La mal follada, bruja, la cabrona(relato anónimo)

La mal follada, bruja, la cabrona(relato anónimo)
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El colegio donde estudiaba no era público y era solo para chicos. Era y es un buen colegio, en aquel entonces, ahora no lo sé, muy disciplinado, los castigos y sanciones volaban por la mínima cosa. Uniforme siempre perfecto, zapatos limpios, nada de botas o deportivos. No había manera de faltar a clase sin que se enteraran lo padres. Era obligado hacer como mínimo algún deporte y tener una actividad extraescolar.
Me saltare mi historia en el colegio, dejare los cursos que no tenían nada que ver e iré cuando ya estaba en BUP. Al principio de curso nos enteramos que nos tocaba “la buenorra” pero no era para dar saltos de alegría, porque era la más “hueso” del profesorado. La que más suspendida y con un toque tiránico. Ella era doña Marta, nada de Marta, ni de profe, ni de seño, DOÑA MARTA.
Yo calculo que rondaría los 40 años, no llegaría al 1,70, pero no le faltaría mucho. Ojos verdosos y grandes. Boca grande con labios carnosos y sensuales. Melena por debajo de los hombros y de color castaño pero muy oscuro. Tenía un niño o una niña, no diré el sexo. El pecho parecía de una consideración importante. Culo con forma de corazón al revés, redondo, con mas volumen en la parte baja que en las caderas, una sola palabra para definirlo… elegancia.
mujer

Por eso unos de sus apodos “La buenorra” aunque luego estaban el resto de los apodos… “La mal follada, la borde, bruja, la cabrona…” tenía mas apodos que el resto del profesorado junto. Era la que daba notas más bajas y mas suspensos, aunque se le reconocía que todo los alumnos con ella salían con su asignatura mas que aprendida, sobre todo en la selectividad. Tenía un ego grandísimo pero su mal carácter era superior. A mí no me creaba preocupación de entrada, porque hasta entonces no había tenido nunca problemas en aprobar.
Empecé jugando al baloncesto, aunque poco tarde en pasarme a la gimnasia deportiva con el profesor Oliver. No había nadie que no pensara que Marta no estuviese poniéndole los cuernos a su marido con el profesor de gimnasia, que estaba muy bien físicamente. Era más que un rumor persistente, aunque los que hacíamos gimnasia con él, sobre todo fuera del horario escolar, sabíamos que era gay.
El rumor venia porque ella era muy deportista y hacía mucho deporte después del horario de clases y tenía una buena relación con Oliver, esta era una de las circunstancias, la otra por su marido. Don Ángel, al contrario que ella un profesor muy querido y respetado, aunque eso no le libraba de su apodo, “Mario Bros” porque era como él, moreno, gordito, bigote espeso, muy moreno y de 1,78. Claro así a simple vista era una pareja llamativa.
A Marta los que habíamos elegido gimnasia deportiva, la conocíamos de vista. Porque primero nos tocaba realizar el calentamiento en las pistas de atletismo, así como correr durante un rato, con los parámetros que nos marcaba Oliver y a ella también le hacía indicaciones, nunca aunque a Oliver le tuteábamos, ella permitió que la tuteáramos, ni tan siquiera que le quitáramos el doña. Muy buena y guapa, pero antipática como ella sola.
Primer día de clase con ella. Entra con forma avasalladora, retándonos a todos con su mirada y con su pose. Antes se me había olvidado, menos cuando hacia deporte, vestía siempre casi igual, con estilo, pero poca variedad en el estilo. O llevaba pantalones y jersey o faldas hasta la rodilla o un par de dedos por debajo. La melena siempre de la misma forma, dos sujetadores de pelo entre la sien y la oreja, uno a cada lado. Una vez entro y mando cerra la puerta, nos dijo… “Señores… escuchen bien porque jamás repetiré dos veces las cosas. Aquí quien manda soy yo, no se me interpreta, si alguien no entiende algo que pregunte. Mis trabajos se hacen siempre nada de excusas, porque no me valdrán. No tengo fecha para los exámenes, porque los realizo cuando quiero y evaluó todos los días. Para dirigirse a mi lo harán con doña marta, de ninguna otra manera. ¿Alguna duda?” nadie abrió el pico, joder como había entrado.
Llevaba una cartera con asas, la dejo sobre la mesa, la abrió y saco todo. Se nos quedó mirando y mirando hacia donde estaba yo, que era mi sitio, porque así nos colocaban dijo… “El próximo día quiero una foto de cada uno de ustedes. Con su nombre puesto por detrás y ¡TU! (Señalándome a mi) se colocara en la última fila, que no me deja ver a los de atrás y… ¿Cuántos curso a repetido ya?”, hubo alguna risa y le conteste que ninguno, me pregunto la edad y al oírme hizo una mueca desagradable.
La primera impresión, que sí que estaba muy buena, pero que era demasiado borde, no se podía ir así por la vida. Inicio la clase sin mas preámbulos. El libro se lo pasaba por ahí mismo. A tomar apuntes como desesperados, porque ni aviso. Al final de la clase llegue a la conclusión inicial, que como profesora un diez y como persona un cero. Paro la clase las veces que fueron necesarias, respondía a todo, aclaraba muy bien las cosas y sin ser la borde del principio. Quedando los cinco últimos minutos, volvió a aparecer la borde, dejándonos tarea para la próxima clase y era abundante, como uno puso ,mala cara le pregunto… “A usted que le pasa… ¿No le ha gustado la tarea que les he encomendado? ¿Le parece mucha?” y el inocentemente le respondió… “Es que si todos nos mandan tanto nos van a faltar horas” en parte tenía mucha razón.
Con una sonrisa malévola le dijo que la siguiente clase el saldría el primero a la tarima y se fue con un meneo de culo siempre llamativo. La primera evaluación tres sacamos la nota más alta, la mayoría una nota media baja y bastantes suspendidos. Nos dio una charla intensa, sobre el estudiar el esfuerzo y ese día me saco a la tarima a mí. me pregunto hasta hartarse y según dijo, era porque no estaba convencida de que no hubiera copiado.
Llego la primavera y su vestuario dio un ligero cambio, las faldas eran justo hasta arriba de la rodilla. Blusas ajustadas y con el cuello subido por detrás. Cuando se le marcaban un poco los pezones se ponía una chaqueta de punto fino, que no abrochaba pero si le tapaba lo que ella quería.
Cuando venía con pantalones eran ajustados, le quedaban muy bien, resaltaban su culito y nunca eran pantalones vaqueros. De todo su vestuario destacaba una falda de flores, con nudo en la cintura, botas de tacón fino hasta cuatro dedos por debajo de la rodilla, casi donde llegaba la falda y una blusa blanca que se le trasparentaba, que aunque no se le veía nada, salvo algún adorno del sujetador, nuestra imaginación volaba y si supiera ella las pajas que cayeron en su honor, incluidas las mías.
Todos los sábados solíamos tener competición, pero hubo un sábado que no había. Buen día para no madrugar. Oliver el entrenador de gimnasia me llama y me dice que salga a las gradas que esta Ángel que quiere hablar conmigo.
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- Don Ángel que me han dicho que quiere hablar conmigo.
- Si Carlos, te quería pedir un favor personal, pero antes que sepas que si no quieres o no puedes, lo dices que no pasa nada, que mi opinión sobre ti no va a cambiar.
- Vale, vale, usted dígame (Lo que había dicho me lo creía, pero a un profesor era difícil decirle que no)
- Es que estoy haciendo un cambio en la habitación de mi hijo o hija y necesitaba de un poco de fuerza bruta, que yo solo no puedo.
- Sin problemas, solo dígame la hora y la dirección.
- Pues si te viene bien y no es muy temprano a las nueve de la mañana y la dirección… coges el autobús… y te deja prácticamente en la misma puerta.
- Don Ángel mejor media hora más tarde, así no voy pillado con la hora. Aunque al ser sábado no hay mucho tráfico.
