Cena de fin de año...

La semana pasada se celebró la habitual fiesta de fin de año de la Compañía. La mayoría de los Productores y empleados que trabajamos en la sucursal de Capital, nos juntamos a cenar en un exclusivo local de Puerto Madero. 
Al tratarse de un evento empresarial, los asistentes íbamos solos, sin nuestras parejas, ya que desde hace unos años se había instaurado una especie de juego sobre quién terminaba con quién al final de la noche. Hasta se hacían apuestas al respecto, apuestas en las que entrábamos todos, solteros y casados.
Seguro estarán pensando que yo era la que más salía beneficiando a los que apostaban por mí, pero lamento decepcionarlos, ya que nunca me fui con nadie de esas reuniones. Al término de la cena, y aunque me insistían para que me quede, pedía un taxi y me iba a casa.
No me incitaba nada especial acostarme con un compañero de trabajo, sobre todo con alguien a quién luego tendría que ver a diario, me parecía de lo más común y rutinario. Aunque hay algunas que lo encontraban emocionante, en especial una del área de Servicios (Celeste...), madre soltera, que todos los años se iba con uno distinto.
En mi caso, admito que me acosté con más de un socio, todos ellos taxistas, pero eran personas que veía muy esporádicamente, y que tenían bien en claro que solo se trataba de algo sexual. Con alguien con quién te ves todos los días, la situación puede complicarse, ya que hay algunos que porque te cogieron una vez se creen con el derecho de cogerte todas las veces que quieran. Lo digo porque me ha pasado.
Siguiendo con lo que ocurrió esa noche, ya íbamos por el segundo plato, contándonos anécdotas de trabajo, cuando un hombre de unos cuarenta y tantos, muy atractivo, se acerca al Gerente de nuestra sucursal, que ocupa la cabecera, y le dice algo que los demás no llegamos a escuchar, ya que estamos en pleno bullicio.
El Gerente lo mira sorprendido, se levanta y lo saluda con un eufórico abrazo. Luego levanta una copa y la golpea con un cubierto, para llamar nuestra atención.
-Señoras y señores, tengo el muy distinguido gusto de presentarles a Omar S...., Gerente de siniestros de la Compañía, que ha venido especialmente desde La Plata a compartir esta cena con nosotros-
Todos lo aplauden, dándole la bienvenida, mientras se corren para hacerle un lugar en la mesa. Tardo en darme cuenta, sí, a veces soy medio lenta, pero el tal Omar S...., como lo presentó, no es otro que S., como yo lo conozco, quién tantas veces me ayudó con el pago de siniestros que todavía no estaban autorizados.
Siempre que lo llamaba para pedirle que interceda en algún asunto, al rato me devolvía el llamado diciéndome que ya estaba hecho y que le debía un favor. De hecho le debía ya como una docena. Y eso que no lo conocía, ni personalmente ni por foto, en su estado de WhatsApp tiene un retrato de sus hijos, y nunca se me dió por espiar su Facebook o Instagram. 
Se sienta en el lugar que apartaron para él, y entonces nuestro Gerente empieza a presentarnos, uno por uno, y cuando llega mi turno, me doy cuenta de que me mira de una manera especial, como no miró a nadie más.
Luego de la cena, del postre y el brindis, nos levantamos de la mesa. Es el momento de las fotos, de repartirnos los regalos , y de saber quiénes van a seguir disfrutando de la noche porteña en la disco del local. 
Mientras agarro mis cosas, veo que Celeste se acerca a Omar con intenciones más que obvias, conversan un momento, pero luego él se disculpa y viene hacía mí.
-Espero que no te estés preparando para irte...- me dice.
En ese momento, por la intensidad de su mirada, por sus gestos, supe que ese hombre había venido desde La Plata con un único propósito en mente.
-No acostumbro quedarme, solo vengo a la cena-
-¿No me vas a aceptar ni siquiera una copa? Mirá que vine solo para conocerte-
-¿Ah sí?-
-Si...-
-Mariela C... de M..., Productora Asesora de Seguros- me presento tendiéndole la mano, con mi nombre completo, incluído el apellido de casada.
-Omar S..., Responsable del Área de Siniestros de Seguros R......- me corresponde él, estrechándomela.
Mantenemos nuestras manos unidas, apretadas, más tiempo de lo que correspondería a un saludo convencional.
-Y ahora que ya no somos solo una voz en el celular, supongo que no vas a negarme esa copa, creo que me la merezco-
Obvio que se la merecía, y más todavía. Siempre había accedido a mis peticiones, aunque no estuvieran en tiempo y forma, y sin pedirme nunca nada a cambio, aunque sabía que algún día me las cobraría todas juntas. Y al parecer, ése día había llegado...
