PDB 35 Noche de “las madres” …(II)




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Compendio III


Como podrán imaginar, llegó la hora de despedirnos.

Mientras que Marisol les daba las últimas recomendaciones a las niñas, Bastián nos agradeció a ambos porque dejáramos que sus hermanas pasaran la noche. Por otro lado, Karen se mostraba orgullosa a su mamá, proclamando que“era una niña grande y que no iba a llorar”.

Pero Emma abrazó a su hija cariñosamente, para calmar su ansiedad por la jornada que nos esperaba.

PDB 35 Noche de “las madres” …(II)

Las chicas decidieron sentarse atrás, para poder conversar un poco más. A medida que conducía, la atmósfera del vehículo se fue cargando con anticipación, con mi esposa y mi amante intercambiando miradas cómplices, mientras conversaban animadamente. A ambas les gustaba yo, pero no había señal de celos entre ellas.

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De hecho, y a medida que los temas se iban acercando hacia el sexo, creo que se sentía más curiosas de la forma en que la otra sentía el placer y de alguna manera, esos pensamientos las empezaron a calentar.

Llegó el punto en donde Marisol preguntó cuánto tiempo hacía que Emma no estaba en un trío, a lo que ella le costó sincerarse. Mi esposa, en cambio, comentó con su “naturalidad habitual” que no participábamos en un trío hace unos 4 o 5 años, desde el tiempo que Lizzie, nuestra niñera, vivía con nosotros.

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Motivada por la honestidad de mi esposa, Emma nos contó que ella estuvo en tríos durante su primer año de universidad, hasta que se embarazó de Karen. Para ella, había sido una experiencia salvaje y hilarante y nunca olvidó el placer que le trajo. Sin embargo, su única queja fue que nunca identificó al padre de Karen.

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Marisol, comprensiva, tomó su mano y le dijo que la entendía. Le dijo que ella misma tuvo mucha suerte, porque Marisol se enamoró de mí muy joven y dada nuestra diferencia de 12 años, a mis 28 años, me preocupé demasiado de no propasarme sexualmente con ella, sin importar lo mucho que ella misma lo deseaba. Y que estaba segura de que, de no haberme conocido a mí, probablemente estaría en una situación parecida a ella.

Las palabras de Marisol tranquilizaron aún más a Emma. Si bien, lo que íbamos a hacer era lujurioso y tabú, tanto mi esposa como yo éramos personas responsables y respetuosas, por lo que se sentía mucho más cómoda de lo que estaba viviendo con nosotros.

Cuando llegamos a nuestro destino, Emma no lo podía creer: nuestra amigable casa, bien encendida, con el enorme árbol frente a ella, que Marisol orgullosamente presentó como un cerezo, dejó a Emma asombrada.

Nos confesó que nunca hubiese imaginado mi bienestar social, por mi actitud generalmente relajada.

Con tenerla ya en casa, Marisol sintió una oleada de deseos correr por sus venas ante la idea de volver a experimentar un trío, de evidenciar la primera noche juntos con su marido, y la satisfacción de ella de volver a ser testigo.

Emma dio un gran suspiro al salir del auto hacia la fría noche, mientras le abría la puerta educadamente, haciéndole sentir una verdadera dama. El aire fresco pareció calmar sus pensamientos, haciéndola más predispuesta a su entorno.

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Mientras que mi esposa la esperaba ansiosa, tanto Marisol como yo (y probablemente, Emma también) nos preguntábamos cómo cambiaría nuestra relación tras esa noche.

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¿Seríamos capaces Emma y yo de volver a lo de antes?

O ¿Sería el comienzo de algo nuevo y excitante?

+       ¿Estás lista? – le preguntó Marisol, con una voz suave y baja, tomando su brazo para calmarla.

o  ¡Más de lo que crees! -respondió Emma desafiante, con una voz y sonrisa extremadamente sensual.

Ambas se acercaron a la puerta, con sus cautivantes cuerpos balanceándose en perfecta y sensual armonía.

Les abrí la puerta con el corazón acelerado y latiéndome con gran fuerza.

Nuestro humilde recibidor la deslumbró. Mi esposa y yo nos esforzamos de dejarlo medianamente presentable durante estas últimas semanas, pero el rostro de Emma denotaba su impresión.

-         Ustedes se ven impresionantes.– suspiré, al verlas pasar, con mis ojos recorriendo sus cautivantes cuerpos de pies a cabeza. - ¡No puedo esperar a ver qué tienen para mí esta noche!

