Valentina

Mi nombre es Valentina y tengo 26 años. Nunca he compartido esto con nadie, por lo que tener la oportunidad de hacerlo de esta manera es muy aliviante para mi. No se por donde empezar en realidad, ya que no le encuentro una explicacion a este gusto tan grande por algo tan particular. Comenzo como una travesura de adolescente, una simple gracia y termino siendo una costumbre. El hecho es que me gusta el sexo oral, me encanta y lo prefiero antes que tener relaciones. El sexo oral, chuparla, hacer un pete o como quieran llamarlo. Me encanta todo lo que rodea a ese tema, el antes, durante y el despues. He descubierto que los hombres tienen gran debilidad y obsesión por meternos su cosa en nuestras bocas por lo que me gusta explotar al maximo esta locura que tienen. La cara del hombre al vernos arrodilladas pasandole la lengua, subiendole y bajandole la piel con la pija adentro de la boca, es hermosa y he logrado orgasmos al momento de sentir el liquido tibio sobre mi lengua. Comenzare relatando lo ocurrido el pasado fin de semana, durante una noche de sábado en un boliche de La Paloma, en Rocha.

Salimos con unas amigas con las cuales estabamos acampando en el camping de La Aguada. Quisimos salir a conocer un poco la noche y nos aprontamos y alrededor de las 22 horas ya estábamos llegando al bar. Era un local típico de la costa rochense, hippie, rustico y con una banda tocando. Apenas llegamos empece a buscar quien seria mi victima. Acerca de mis gustos, no me gustan los musculosos ni cargosos ni nada de eso, sino que mas bien los timidos, flacos y morochos, alguien con quien se pueda mantener una conversación amable y que no tenga idea de como terminara siendo complacido. A los cinco minutos pude fijarme en un hombre de unos 25 años, con un grupo de amigos que parecía tener cara de aburrido y que los bailes no eran su lugar. Blanco de piel, un poco mas alto que yo, pantalón suelto (me encantan) y buzo Rusty, típica vestimenta rochense. Espere a que se fijara en mi y en ese momento comenzó el cruce de miradas, sin embargo no se acercaba, por lo que espere a que fuera a la barra por una cerveza y me acerque yo con la excusa de que si me podia hacer un lugar porque estaba repleto de gente. Allí una conversación de temas boludos, de música, de la gente y del balneario por lo que lo fui llevando hacia afuera diciéndole que no lo escuchaba por el ruido. Me reía de cada bobada que decía por lo que no tardo en comerme la boca (jajaja). Estuvimos unos minutos besandonos hasta que empece a sentir que algo empezaba a crecer indisimuladamente entre las piernas de este hombre que recién conocia y que por cierto se llamaba Matias. Le dije que me daba vergüenza seguir besándonos tan cerca de la puerta por si me veían mis amigas, asi que nls alejamos un poco mas y nos metimos en uno de los tantos montes y bosques que tiene La Paloma. Alli fui directo al asunto después de asegurarme que nadie nos veía, y tras besarnos un poco mas puse mi mano por encima de su pene y note lo firme que estaba. No quise darle mas vueltas porque se que lo detestan, por lo que me puse de rodillas y ante los ojos de Matias que no podían creer lo que le estaba pasando, le baje apenas el pantalón hasta dejar relucir eso que tantas ancias tenia de ver (y chupar). Sin apenas tocarlo me lo puse entero en la boca y empece el "cabeceo". No hubo dialogo después de eso, sino silenciosos gemidos de el. Cada tanto lo dejaba poner su mano en mi cabeza ya que conozco bien la afición que tienen por eso ( a veces puede ser molesto) y al sacármela de la boca lo miraba fijamente mientras le bajaba la piel y me lo volvía a meter. Su pene estaba hirviendo y los gemidos de Matias ya comenzaban a ser mas constantes por lo que pude ver lo que se venía. Con una mano acariciándole las bolas, otra masturbandolo y mi boca haciéndole todos los juegos de lengua que conozco, comencé ese juego rítmico que hizo que Matias me dedicara una mirada de Culpable y compasiva y dejara liberar una serie de chorros constantes de semen sobre mi boca. Continué los mismos movimientos mientras sentía los espasmos de placer de Matias y me dispuse a tragar de un solo buche todo ese liquido caliente ante la mirada atónita de este. La cara del pibe era un poema, no sabia que decir, por lo que hablé yo y dije: volvemos?

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