-Creo que después de todo lo que hiciste por mí, no puedo decirte que no...-
Nos quedamos prácticamente todos para seguir celebrando en el boliche. Apartándonos de los demás, con Omar nos acercamos a la barra, él pidió un whisky con hielo, yo un gin tonic.
-Por habernos conocido, al fin...- me propone un brindis.
-Ya iba siendo hora...- agrego, chocando mi vaso con el suyo.
Está por decirme algo, pero lo interrumpe el Gerente que viene a buscarnos para que nos sumemos a la batucada que se armó en el medio de la pista entre todo el personal. No nos queda otra que seguirlo y sumarnos.
De a poco se van armando parejas de baile, incluyendo a otra gente que no tiene nada que ver con nuestra empresa. En un momento Omar está con Celeste, que lo sigue buscando, pero enseguida la deja y vuelve conmigo... Una vez más.
-¿Que te parece si nos vamos?- me pregunta, mirándome con esa intensidad que lo dice todo sin necesidad de agregar nada más.
-Me gustaría...- le digo -Pero nunca me fui con nadie de éstas reuniones, y no quisiera que el lunes, al volver al trabajo, empiecen a murmurar a mis espaldas-
-Te entiendo...- asiente -¿Y si te espero afuera? Me despido de todos, me voy, y luego de un rato, cuando creas conveniente, te despedís también. Nadie tiene porqué saber que nos vamos juntos. Yo te espero el tiempo que haga falta-
-Mmmm, es un buen plan, casi parece como si lo hubieras pensado de antemano-
-¿Entonces? ¿Que decís?- se sonríe.
-Dale... Hagámoslo- acepto.
Se despide primero de mí, normal, deferente, sin demasiada efusividad, luego de todos los demás, a los que encuentra entre el gentío, y por último del Gerente, que trata de convencerlo para que se quede, aunque, por supuesto, él se niega, ya que, al parecer, tiene un mejor plan para el resto de esa noche.
Dejando pasar casi una hora, para evitar posibles suspicacias, me despido también, argumentando que ya me está esperando el taxi en la puerta. Y en efecto, me está esperando, ya que pedí uno, para que me vean subir y marcharme sola de la fiesta.
-Dale Mary, no te vayas, ¿me vas a dejar sola con éstos plomos...?- me implora Daniela, la esposa de Julián, ¿se acuerdan?
-Perdoname negrita, pero mi marido viaja temprano, así que tengo que quedarme con los chicos- le digo a modo de excusa.
Cuando tu excusa son tus hijos, nadie puede decirte nada, si le decía que me iba por mi marido, seguro me insistía, ya que según los últimos reportes de "telepasillo", estaba teniendo problemas con el suyo. ¿Por mí?
Daniela era otra que nunca se había ido con nadie de una fiesta o reunión laboral, por lo menos que yo supiera, aunque no me sorprendería que, por despecho, aquella fuese la primera vez.
A través de mensajes, Omar me avisa que me está esperando en una esquina determinada, a bordo de su auto, así que cuando llegamos con el taxi, me bajo de un vehículo y me subo al otro.
-Hola...- me saluda cuando ya estoy sentada a su lado.
-Hola...- le digo.
Ninguno dice nada más, solo nos acercamos y nos besamos, como si hubiésemos esperado ese momento desde hace rato.
Nos quedamos un buen rato ahí, en medio de la noche porteña, abstraídos del tiempo, solo besándonos. Contagiándonos el calor de nuestras bocas, embriagadas ya de excitación.
Cuando se pone en marcha, ya sabe adónde ir, por lo que en apenas unos minutos, estamos ingresando en la cochera de un albergue transitorio de la zona.
Transitamos el camino hacia la habitación casi pegados, su brazo sobre mis hombros, el mío en su cintura, sintiendo ya esas pulsaciones que solo pueden apaciguarse de una sola manera: garchando.
Cuando estamos solos, aislados del mundo, nos besamos de nuevo, frotándonos el uno contra el otro, sintiendo la urgencia de nuestros cuerpos con mayor intensidad.
Mi mano se desliza sobre la comba que se le forma bajo la bragueta, delineando con dedos ansiosos su largura y grosor.
Me pongo de rodillas, sumisa, anhelante, y me froto la cara contra su entrepierna, tratando de captar el aroma de lo que hierve por debajo.
