Mi vecino el Kiosquero (relato gay)

Con este último relato termino de contar mis experiencias de cuando era más pendejo ya que lo que me queda son situaciones repetidas. Como ya conté en los anteriores relatos cuando era un pibito comencé a coger con travas. Muchas veces me toco de coger o que me chuparan la pija en plena calle de noche, en realidad nos colocábamos en un pasillo que daba a la calle. Al principio me resistí (mentira estaba muy al palo para resistirme) porque me daba cosa que alguien me pudiera ver y cuando digo alguien me refiero específicamente al kiosquero, Gabriel, que trabajaba casi en frente y tenía una vista perfecta para ver todo lo que hacía. Acá entra el hombre en cuestión, Gabriel tenía 42 o 43 años, era alto pelirrojo y con barba muy prolija, físicamente no estaba nada mal, flaco pero no muy flaco y con unos brazos que claramente mostraba algo de ejercicio. Al principio me daba pánico que un vecino se riera de mí o me empezara a joder porque era un wacho que cogía con trans. Pero ese miedo se me fue cuando una de mis “amigas” me comento que siempre le fiaba o regalaba cosas del kiosco a cambio de que le entregasen el orto o le chuparan la pija, dependiendo que se llevaran. Algo que no tarde en comprobar porque en repetidas ocasiones fui a comprarle forros con alguna de las chicas y ellas le decían – después te lo pago bombón, bebe, lindura- en otra ocasión mas fuerte me tuve que quedar esperando a que saliera una de ellas del kiosco para poder cogérmela, para mi agrado una vez me confesaron que preferían que me las cogiera yo. 
Mi morbo con este pibe arranco cuando me empecé a dar cuenta que se nos quedaba viendo fijo cada vez que hacíamos algo en público. Una vez, siendo bastante jodido, fui a la esquina para que me dieran la chupada de pija de todos los fines de semana y detuve la chupada para decirle que iría a comprar forros porque me dieron ganas de cogerla, en realidad, aunque ganas no me faltaban, fui al kiosco a comprobar lo que yo sospechaba, el flaco seguramente debía de pajearse de lo lindo cuando nos veía. Se me acerco a la reja que dividía su negocio y mientras le pedía lo que fui a buscar le pude notar no solo una erección tremenda y con el pantalón haciendo una carpita sino que también estaba manchado. El hombre no pudo ocultarlo y con una re vergüenza me pidió disculpa – pasa que me aburro toda la noche – no era la mejor excusa pero no me importaba, le dije que no pasaba nada. A partir de ahí me nació un morbo terrible pensando en cómo se pajeaba mientras cogíamos, tan así que saque a la trava de nuestro escondite y directamente me puse a cogerla por el orto en un lugar y una posición que nuestro mirón pudiese ver todo claramente. Pero llego un punto después de varias veces así que yo ya no me calentaba tanto pensando en el orto que estaba cogiendo, o en el pete que me estaban haciendo sino en cómo Gabriel se pajeaba. Para colmo fui entrando en confianza con el kiosquero y este más de una vez me tiraba – lindo espectáculo te armaste -. Yo cada vez más caliente aprovechaba para hacerle notar que tenía mi mirada en su pija, y no sé si tardo en darse cuenta o en animarse que la gota que derramo el vaso fue cuando un día en las mismas circunstancias de siempre fui a comprarle, y mientras le miraba fijo la chota comenzó a tocársela por encima mientras me miraba, yo apartaba la mirada de su verga únicamente para mirarlo a los ojos y dedicarle miradas devoradoras mientras me pasaba la lengua por los labios. Aunque yo también muy cagon decidí irme cuando ya estaba entrando mucho en calor. Ese día me cogí a mi trans favorita como nunca, por suerte tenía la casa sola y pude desquitar mi calentura, estuve hasta la madrugada. Al momento de dormirme me fui con una certeza la pija de Gabriel iba a ser mía al día siguiente.
