Relato Erotico: Rubia Veterana

Considero que todas las experiencias lésbicas que he tenido me han dejado algo nuevo, pero jamás me imaginé que me encontraría en una situación como las que les contaré.
Una tarde mientras estaba trabajando, me dirigía a mi oficina, ese día fue festivo y ya estábamos muy pocos operando aun, tome el ascensor vacío, apreté el botón del piso diez y espere a que las puertas se cerraran y comenzara a ascender.
Justo cuando las puertas comenzaban a cerrarse, se produjo un golpe de mano entre ellas y una rubia de unos cuarenta y seis años entró en el ascensor, pulsó el botón de su piso y se giró para mirarme, lo cual no suena raro, si no es porque su mirada casi me desnudaba, por primera vez a mis 35 años me sentía intimidada y era por una mujer madura de mirada extraña.
La rubia vestía un traje azul oscuro, una blusa de seda blanca y unos elegantes zapatos negros… Hubiera sido considerada guapa, sino fuera por el hecho de que tenía un aspecto duro, con su pelo rubio corto, que se lo tiraba a un lado y una actitud de control total.
Después de varios segundos de silencio, la rubia, mientras miraba directamente mis ojos, me preguntó:
R: “¿Eres una sumisa, no es así?… Puedo olerlas a un kilómetro de distancia”
Me puso roja como un tomate y, mientras evitaba sus ojos, me ponía a pensar que responder, ya que no me esperaba eso, ella me tomo del brazo y repitió la `pregunta, yo la mire como hipnotizada y solo conteste;
C: ¡Sí… ¡Sí lo soy!”
La rubia lanzó un bufido y contestó:
R: “¡Estas perras son todas iguales… Se visten y se ponen guapas, ¡esperando ser recogidas por una mujer dominante para joderlas bien jodidas!”
Al escuchar la cruda conversación de esta completa desconocida, tuve una reacción inmediata y mi vagina se fue inundando de humedad al comenzar a palpitar mi clítoris.
El ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron suavemente y la rubia le dijo:
R: “Este es mi planta… Ven conmigo, ¡que hoy has encontrado la mujer dominante que buscas!
Sin poder hacer nada y aun anonadada, la madura así sin más, me tomo del brazo y me condujo por el pasillo hasta su piso.
Una vez abrió la puerta, la rubia me empujó dentro, cerró la puerta y dijo:
R: “¡Vamos, pequeña zorra, ábrete la blusa y déjame ver tus tetas!”
Temblando no sé porque razón, solo hice lo que me pidió y desabotoné la blusa mostrando mi sujetador escotado y pechos abultados a los ojos hambrientos de la dominante rubia, que alargó la mano y comenzó a pellizcar y tirar de mis pezones a través de las copas de encaje del sujetador.
Quede sin aliento, ¡tanto por el dolor como por la excitación de tener mis tetas maltratadas por la extraña lesbiana rubia dominante!
Jamás en la vida un hombre había conseguido tenerme así de sumisa, pero esa rubia tenía algo que me encendía por eso le permití llevarme al salón y una vez allí la rubia me dijo:
R: “Veamos si te gusta esto… Vamos, zorra, ponte de rodillas y cómeme el coño… ¡A ver cómo lo haces”!!!
Me ordenó la rubia levantando su pierna y colocándola en el brazo del sillón… Se subió la falda mostrando su coño bien peludo y esperó.
En esos momentos, mi vagina era un caldero de jugos calientes, ¡y la visión del coño de la rubia me resultaba increíblemente excitan!
Sin perder tiempo, me arrodille y apoye la boca en la hendidura que ya goteaba, lo que hizo que la rubia se quejara en voz alta cuando mi lengua le atacó su clítoris erecto.
R: Cómeme, ¡maldita perra! ¡Cómete mi jodido y peludo coño, puta!
¡Yo no estaba acostumbrada a eso, generalmente incluso con mujeres yo trataba de dominar, pero esa mujer me tenía en sus manos!
Le comí el coño como si no hubiera un mañana, ¡hasta que explotó en un espasmo justo antes de que un tremendo orgasmo le atravesara el coño!
