Odioso vecinito

Mateo apretó con fuerza las manos, y me di cuenta de nuevo que mi estrategia de hacerlo enojar no era la más conveniente en estos momentos.
"Perdón, Mateo, es que.." Trate de calmarlo.
"Desnúdate.." Dijo en un tono autoritario.
"¿Perdón…?"
"Lo que has oído, Megan. Desnúdate."
Me mordí los labios con una expresión confundida. De alguna forma, el oír esas palabras en ese tono de voz me había causado ciertas reacciones corporales inesperadas, como una súbita humedad entre mis piernas. Trate de no darle tanta importancia al hecho, pero había una realidad…
Y con muchísima vergüenza vi que conforme me iba quitando mi ropa me iba poniendo más y más caliente. Primero salió mi camisita, y cuando Mateo vio mis hermosos pechos firmes apuntando a él se quedo boquiabierto, incapaz de hacer nada. Luego me quite la faldita, y al ver mi delicada tanguita negra casi le da un infarto.
Y cuando por fin esa última prenda salió volando y cayó sobre su teclado de computadora, comenzó a sudar copiosamente y su erección bajo el pantalón fue más que evidente.
"Ya estoy desnuda.." Dije secamente, aunque fascinada en secreto por el efecto que estaba teniendo en el.
"Eh.. yo.. este.. " Contesto torpemente, balbuceante.
Vi que sobre todo no perdía de vista el delicado triangulo de vello negro entre mis piernas, finamente cortado y brillando seductoramente ante la luz por mi humedad.
"No me vas a decir que nunca habías visto una mujer desnuda, Mateo… ¿O sí?" Dije con voz ligeramente de burla.
"Eh.. no, claro que sí, yo.. bueno, una vez sin querer vi a.. mi tía."
Me mordí el labio para no reír. Mi situación ya era de por sí bastante mala, como para empeorarla más.
"Dudo que tu tía este así de buena como yo.. " Dije con una risita.
Mateo solo se quedo ahí parado, con muchísimo miedo en la mirada. El pobre no era capaz de dar ni un paso en mi dirección, y toda su seguridad daba la impresión de que se había evaporado. El silencio se fue volviendo cada vez mas incomodo, hasta que no pude más. "Bueno, al parecer no va a suceder nada aquí. Me voy a ir, y me cuentas mis 3 fotos.."
"¡No!, no, sí va a pasar algo." Dijo Mateo sujetándome de la mano. "Megan, quiero que te quedes en posición fetal en el borde de la cama, boca abajo, apretando tus piernas con los brazos. ¿Entendiste?"
Me sonroje muchísimo ante la petición. De nuevo mi cuerpo volvió a reaccionar de formas que no quería, pero no podía evitar. Casi pude sentir mis pezones irguiéndose lentamente mientras el corazón me latía con prisa.
"Bueno.." Accedí con algo de nervios, y en un instante ya estaba en posición. Mis pies quedaron en el aire, mientras mi colita estaba obedientemente apuntando hacia arriba, indefensa ante cualquier ataque. Apreté mis piernas con mis brazos, a la vez que recostaba mi rostro en la cama, esperando mi destino.
Marcelo no dijo nada, y con sorprendente seguridad se embarro los dedos con el frio gel lubricante y empezó a frotarlo vigorosamente alrededor de mi ano, presionándolo en ocasiones con mucho cuidado.
"Uh…" Se me escapo un suspiro.
"¿Dijiste algo..?" Pregunto sin detenerse.
"No.. nada. Sigue.." Respondí sonrojándome. No quería que Mateo se diera cuenta de los efectos que sus atenciones tenían en mí, pero se estaba volviendo cada vez más difícil.
El siguió aplicándome mas y mas lubricante en mi delicado agujerito, mientras sus dedos temerariamente entraban y salían hasta que después de algunos minutos me sentía súper resbalosa.
"Ya está listo. Y casi me acabo la botella.." Dijo Mateo con una risita boba mientras se detenía a admirar su obra. Y debía ser la obra más hermosa del mundo, porque mi culo estaba ahí solo para él. Mis firmes y paraditas nalgas estaban listas, deliciosamente esperando su castigo, y sin dudas eran una visión que harían llorar como niño a cualquier hombre.
"Uff.." Suspire tiernamente.
Mateo se fue quitando la ropa lentamente, y cuando voltee a verlo vi a su inmenso animal libre, apuntando directamente a mí de forma amenazante. Sentí entonces muchas dudas, y casi me retracto del trato en ese momento.