Le desabrocho con entusiasmo el pantalón, y se la saco, con modos ansiosos y arrebatados. Hacía tiempo que no tenía tantas ganas de chupar una pija... Así que se la chupo. Me la meto en la boca y hago lo que tan bien sé hacer.
El sexo oral, como cualquier otra habilidad, es algo innato, pero si te gusta de verdad, puede mejorarse con la práctica. En mi caso, he chupado infinidad de pijas, cortas, largas, gruesas, delgadas, pero aunque hayan sido miles, ese momento, cuando tenés el trozo de un hombre en la boca, resulta especial, único, trascendente...
Aparte del sexo anal, es el ejercicio de sumisión más íntimo que puede realizar una mujer.
La exclamación de Omar al sentir el calor de mis labios aprisionando su carne, es premio suficiente para intensificar la succión y comer todo lo que me sea posible.
Aunque ya estaba armada desde antes, en mi boca se le alarga todavía más, poniéndose mucho más dura, durísima y caliente, curvándose hacia arriba, con las venas marcadas a fuego sobre la piel.
Cierro los ojos y me concentro en darle la mejor mamada de su vida, para que sepa que soy de pagar los favores, y convencerlo de que un llamado mío es promesa de un placer a futuro.
Nunca me pidió nada a cambio, pero yo sé muy bien que ningún hombre da algo por nada. Por eso estaba decidida a saldar mi deuda por completo.
Me saco la blusa, me desabrocho el corpiño, y poniéndome la pija entre las tetas, le hago una turca de ensueño, como para que hasta la embajada de ese país, me dé una medalla por dignificar su nacionalidad.
Cuando se la suelto, la pija emerge de entre mis pechos, robusta y potente, gloriosa en todo sentido, desprendiendo llamaradas de pasión.
Ya desnuda, me tiendo de espalda en la cama y me abro de piernas, para que él haga su parte. Me chupa riquísimo, delicioso, haciendo mucho ruido, lo cual me encanta. 
¡¡¡SLURPPP... SLURPPP... SLURPPP... SLURPPP...!!!
Me enloquece del gusto, pero yo también quiero seguir chupando, por lo que le pido que se ponga encima, formando un 69, para saborearnos los dos al mismo tiempo.
Luego de un buen rato de succión mutua, se levanta y se pone un preservativo. Es una imagen digna de un cuadro, ver como desenrolla el látex sobre su erección.
Entonces viene hacía mí, dispuesto a ajustar cuentas. Yo me mantengo ahí, echada, esperándolo, toda húmeda y abierta. Se coloca sobre mí, la pija apuntándome y se deja caer, penetrándome.
        ¡¡¡UUUHHHHHFFFFFFFF...!!!
Por fin estamos el uno dentro del otro, él dentro mío, llenándome a rebosar, haciéndome sentir lo magnífico de la vida. Sellamos esa primera unión con un beso profundo y jugoso, cálido, anhelante. 
Cuando me empieza a coger, es como si un nuevo Universo se abriera en torno a mí, uno de puras sensaciones, de placeres intensos y absolutos. No me había dado cuenta antes, pero desde hacia tiempo que tenía ganas de entregarme a ese hombre que solo era una voz amiga por el celular.
Lo rodeo con brazos y piernas, reteniéndolo junto a mí, ávida por sentir no solo su verga penetrándome, sino también el contacto con su cuerpo, la calidez de su aliento, el sudor que ya comienza a impregnarle la piel.
Entra y sale de mí con empujones fuertes, precisos, generosos, aplastándome con su cuerpo, mucho más grande que el mío. 
-¡Sí... Cogeme... Así... Toda... Dámela toda... Ahhhhhh... Sí... Sí... Sí... Ahhhhhh... Fuerte.... Fuerte... Más fuerte...!- le pido con la voz quebrada, impactada por cada una de esas metidas y sacadas que me regocijan el alma.
Me acabo la vida, abrazándolo, pegándome aún más a su cuerpo, disfrutando de un orgasmo que estuvo palpitando en mi interior desde que lo vi llegar a nuestra mesa.
Omar se detiene, sin salirse, dejándome disfrutar el momento. Lo amé aún más por ello, ya que algunos solo piensan en su propio placer, sin importarles el tuyo, te bombean sin parar, ajenos por completo a tus deseos y necesidades.
A veces dan ganas de decirles: "Cuando te pido que me cojas, que me des con todo, no es para que goces vos solo, sino para gozar yo también...".
En eso Omar es diferente, comparte ese momento conmigo, besándome, acariciándome, dándome pequeños empujoncitos dentro, como para acentuar aún más la sensación de placer.