¡La rubia no pudo reprimir su grito cuando su coño se sacudió fuertemente alrededor de mi lengua, su cuerpo se estremeció convulsivamente!
Después de que su orgasmo hubo disminuido, la rubia me empujó a sus pies y me besó profundamente en la boca, ¡saboreando el sabor de su propio sexo en mis labios!
R: Te encanta chupar coño, ¿verdad, perra?
Sólo asentí con la cabeza y esperó más instrucciones.
“Desnúdate”, me ordenó la rubia, yo lo hice sin detenerme hasta que estuve desnuda frente a la lesbiana dominante.
Mis pezones se arrugaron al instante por el ambiente fresco y la rubia, que los quería tiesos, alargó ambas manos y comenzó a retorcerlos con dureza.
Mientras jugaba con mis tetas, la rubia se dijo a sí misma: “Me encantan las grandes tetas”, y se inclinó, cogió uno de mis pezones en su boca y lo chupó con fuerza, mordiéndolo, lo que provocó que gritara de dolor y placer.
C: ¡Ah, dios!!!
R: ¿Te gusta eso?
Babeó la rubia mientras chupaba mis duros pezones, gemí ruidosamente mientras estos fueron chupados, estirados y mordidos por la cachonda rubia.
Tomando asiento en el sillón, la cara de la rubia quedó a sólo centímetros de mi vagina, ¡y su aliento caliente tan cerca de mí me tenía a mil y chorreando de mi vagina!
R: ¿Quieres que te chupe… ¿Qué te corra?
Dijo la rubia sarcásticamente, mientras bromeaba, ¡dándome algunas lamidas en mis labios externo!
Quede sin aliento cuando la lengua resbaladiza de la rubia me alcanzó el clítoris… Un rayo de placer se disparó como una corriente eléctrica a través de mi cuerpo.
La rubia, mientras tanto, quería hacer sufrir a esta pequeña perra sumisa, que no podía esperar más… Necesitaba desesperadamente que le chuparan mi clítoris.
C: ¡Oh, Dios mío! Cómeme… Cógeme, por favor… Dame un orgasmo… ¡Lo necesito”!
Durante los siguientes minutos, los papeles se invirtieron, la rubia me comió el coño chorreante sabiendo muy bien cómo hacerlo con su experta lengua viciosa….
Mi coño estalló como un petardo y mi orgasmo irradió placer desde mi coño a todo mi cuerpo, provocando que quedara totalmente agotada.
Sin apenas darme tiempo a recuperarme, la rubia se agarró a mi cintura, estabilizándola y ayudándola a mantener el equilibrio.
De pie, la rubia empujó su coño desnudo directamente en el mío, y las dos unimos vaginas hasta que nuestros clítoris clítoris hicieron contacto directo el uno con el otro.
R. Que rica puta!!
C: ¡Dios, que rico, uhm!
R: ¡Eres una lesbiana sumisa y puta!
Gimiendo una en la boca de la otra, las dos continuamos aferrábamos, la una a la otra, con nuestros clítoris en contacto íntimo para lograr tener el nuevo orgasmo, que alcanzarnos en poco tiempo, quedando ambas, de nuevo, ¡muy agotadas!
R: ¡Eres una puta muy rica!!
C: Dios, ¡eso fue delicioso!
Una vez terminamos, la rubia se sentó en el sillón y poco después observó cómo me vestía nuevamente.
Salimos del salón abrazadas y besándonos, jamás una mujer me había hecho sentir así, usada, violada y esa rubia la cual solo supe que se llamaba Laura me tuvo así.
Antes de marcharse la rubia me pidió mi número de móvil y me hizo una llamada perdida para que tuviera el suyo.
¡Camine a la puerta del ascensor ya que tenía que subir a mi oficina si o si y antes de entrar ella me dijo!
R: ¿Te veo mañana? ¿Te parece a la misma hora?
La mire de arriba abajo, sabía que eso fue sexo casual y lo mejor era ya no repetirlo, pero esa mujer tenía algo erótico que salía de su aura, por lo cual, acepte contestándole;
C: A la misma hora, sin falta, ¡mañana estaré aquí!
¡Con cariño Cindy!!
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