- Pero por favor no lo divulgues por ahí, que es un favor personal y lo mismo alguien se podría enfadar.
- No se preocupe por eso Don Ángel, quedara entre nosotros.
Me había chafado la mañana del sábado, pero don Ángel, Oliver y otro profesor que había, no se les podía negar nada, porque eran unos profesores buenos, fuera de lo normal. Siempre dispuestos a escuchar, a echar una mano y no eran nada bordes.
Tarde cerca de tres cuartos de hora en llegar y eso que era sábado. Era una zona de muchos chalets adosados, pero se veían grandes. Nada más bajarme del autobús no me hizo falta buscar el número, porque vi el coche de don Ángel aparcado en la calle.
Llame y no tardo en abrirme. Había un coche dentro, en la zona del garaje, pero en el exterior no estaba metido. Pensé que tendrían tres coches. Me hizo pasar, me ofreció tomar algo y en el momento que le dije… “No gracias, don Ángel” me respondió que allí era solo Ángel. Estábamos solos porque su mujer se había llevado a su hijo o hija a casa de sus padres para poder acabar con la habitación.
Me hizo acompañarle y nos dirigimos al garaje. Alucine, tenía montado un taller de carpintería, había de todo. No sabía esa faceta de don Ángel. Había como trozos de mueble, era porque estaban desmontados porque no cabían bien por las escaleras de dentro de la casa. Era todo madera, madera, nada de contrachapados ni laminas. Fuimos subiendo las partes pequeñas.
Cuando subimos la primera tanda, vi la habitación y ahora comprendía porque tantas piezas, era la habitación con una sala de estudio y ocio. Al rato ya estaba sudando. Me quite el jersey que llevaba y me quede con una camiseta azul de manga corta. Sobre las once ya teníamos todo arriba. Ahora llegaba la parte complicada, el montaje, como colocar y anclar cada parte, porque si eran pesadas por separado, una vez montadas íbamos a sudar la gota gorda. Ángel dijo de hacer un alto, se fue abajo y subió una bandeja con refrescos y sándwich comprados.
Oímos que abrían la puerta, Doña Marta que preguntaba en voz alta… “Ángel ¿Estas?” y el desde arriba le decía que sí que arriba y ella decía que ahora subía. Ángel estaba más cerca de la puerta y yo estaba mas metido en la habitación. Ya estaba doña Marta y según llegaba decía… “Que… ¿Cómo lo llevas?”Ángel se giró un poco miro, se quedó con el sándwich a medio morder y con los ojos que se le salían de sus orbitas. Ella ahora le dijo… “¿Es que no te gusta el modelito que me he comprado para ti?” y entro en la habitación.
Quien se quedó ahora con la boca abierta fui yo. Llevaba un vestido de cuero o algo similar brillante, como si fuera plástico negro. El escote le llegaba al ombligo y no es un decir, porque se le veía. Apretaba sus dos grandes tatas, porque eran grandes y bien firmes. Era super corto, dejando ver dos piernas bonitas y unos muslos despampanantes, por detrás seguro que si no se le veía algo del culo, le faltaría poco. De su boca solo salió con cara de espanto… “¿Y ESTE QUE HACE AQUÍ?” no esperando la respuesta y dándose la vuelta para salir de la habitación. Por detrás le llegaba al límite de las nalgas y le hacia un culo perfecto. Ángel fue detrás de ella…
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- Quieres pararte… ¿Por qué te has cogido ese berrinche?
- Por nada, ¿Por qué crees tú?
- Si ya te dije que vendría Carlos a echarnos una mano.
- Peo no me dijiste cuando, me tenías que haber avisado y cuando he llegado y te he preguntado donde estabas, me tenías que haber dicho que estaba él. Como comprenderás no me hubiera puesto el modelito, que sabes que los modelitos solo son para nosotros.
- Bueno, lo mismo tienes razón, pero que iba a saber yo. De todas maneras es un chico muy discreto ya hablo con él.
- Si porque te lo aviso… como en el colegio el lunes haya cachondeito a mi costa… va a ver más que palabras.
- Ya verás como no.
Menudo marrón le había caído a Ángel, joder con el genio y el carácter de la profesora. Entro en la habitación y no se anduvo con rodeos, me explico lo que sucedía, no dije que les había oído y mi respuesta a todo, fue que de mi boca no saldría nada. Era muy joven y no sospeche nada de nada ni de nadie. Si fuera hoy en día, hubiera sospechado seguro que de Ángel. El finalizo la conversación sobre el pequeño “incidente” diciéndome… “Se ha ido a hacer sus ejercicios, cuando regrese habrá expulsado toda su adrenalina y estar más descansada”
Seguimos notando lo que quedaba y muchas veces le tenía que preguntar cómo iban la cosas o qué tipo de tornillo me tocaba poner. El además de decirme cual o el que, me daba una explicación del porqué. La mañana se nos echaba encima y no habíamos empezado a colocar nada. Fue cuando me dijo que porque no me quedaba a comer. Llame desde su casa a la mía, para decir que me quedaba en casa de un amigo a comer y no hubo ningún problema.
Subió de nuevo Doña Marta, que ella no me dijo de apearme del usted. Ahora venia con un pantalón tipo ciclista super ajustado y un top deportivo, con tirantes más anchos de lo normal, suponía que para sujetar bien el pecho. Otra vez mi polla se puso guerrera, porque ya se había puesto así de golpe cuando la vi con el mini vestido. El pantalón que llevaba que era parecido al ciclista, le quedaba muy ajustado, separándole por detrás las nalgas de una manera maravillosa para la visión de mis ojos. No quería mirarme la bragueta para saber si se me notaba o no. Pero me tenía preocupado, porque me pareció que ella si miro. Nos dijo que se iba a cambiar y dar una ducha, que cuando acabara comíamos.
Ángel dejo todo y se fue abajo a preparar las cosas para comer. Yo seguí haciendo cosas arriba, pero me pudo mas la tentación. Me acerque con sigilo su habitación, como la puerta estaba entornada entre. Se oía el agua de la ducha, mire por una rendija con sumo cuidado y solo pude ver la figura, sin ver nada en concreto, duchándose. Pero solo viendo eso me puse como un toro. Cuando cerro el agua, me salí y trate de pensar en otra cosa, pero me era imposible y el empalme no se me bajaba.
Salió de su habitación con un pantalón vaquero azul desgastado, apretado al máximo y con una camisa azul claro. Por delante el pantalón no dejaba nada a la imaginación o bien poco, porque el pantalón le marcaba perfectamente su coñito, al tenerlo bien metido y por detrás el culo le quedaba más realzado. No se me bajaba el empalme y viéndola así, no se me iba a bajar.
En la comida hablamos mas bien poco. Ángel tal vez fue el que más hablo. Los dos comimos carne y ella solo una abundante ensalada como único plato. Ángel me puso un poco de vino y enseguida salto su mujer, regañándole y poniéndose de uñas. No hubo descanso, Doña marta metió todo en el lavavajillas y decía que había que terminar como fuera la habitación. Nos subimos y empezamos a trabajar con algo más de ritmo. Ángel ya había dejado preparada una zona para colocar pequeñas estanterías.
Su mujer me pidió ayuda, quería clocarlas ella, pero no podía sola. No sé cómo ocurrió, pero de pronto la tenía delante de mí, de espaldas y mi polla dando contra su culo, porque el espacio no daba para más. Me entraron escalofríos, sudores… porque era imposible que no notara mi polla pegada a su culo, entre sus nalgas. Doña Marta actuaba como si no pasara nada y tuvo que moverse en alguna ocasión, porque no quedaba otra y el roce en mi polla, me llevaba casi al éxtasis.
