El final de esas pequeñas vacaciones no podía haber sido más excitante y prometedor. Había descubierto a Romina, mi hermana, espiándome escondida tras la puerta mientras yo me cogía a su amiga. Y la cara que tenía al mirarnos no era solo de curiosidad... Creo que hasta llegamos a cruzar miradas, en un momento...
Al otro día había que entregar el departamento a las 8 de la mañana. Las chicas tenían micro de vuelta a las 10. Yo había podido sacar pasaje recién para las 6 de la tarde, así que las acompañé a la terminal, me despedí a los besos de Tati porque ella tenía novio (lo nuestro, estaba pactado, se terminaba acá) pero miraba de reojo a Romi y sus reacciones.
No veía la hora de poder enfrentarla finalmente en la intimidad y la tranquilidad de nuestra casa.
Ese día fue de un calor sofocante. Me la pasé dando vueltas por la ciudad y la playa para matar el tiempo. Pensaba en las cartas que usaría a mi favor cuando enfrentara a Romi y el corazón me galopaba feliz, al concluir que, entre nosotros, realmente podía pasar algo.
Primero que nada había descubierto que ella tenía algún tipo de interés en espiarme. Tanto cuando me bañaba como cuando estaba en situaciones privadas con otras mujeres. Es decir que ella tenía también un morbo, una curiosidad hacía mí.
Y después estaba lo que sucedió aquella noche en que se quedó dormida arriba mío y se frotó sobre mi verga hasta lograr llegar al orgasmo.
Eso, por más borrachos que hubieramos estado, había sucedido. Fue ella la que me llevó las manos hasta sus pechos, esa noche. Ella logró calentarme tanto que no pude contener la excitación, aún estando con la ropa puesta.
Y sin embargo no sabía cómo la iba a encarar...
Ya en el micro pensaba que, tal vez, sería mejor dejar pasar todo eso. Guardarlo como un secreto. Oculto en la memoria.
Un secreto que, quizá, compartiríamos, pero sin jamás mencionarlo. Un secreto que nos uniría, por el resto de nuestras vidas, de una manera especial. Sin haber llegado a quebrar realmente ninguna regla social.
Por otro lado me preguntaba, si este deseo repentino que había surgido en mí, sería algo que pudiera contener por el resto de mi vida...
No logré pegar un ojo en todo el viaje.
A mi mente me llegaban las imágenes de mi hermana masturbándose frente al espejo. Su cuerpo hermoso luciéndose bajo el sol en la playa. Sus gemidos, aquellas noches, al otro lado de la pared. El olor de la bombacha sucia que dejó en su habitación. El aroma de su cabello y del sudor de su cuello al estallar de placer, mientras la sentía arriba mío y meneaba su cola. El tacto de sus pezones erectos entre mis dedos. Ese tierno beso que me dió después de eso y la humedad caliente de su lengua que, apenas, rozó con la mía esa noche.
Varias horas del viaje tuve que tapar mi entrepierna para no denotar la erección que me generaba pensar en todas esas cosas.
Al llegar a casa, en medio de la madrugada. Todo estaba en silencio. Estaba muerto de cansancio, pero aún así tenía urgencia de verla a mi hermana una vez más.
Me acerqué sigilosamente a su puerta y la abrí con cuidado, para no hacer ruido. Ella dormía profundamente en su cama. Boca abajo. En remera y bombacha. La remera totalmente enredada hacia arriba, dejaba a la vista media espalda y la parte baja de uno de sus senos. La cola, redonda, gordita, mirando hacia arriba, enmarcada en una bombacha negra que se perdía entre medio de los cachetes...
¡Qué ganas tenía de acostarme a su lado! ¡Que lindo sería dormir, abrazándola, apoyándole la pija, así dura como la tenía en ese momento, ahí,entre sus nalgas, en el preciso lugar donde se perdía la tela de la bombacha! ¡Qué ganas de sofocarme con el calor de su cuerpo!
Tan extasiado estaba, mirando su cuerpo, que no noté que ella se había despertado, y cuando me dijo "¿Qué hacés...?" sentí algo muy raro. Cómo si me hubieran descubierto cometiendo un crimen.
La miré a la cara y no sabía qué decirle. Me había descubierto, con la pija dura, mirándola mientras dormía.
No tenía forma de negarlo...
Gracias por leer. Disculpen el fragmento corto de hoy que deja tanta intriga, es un resumen (post feriado) de lo que sucedió hasta ahora y el puntapié de lo que va a suceder mañana... No se lo pierdan. Abajo ya está el link.
Abajo vos podes:
Puntuar mi labor de 1 a 10.
Dejarme un comentario, bueno o malo.
