y los nervios típicos de este tipo de situaciones.  Y así lo hice sin la más mínima oposición por su parte. Esta situación por supuesto hizo que la conversación fuese derivando hacia temas sexuales. Una de las amigas de María nos empezó a contar como había sido su última experiencia sexual con un chico que conoció en la cola del supermercado. Por supuesto mi excitación subía por momentos al oír de una forma tan desinhibida como esta preciosa chica contaba como se lo montó con aquel desconocido de una forma absolutamente salvaje. Mientras oíamos esta excitante historia, María y yo nos mirábamos de reojo y de vez en cuando cruzábamos miradas entre picaras y lascivas que hacían presagiar lo que pasaría esa noche. A continuación Teresa otra de las chicas del grupo nos sugirió que contásemos cual era nuestra mayor fantasía sexual y animó a María para que empezase ella. Aun habiendo bebido unas cuantas cervezas y un par de copas María parecía nerviosa y un poco acalorada y yo no atinaba a comprender si esta reacción era fruto del alcohol o del pudor propio de esta situación. En cualquier caso esto no fue obstáculo para que iniciara un relato sobre su fantasía ¿a qué no adivináis con quien nos confesó que tenía una fantasía sexual? Pues sí, de alguna manera me vi en la diana de este relato. Nos trasladó que su mayor fantasía sexual era acostarse con su jefe directo. Por supuesto esto lo dijo con la cabeza agachada pero se podía intuir en su rostro una sonrisa maliciosa. Imaginaros como empezó a hincharse mi bragueta, el bulto de mis pantalones era ya difícil de disimular y creo que todas se dieron cuenta de la situación. Mientras María seguía con su relato se mojaba los labios y me miraba de reojo. Yo estaba que reventaba. Sus amigas conscientes de la situación se levantaron con la excusa de ir a comprar tabaco. En ese momento aproveché para decirle a María:
-          ¿Sabes cómo me he excitado con la historia que acabas de contar?
-          Esa era mi intención, excitarte.
-          Joder, pues lo has conseguido, pero bien, ¿te puedo confesar algo?
-          Por supuesto, cuéntame.
En ese momento aproveche para acercarme a ella y decirle al oído:
-          Esta noche te voy a follar como no te han follado nunca antes
La verdad es que me temblaban las piernas al decirle esto a un bombón como María porque no sabía cómo podía reaccionar ella.
-          Espero que estés a la altura de mi fantasía o será una gran decepción, aunque ya tienes mucho a tu favor.
-          ¿El qué?
-          El morbo de ser mi jefe y por lo tanto el prota de mi fantasía y ese olor que acabo de percibir de tu perfume que me tiene loca.
Lo cierto es que no es la primera mujer que me dice que huelo de maravilla, y es que mi perfume es sin duda una de mis armas secretas J
-          ¿Qué tienes pensado hacerme?
-          Me encantaría empezar desnudándote despacito e ir besando cada rincón de tu cuerpo.
-          Me encanta, sigue.
-          Una vez desnuda me entretendría en besar, morder y chupar tu cosita
-          ¿Mi cosita?
-          Si, tu vulva, tu tesoro, tu coñito, llámalo como prefieras.
-          Mi coñito, sigue.
-          Una vez que estés suficientemente excitada subiré y te ensartaré mi polla, despacito, sin prisa. Haré que me supliques que te la meta entera.
-          No puedo más, vámonos a casa.
-          Pero ¿y tus amigas?
-          Mis amigas lo van a entender, no te preocupes –dijo con una malvada sonrisa-
Pagamos la cuenta y nos subimos al coche. En el trayecto a su casa había cierto nerviosismo porque se produjo un silencio en el que se podía intuir mucha tensión sexual.
Ya en el ascensor nos empezamos a besar, era un beso húmedo y súper excitante. No me podía creer que tenía a mis pies a la mujer más sensual que había conocido en mi vida. En ese momento no podía pensar en otra cosa que no fuera en follarme a esta preciosidad. Entramos a su casa y me dijo que me acomodase en el salón que ella iba un momento a ponerse algo más cómodo. Cuando regresó me quedé mudo, llevaba una camisa azul celeste larga que le tapaba parte de sus muslos y no dejaba casi nada a la imaginación. Yo estaba sentado en un sofá y se acerco hacia mí moviéndose de una forma muy sensual, parecía poesía en movimiento, era como ver en cámara lenta una escena absolutamente maravillosa. La mujer más preciosa que había visto en mi vida se acercaba hacia mi posición con una cara de lujuria imposible de describir. Una vez a mi altura me empujó hacia atrás y se sentó encima de mí y acercando su precioso rostro a mi cara me dijo.