"C..con cuidado..¿Ok?" Dije mordiéndome los labios.
"Si, Megan.." Contesto Mateo, aun mas nervioso que yo. Lentamente se coloco detrás de mí y sus manos se deslizaron suavemente por mi espalda y glúteos hasta que después de unos segundos se apretaron con firmeza a mis caderas.
"Uf…" Dije suspirando, sin darme cuenta que había levantado un poco más las nalgas. Sentí entonces muchísima vergüenza, ya que Mateo estaba ahí atrás, seguramente mirándome todo. Pero lo hecho, hecho esta, y mordiendo un poco la sabana trate de dejar mi mente en blanco.
"Ahí va, Megan.." Dijo con la voz entrecortada Mateo, y entonces sentí como la gruesa punta de su miembro comenzó a hacer presión contra mi estrecho agujerito, sin lograr entrar.
"Oh Dios.. dios.. dios…" Dije con la respiración acelerada, apretando los puños.
Mi ano se cerraba con fuerza ante los intentos del insistente invasor, y durante algunos minutos ganó la batalla. Desgraciadamente, esta era una prueba de resistencia y con cada acometida mi delicada entrada iba perdiendo energía, hasta que finalmente….
.. squish.
Con un sexual sonido, su pene entró en mi colita.
No tuve ni tiempo de reaccionar. La sensación era deliciosa, y mi ano pulsaba violentamente alrededor de la gruesa serpiente que lo penetraba. Y antes de hacer nada mas, el intruso comenzó a deslizarse poco a poco hacia mi interior, centímetro a centímetro, vigorosamente por todos mis intestinos.
"Ohh…oh…mmm….D..dios…" Gemí tiernamente, poniéndome increíblemente tensa. Mi culo estaba perdiendo la batalla, y ante el delicioso ardor por instinto trate de moverme un poquito hacia delante. Pero Mateo me apretó las caderas con fuerza impidiéndome escapar. Era evidente que no descansaría hasta que me hubiera metido la verga por completo en el culo.
"M..Megan, esta.. muy apretado. Apretadísimo.." Dijo Mateo entonces con apuros, pero sin detenerse en su empeño. Su miembro seguía avanzando por mis intestinos.
Cerré los ojos y con impotencia agarre una almohada cercana y hundí mi rostro en ella, mordiéndola con fuerza. Lo que decía Mateo era verdad, mi culo estaba resistiéndose al máximo ante la súbita invasión, y las exquisitas contracciones que mi ano daba para expulsar su pene de mi interior me tenían al borde de la locura.
Nunca hubiera pensado que tener una verga en la cola me desquiciaría de tal manera.
Finalmente, el momento llego. ..
Con un firme empujón el cuerpo de Mateo impacto contra mis nalgas y sus bolas rebotaron en mi coño, señal de que había logrado penetrarme por completo. No sabía cómo, o si podría ser incluso posible, pero había sucedido. De alguna forma TODO su grueso y venoso miembro descansaba en estos momentos en mis intestinos, ansiando depositar su carga en mi interior.
"Oh..Dios..¿Esta….todo adentro?" Pregunté con apuros.
"S..si.. Megan. Todo. Te lo comiste completito."
"Oh.. " Me sonroje.
Nos quedamos en un incomodo silencio durante algunos minutos. Finalmente Mateo me pregunto: "Megan.. ¿Ya me puedo mover…?"
"S..si.." Respondí apenada. "hazlo.."
Y comenzó mi castigo. Con mucho cuidado Mateo se hizo para atrás hasta que su pene salió de mi culo unos cuantos centímetros. Pero entonces con un movimiento firme se apretó contra mis nalgas y el sentir el golpe en mi estomago me saco un coqueto gemidito.
"¡Ahh….!"
Mateo se prendió al oír mi reacción, y con más energía repitió la maniobra. Y de nuevo, al sentir el empujón dentro de mi estomago volví a gemir, esta vez de forma aun más sensual.
"¡Uhh…"
Las manos de Mateo se apretaron con más fuerza a mis caderas, y entonces comenzó a bombearme el culo con una energía y vigor que nunca hubiera esperado de él. El ritmo de su ataque se volvió casi frenético, con su poderosa verga moviéndose increíblemente rápido mientras mi pobre ano trataba con apuros de apretarla y detener su avance.
Slap….slap….slap….slap….slap….slap..slap.slap.slap.slap.
"D..dios….dios…" Dije febrilmente, sintiendo un exquisito dolor en la cola que me tenia retorciéndome de placer. El golpeteo en mis entrañas me tenía fascinada, y en respuesta a eso de mi coño goteaban algunos cálidos jugos que caían descaradamente en la cama, profanándola.