Ella se quejaba porque al agacharse el pantalón le apretaba y su marido le dijo… “Es que no entiendo porque te has vestido así, si vas a currar ponte más cómoda” no quiso hacerle caso a su marido y siguio como estaba. Ya se hizo tarde y me iba a ir, cuando Ángel me propuso volver al día siguiente para acabar y ni me lo pensé, le dije que sí. Cuando me iba a marchar ella se ofreció a llevarme, para que no tuviera que coger el autobús. Fuimos en el coche sin hablar, porque ella no sacaba la conversación y yo no sabía que decir. Me dejo cerca de mi casa y me dijo que a qué hora me recogía al día siguiente. Quedando a las nueve de la mañana.
No lo niego esa noche me hice dos buenas pajas a su salud y dormí como un niño pequeño. Fui mas que puntual, llegue como quince minutos antes. Doña Marta también fue puntual, vi llegar su coche y lo primero en lo que me fije, que llevaba el pelo como siempre. Paro junto a la acera y me subí, al darle los buenos días me di cuenta de cómo iba vestida. Un suéter granate con escote de pico, donde se le marcaban los pezones, de forma suave pero se le distinguían bien. Una falda más arriba de la rodilla, que dejaba a la vista unos buenos muslos y unas botas de media caña.
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Otra vez que la polla se me puso a mil. Quería mirar de frente pero me era imposible, la miraba con el rabillo de mi ojo izquierdo. Necesitaba verla mejor, para eso tenía que darle conversación. Me gire hacia mi izquierda y le pregunte si habían avanzado algo desde que me fui. Le di un buen repaso visual. Ella me contesto…
- Ángel hizo un par de cosas más y lo dejo. Porque no podía con algunas partes y yo ni me molesto, que no tengo fuerza para levantar esas cosas.
- Nada, eso lo hacemos hoy en un visto y no visto.
- Eso espero, porque llevamos con la dichosa reforma de la habitación… ni se sabe. Que se empeñó en hacerlo él y…
- Pues le ha quedado muy bien, se ve que es un manitas, no todo el mundo lo puede hacer tan bien.
- No, si cuando se pone, se pone. Pero ojala pusiera ese interés en todo. (No vi segunda intención en esas palabras) Oye Carlos, hablando de todo un poco y aunque mi marido ya me ha dicho que lo habéis hablado. Quiero pedirte yo también, que de esto no hables a nadie y de lo otro… menos, que no quiero ser la comidilla del colegio, que ya bastante habláis de mí. (Me quise hacer el tonto)
- Perdone Doña Marta, pero no le he entendido en lo de “lo otro” ni en lo de la “comidilla”
- Venga ya… no te hagas el tonto. Lo digo por lo de mi vestido que no sabía que estabas allí y lo de la comidilla por lo que se dice del profesor de gimnasia conmigo, eso de que estamos liados… y que todos os lo creéis.
- De lo del vestido ya ni me acuerdo, no sé de qué me habla y lo del profesor de gimnasia yo en particular no me lo creo. Porque es gay.
- Jajaja… ¿Tan mal me sentaba el vestido que ya ni te acuerdas? Y… ¿Cómo sabes que es gay?
- Porque sé que es gay, para las personas tengo un sexto sentido y aunque soy joven… calo enseguida a las personas. Soy de la primera impresión.
- ¿Y qué te dice tu sexto sentido de mí? ¿Qué opinión tienes de mí?
- No me quiero meter en follones.
- TE JURO que lo que digas aquí, no se sabrá ni lo tendré en cuenta. ¡TE LO JURO!
- Pues que usted es la profesora que menos me gusta. Tiene mucho ego, se siente que vale más que los demás. Muchas veces es injusta y no entiendo porque siempre esa actitud de supremacía. De lo que se dice de usted, que esta amargada… en eso si estoy en parte de acuerdo. Tampoco entiendo que su marido sea un profesor top y usted sea así. Aunque con usted se aprende bien. Enseña muy bien, lo que le falla es el trato.

- Vaya… te has quedado a gusto. Me gusta que hayas sido sincero pero… ¿Qué más se dice de mí?
- Llego hasta donde llego y de ahí no voy a pasar. No tenemos la confianza para contar más.
- Que te he dicho que me lo digas y lo quiero ¡¡YA!!
- Mire Doña Marta, si quiere me deja por aquí mismo, que ya hare dedo para regresar. Pero no estamos en el colegio y no me puede obligar. Mande donde quiera y con quien lo admita, conmigo… ¡¡NO!! ¿SE HA ENTERADO?, que me da igual lo que pueda venir.
- Ya me habían dicho que eras muy buen estudiante, pero que eras muy respondón, chulo, testarudo e imperioso. Vaya, vaya… que va a ser verdad.
Ya no hablamos mas y fuimos el resto del camino sin hablarnos. Al llegar Ángel estaba ya trabajando, se podía oír el taladro. Nos saludamos y me puse con el manos a la obra. Doña Marta desapareció y nos dejó solos. Íbamos a colocar lo más pesado y difícil. Ángel llamo a su mujer porque nos tenía que echar una mano. Su mujer esta vez venia preparada y como de “preparada”, bestial. Llevaba una camiseta de tirantes naranja, con un sugerente y amplio escote. Se notaba que no llevaba sujetador y aun así las tetas las tenía muy bien puestas, solo un poco caídas, lo suficiente para hacerlas más naturales. Una falda vaquera azul oscura amplia por encima de las rodillas y unos deportivos blancos.
Íbamos a colocar la pieza más grande y pesada. Él estaba subido a una escalera. Levante la pieza por un lado y se la pase para que la sujetara, mientras me iba al otro lado, para levantar la otra y subirme a una silla de madera. Ya lo teníamos levantado y él decía que no sabía si iba a poder levantarla hasta donde era necesario. Su mujer fue a echarle una mano, mientras yo lograba encajar mi parte. Una vez que lo encaje me baje y fui a ayudar, me quede nuevamente como el día anterior detrás de su mujer y esta vez, no fue accidental, me pegue descaradamente y ella no protesto.
Quedaba asegurar ahora con algo parecido a los tornillos esa especie de puente o cornisa. Me gire para que Doña Marta me pasara los tornillos y desde arriba de la silla, podía ve las grandes tetas de Doña Marta, eran una pasada, me quede embobado de tal manera, que no me di cuenta de que me acababa de pilla mirándoselas. No lo dudéis, de las pocas veces que me puse rojo como un tomate. Cuando pude me fui al aseo, necesitaba tranquilizarme, relajarme, todavía no es que tuviera mucha experiencia, eran mis profesores, yo un chaval joven, que aunque creía saber todo, puse los pies en el suelo y me centre. No podía hacer ninguna tontería ni podía permitirme que me pillaran mirando donde no debía.
Me lave las manos, me eche agua fría en la cara, controle mi respiración y ya relajado, sin la erección monstruosa que había tenido, salí con toda tranquilidad. Ángel se había marchado, su mujer me explico que fue al centro comercial que estaba abierto los domingos a comprar algo que le hacía falta, pero ahora no me acuerdo que era. Nos pusimos a lo nuestro y estaba con “taquicardia” porque la veía todo. Solo se oía el ruido que hacíamos al mover cosas y ella me pregunto… “¿No me vas a contestar como me quedaba el vestido? Porque no me contestaste, salvo que me quedara muy mal”
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Estaba de espaldas a mí, me acerque a ella diciéndole que estaba impresionante y la abrace por detrás, empecé acariciarla. Ella se dejaba no puso ningún impedimento. Ahora besaba su cuello y por encima de su camiseta tocaba sus tetas. Sus pezones estaban ya duros, pero se pusieron aún más cuando los agarre. Me molestaba la tela de la camiseta, ahora pase una de mis manos por debajo de ella, sintiendo su suave piel y llegando a uno de sus pezones, que duro que estaba y que gordito que era. La otra mano la metí bajo su falda. Llegando a su coñito que estaba tremendamente mojado.