Luego se levanta, se saca el preservativo, y hace que se la chupe de nuevo. Obvio que lo hago, gustosa y agradecida.
Mientras me pongo en cuatro, se forra de nuevo la poronga, me agarra de la cintura y... ¡PUMMM...! Con una sola clavada me hace lagrimear de placer.
Cuando me empieza a bombear es Gloria pura, la excelencia en su máxima expresión. Enfrente mío tengo un espejo en el que veo como se me sacuden las tetas ante las embestidas que me aplica desde atrás. Embestidas precisas, ruidosas, contundentes...
Como el protagonista de esa película que se despierta viviendo siempre el mismo día, así me gustaría quedar atrapada en el tiempo, cogiendo, disfrutando del máximo placer que puede darte la vida.
Ahora sí, Omar exhibe su rostro más brutal y agresivo, ya me dejó gozar a mí, ahora tiene que gozar él, y su modo de lograrlo es darme con todo... PLAPPP... PLAPPP... PLAPPP... PLAPPP... haciéndome sentir, ahora sí, el rigor de su virilidad.
Al principio está parado en el suelo, conmigo echada de rodillas en el borde de la cama, pero entonces se sube y casi de cuclillas, me bombea con más fuerza todavía. El ruido de nuestros cuerpos chocando se intensifica, también el de nuestros gemidos y jadeos. 
El placer es mayúsculo, un goce monumental, de esos que trascienden lo físico.
Por un momento siento que su cuerpo, su humanidad toda, se funde con la mía, se fusionan, formando un mismo ser, único e indivisible. Así lo siento, tan adentro, tan profundo, que ya no distingo si el que palpita de emoción es mi corazón o el suyo.
Esta vez, como era de esperar, acabamos juntos, deshechos ambos en una madeja de brazos y piernas.
-¡Que locura...! Y pensar que hasta hace un rato no nos conocíamos...- me lo dice sin sacármela todavía, entre suspiros, visiblemente conmocionado.
Yo estoy igual, con el cuerpo que se me sacude todavía con los espasmos.
Nos quedamos un rato acostados, sin hablar, solo mirándonos por el espejo del techo, sintiendo que la noche para nosotros apenas está comenzando...
(Se hizo bastante largo el relato, pero quiero contar todo, como regalo para éstas fiestas, así que sigo en una segunda parte que prometo publicar antes de fin de año... Besos 💋💋💋)








Cena de fin de año...

20 comentarios - Cena de fin de año...

VirgenALos29
Mmm Hermoso Par!!!
👅👅👅👅👅🍆
Haker_1598
Mi sueño sería ser algún día parte de tus relatos! Se lo voy a pedir a papá Noel!
FotoFiesta
No sé cómo... pero la entrar y ver el título, sabía que era un nuevo relato tuyo... impecable como siempre
metalchono
Gracias. Espero que este año sea bueno para ti y no te preocupes por escribir largo, si vale la pena leer. Saludos cordiales
nktrn
q ganas de ver esa carita de satisfecha en cada momento que cuentas...
Akuma32
Siempre ansioso por leer tus relatos.
Declan1971
Que maravilla, me recalentaste
pedagogo47
Me da la sensación q escribís con la misma pasión q coges. Lo tuyo roza la excelencia, Saludos..
lmasse74
Muy, pero muy bueno, de tus mejores relatos!!!
gust7387
Uff Mari que buena despedida de año tuviste. Espero saber cómo siguió tu noche
capitanlee
Cada dia que entro a poringa lo hago solo con la iluision de encotrar tus relatos.. Excelente como siempre...
gerardoriker
comolo envidiooooo, desepero por conocerte y ser tu amante hermosa, me haces soñar con vos sabelo
lycan_P
Excelente Marita, esperando la segunda parte, como siempre, dejando al los lectores al re palo. Encima das regalito de navidad con esos chopes hermosos, esperemos que haya regalito visual en la segunda parte.

+10

Beso y abrazo grande.
jeto1709
Esperando segunda parte.
Sute41
Que hermosa que sos Marita... cada vez que leo tus relatos, mas ganas me dan de ser uno de tus tantos amantes ocasionales.
Van 10 pts.
Juanpialamino
Que mujer hermosa marita y que zorra. Hablame por mensaje que me re calentas y tengo alto morbo con las lactantes, soy de CABA
Loza_Kyle
Siempre maravillosa Marita
eltrozo896
Excelente Mari
Es increíble que exista una mina tan bien puta como vos.
juanrozabal
excelente relato. por lo caliente , por lo descriptivo y por la calidad literaria...genia!