"Megan.. uff.. ¿T..te…acuerdas cuando… me llamaste…estúpido?" Pregunto de repente Mateo, sin detenerse para nada.
"Uf…..s..si….uhh.." Asentí con dificultad.
"Y… ahora..t..te estoy… dando por atrás…Megan…"
Slap..slap.slap.slap.slap.
"…s..si…ahhh.." Gemí.
"P..pues.. no soy…t..tan…. estúpido.. ¿N..no? Si te estoy.. d.dando.. por el culo.."
Me quede sin habla. Sentí una ola de calentura por toda la piel, fascinada ante la mezcla de impotencia y excitación que su comentario me había causado. El estar siendo sometida así, por la persona que menos hubiera imaginado, me tenía al borde de la locura. De la noche a la mañana había pasado de ser la capitana de porristas y la chica más sexy de la escuela, a estar en la recamara de mi odioso vecinito siendo sodomizada por él.
Y lo peor era que me estaba encantando ser tratada así.
Cerré los ojos mientras una gota de sudor resbalaba por mi rostro. Me mordí los labios en una actitud sexual, disfrutando inmensamente como mi hermoso culo era violentamente profanado una y otra vez. Sin piedad.
Pero claro, mi suerte no podía durar.
De repente, la puerta del cuarto se abrió y horrorizada vi que el papa de Mateo, un señor flaquito, con lentes y bonachón estaba ahí, impávido, mirándonos sorprendido sin saber qué hacer.
Y la escena frente a él no podría ser más pecaminosa.
Ahí estaba yo, la hermosa e inalcanzable vecinita, boca abajo y en posición fetal en el borde de la cama mientras su hijo me metía la verga por el culo. Me paralice sin saber qué hacer.
"¡P..perdón, chicos.. yo.. Mateo, tu… sigan con eso, hagan de cuenta que no vi nada…" Dijo entonces el papa de Mateo, con una expresión de orgullo en la cara. Esto obviamente al ver a su torpe hijo montando a semejante ejemplar femenino.
Como sea, en un instante el señor cerró la puerta y volvimos a quedar solos Mateo y yo.
Durante algunos incómodos segundos nos quedamos los dos en silencio, sin movernos ni decir nada. Finalmente le pregunté con algo de angustia: "¿No que tu papas no estaban en la casa?"
"M..Megan, te juro, no sé porque volvieron, pensé que estarían fuera más rato…" Se disculpo apenado Mateo.
"Dios mío, que pena… ¡¿Qué va a pensar tu papa?!"
"Pues.. nada, que eres muy caliente y te gusta por el culo." Bromeo Mateo.
"Eso no es gracioso, estúpido.." Dije angustiada, mordiéndome las uñas.
"Perdona, Megan.. mira, terminemos y al rato le explico. ¿Va? No creo que vaya a pensar mal de ti."
Yo tenía un evidente color rojo vergüenza en todo el cuerpo. Mi vergüenza era absoluta, y seguramente después de esto nunca volvería a poder mirar a la cara al papá de Mateo. Como sea, no hice ni un intento de retirarme, y con voz baja dije: "Apúrate… ¿Ok? Quiero irme a casa…"
Mateo me apretó de nuevo de las caderas y continuó su sexual labor. Obviamente a él no le había afectado tanto la situación como a mí, y en menos de un segundo ya estaba bombeándome el culo como si nada hubiera pasado.
Su respiración fue volviéndose cada vez más agitada, y muy a pesar de mi consciencia mi cuerpo volvió a excitarse al nivel anterior. Las embestidas de Mateo me tenían temblando en éxtasis y mis gemidos no dejaban ya la menor duda de eso, y eran descaradamente sexuales. Con cada bombeada mordía con más fuerza la almohada, y me preguntaba si al terminar todo no estaría ya deshecha la pobre.
"M..Megan…" Dijo tartamudeando Mateo. "¿D..dónde.."
"A..adentro.. Mateo… " Respondí, para de esa forma evitarme complicaciones. Aunque muy en el fondo sospechaba que quizás esa no fuera toda la verdad. Con un empujón violento Mateo se apretó contra mis nalgas, y por sus gruñidos y temblores supe que estaba teniendo el orgasmo del siglo.
"Ughhh….ugh….ahh…" Decía mientras sus manos temblaban contra mis caderas, manteniéndome en mi lugar.