Seguirme si te gustó la historia. (Subo material propio todas las semanas)
Acá sigue:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3909406/El-primer-secreto-con-mi-hermana-9.html
El principio de esta historia:
https://poringa.net/posts/relatos/3893443/El-primer-secreto-con-mi-hermana-1.html
El capitulo anterior:
https://poringa.net/posts/relatos/3902848/El-primer-secreto-con-mi-hermana-7.html
Otras historias
https://poringa.net/posts/relatos/3889415/Piel-timida.html
https://poringa.net/posts/relatos/3712827/Deseo-prohibido-Al-borde-del-delito.html
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Al otro día había que entregar el departamento a las 8 de la mañana. Las chicas tenían micro de vuelta a las 10. Yo había podido sacar pasaje recién para las 6 de la tarde, así que las acompañé a la terminal, me despedí a los besos de Tati porque ella tenía novio (lo nuestro, estaba pactado, se terminaba acá) pero miraba de reojo a Romi y sus reacciones.
No veía la hora de poder enfrentarla finalmente en la intimidad y la tranquilidad de nuestra casa.
Ese día fue de un calor sofocante. Me la pasé dando vueltas por la ciudad y la playa para matar el tiempo. Pensaba en las cartas que usaría a mi favor cuando enfrentara a Romi y el corazón me galopaba feliz, al concluir que, entre nosotros, realmente podía pasar algo.
Primero que nada había descubierto que ella tenía algún tipo de interés en espiarme. Tanto cuando me bañaba como cuando estaba en situaciones privadas con otras mujeres. Es decir que ella tenía también un morbo, una curiosidad hacía mí.
Y después estaba lo que sucedió aquella noche en que se quedó dormida arriba mío y se frotó sobre mi verga hasta lograr llegar al orgasmo.
Eso, por más borrachos que hubieramos estado, había sucedido. Fue ella la que me llevó las manos hasta sus pechos, esa noche. Ella logró calentarme tanto que no pude contener la excitación, aún estando con la ropa puesta.
Y sin embargo no sabía cómo la iba a encarar...
Ya en el micro pensaba que, tal vez, sería mejor dejar pasar todo eso. Guardarlo como un secreto. Oculto en la memoria.
Un secreto que, quizá, compartiríamos, pero sin jamás mencionarlo. Un secreto que nos uniría, por el resto de nuestras vidas, de una manera especial. Sin haber llegado a quebrar realmente ninguna regla social.
Por otro lado me preguntaba, si este deseo repentino que había surgido en mí, sería algo que pudiera contener por el resto de mi vida...
No logré pegar un ojo en todo el viaje.
A mi mente me llegaban las imágenes de mi hermana masturbándose frente al espejo. Su cuerpo hermoso luciéndose bajo el sol en la playa. Sus gemidos, aquellas noches, al otro lado de la pared. El olor de la bombacha sucia que dejó en su habitación. El aroma de su cabello y del sudor de su cuello al estallar de placer, mientras la sentía arriba mío y meneaba su cola. El tacto de sus pezones erectos entre mis dedos. Ese tierno beso que me dió después de eso y la humedad caliente de su lengua que, apenas, rozó con la mía esa noche.
Varias horas del viaje tuve que tapar mi entrepierna para no denotar la erección que me generaba pensar en todas esas cosas.
Al llegar a casa, en medio de la madrugada. Todo estaba en silencio. Estaba muerto de cansancio, pero aún así tenía urgencia de verla a mi hermana una vez más.
Me acerqué sigilosamente a su puerta y la abrí con cuidado, para no hacer ruido. Ella dormía profundamente en su cama. Boca abajo. En remera y bombacha. La remera totalmente enredada hacia arriba, dejaba a la vista media espalda y la parte baja de uno de sus senos. La cola, redonda, gordita, mirando hacia arriba, enmarcada en una bombacha negra que se perdía entre medio de los cachetes...
¡Qué ganas tenía de acostarme a su lado! ¡Que lindo sería dormir, abrazándola, apoyándole la pija, así dura como la tenía en ese momento, ahí,entre sus nalgas, en el preciso lugar donde se perdía la tela de la bombacha! ¡Qué ganas de sofocarme con el calor de su cuerpo!
Tan extasiado estaba, mirando su cuerpo, que no noté que ella se había despertado, y cuando me dijo "¿Qué hacés...?" sentí algo muy raro. Cómo si me hubieran descubierto cometiendo un crimen.
La miré a la cara y no sabía qué decirle. Me había descubierto, con la pija dura, mirándola mientras dormía.
No tenía forma de negarlo...
Gracias por leer. Disculpen el fragmento corto de hoy que deja tanta intriga, es un resumen (post feriado) de lo que sucedió hasta ahora y el puntapié de lo que va a suceder mañana... No se lo pierdan. Abajo ya está el link.
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Puntuar mi labor de 1 a 10.
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10 comentarios - El primer secreto con mi hermana.(8)
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