Javier nos ayuda (Capítulo 17)

Capítulo 17
 
Él le acariciaba el estómago, las bases de las tetas y de vez en cuando le daba pequeños apretones en las mismas, mi novia le acariciaba el pecho tirándole del vello y tuvo que notar la polla en su nuca, porque deslizó la cabeza hasta las rodillas, saltando ésta hacia arriba, la mía con aquellas imágenes, no le iba a la zaga y también estaba empalmada.
 
-¿Es bonita su polla verdad? -me preguntó mientras se la agarraba.
 
-Preciosa -le contesté con unos gestos de exageración.
 
-¿Y a ti te gusta la de Diego?
 
-A mi me gustas tú, pero reconozco que es una buena polla.
 
-Mañana te daremos el decálogo para que me sigas follando en el futuro cabronazo. Lo teníamos preparado para cuando me follaras la primera vez, pero como eres un impaciente y no has podido esperar te lo daremos mañana mismo.
 
-¿De verdad? ¿Habéis hecho un decálogo?
 
-Bueno es una lista con las reglas que tenemos que cumplir a partir de ahora y para siempre. Se pueden añadir algunas más, pero no se puede quitar ninguna.
 
-¿Las puedo ver ya? No voy a poder dormir con esa intriga.
 
-Espera -le dije- ¿Las imprimo ahora? -me dirigí a mi chica.
 
-Claro, así lo aclaramos antes.
 
Ella se volvió  colocar nuevamente contra el cabecero.
 
Encendí el portátil y la impresora y en un momento imprimí el folio con las condiciones que habíamos convenido entre mi novia y yo. Luego se lo tendí a él que ávido comenzó a leerlo detenidamente hasta que finalizó la lectura.
 
-Me parece todo de lo más lógico -dijo mirándonos con el folio en la mano.
 
-¿No tienes ninguna objeción? -le preguntó ella.
 
-Bueno... ¿Os puedo hacer una propuesta?
 
-¿Cuál? -dijo mi novia mirándome brevemente para volver la cara hacia él.
 
-Es por la frecuencia -nos dijo.
 
-Javier la hemos acordado entre los dos y no se debe modificar, comprende que las condiciones debemos ponerlas nosotros -volvió a decirle ella.
 
-Claro, si estoy de acuerdo con todo, es solo que esa condición podríamos posponerla para cuando pase un tiempo que entre vosotros consideremos oportuno, o sea, por ejemplo, que durante el primer mes lo hagamos las veces que nos venga bien a los tres y a partir de ahí, una vez a la semana como dicen las reglas.
 
-No lo sé, tendríamos que hablarlo primero Ana y yo.
 
-Ha sido un ejemplo, -insistió él.
 
-Ya, claro -dijo mi novia-, mañana te damos una respuesta a eso.
 
-Ok, otra pregunta, ¿Esta noche ya vale para el día de la semana? -nos preguntó con su cara algo compungida.
 
-Hoy no cuenta, las condiciones iban a contar a partir de que las conocieras -le contesté.
 
-El día que toque hay algún límite de... de polvos, ya sabéis.
 
-No, ninguno, bueno, hasta que te deje seco -dijo ella con unas risas.
 
-Mejor ponemos un límite mínimo de horas para dormir según si a la mañana siguiente se trabaja o no por parte de alguno de nosotros.
 
-¿Crees que no coy capaz de agotarte antes de dormir? -le dijo ella con una gran sonrisa.
 
-Ana te aseguro que yo puedo estar follando toda la noche sin parar y más si es con el morbo que me dais los dos.
 
-Huy, éste es el lobo feroz -me dijo riendo-, está bien pongamos un mínimo de siete horas para dormir.
 
-Sin hora de inicio -dijo él.
 
-Vale, ese día no hay hora de inicio -admitió ella.
 
-A ver si sois buenos y me dejáis por lo menos los primeros quince días, tened en cuenta que no estaré todos aquí.
 
-Ya veremos -le respondí- bueno ¿Vamos a la ducha? -le dije a ella.
 
-Sí, que mañana madrugo -me respondió.
 
-Bueno pero hoy no hay normas, ¿No? -preguntó él con una sonrisa.
 
-Javier que ella madruga mañana y ya no va a dormir ni seis horas.
 
-¿Pero es que quieres hacerlo otra vez?
 
-Claro guapísima, ¡contigo cómo no voy a querer! Siempre que vosotros queráis naturalmente.
 
Mi novia me miró interrogándome con los ojos.
 
-Venga un rapidín y a la ducha, ¿Quieres? Le pregunté a ella.
 
-¿Cómo quieres follarme? -interrogó a Javier, dejándome a cuadros con esa respuesta tan directa que no me esperaba.
 
-¿Quieres en misionero? Así nos podemos besar mientras follamos, -tampoco se cortó él en su propuesta.
 
Ella sonrió y se dejó resbalar hasta dejar apoyada su cabeza en la almohada, luego flexionó las rodillas dejándolas muy abiertas para que él se la pudiera meter sin problemas. Javier se arrodilló entre sus piernas y acercó su polla que en ese momento no tenía aún toda la erección.
 
-Cariño pónsela dura y me la metes -me dijo.
 
Nos miramos Javier y yo con cara de resignación y me puse a su lado, le agarré la polla y comencé a darle a un ritmo medio, solo para que se empalmara.
 
-Lubrícala un poco con la boca -me volvió a ordenar.
 
-Pero cielo si ya la tiene dura y se va a poner un condón, -le dije a ver si se apiadaba de mí.
 
-Anda tonto, no me vas a negar ese antojo, ¿No?
 
Seguir discutiendo con ella era una pérdida de tiempo, así que me acerqué a su polla y la engullí todo lo que me pude meter por lo gorda que era. Seguí con la paja unos segundos más, luego cogí el preservativo que ella tenía en la mano, se lo puse y agarré su miembro para ponerlo a la entrada de su vagina, donde se coló sin ningún problema.
 
No mintió cuando dijo que aprovecharía esa posición para besarla, porque se dieron un morreo bestial durante todo aquel polvo, yo, a petición de mi novia les metí la polla en medio de sus labios y conseguí correrme en sus bocas, luego cogí una toallita y les limpié las caras y los hombros que estaban perdidos de lefa, mientras ellos seguían follando. Al final Ana se corrió dos veces antes de que él volviera a eyacular en el condón, se ve que al ser la tercera corrida de la noche su aguante fue mayor. La leche en el condón, sin embargo, aunque algo menos abundante tampoco tenía que envidiarle mucho a la del primero.
 
Nos duchamos los dos, él se aseó un poco y nos fuimos a dormir.
 
-Pon el despertador media hora más tarde que yo te acercaré a la oficina con el coche -le dije por lo tarde que era y lo poco que iba a dormir aquella noche.
 
Y por fin nos quedamos dormidos.

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