Se giro poco a poco, me mordió la oreja hasta hacerme un poco de daño, diciéndome… “Estoy muy cachonda, necesito sexo, necesito que me folles…” y me aso su mano por encima de mi pantalón, toco bien mi polla y desabrochándome de forma acelerada mi pantalón, me repetía… “Guau, guau, guaaaaau… no me había equivocado, menudo festín me voy a dar… UUUHHHMMMMMM…”, me estaba poniendo a dos mil por hora.
Mi polla estaba ya en su mano y me hacia una paja muy, muy, muy lenta, lo que me ponía como una moto. Estaba extasiado, hasta que oigo un leve ruido y veo en la puerta a Ángel, con su polola en la mano, que no estaba mal dotado y tocándose. Ella sin soltarme, sin dejar de tocarme, me dice dulcemente a mi oído… “No pasa nada. Nos gusta divertirnos… y yo quiero verle a él con otro hombre y él también quiere que yo lo vea, para que luego me folléis los dos…”
Me corto el royo… me quede frio, gélido mas bien. Les dije que eso no me iba y que por ahí no iba a pasar. Ángel con voz serena, pero más seria y distinta a la suya habitual me dijo… “Carlos si es algo muy normal, si no pasa nada por hacerlo. Prueba y si no te gusta pues paramos. Es un juego para los tres. Es simplemente diversión y nuestro secreto. ¿Es que no te gusta Marta?” y después de decirme eso, los dos se quedaron como esperando a que yo dijera algo, después de pensarlo unos segundos les respondí…
“Mirara, claro que me gustaría follarme a Marta, que habría que estar tonto para no hacerlo. Tampoco me importaría hacerlo delante de ti, pero de ahí a lo otro… NO y ¡NO! ¿Lo tenéis claro? Porque yo si lo tengo claro”, ahora fueron ellos los que se quedaron descolocados, no esperaban una respuesta con tanta claridad y podría haberlo sido más. Pero no era cuestión de llevar la situación a los extremos. Ángel fue el que dijo que entonces no habría nada y su mujer con su silencio le dio la razón. Con la misma, dije que me iba y esta vez me toco coger el bus.
Durante todo el camino iba recordando lo que había pasado y seguía teniendo claro, tal vez mas claro aún, que no quería nada con Ángel. Me defraudo su actitud y me dejo mal sabor de boca la encerrona que me habían preparado. Ahora mi preocupación era sus notas, que las sacaba buenas, pero después de esto… y que jugaban con ventaja, quien me creería a mi si contara algo… pues nadie.
El lunes tenía clase con él a primera hora y antes del recreo con ella. La clase con él fue como siempre, ni una mala cara, ni un trato distinto conmigo, como si el fin de semana no hubiera existido, lo que me relajo bastante, ahora tocaba ver como venía ella. Doña Marta llego como siempre, con aspecto de enfadada, con su chulería habitual, pillándonos a todos por sorpresa cuando dijo que había examen, algo típico en ella y si nos pilló por sorpresa, fue porque el jueves anterior ya tuvimos uno y no los ponía tan seguidos.

Como siempre, según se acababa el examen y al tener el tiempo de descanso después de la clase, lo entregabas y podías salir, es mas, no te podías quedar en clase. Yo solía salir entre los diez primeros, lo que paso esta vez es que me paso una nota, que decía… “ESPERA A SER EL ULTIMO” y me lo estuve pensando al acabar el examen, porque lo había puesto muy fácil. Me levante y deje el examen sobre su mesa, su cara era de un gran enfado. Antes de salir había contado los que quedaban, salí hable con mi grupito, que como siempre se iban a fumar y como yo no fumaba, dije que iba a aprovechar para hacer una cosa, nadie me pregunto y todos se fueron rápido a los aseos exteriores.
Abrí la puerta de la clase y quedaban solo dos, pedí permiso para entrar a coger una cosa y ahora aguantándose una sonrisa muy maliciosa me autorizo a entrar y los dos que quedaban se levantaron a entregar sus exámenes. Ya estábamos solos, ahora me enteraría de que quería.
- Echa la llave a la puerta y acércate, que tenemos que hablar.
- ¿De qué tenemos que hablar?
- De que va a ser, de lo del fin de semana. Porque entre la cabezonería de uno y de otro, quien se quedó a medias fui yo y eso NO ES-TA NA-DA BI-EN…
- No es cabezonería mía, no me apetece nada tener algo con el… “Mario Bros” (Lo dije adrede, no se me escapo)
- Jajaja… ahora que lo dices… jajaja… Es que es una de las fantasías que tenemos, yo le quiero ver con otro hombre y el a mí con otra mujer. Y ya habíamos hecho nuestras elecciones… ¿No hay manera de que cambies?
- Ya lo dije… NO.
- Vale… pero ahora quiero terminar lo que empecé el domingo…
Se me acerco, me desabrocho el pantalón y saco mi polla, como estaba pendiente por si venia alguien, a pesar de que había cerrado con llave, no estaba empalmado. Al sentir como se la metía dentro de su boca y como meneaba la lengua, empezó a crecer y crecer, hasta llegar al máximo. Seguía acariciándome y me dijo… “No sabes que cachonda me ha puesto notar como crecía en mi boca” y ahora se puso a mamar como si tuviera prisa. Ya no prestaba atención a la puerta, me agache un poco, estire mi mano y la metí por dentro de su blusa, hasta que llegue a sus tetas, como tenia de nuevo los pezones, quería vérselos, comérmelos. Después de un buen rato, me corrí en su boca, que manera de mamármela en ese momento justo, se la metió hasta la garganta.
Se levanto, se tocó el pelo, como colocándoselo y me dijo que me fuera ya, no fueran a sospechar y esta vez quise tomar las riendas. Llevaba una falda de tubo y era casi imposible levantársela, así que pase mis manos a la parte de atrás y le baje una pequeña cremallera, ante sus protestas y Doña Marta agarro los bordes de la cintura, para que no le cayera, hasta que di un tirón y la falda fue al suelo. Llevaba unas braguitas negras muy bonitas. La empuje contra la mesa, hasta que se tumbó, cayó al suelo sus papeles y los exámenes.
Metí ante su resistencia, mi cabeza entre sus piernas, aparte las braguitas y cuando mi lengua empezó a lamer su mojado coñito, ya no se resistió más. Me dio igual el tiempo, no tuve prisa y no se lo comí como ella deseaba, que se le notaba mucho, hasta que lo pidió desaforada. Entonces sí, me deleite pasando la punta de mi lengua por su clítoris. Lo atrape entre mis labios y mi lengua lo lamio sin parar, mientras tres dedos míos, follaban su coñito. Sentí perfectamente como llegaba al clímax, como se corrió en mi boca y como contenía sus gemidos, pero lo que no pudo contener, fueron sus movimientos tremendos sobre la mesa.
Me gusto una vez que acabe, ver su cara desencajada por el placer. Como me miraba, como se mordía sus labios. Su respiración agitada se iba calmando y cuando lo hizo, me dijo… “Que sepas que nadie me lo ha hecho como tu… ha sido sensacional y único, eres bárbaro, como siendo tan joven puedes hacerlo tan bien… me ha gustado tanto, que como premio te dejare que me folles por donde quieras y cuando digo por donde quieras… es por donde quieras… ¿Qué me dices?” y mirándola fijamente, con una mirada perversa le respondí… “Por supuesto que quiero y follarme ese culito será un placer… pero contéstame a una cosa… ¿Quién es la candidata a vuestro trio…?”, se lo pregunte porque me vino a la cabeza una profesora que aunque no era muy agraciada, estaba siempre con ellos.