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Lo impactante fue que ambas, de maneras muy similares, me dieron miradas genuinamente complacidas por mis palabras, con ese tinte de sensualidad de una mujer que también desea a un hombre.

El aire dentro de la casa se puso denso con deseo y lascivia y era claro para nosotros tres que estábamos más que ansiosos por explorar los límites de nuestro amor y placer juntos.

De una manera que me recordó los tiempos en que vivíamos con Lizzie, Marisol le dio el “tour rápido” de nuestro hogar, cubriendo alocadamente las áreas comunes que conectaban al dormitorio principal.

Incluso, una vez que llegamos allí, me imploraron casi en coro que me desnudara y me acostara en la cama, a medida que ellas se desvestían con desesperación, con sus movimientos volviéndose cada vez más frenéticos y urgentes.

Aun así, podía ver en la mirada anhelante de Emma su agradecimiento por la confianza y la comprensión que nos estaban uniendo.

Me dio la impresión de que, sin importar lo que pasara esa noche, ella sabía que siempre podría tener esa conexión con nosotros, con esta experiencia compartida para recordar por siempre.

Pero mientras las chicas se reían y jugueteaban a medida que quedaban en paños menores, empecé a masajearme mi hinchado miembro producto de la excitación.

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Marisol y Emma no pudieron evitar contemplarme, puesto que era la razón que las ligaba a esa hermandad: había sido mi congestionado pene, que después de eyacular, había permanecido pegado dentro de ellas, esperando que la hinchazón se disipara, lo que les había fascinado.

Según Marisol, eso es lo que me hace un amante destacable, no solamente a ellas, pero a cada mujer con la que he estado. Porque si bien ha sido mi “resistencia interminable” es la que me ha permitido “hacerla gozar hasta pedir paz”, ha sido esta simple y modesta reacción, de permanecer cautivo dentro de ellas, la que ha hecho que el coito conmigo sea extremadamente mucho más íntimo.

El orgullo de mi esposa, en cierto modo, es el hecho de haber sido la primera en experimentarlo, además de disfrutar también el estar casada con un hombre bueno, su mejor amigo y el primer y único gran amor de su vida.

Pero al reposar yo acostado en la cama, con mi erección alzada y dura, no pude evitar sentir el intenso calor proveniente de mis 2 amores. La manera que me miraban, la forma en que me empezaron a tocar… fue algo que rara vez había experimentado.

Sabía que esa noche sería especial, dado que todos estábamos a punto de compartir algo profundo e íntimo. Y a medida que empezaron a acariciar y masajear mi pene, no pude evitar cerrar los ojos, disfrutando las agradables sensaciones que ellas me ocasionaban.

Sus manos eran tan suaves y gentiles, pero también posesivas y hambrientas. Parecía que trataban de tomarme en posesión. Como si trataran de declararme como suyo propio. Podía sentir la tensión creciendo dentro de mí, la necesidad de estar dentro de ellas, de sentir su calor y humedad rodeándome…

Y continuaron con su mágica labor. Marisol miraba a los ojos de Emma, con los suyos llenos de deseo y entendimiento. Mi esposa sabía que estaba compartiendo algo especial, algo que se salía de las normas naturales de una relación. A medida que sus manos se movían en perfecta sincronía sobre mi humilde apéndice, podía sentir un sentimiento de unidad, de una conexión que trascendía los deseos individuales y las unía como iguales en esta apasionada danza de amor y lujuria.

Pude ver cómo mi esposa tuvo que contener sus deseos por probarme con su boca, ya que era claro que Emma quería montarme. Removiendo sus últimas prendas con desesperación, mi amante encontró el alivio a su deseo de ser empalada por mí. A cambio, sujeté a Emma delicadamente por la cintura, permitiéndole que me sintiera estirarla por dentro de una forma calmada.

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Marisol miraba con asombro cómo le hacía el amor a Emma, con movimientos fluidos y poderosos. Podía darse cuenta de que yo ya sabía cómo hacerla sentir bien, cómo hacerla sentir deseada y querida.

Mi ruiseñor me confesó que, mientras nos veía juntos, no pudo evitar sentir una mezcla de emociones: celos, ansiedad y admiración. Me dijo que parte de ella quería sentirse rellena por mí. Pero que la mayor parte estaba agradecida por la inigualable conexión que estábamos compartiendo.

