La extraña relación entre mí mujer y su hermana. VII



Esta es la parte escencial entre la historia de Cami y su hermana Mica.


Alcanzando el placer total.


 Hacía poco tiempo desde que Camila había descubierto el goce que podía provocarse en el cuerpo con sus propias manos.
  Aprovechaba las noches en su cama para vivir ese momento de estar a solas con ella misma. Generarse esa sensación que la llevaba al extremo del delirio, que la sacaba del mundo, que la hacía olvidarse de todo a su alrededor. 
  Tanto se compenetraba con la búsqueda de ese placer que no se percataba que su hermana, desde la cama de al lado, su única hermana con la que compartía todo, la observaba en silencio. Era testigo, a escasos centímetros, del vendaval que atravesaba su cuerpo.
 Era espectadora de la manera en que  manipulaba su  excitación  hasta llevarla al estallido del orgasmo incontrolable.


  Esa noche Camila se enteró. Y no lo descubrió por casualidad. Fue su propia hermana, Micaela, la que se lo dijo...
 
  Hacía varios noches ya, que Micaela se  había despertado al escuchar a su hermana jadear. Pensando que atravesaba una pesadilla estuvo a punto de despertarla. 
  Pero algo en el tono de sus quejidos le indico que esos no eran gritos de miedo. Entendió que ese temblor que sacudía la cama de Camila no provenía de un mal sueño.
  No supo que hacer, la situación la dejó paralizada.
  Sentía una agitación que le atravesaba el pecho en ese momento. En su cabeza se preguntaba: ¿Qué le estaba pasando a su hermana? ¿Por qué el corazón le palpitaba a ella tan fuerte? De repente un estado febril le abrazaba el cuerpo. Con esas sensaciones y esos interrogantes se quedó dormida la primera vez.
  Pronto Micaela descubrió que la situación con Camila se repetía casi todas las noches. Y cada vez que sucedía, ella podía sentir en su propio cuerpo, que algo también le pasaba a ella. Algo desde su  interior más profundo. Algo que buscaba surgir. 
  Noche a noche Micaela simulaba dormir esperando lograr así ver a su hermana, para poder imitarla. No sabía bien qué hacía, pero entendía que lo que hacia la llevaba a una sensación extrema. Intentó acariciarse ella misma. Pero, aunque sentía las reacciones de su cuerpo, no lograba llegar hasta el grado de alienación al que llegaba Camila
  Así fue que una noche, se decidió directamente, a pedirle ayuda a su hermana.
  - Cami: ¿Me enseñas a mí a disfrutar así también? - le dijo 
  Camila tardó en comprender que la que había hablado era su hermana. Tan absorbida estaba disfrutando de su propia fantasía.
  Al entender que era Micaela la que hablaba la sensación fue ambigua. Primero se sintió descubierta. Se sintió en falta. Se sintió invadida en su más profunda intimidad.
  Pero después la vió a su hermana. La vió sentada en la cama, apoyada la espalda contra el respaldo de la cabecera, con las rodillas levantadas, podía verle las piernas y hasta la bombacha blanca. Podía ver la curiosidad y el ruego en su cara. 
  Y de alguna manera se vió a ella misma. Vió una versión más joven de ella misma. Pensó en el tiempo que habría ganado si hubiera tenido a alguien que le enseñara. 
  Al ver a su hermana, al notar lo parecidas que eran, tuvo también otro pensamiento que la excitó. Pensó que tocarla a su hermana, era como tocarse a ella misma. Era cumplir un poco esa loca fantasía de poder salir de su cuerpo para darse placer desde afuera.
  Unos segundos se miraron a la cara. Camila se levantó de su cama y se sentó frente a Micaela. Puso sus piernas en la misma posición que su hermana, con las rodillas hacia arriba. Y le pregunto decidida a enseñarle: - ¿Qué querés saber?
  Las dos sentadas sobres la cama, enfrentadas, abrazadas a sus propias rodillas levantadas, mirándose a la cara. Las dos vestidas solamente con la bombacha y una remera grande y gastada a modo de pijama. Las dos expectantes a la reacción de la otra. Bien podrían haber sido solo una y su imagen frente al espejo.
  - Quiero sentir lo que vos sentís, pero no me sale.- dijo Micaela, ruborizandose un poco. 
  Camila la miro con comprensión y ternura. Le dijo:- A ver, mostrame...
  Micaela separó las rodillas, dejó ver su bombacha, acercó su mano hasta la entrepierna y comenzó a rascar, de torpe manera su vulva por encima de la tela.
 Camila contuvo la risa. Le dijo "Así no. Con suavidad, con dulzura hacelo " y se dispuso a mostrarle. "Es más fácil sin ésto" dijo levantándose para sacarse la bombacha, cosa que su hermana imitó casi al mismo tiempo.
  Ahora las dos nuevamente, frente a frente, pero con las piernas abiertas, mostrándose y mirándose. 
  Se observaron un rato, descubriéndose. También era algo nuevo para Camila ver una concha en primer plano. Al margen de su experiencia sensorial nunca había visto una así de frente tan de cerca, ni siquiera la suya propia. 
  Micaela la miraba a Camila con ganas de aprender. Camila quería transmitirle a Micaela todo el disfrute que se podía conseguir con solo el roce de los dedos. 
 Camila acerco sus manos y separó los labios de su vagina. Micaela hizo lo mismo. 
 Camila recorrió con su dedo índice desde abajo hacia arriba, hasta rozar su clítoris, lo que le generó un gemido de gusto. Micaela la imitó toscamente, no sintió nada. 
  Camila se sentía estimulada por la mirada de su hermana, se sentía excitada. Percibía sus dedos mojarse mientras se tocaba. Micaela distinguía esos cambios en los gestos de su hermana y quería saber cómo era eso.
  Camila sentía el calor que subía por su cuerpo y tuvo la necesidad de acariciarse los pechos con la mano libre. Micaela copió los movimientos, pero estaba fría.
 Camila sentía su cuerpo reaccionar al más leve contacto de su mano, veía la cara de su hermana mirándola atenta, con ansias de sentirse igual. Pero no lo lograba. 
  Con frustración, Micaela, le imploró a su hermana en un sollozo "ayudáme, por favor"
  Camila frenó de golpe. Se había dejado llevar por el momento, se concentraba en su propio placer y se había olvidado de su hermana. La miró fijo, la vió frustrada, triste. Se arrimó para consolarla. La abrazó y la contuvo. Apoyó su cara sobre la cabeza de su hermana y le besó el pelo. Ese pelo suave con aroma dulce tan parecido al suyo. Le acariciaba los hombros conteniendola. Sentía la piel sedosa y tibia al bajar su mano por el brazo de su hermana. "Tranquila, tranquila. Ya vas a aprender" le decía y le besaba la cabeza. 
  - Tocame. Quiero sentirlo. - Pidió Micaela. 
  Camila dudo un segundo, sintió ganas. Muchas ganas. Pero le pareció que era demasiado.
- Tocame. Por favor. Por favor. - imploraba Camila. 
  Camila dudaba. Se contenía. Quería hacerlo. 
- Cami, por favor. Hacelo. - dijo finalmente Micaela y tomando la mano de su hermana la llevo hasta su sexo. 