“Jajaja… que directo que eres, pero después de lo que me has hecho… te mereces todo. La que habíamos pensado es en Merche la madre de Alejandro…” me salió del alma, porque la conocía, era una que estaba viuda desde hace tres años y algo. El hijo hacia gimnasia deportiva conmigo y era dos años más pequeño que yo. Lo que me salió de forma espontánea fue… “Esta buenísima y tiene un polvazo bestial. Y según su hijo, desde que se quedó viuda no ha estado con nadie… como tiene que estar…” Doña Marta se echó también a reír y después de hacer un par de gestos como dudando me dijo… “Es verdad, porque tenemos mucha amistad y le he tirado alguna andanada… el problema que como dices tu… el Mario Bros… no le gusta”

Me fui al encuentro con mis amigos y me preguntaban donde había estado, diciéndoles que había ido a portería porque tenía que hacer una llamada. Se lo creyeron y no preguntaron más. Al día siguiente apareció un conserje en la clase, pasándole una nota al profesor que después de leerla dijo… “Carlos… a la sala de profesores” siguio dando la clase y mis amigos miraban raro, como lo hacía yo, sin saber porque tenía que ir a la sala, porque siempre que se iba allí era para como mínimo una bronca. Nada más entrar estaba Doña Marta…
- No tenemos mucho tiempo así que vamos a lo que vamos. ¿Qué posibilidades tienes de dormir fuera de tu casa la noche del viernes o del sábado?
- Pues ahora mismo no sé.
- Pero tus padres… ¿Normalmente te dejan dormir fuera de casa?
- No me suelen poner muchas pegas.
- ¿Qué día sería el mejor?
- ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué tanta prisa?
- Que cortito que eres… es para que te vengas a mi casa y porque quiero quedar con Merche, para que se venga.
- No creo que vaya a decir que si estando yo.
- Es que no se lo voy a decir, se enteraría cuando llegara.
- Ya, pero si no le gusta tu marido, si estoy yo, que la cortara mucho… ¿Cómo lo vas a hacer?
- Porque lo haremos tu y yo.
- ¿Y tu marido?
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- De momento le dará el sueño y nos dejara solos, así desarrolla su faceta de voyeur.
- Bien, vale… ¿Y si Merche no traga…?
- Pues me tendrás a mi completamente a tu disposición. Que de la otra manera también, pero sería no compartida. ¿Qué me dices?
- Para que esperar a la noche del sábado, el viernes está muy bien y si se tercia el sábado también.
- Jajaja… pues ya sabes.
Volví a la clase y me miraban mis amigos con interés, con un gesto les hice saber que todo estaba bien. Al terminar la clase les comente que había sido un error y que no era a mí a quien llamaban. Hice que uno de mis mejores amigos y que hace las cosas sin preguntar, como hago lo mismo con él, me acompañara a mi casa y como quien no quiere la cosa, les comente a mis padres que me iría a su casa el viernes hasta el domingo. Mis padres no pusieron ninguna pega y este amigo vivía en la zona de la sierra. Por lo que mis padres no pasarían por allí por casualidad.
No perdí el tiempo, nada más acabar las clases del viernes salí escopetado hacia el autobús, porque no podía salir con ellos ni quedar en otro sitio, porque llevaban a otros profesores que eran matrimonio también, que vivían no cerca, pero si en la misma ruta. Llegamos casi a la par. No sabía si nos pondríamos a trabajar en algo, si haríamos un precalentamiento antes… pues nada de eso. marta se fue a su habitación y nos dijo que no la molestásemos. Ángel me explico cómo iría todo y con todo detalle. Luego nos fuimos a la cocina, me mando mirar en la despensa y coger dos botellas vacías.
Eran dos botellas de un ron muy conocido y de 75º según ponía en la etiqueta. Cogió una cacerola la lleno de agua y metió dentro varios sobres de té. Una vez termino de hervir el agua, lo dejo reposar, lo echo todo en una jarra y fue añadiendo agua hasta que el color oscuro del se te volvió más claro, como un anaranjado suave. Le puso azúcar y luego relleno las botellas, quedando una llena y la otra cerca de la mitas. Guardo hasta el último detalle, como poner como un precinto en la botella llena.
Ese día y por como lo tenían todo organizado, como me embrollaron a mí, pensaba que eran un par de “pervertidos” que sabían vivir la vida sin tanta falsa moral. Nosotros nos iríamos arriba, nos pondríamos a hacer que trabajábamos y actuaríamos con normalidad cuando Merche llegara. Marta dio un pequeño gritito diciendo que ya estaba aquí. Nos subimos, me puse como había dicho Marta, solo con la camiseta de manga corta, quería que se me vieran bien los brazos y la forma de mi tórax.
Las oímos saludarse, hablar, unas pequeñas risas y como Merche preguntaba por Ángel. Se las oía subir y vi cómo se quedaba cortada Merche al verme allí. Se lo explicaron con mucha normalidad los dos. Nos dejaron seguir trabajando y se fueron escaleras abajo. Ángel me hizo señas de que nos acercáramos a las escaleras a escuchar.
- ¿Cómo es que esta ese chico aquí? ¿Se llama Carlos, verdad?
- Si se llama Carlos y ha venido a echar una mano a Ángel, que él solo no puede con tanto peso y él está muy fuerte, no veas que brazos.
- ¿Lo sabe alguien? Porque en el colegio se podrían mosquear.
- Nadie lo sabe, salvo tú y porque sabemos que no lo vas a divulgar.
- Claro que no y lo entiendo, habéis buscado a alguien que se a fuerte y el chaval se ve que lo es.
- Ya te digo. ¿has visto que brazos? ¿Qué tórax? ¿Qué cuerpazo?
- Me asustas Marta… porque te conozco y se lo formal que eres, que si no pensaría que te pone el chaval.
- ¿Y qué pasa? Pues claro que me pone y mucho. Y tú no te hagas la beata, que con el tiempo que llevas sin… FOLLAR, seguro que lo has mirado mejor y con más ganas que yo.
- Que cosas tienes Marta, me vas a poner colorada.
- Yo porque estoy casada que si no…
- Que si no… ¿QUÉ?
- Pues que me lo “ventilaría” y si estuviera tanto tiempo como dices tu sin probar cacho… no se escapaba ni con alas.
- Hija mía como eres. Además como se va a fijar en mi a mis 40 años. No digas tonterías. Vamos a hablar de otras cosas… POR FAVOR…
Marta fue muy lista, no forzó mas la conversación. La “semilla” ya la había plantado. La conversación continuo por otros derroteros y ya nada interesante. A mitad de la conversación y no dándole importancia Marta le propuso… “Podíamos vestirnos de forma especial y poner cardiaco al jovenzuelo… ¿Qué te parece el juego?”, a Merche se le escapo una risa y le respondió… “Que mal y que borde que eres, no te conocía en esa faceta. Pero es que no me he traído nada que sea provocativo…” y Marta zanjo todo diciéndole que ella tenía de todo y como eran más o menos igual…
Hicimos que terminamos, nos bajamos con ellas y Marta dijo de pedir algo para que trajeran, que no les apetecía cocinar. No decía nada, pero me era difícil identificar quien era quien llevaba la voz cantante él o ella. Según sucedían las cosas pensaba en unos momentos que quien mandaba era ángel, pero por otras cosas pensaba que era Marta. Llegando a la conclusión que eran un equipo en perfecta sintonía. Llegaron las pizzas y Ángel desde abajo les dio una voz de aviso.
Se oía como bajaban, por el taconeo de las dos. Estábamos sentados en el mismo lado de la mesa y de cara a la puerta. Nos quedamos boquiabiertos, las dos venían con unas faldas escocesas, bastante cortas, pero sin ser mini. Merche de color roja la falda y Marta de color verde. Ambas acompañaban las faldas con un chaleco gris con rayas finas de colores, eran iguales, con cuatro botones delanteros y el primero sin poder abrocharlo, porque las tetas de ambas lo hacían imposible. Marta llevaba botas con tacón muy fino y alto, Merche llevaba unos zapatos con el mismo tipo de tacón. No llevaban sujetador y las medias de las dos se veía la franja negra superior, no eran pantys.