-          No quiero parecer una loba pero necesito que me hagas todo aquello que me has dicho en el bar.
Empezamos a besarnos de una forma feroz tanto que parecía que queríamos desgastarnos las lenguas. Era muy excitante ver a esta hembra encima de mí devorándome. La cogí a horcajadas y la llevé hasta su habitación. Allí la tumbé boca arriba y de un solo movimiento le quité la camisa y apareció ante mí un precioso cuerpo desnudo que emanaba un increíble olor a hembra fruto de los flujos propios de la excitación del momento.
-          Cómeme por favor.
-          Será un verdadero placer.
Empecé besando sus preciosos pies y fui subiendo con mis brazos estirados hasta tocar sus hombros, mientras mi boca iba besando el interior de sus muslos hasta llegar a su cuevecita donde inicié unas caricias acompañadas de besos, succiones y lamidas en su clítoris.
-          Por favor, no pares, eres un verdadero hijo de puta, me vuelve loooooocaaaaaa
-          Pues esto no ha hecho nada más que empezar.
-          Sigue, por dios, no pares –y cogiéndome de la nuca me guió hacia su coñito de nuevo-
-          Por dios siiiiiiiiiiiiiiiiguuuuuuuuuuueeeeeee, no pares nunca.
Al cabo de unos minutos de succionar y lamer su precioso clítoris empezaron unas increíbles contracciones acompañadas de sus manos empujando mi nuca para evitar que me escapase y abandonase la tarea.
-          Ha sido increíble, pero por lo que me has dicho en el bar, creo que falta lo mejor.
Empecé a subir besando y lamiendo su tripa, su pecho y su cuello hasta que mi pene rozó su entrepierna y encontró rápidamente acomodo en su vulva. Como estaba muy mojada por el orgasmo que acababa de experimentar, mi pene se introdujo sin ningún esfuerzo, pero mi intención no era empezar con un mete saca intenso, le había prometido iniciar un juego excitante donde sería ella la que me suplicase que me la follase. El calor que emanaba en su interior era tal que mi pene quería entrar hasta el fondo, pero yo quería jugar, quería que me suplicase que me la follase. Inicié un movimiento circular con la puntita dentro que la estaba volviendo loca, hasta tal punto llegaba su excitación que la mire a la cara y tenía los ojos en blanco, las pupilas habían desaparecido era como si se hubiesen volatilizado, en realidad lo que ocurría es que las pupilas estaban escondidas debajo de los parpados producto de la excitación.
-          Por dios fóoooooooooooollaaaaaaaaaaameeeeeeeeeee
-          ¿Cómo dices?
-          Que quiero que me folles ya!!!
-          No te oigo
-          Fóllame canalla, quiero que me folles y que no pares nunca!!!
-          Tus deseos son ordenes
Empecé con un ritmo lento y fui incrementándolo poco a poco. Marqué una secuencia en la que introducía la polla 5 veces despacito y a continuación le metí el pene de un solo golpe para continuar con un movimiento circular, por sus gemidos creo que la estaba encantando.  Así estuve un buen rato en el que ella tuvo dos intensísimos orgasmos hasta que mi excitación llegó al límite y entendí que era el momento de sacar la polla y terminar fuera. Ella lo comprendió inmediatamente y se puso en vertical en la cama apoyando sus rodillas en el colchón y mirándome fijamente a los ojos empezó un baile muy sensual mientras me acariciaba los huevos y yo aprovechaba para masturbarme y acabar en una espectacular corrida.
Fue sin duda la experiencia más excitante de mi vida. Hemos vuelto a follar después de aquello y siempre ha sido increíble, pero aquel día el morbo de la primera vez y las ganas que nos teníamos hizo que aquello fuese sencillamente memorable

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