Al otro día fui al kiosco ya tenía un discurso preparado, fui temprano me le acerque y la verdad era notorio que ese discurso no iba a ser necesario pero igual lo use. Le pedí cuatro cajas de forros unos puchos y unas cervezas, pero yo había salido de casa sin plata. Justamente cuando me pregunto desde el mostrador con cuanto le pagaba mientras no dejaba de devorarme con la mirada le dije – che me deje la plata en mi casa, no te puedo pagar de otra forma?- se le iluminaron los ojos al hombre y tardo en caer hasta que me dijo espera y salió atrás del mostrador y se acercó lentamente a la reja con una erección muy notoria y con su mano apretándose el miembro por encima del pantalón. Me abrió la puerta me dijo pasa y me señalo que vaya atrás del mostrador. Cuando me puse por delante no tardo en manotearme el culo – que lindo orto tenes pendejo- yo estaba con el corazón latiendo a full y con la pija a mil también. Una vez los dos en el mostrador, apretó un botón para bajar la persiana y ni bien se bajó del todo se me abalanzo. Me encajo varios besos mientras me tocaba la pija y yo hacía lo mismo, aunque sus manos no tardaron en ir hacia mi culo mientras yo me centraba en su pija y sin darme cuenta ya estaba desabrochándole el cinturón, aprendí demasiado de mis amigas travas, -esto es lo que queres no putita?- de repente era la puta de alguien y nadie me había avisado igual no me importo es más me calentó un poco, bastante – la vengo buscando hace semanas, te hiciste el difícil- le conteste. En parte era muy cierto este jueguito lo inicie yo. Sin que me lo dijera me arrodille y me prepare para chupársela. Como siempre comencé dándole lengüetazos al tronco y besitos a la punta. También mientras me preparaba para comérmela toda lo pajeaba y le acariciaba los huevos, hasta llegue a darle lengüetazos ahí ya succionarlo los dos huevos, se notaba que le encantaba porque gemía de lo lindo y me tiraba del pelo cada vez más fuerte, hasta que no aguanto más y me ordeno – cómetela de una vez pendejo- obviamente obedecí, estuve un buen rato chupándosela y mirando arriba para ver como disfrutaba. Al cabo de unos minutos me dijo que iba a acabar y me saco la pija y comenzó a pajearse, yo le arrebate la pija y comencé a pajearlo yo – déjame a mí -. Eyaculo unas cuantas veces y casi todo cayo en mi cara o en mi boca que la tenía abierta listo para recibir todo eso, no estaba seguro de tragar o no pero a modo de orden devuelta me dijo – trágatela putita – devuelta no pude resistirme. Yo me levante y comencé a pajearme, lastimosamente yo no había podido acabar y no quería irme sin eso, pero Gabriel me tiro rápidamente – vas a dejar cogerme ese culito? – que hablara en diminutivo me calentaba bastante porque evidenciaba la diferencia de edad y eso alimentaba mi morbo, a lo que le contesto – para que te pensas que son los forros que te pedí- me di media vuelta y me baje el pantalón, tenía el culo depilado y bastante duro por el entrenamiento, pero a su vez no era un culo virgen porque ya había tenido acción y no hace mucho, lo que significaba que digamos ya lo tenía dilatado, con la pija toda mojada por mi chupada no tuvo que lubricarlo demasiado y rápidamente se me abalanzo sobre mí, yo estaba en apoyado en el mostrador y rápidamente empecé a gemir mientras me ponía primero un par de dedos y ni hablar cuando comenzó a poner la punta de su pija. Lo que paso después fue lo más humillante y morboso que me tocó vivir en adolescencia – vos sos mi putita? Pedime que te de pija pendejo – y no me quedo otra que casi suplicarle que me coja – dale pija a tu putita, mucha pija- estaba recontra caliente y quería que me cogieran con todas las ganas, no daba más. Por suerte las palabras empezaron a dar resultados y me empezó a embestir primero despacio y después más rápido a medida que le gritaba que quería más fueron unos cuantos minutos de puro placer tan así que acabe sin apenas tocarme la pija. Cuando estuvo por acabar devuelta me saco la pija y me acabo en todo el culo. 
Después de la acción, que por cierto me quedé asombrado que no necesito de tiempo para tener la pija al palo devuelta, me levante el pantalón fumamos un pucho y cuando me estaba por ir le dije -si queres tócame timbre esta noche- nos dimos un beso me apretó el culo y me abrió la puerta. Esa noche fue a mi casa y volvimos a coger como otras tantas después, a veces lo cogía yo otras veces el a mí, nos mandábamos fotos cogiendo travas o videos, siempre que le iba a comprar volvía o con el culo lleno o con un pete. La verdad la pasaba bien con Gabriel.

1 comentario - Mi vecino el Kiosquero (relato gay)

jovnkos +1
muy rica tu anécdota, si querés contarme más mándame privado