A medida que Emma comenzó a montarme más fuerte, con sus senos sacudiéndose tras cada embestida, mi ruiseñor se cuestionó si acaso ella misma se veía así de hermosa cuando yo estaba dentro de ella.

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Emma me cabalgaba mucho más fuerte, con sus suaves quejidos de placer volviéndose cada vez más fuertes. Mi esposa podía sentir su propio sexo fluir, al ver a esta atractiva mujer empezar a perderse en si misma en el placer, de la misma manera que mi cónyuge lo hace cada noche. Ver las reacciones de Emma reafirmaron los sentimientos de mi esposa por mí, ya que no estaba sola. Ambas compartían al mismo hombre y ambas me amaban.

A medida que Emma se inclinaba hacia adelante, con sus senos rozando mi pecho, sus ojos cerrados en éxtasis, Marisol los agarró para tocarlos gentilmente. Recorrió con un dedo el pezón de Emma, sintiendo cómo se endurecía bajo su contacto. Mi ruiseñor confesó que se le aceleró el corazón al imaginar cómo sería chuparlo, saborear su piel y sentir cómo su cuerpo se estremecería bajo sus caricias.

Los ojos de mi esposa se encontraron con los míos, quemándonos mutuamente con deseo. Sabía que estaba celosa, pero también sabía que estaba excitada. Podía verlo en sus expresiones, en la forma que tocaba a Emma. Y solo me puso más duro todavía, más determinado de complacer a ambas.

Mientras Emma continuaba montándome, con sus caderas ondulando al ritmo compartido de nuestras respiraciones, mi esposa se acercó a ella. Besó a Emma suavemente en los labios, degustándose a si misma. Fue un gesto pequeño, pero demarcaba un profundo entendimiento y aceptación de la conexión que tenían en esta relación poco convencional.

Y cuando Emma sintió la primera ola de orgasmos, sus ojos buscaron instintivamente los de mi esposa.

Marisol sabía que Emma necesitaba reafirmarse. La necesidad de saber que no estaba sola. Mi ruiseñor le miró y le sonrió cariñosamente, con una mezcla de envidia sana y comprensión en sus ojos. En una mirada que le decía a su nueva amiga: “¡Tranquila! ¡No pasa nada! ¡Yo también lo he sentido! ¡Sé lo bueno que es!”

Emma se dejó ir entonces, dejándose llevar por esa sensación. A medida que la seguía embistiendo, sabía que me faltaba poco, con mi respiración empezando a agitarse…

Aun así, Emma ya sabía que no me detendría antes que ella tuviese su segundo, tercero, cuarto orgasmo…

Sentí su mano deslizarse entre nosotros, encontrando su clítoris y masajearlo bruscamente.

o   ¡Marco! -  ella gimió, con la voz ronca en deseo.

Y como si escuchara su plegaria, embestí profundamente una última vez, haciéndole sentir mi orgasmo. La manera que mi semen caliente se derramaba en su vientre.

Parecía que había sido el orgasmo más intenso que ella jamás había experimentado. Y sabía que era porque estábamos nosotros. Por la conexión que habíamos compartido.

Al igual que mi ruiseñor, a medida que el placer se disipaba, Emma reposó sobre mi pecho latente, aun acelerado con la contienda. Me miró satisfecha y embelesada, con sus labios sonrientes y ansiosos por decirme que me amaba.

Pero que, por su sanidad mental, prefería callar, mintiéndose a si misma que yo era el mejor “Folla amigo” que había tenido.

Mentira que, bien sabía yo, se iba desgastando poco a poco cada vez que me tenía dentro de ella…

Sin embargo, mi esposa y mejor amiga, sabiendo de mis humildes deseos, le dio el golpe de gracia.

+       ¿Te gustó? – preguntó ella, en un tono dulce y comprensivo, mirando a su nueva amiga. - ¿Te gustó hacerle el amor a mi esposo?

Y que Marisol usara esas mismas palabras, que tantas, tantas veces se las había dicho a Emma, hicieron que ésta se incorporara y me mirara, abiertamente a los ojos.

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o   ¡Sí, Marisol! – respondió Emma de forma enérgica y completamente renovada. - ¡Me encantó hacerlo!


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1 comentario - PDB 35 Noche de “las madres” …(II)

eltrozo896 +1
Seguro habra 3ra. parte, no?
metalchono +1
Por supuesto. Y una cuarta también. Gracias por comentar.