"Ah…." Gemí suavemente, cerrando los ojos mientras sentía como su verga escupía con agresividad su veneno directamente en mis intestinos, causándome algunas cosquillitas. La sensación era deliciosa y mi ano se apretaba violentamente alrededor de la base de la verga de Mateo, descaradamente ordeñándolo. Era casi como si quisiera apretarse contra el extraño cuerpo invasor para de esta forma evitar que escape.
Sabía que el semen de Mateo en estos momentos estaba tapizándome el recto, y no sé porque puse una carita de inocencia, sintiéndome en contraste la más perversa de todas en el mundo.
Mateo se estuvo viniendo en mi culo por lo que parecieron horas, y cuando por fin termino saco su pene lentamente de mi, dejándolo justo afuera como si me estuviera tentando. Mi ano se quedo abierto por algunos segundos más, y conforme se iba cerrando pude sentir unas deliciosas contracciones que me arrancaron una pecadora sonrisa.
"Megan, estuvo impresionante.. " Trato de decir Mateo, limpiándose el sudor de la frente.
"S..si.." Dije con pena, mientras con un juguetón movimiento me ponía en pie y agarraba mi tanga negra, para acto seguido ponérmela de vuelta. Hice lo mismo con mi faldita y camisa, y entonces con coquetería me peine un poco frente a un espejo del closet.
Mateo solo me miraba con admiración, pasando sus ojos por todo mi cuerpo mientras me ponía guapa de nuevo.
"Esa es mi chica. Tan linda, y con su colita llena de leche." Dijo Mateo con un tono de voz juguetón, ya muy desinhibido.
"idiota.." Le respondí con un gesto coqueto, y entonces caí en cuenta de algo."Oye.. me tengo que ir, pero.. me daría pena ver a tu papa abajo."
"Pero.. no hay otra forma de salir, Megan. Mira, no creo que este en la sala.. pero si gustas vamos los dos ¿Va?"
"Bueno.." Respondí sin mucho entusiasmo.
Salimos de su cuarto y Mateo bajo primero las escaleras. Me hizo una señal de que todo estaba despejado, pero justo cuando llegue abajo la puerta principal se abrió y volví a ver al papa de Mateo, que esta vez llevaba unas bolsas del supermercado en las manos.
Baje la mirada inmediatamente, cubriéndome la cara con una vergüenza infinita y sin poder verlo a los ojos. A pesar de la incómoda situación el señor muy amable me saludo:
"H..hola, Megan.. me saludas a tus padres ¿Ok?" Dijo mientras volvía a mirar con orgullo a su hijo, que acababa de cogerse al mejor espécimen femenino de la ciudad. Entonces el señor se puso en marcha a la cocina y lo perdimos de vista. Mateo paso su brazo por mi cintura y con simpatía me acompaño hasta la salida.
"Dios, que pena.." Dije para mí, recreando en mi imaginación lo que el papa de Mateo había visto hace unos minutos. El visualizarme a mí en tan humillante posición, con un palo en el culo, me tenia angustiada.
Mateo me regreso a la realidad con una pregunta: "Entonces… mañana te espero para irnos juntos a la escuela, Megan. ¿Ok?"
"Si.." Dije suspirando, aun con la mirada baja. Me sentía la más sucia del planeta. No tanto por el descubrimiento en sí, sino por mi reacción. Y es que mi cuerpo no dejaba dudas de que le había fascinado todo el proceso.
Mi dignidad estaba en el suelo.
"Oye.. y prepara bien esa colita, que a partir de mañana recibirá su castigo 3 veces al día." Dijo entonces Mateo en un tono algo burlón, aunque tratando de poner humor a la situación.
"Estúpido.." Le dije en voz baja, sin poder evitar sonreír un poco.
"Si.. estúpido, pero mañana me volverás a traer tus nalguitas de nuevo, Megan. Entonces ¿Quién es el estúpido?"
No sé que le había hecho a Mateo antes, pero al parecer tenía un enorme resentimiento conmigo. En fin, ahora estaba demasiado cansada para pelear o discutir. Me di la vuelta y en unos minutos ya estaba en mi cama, dándole mil vueltas al asunto. Me sentía muy confundida, con una lucha mental entre lo que creía y lo que había pasado con mi cuerpo.
Hasta que finalmente…
… fui quedándome dormida.
Y sin poder evitarlo, toda la noche soñé con lo que había pasado con Mateo. Una y otra vez, casi como si fuera una lección que debía aprender a como diera lugar. Y los sueños no dejaban tampoco lugar a dudas…

0 comentarios - Odioso vecinito