Por el ortito

Por el ortito
culos
Frente a mis ojos tenia su hoyito expectante, delicadamente depilado y con la piel erizada a su alrededor. Su cola apuntaba para arriba con las piernas estaban separadas, amarradas por los tobillos a las patas de la mesa. El torso de mi cuñada volcado hacia adelante componía una escena de entrega que yo nunca había experimentado. El acuerdo era sencillo, no podía penetrarla con mi pija, solo masturbarla y meterle los objetos que ella eligiera. Somos familia hace mucho tiempo y nunca habíamos llevado nuestra relación al plano sexual, pero durante el ultimo año fuimos ganando confianza en nuestras conversaciones. Ella tiene 26, vive sola y no tiene pareja hace bastante tiempo. Con frecuencia me pide ayuda para algunas reparaciones hogareñas y en esas conversaciones se animó a contarme sus fantasías de sumisión. No le tenia miedo al dolor pero desconfiaba mucho de entregarse con un desconocido. Me lo planteo como un juego sexual sin ningún tipo de compromiso emocional y que al ser parte de la familia sentía más seguridad. A mi la propuesta me encantó. Ella es una linda mujer, con un cuerpo menudo, lindas piernas y pechos redondos muy tentadores. Para este primer juego quería experimentar la penetración anal y llegar al orgasmo con un dildo metido en su cola. Me pidió que la inmovilice a la mesa de su departamento. Estábamos en un décimo piso y sentíamos una gran tranquilidad al estar lejos del bullicio y las miradas de la calle o los vecinos. Me aseguró que nunca la habían penetrado por la cola y para este debut me entregó un plug bastante grande con una botellita de lubricante recién comprados en el sex-shop. No estaba muy seguro de lograr meterle ese juguete cuando empezamos a jugar. Me arrodille frente a su cola y hundí mi cara entre sus piernas. Podía lamer en solo movimiento los labios de su vagina y el suave hoyito de su cola. Fui llevando sus jugos hacia arriba humedeciendo toda su raya y metiendo la lengua en su ano buscando su dilatación. Ella gemía suavemente y levantaba la cola. Con esa señal yo abría sus cantos con ambas manos y volvía al recorrido de su ano y vagina. Sus gemidos eran más rítmicos y pensé que era momento de avanzar un poco más. Unté con lubricante su hoyito y empecé a jugar en pequeños círculos con los dedos. Hubo una leve resistencia y se cerró ante ese contacto, pero pasados unos segundos pude entrar. Lubrique más y pudo entrar el primer dedo, luego entro el segundo. Cambie de posición la mano y le introduje el pulgar mientras que con los dedos más largos volví a estimular su vagina. De a poco fui recorriendo sus labios hasta detectar el clítoris que se erguía con cada roce. Sus gemidos eran mas profundos y graves y el cuerpo se le agitaba con mayor intensidad. Ya era momento de penetrarla. Con un poco más de gel saque el pulgar y le metí la punta del plug. Le faltaba dilatación. Con el juguete puerteando lo seguí girando con una leve presión hacia adentro. Así fue avanzando de a poco hasta que entró la parte más gruesa. De golpe el ano se tragó el juguete y el gemido suave se transformó en una queja profunda y sonora que se extendió por varios segundos. - Estas bien. - Siiii, hermoso, gracias. -Vamos a jugar. - Daleeee. Lo que quieras cuñado. Le pedí que haga fuerza para expulsar el juguete. Se abrió un poco y lo volví a sacar. - Ahora volvé a tragarlo. Cerró la cola y con un leve empujoncito lo volví a meter. - Vamos a entrenar esa colita. Y seguimos un rato con el mete y saca. Había superado el umbral del dolor y el juguete ya no molestaba. Ya era momento de acabar. Deje el plug bien enterrado y volví sobre su vagina. Estaba empapada de flujo y fue una delicia recorrerla con los dedos. El clítoris estaba duro y con cada roce mi cuñada jadeaba con más fuerza. Su cola subía y bajaba con una rítmica intensa. Un minuto después su cuerpo se tensó, arqueó su espalda hacia arriba y lanzó un estertor profundo y prolongado. En mis dedos sentía su vibración. Fueron varios segundos de jadeos agotadores antes de que sus músculos se aflojaran sobre la mesa a donde estaba amarrada. Le quite con cuidado el dildo y la desate. Se levantó con algo de dificultad y se tiró en un sillón. - Gracias cuñado, buscate un cervecita que quiero celebrar. Me quedé un rato más y partí para mi casa. Me advirtió que tenía más ideas para llevar a la práctica y me concedió la posibilidad de proponer las mías. Por ahora no se me ocurre nada, pero estoy abierto a las sugerencias 

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