La profesora de matemática

Mi profesora de matemáticas en el colegio era una mujer insoportable. Todos le tenían terror, hasta los padres. Trataba mal a los alumnos. Lo curioso es que de apariencia no era fea, tenía lo suyo, a mí no me gustaba, me parecía algo masculina, pero algunos amigos alucinaban con ella, y de joven debió haber sido bonita, era una rubia real, alta de cabellos cortos, cincuentona, flaca, de lentes y ojos claros, de esas del sur de Brasil, descendiente de europeos, que en el norte moreno se creen la gran cosa. Conmigo ella era un poco mejor, yo era buen alumno, y ayudaba mi apariencia y porte físico.
Una vez que me pillaron con una compañera en el baño del colegio casi me expulsaron. Mi abuela tuvo que ir allá y fue todo un lío. Esa profesora me dijo que se quedara después de clase, creí que me iba a dar la full tratada y más o menos fue así, pero me habló de una forma diferente, medio irónica. Me quería para las olimpiadas, que no me hiciera expulsar por un par de pechos. Me sorprendió porque ella no hablaba así. Me acuerdo que me quedé mirándola medio embobado, mientras ella me decía que tenía que concentrarme y dejar las mujeres para más adelante o por lo menos para afuera de la escuela. 
Después de esa charla, a veces ella me pillaba en el corredor y me decía para portarme bien, y los otros chicos se reían y me molestaban. 
Una mañana después de un examen ella volvió a decirme que se quedara en clase para ayudarla a corregir. Me llamó a su mesa y yo me quedé parado a su lado. Ella siempre usaba saco, que no es común en el calor de mi ciudad, pero abajo su blusa era un poco escotada, y desde mi posición se tenía una buena visión. Ella me hablaba, corrigiendo las notas, mientras mi verga se paraba y yo no sabía cómo ocultar, hasta que ella me miró muy seria. Miró mi entrepierna y se acomodó la blusa. En serio? 
Me quedé helado. Ella empezó a sermonear, algo de lo que dijo se me quedó, que no debía ser así, que solo eran pechos, que todas las mujeres tenían, y no sé más qué. Pero como mi verga no bajaba, de la nada ella me mandó a cerrar la puerta con llave. Fue raro. Cuándo volví ella me preguntó si no tenía calzoncillos y eso me dió risa. Ah, te parece chistoso? Le dije que no y cuándo ella bajó la mirada a los exámenes yo traté de acomodarme mejor la verga para que no se notara tanto, ella me vió y me dijo que lo hiciera bien. ¿Hacer qué profe? Acomodar pues. Ah… Empecé a hacer y ella me dijo que lo sacara de mi pantalón. Me sorprendió pero obedecí muy rápido y ella miró a mi verga, miró alrededor y empezó a amenazarme, que si yo hablase con alguien a respeto de aquello me iba a aplazar y a todo mi curso, y no sé más qué y entonces  puso mi verga en su boca y empezó a mamarme con una avidez sorprendente. Me acuerdo que la saliva escurría por mi verga, mojando hasta la mesa. La profe que se movía y se movía agarrándome con fuerza la cintura. Estaba hambrienta. Al final me animé a agarrarle la cabeza, con los pelos rubios cortos y empecé a follar su boca hasta el fondo, cada vez más rápido porque quería venirme luego. Terminé en el fondo de su garganta y seguí moviéndome hasta quedar completamente vacío. 
Al terminar la mesa estaba toda babeada, así como mi ropa y la suya, ella se sacó un pañuelo del bolso y empezó a limpiarse, entonces me dió dinero para comprarle coca cola y chicles. Cuando retorné ella volvió a amenazarme y yo que estaba más cachondo solo le pregunté si no quería que fuéramos al baño. Para que nos descubran, como sucedió con tu amiga? Le empecé a decir que arriba al lado del salón de informática había un baño que… Pero ella me cortó y dijo que me vaya. 
Días después la visité en su casa. Vivía en un departamento en un barrio lejano y estaba casada. Cogimos algunas veces, pero nada en el colegio. Lo último que supe de ella es que se había separado del marido y estaba con un colombiano mucho más joven. 

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