  Camila sintió el primer chispazo apenas rozó la vagina de su hermana. Era casi como si se hubiera tocado a ella misma. Noto que estaba caliente, pero seca. Entonces se chupó los dedos y los volvió a acercar ahora humedecidos por su saliva. Micaela sintió la diferencia al primer contacto. Pronto sintió un estremecimiento. 
  Camila acariciaba a su hermana y notaba la manera en que se le relajaba la mirada y se le distendia el cuerpo. De alguna manera la tenía en su poder, totalmente entregada al movimiento de su mano. Ese pensamiento le generó una reacción en su propio clítoris. 
  Micaela movía los labios como murmurando algo, cerraba los ojos con fuerza, se mordía la comisura de la boca, totalmente inmersa en la sensación que la inundaba. Camila reconoció esos gestos: eran los que ella misma hacía al tocarse.
  La proximidad con Mica le permitía percibir la calentura creciente que emanaba su cuerpo. Ardía. Cami no pudo resistirse a levantarle la remera, desnudar sus pechos y acariciarlos. Unos pechos casi iguales a los suyos. Mica reaccionó a esas caricias arqueando un poco la espalda. Entregandose más aún a las manos de su hermana.
  Cami no paraba de jugar con sus dedos mientras la veía mover la lengua con rápidos movimientos, como lamiendo el aire y también reconoció ese gesto suyo. 
  El final estaba cerca, lo notaba en las mejillas de Mica, pero también lo sentía en su propio cuerpo. Ver a su hermana a punto de experimentar su primer orgasmo. Ser ella misma la que se lo estaba generando. La que se lo regalaba. La excitaba demasiado 
  Es que Mica estaba tan hermosa en ese momento. Su respiración agitada, el cuerpo tan caliente, los jadeos suaves, los movimientos involuntarios de su cuerpo y esa lengua que se agitaba como se agitaban los dedos de Camila sobre su concha. Esa lengua hermosa, que salía desde esa boca hinchada, brillante de saliva...
  No pudo contenerse y la besó. La besó con pasión. La besó fuerte. Le acarició toda la boca con sus labios y su lengua. La besó en el momento justo del orgasmo. Y eso la excitó tanto que el delirio fue contagioso. Sin siquiera tocarse, sin estimular su sexo. Solo con la sensación del roce suave entre los labios, acabó ella también. 


 Esa fue la noche que selló la unión entre esos dos cuerpos curiosos de placer. El tiempo las llevaría a explorarse a fondo, mutuamente, a descubrirse y a entregarse hasta el más mínimo detalle, a elegirse en cada oportunidad. 


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Así empezó:
Parte 0:
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Parte 1:
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Parte 2:
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Parte 3:
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Parte 4
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Parte 5
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Parte 6
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2 comentarios - La extraña relación entre mí mujer y su hermana. VII

leloir2010 +1
Exelente relato. Me dejas caliente. Segui contando
martinfcd
Gracias. Tenés la parte 8, fijate. Este mes estuve ocupado. En breve sigo la historia. Mientras te paso está. https://m.poringa.net/posts/relatos/3833329/Cuernos-Que-paso-esa-noche.html