Marta se había quitado los sujetadores de pelo y llevaba como la melena sin peinar y suelta. Merche llevaba el pelo corto. La gran diferencia… Marta estaba normal, fresca y Merche estaba azorada, marcándosele las mejillas bastante rosadas. La cena fue rápida y con vino. Los tres bebieron bastante más que yo. Después nos fuimos a lo que llamaban la salita, que estaba en otra habitación. Era una habitación amplia, con tres sillones de dos plazas. Una televisión, una pantalla plegable y un proyector en el techo, como un buen equipo de música y en las cuatro esquinas, en la parte del techo, juegos de bombillas de colores y una mesita en medio de los sillones.
Seguían haciendo comentarios, de cómo iban, que parecían hermanas y por cosas que dijeron, entendí que se conocían de siempre, por lo menos ellas dos de su época de estudiantes. Por eso la complicidad en la cena, aunque estaba claro que Merche no era como Marta, en el terreno sexual no se parecían en nada, Marta super lanzada y Merche muy cortada.
Trajeron las bebidas y refrescos. Ellas tomaban ron con limón. Ángel la bebida que se había preparado y yo una coca cola. En nada de tiempo, Ángel se bebió la botella que estaba empezada y abrió la otra. Las dos mujeres le decían que no bebiera tanto que le iba a sentar mal y lo mejor de todo, Ángel hacia el papel de borrachín a la perfección. Si no hubiera visto lo que había metido en las botellas, hasta yo pensaría que estaba colocado. Cuando se bebió casi la mitad de la nueva botella, se trató de levantar y parecía que se iba a caer.
Marta me pidió ayuda para subirlo a la habitación y lo hicimos a la perfección. Cuando estábamos arriba él decía que si la cosa se ponía caliente, que aparecería y su mujer saco a pasear su genio, se convirtió en Doña Marta… “De eso nada, si no te digo algo te quedaras tranquilito, vamos a darle confianza y si pasara algo, mañana por la noche será otro cantar”, Ángel protesto y no estaba de acuerdo, Marta se enfureció y le soltó… “Tu decidís, lo hacemos como yo digo o lo dejamos estar… TU MISMO”, por su tono, hasta yo sabía que Marta no cedería en nada y por eso Ángel acabo diciendo… “Bueno… pero por lo menos no cerréis la puta puerta”
Antes de entrar en la salita, Marta me decía que la había visto desnuda y se había puesto cachonda. Que no sabía cómo entrarla para que no se asustara y me miro esperando una respuesta, me encogí de hombros y le dije que era cuestión de probar. Al entrar estaba de pie, bailando o moviéndose al ritmo de la música, me quede embelesado viendo como bailaba una canción de Madonna, “Don´t tell me” estaba de espaldas a la puerta y que bien meneaba el culo, Marta me miro, se mordió los labios y meneo la cabeza, con mirada de deseo. Me había dicho que estaba nerviosa, porque jamás había estado con una mujer. Luego sonaron y no se en que orden, canciones como “She Bangs” de Ricky Martin, “Amor se paga con amor” de JLO… hasta que llego “Carolina” de M-Clan.
Con esta canción las miradas entre Merche y yo, fueron profundas, de deseo, en parte el alcohol y su prolongada abstinencia tenían mucho que ver. Marta que se dio cuenta, cambio el tipo de música y puso una música lenta, sé que empezó con varias canciones de italianos. Merche se cortó y no quiso bailar, Marta puso a funcionar las luces, parecía una discoteca y apago la luz normal. Nos pusimos a bailar los dos. No sé si fue en la tercera o cuarta canción, pero ya agarraba bien sus dos nalgas y la apretaba contra mí, teniendo una erección de caballo.
Después marta se apartó e hice que se levantara a bailar Merche. Paso más o menos lo mismo. Bien que se apretaba Merche. Si Marta no estuviera, ya estaríamos follando seguro. Notaba que el cortaba la presencia de Marta y mucho. En cuanto pude le hice una seña muy discreta a Marta, que la entendió a la primera y dijo que iba al aseo. En cuanto cerró la puerta, intente darle un beso que rechazo, a la segunda intentona nuestras lenguas se volvieron locas. Recupero el control diciéndome… “Esto no puede ser, podrías ser mi hijo, no estamos en nuestra casa, estamos de invitados y eres demasiado joven, casi un niño, es una locura muy grande”.
Se quiso apartar y no la deje, cogí una de sus manos y la lleve al bulto que hacían mis pantalones, sin permitir que la alejase… “¿Esto es de un niño? Pues mira cómo se la has puesto a un niño. Y este niño va a romper tu abstinencia y lo mismo alguna otra cosa” quite mi mano y Merche pasaba la suya a todo lo largo de mi polla. Lo único que cuando oyó acercarse a Marta quito la mano. Marta al entrar comento… “Ves los chicos de hoy… bailan todo tipo de música y Carlos además tiene un buen ritmo”
Marta se sentó bebía de su vaso y yo apretaba mas contra mi cuerpo a Merche, que tenía una lucha interior dejarse o no dejarse. Al final le gano el no dejarse, porque puso la disculpa de que Marta estaba sin bailar y estuve rápido, porque dije que podíamos bailar los tres juntos e invite a Marta a unirse, que ni lo dudo. Sabía que el alcohol las tenía que haber desinhibido un poco. La duda es si sería lo suficiente. Porque aunque Marta estaba decidida, se la veía que no sabía cómo hacerlo y Merche, que se la veía con ganas, por lo menos de estar con un hombre, no sé si tragaría conque fuéramos tres en el juego.
Nos abrazamos los tres de forma discreta o recatada, eso sí mis manos estaban colocadas en el culo de cada una de ellas. Fui bajando mis manos hasta meterlas por debajo de sus faldas, no me costó nada. Mi polla estaba a tope, no me creía que pudiera estar con dos mujeres como ellas. Se podían oír los latidos de mi corazón o eso pensaba. Nos apretamos un poco mas, fue de forma suave y entonces me acerque a Merche y le di un beso que acabo en morreo. Se puso muy nerviosa, porque se quedó mirando a su amiga.
Nada más acabar con su beso, hice lo mismo con Marta y cuando iniciamos el morreo a Merche se le escapo una exclamación… “Mierdas… estamos locos…” corte el morreo y me volví a morrear con ella, mientras Marta, acariciaba su pelo y le decía al oído… “Déjate llevar, lo necesitas… disfruta, disfrutemos” el morreo se convirtió en algo antológico. Cogí la mano de Marta y la puse en el culo de Merche, mientras yo ahora, me dedicaba por completo a besarnos, a comernos la boca. Tuvo una intención de rechazo, de parar, cuando sintió las manos de su amiga por detrás, pero no pare de besarla y de pronto soltó un fuerte gemido, que lo lanzo dentro de mi boca, Marta debía de haber llegado a algún “lugar” muy delicado y Marta añadió… “Sigue así, déjate… vas a tener todos los orgasmos que no has tenido en estos años… ya verás… será inolvidable” y se puso a besar su cuello.
Marta ya estaba muy animada, totalmente suelta y desde atrás empezó a desabrochar los tres botones abrochados del chaleco. Quedaron libres las tetas de Merche. Marta las cogió y las acaricio. Merche hablaba con hilo de voz nada mas, estaba demasiado excitada para que le saliera mas voz… “¿Qué es esto? ¿Qué me hacéis?”, la que le contesto fue Marta de una forma más “agresiva”… “Pues que crees que estamos haciendo, pues dándote lo que necesitas putita… si te vamos a follar y si te lo preguntas… SI ES MI PRIMERA VEZ CON UNA MUJER”
Quise mandar en la situación, gire a Merche y la puse de cara con su amiga. Se quedaron las dos cortadas, no me lo podía creer, hasta que marta dio el primer paso y la dio un beso en los labios sin más. Luego se dieron otro y también corto, pero a la tercera fue la vencida, porque se pusieron a morrearse de forma desaforada. Me gustaba verlas y sobre todo como Merche ya no se quedaba atrás, desabrocho el chaleco de Marta y no se anduvo con rodeos, se agacho un poco y se metió uno de sus peones en la boca, la cara de placer que puso Marta era de estar muy cachonda, agarraba con pasión su cabeza, la apretaba contra ella y su boca se abría y cerraba, se mordía los labios, hasta que empezó a gemir, no empezó de suave a fuerte, directamente gimió fuerte.
