Ella se recostó en el diván

Ella se recostó en el diván, dispuesta a contarme todo.
Comenzó con sus desventuras sexuales, diciendo que hacía rato no conseguía alguien con quien desfogarse.
Le dije que no podía ser que una hembra como ella no tuviera pareja.
Terminó admitiendo que era bisexual y que todo le daba lo mismo.
Insistió, jurando que se sentía sola y abandonada en el mundo cruel.
Le dije que, tal vez, era porque se tomaba sus obligaciones muy a pecho. Que debía relajarse un poco y tomarse un tiempo para ella.
Dijo que eso podía ser, pero ella no sabía cómo relajarse.
Me acerqué a ella, dispuesta a ayudarle.
No protestó cuando le quité la parte inferior de esas calzas ajustadas de super heroína. Solamente sonrió, con expresión curiosa.
Cuando acerqué mis labios a su pubis perfectamente depilado, ella echó la cabeza atrás. Comenzó a suspirar, al sentir mi lengua invadiendo su interior
Los gemidos y jadeos fueron in crescendo, hasta que aferró mi nuca y acabó en mi boca, aullando como una verdadera perra.
Sonreí satisfecha, diciéndole que nos veríamos en la próxima sesión

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