Se estaban desnudando, les dije que no se quitaran las medias ni el calzado. Merche se quedó con unas braguitas muy bonitas y Marta con un tanga que no desmerecía para nada. Me apetecía quitárselas yo. Primero lo hice con Merche, me puse detrás y le fui bajando las braguitas, me agache y le comí el culito, luego hice que se apoyara en Marta y desde atrás le comí el coñito, estaba mojada, muy mojada. Luego hice lo mismo con Marta, pero a ella lo hice desde delante, pasando mi lengua por su clítoris y se le escapo… “Ya verás como usa su lengua, es brutal, único…” y Marta sospechando algo solo le dijo sonriendo… “Que PUTA que eres, no vas a cambiar nunca”
Me puse de pie y Marta sin necesidad de decirle nada se agacho, empezó a desabrochar mi pantalón y Merche con voz de preocupación nos dijo… “¿Qué pasa si aparece Ángel? Porque si lo hace yo salgo corriendo…” Marta que ya me había desabrochado el pantalón le respondía… “Merche no te preocupes, con el pedo que lleva ese no se levanta en toda la noche y mira lo que he encontrado, no me digas que no es una auténtica joya” lo decía mostrando mi polla, que estaba en su máximo esplendor.
Marta me lamia la polla de arriba abajo, hasta los testículos. Merche se agacho y nada de lamer, se metió mi pola dentro de su boca, al principio le costó un poco y Marta decía… “Si que estaba necesitada de un buen nabo, menudo atracón se está dando” y era verdad, estaba desenfrenada, por lo que Marta la dejo sola y empezó a acariciar a su amiga, empezó por los pechos, cuando cogió un poco más de confianza, empezó a acariciar su coñito. Merche se empezó a “acelerar” cuando sintió las caricias de Marta, pero Marta cambio su cara cuando empezó a acariciar a su amiga, su cara era indescriptible, era una mirada “sucia” libidinosa, lo tenía todo.
Hice que parara, me fui para el sillón y me senté. Merche se sentó junto a mí, Marta fue generosa porque la dejo que siguiera comiéndome la polla y ella se puso a acariciar el coñito de su amiga, ahora la podía ver como lo hacía. Veía su cara de indecisión, que deseaba comerle el coñito pero no se decidía. Hasta que estire mi mano, la puse sobre su cabeza y con un suave movimiento, se fue para su “manjar”, empezó tímidamente, dándole pequeños lengüetazos, a los que Merche respondía con roncos gemidos.
No tardó mucho en pegar su boca al coñito y Merche llego un momento en que se tuvo que parar, se echó hacia atrás en el sillón y abrió bien las piernas para dejar a su amiga que le hiciera una buena comida. Me levante y me aparte, creo que ni Merche se enteró. Cogí de mi pantalón unos preservativos. Me puse uno y me coloque detrás de Marta. Me puse de cuclillas, coloque mi polla en la entrada de su culito y suavemente fui metiéndosela, desde el primer momento aunque se escapó algún ligero quejido, no era territorio inexplorado.
No lo hacía muy rápido, ni fuerte, para no molestar en la comida de coño que le estaba haciendo. Merche ahora me miraba, cada vez abría mas los ojos, aguantaba la respiración, estiraba las piernas y empezó a correrse. Qué manera de gritar, hasta Ángel si estuviera borracho de verdad, la hubiera oído perfectamente. Ya podía follarme ese culito como se debía de follar. Marta apoyo parte de su cuerpo en el asiento y Merche se apartó. Se vino hacia mí y yo embestía a Marta con ganas, al ponerse Marta junto a mi exclamo… “Chiquillo que manera de empotrarla, eres un fiera… ¡¡JODER!! SI SE LA ESTAS METIENDO EN EL CULO Y COMO AGUANTA LA MUY PUTA… MADRE MIA”
Marta con la voz entrecortada le decía a su amiga… “Tócame… tócame… que así me pone más” se acercó a ella, metió la mano por debajo y Marta empezaba a gemir mas fuerte y las dos empezaron a decirse de todo menos bonita, por lo que veía les ponía cachondas hablarse así. Me pare en seco y Marta vocifero por haberme parado, entonces le dije que se follara ella misma y no me entendió o eso me dijo.
Era mi momento, azote su culo varias veces y protesto diciéndome… “¿QUÉ PASA ERES TONTO…? NI UNA TORTA MAS…”, pase de lo que decía y volví a azotar sus nalgas, esta vez Merche me animaba a que la diera bien y ya lo único que dijo dirigiéndose a su amiga… “QUE PUTA MAS ASQUEROSA QUE ERES” y a continuación, empezó a mover con potencia su culo hacia atrás, follándose ella sola y era tan “violenta” como yo. Otra vez fui yo el que tomo el ritmo y la empotre como debía empotrarla hasta que se corrió y casi lo hace como su amiga.
Había estado en cuclillas bastante rato y me senté, me quite el preservativo y Merche cogió uno de los que había dejado en la mesita, lo abro, se acercó a mí, me lo coloco con un poco de torpeza, diciéndome que le tocaba a ella y dejando claro que por detrás no. Una vez que me lo puso, no tardo nada en ponerse a horcajadas sobre mí, agarro mi polla, se la coloco en la entrada de su coñito y se dejó caer sin dudarlo, nada de ir despacito y soltando una enorme exclamación de placer cuando la tubo toda dentro.
Marta se levantó y salió rápido de la salita, no sé a dónde había ido, imagine que a ver a Ángel. Pero si lo hizo fue muy rápido porque volvió en seguida. Traía en su mano un consolador de un buen tamaño. Lo lleno con un gel y se puso detrás de su amiga, la tía quería follarle el culo. No lo dudo empezó primero metiéndole un dedo o más de uno, porque no podía verlo, pero si oír a Merche… “Marta no seas guarra, deja mi culo… por ahí ni tus dedos”, como Marta no le hacía caso, quiso revelarse, pero no la deje, al final acepto los dedos, porque no sabía lo que le venía.
Justo en el momento que mas resoplaba y gemía Merche, fue el momento en el que Marta me hizo una seña y abrace a Merche, nos besábamos y dejo más expuesto su culito. Estábamos morreándonos, cuando Marta inicio su “ataque” por sorpresa y Merche quería protestar pero no pudo. Tenía vibración, porque mi polla la notaba y ahora era marta la que una vez vencida la voluntad de su amiga, empezó a darle buenos azotes en el culo, que a diferencia de ella, su amiga los admitió con mucho placer. Es más hubo un momento en la que ella dijo en forma de reproche y provocación…
“So puta.. ¿Es que no sabes azotar en condiciones? Menuda blandengue”, marta con cierto mosqueo me pidió a mí que lo hiciera yo y bien gustoso que lo hice. Empecé a darle unos azotes a media intensidad y veía que los admitía sin problemas, por eso fui subiendo la intensidad y con mis grandes manos abarcaba bien sus nalgas. Ahí fue cuando ella se puso a gemir de verdad, le encantaban los azotes y su amiga le pregunto… “Si te gusta que te azoten no conocía esa faceta tuya” y ella muy cachonda le respondió… “No lo sabes tu bien… y como me puse de mojada cuando te los estaba dando a ti… UUUFFFFFFF… AAAHHHHHHH… sigue… dame mas y mas fuerte…”
Fue la primera mujer que conocí, que sabía lo que era disfrutar con los azotes y no se cortaba en reconocerlo. De pronto me pidió más, más rápidos y fuertes, le di el gusto y se corrió retorciéndose como una serpiente, hasta que acabo y se quedó tumbada sobre mí, con su cabeza en mi hombro, oyendo su fuerte respiración y algo que farfullaba y que no lograba entender. Merche se quitó, quedándose derrotada junto a mí y Marta me quito el preservativo, para comerme la polla de nuevo y le decía a su amiga, ya verás cómo se corre, en tu vida habrás visto algo igual.
Le decía que se lo iba a preparar para que lo degustara, pero que mientras le tocaba ahora a ella comerle su coñito. No es que Merche diera palmadas de alegría, pero se puso a comerle el coñito a su amiga, mientras ella me hacia una mamada en condiciones y yo estaba bastante apunto. Pero otra vez pararon la mamada, Marta estaba igual que Merche antes, abierta de piernas y esperando correrse. O Merche era muy buena haciéndolo o es que Marta estaba cachondísima, fuera lo que fuera daba igual, Marta se corrió en seguida.
No se quedó recostada y volvió a la mamada, cuando le dije que estaba a punto, hizo a Merche colocarse y se metió mi polla en su boca, Marta no paraba de decirle que lo disfrutara pero que luego compartiera con ella algo. ya no pude mas y lo mismo por la situación, por el ambiente, fue la vez que mas grite cuando me corría. Una vez que termine, me quede relajadísimo y ellas se morrearon de lo lindo. Marta le pregunto a su amiga… “¿Que?” y Merche le respondió… “Porque lo he visto, que si no, no me lo creería… y tu Carlos… ¿De dónde sacas tanto lechazo? ¿Siempre eres así? Porque si eres así menudo calentón harás coger a las mujeres, ya lo veras”
Marta hizo un comentario de que cuando había subido a la habitación, Ángel preguntaba por los ruidos. Lo que nos hizo polvo, porque Merche ya no quería seguir, decía que le daba pánico que Ángel se pudiera enterar. En ese momento no lo entendí y la iré fijamente, pero puso su cara de profesora, fría como el hielo. Meche se adecento como pudo y salió lanzada a su habitación, que estaba apartada de la de ellos. Una vez que nos quedamos solos, Marta me lo explico… “Ángel no ha podido ver nada, solo oír y tiene un cabreo monumental. así que vamos a darle un pequeño espectáculo entre tu y yo… ¿Vale?”
Ni me moleste en vestirme, subí desnudo y fuimos a su habitación. Ángel no tenía muy buena cara, pero estaba cachondo y no lo podía disimular. Él estaba tumbado en la cama, tapado con la sabana. Marta me hizo sentar en un sillón que había, luego se agacho y se puso a hacerme una mamada. La hacia muy lenta, para deleite de su marido, le estaba complaciendo y sabia como, porque quito la sabana y se tocaba mirándonos. Hasta que Ángel dijo que estaba ya muy cachondo, entones marta paro de inmediato, se puso de pies, me dio la mano y fuimos para la cama.
Se puso encima de su marido, se metió su polla lentamente. Le dio un buen morreo y le pregunto… “¿Te gusta cómo me sabe la boca a la corrida de Carlos?”, no la contesto volvió a morrearla con pasión. Marta ahora con voz de puta redomada le dijo… “Por fin vamos a cumplir nuestra fantasía” me hizo subir a la cama y no hizo falta que me dijera nada más. Me coloque detrás de ella y le empecé a follar el culo y por deseo suyo sin preservativo.
Si él se puso cachondo, porque se puso a tope, diciéndole solo obscenidades a su mujer, ella se puso mucho mas, estaba fuera de sí y nada mas decía que era una gozada, sentirse follada por dos, que era un locura de placer y a las obscenidades de su marido las responde con un simple… “Si mi cornudo”lo que a él le llevaba a lo más alto, hasta que se corrió llamándola puta sin parar, no se las veces que se lo llamo. Lo que pasa es que una vez que él se corrió se acabó la “fiesta” no quería que siguiéramos. La faena sobre todo fue para ella, que estaba muy a punto, se notaba. Pero no protesto, se quedó callada.
Me dijeron que me duchara en su baño, que no saliera así. Ángel se puso unos cascos, apago la luz y solo dejo la de la lampara de noche. Ella me dijo que ahora me llevaba una toalla. El baño era grande, alargado pero estrecho. Mueble corrido en el lado derecho y el lavabo en el centro, lavabo doble y en el lado izquierdo, bidé, ducha y bañera. Me metí en la ducha y al lavarme bien la polla, de tanto tocarme y pensar en ir a hacer una visita a Merche, la polla se me pudo a tope, quedando mirando hacia arriba y pegada a mi ombligo.
Ya estaba acabando cuando entro Marta, con una batita minúscula, que dejaba su culito casi al aire. Se iba a ir después de dejarme al toalla sobre una banqueta cuando salí rápido, la agarre por detrás, agarre con fuerza sus caderas, me dijo bruto pero se dejó llevar, la apoye contra el mueble y sin preservativo ni nada, empecé a follarla con rapidez, empotrándola contra el mueble, hasta casi dar con el espejo. Si el espejo, era una imagen morbosa, excitante y que me ponía cachondísimo, lo que puede hacer un espejo.
A ella le estaba ocurriendo lo mismo, se le veía en su cara. Se corrió silenciosamente y estaba a punto, me iba a salir, pero ella mirándome por el espejo, me movió la cabeza, asintiendo y echando su cuerpo hacia atrás, que corrida mas bestial. Me acosté pensando y soñando con lo que pasaría el sábado.
Pero la luz del día me volvió a la realidad. Ellos eran al final los que tenían la última palabra y Ángel, nos dijo a su mujer y a mí de forma tajante… “O follamos todos, con todos o se rompe la baraja. No pienso hacerme el borracho ni nada parecido, tenéis hasta la noche para decidir”, primero la trato de convencer Marta, pero Merche no salía del no. Me toco a mi convencerla o por lo menos tantearla.
- Merche se ha complicado el poder hacer nada. Porque Ángel ha dicho que se ha levantado tan mal, que hoy no piensa ni mirar el alcohol. Lo mismo, si le metemos en el rollo, pues traga.
- Lo mismo no, seguro que tragaría. Que ya lo sé yo. Pero es que me da repelús, me cae muy bien, pero no lo puedo evitar.
- Yo no tengo tan claro que tragaría.
- Jajaja… que no. Si en vida de mi marido, le hizo alguna proposición sin saberlo Marta para hacer un intercambio, que fueron según mi marido, mas que insinuaciones o así lo percibió él.
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- Ah, no lo sabía.
- Es que no tenías por qué saberlo y ahí no acaba todo. Le hizo un inicio de “chantaje” a mi marido, lo mismo la palabra exacta no es un chantaje, pero le anduvo por ahí. Por eso mi recelo con él y poco después vino el accidente de mi marido.
- Pues te apoyo. Que le den. Lo que si quiero es que nos volvamos a ver.
- UY… eso no lo sé, tengo que madurarlo, que aquí hemos vivido una cosa, pero luego al salir de aquí viene la realidad.
- Pues ya me dirás, si eso luego te dejo mi teléfono.
- No me lo dejes que no voy a llamar a tu casa. Menudo cortazo si me coge tu madre o tu padre. Que no.
- Bueno, pues tu misma.
Terminamos la conversación y ese día no hubo nada más. A pesar del careto que tuvo Marta todo el fin de semana. Solo le faltaba morder a su marido cuando la preguntaba algo.
bien puta
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4 comentarios - La mal follada, bruja, la cabrona(relato anónimo)

JuanCa0093 +1
El mejor relato que eh leído, me puso tremendamente cachondo
l_rubn31 +1
Que buena historia, me dejo prendido lastima que me faltan 10 dias para llegar a tierra.
juanmal +1
Que hermosa la chica de la tercer foto!! Hay data???