Cuarteteando...

Patricia, o Pato, como le decimos, es una de las tantas amigas que me dió el mundo del seguro. Hicimos juntas el curso de Productoras, fui a su casamiento, y aunque no nos veamos tan seguido, ya que su ámbito de trabajo es el conurbano, nunca perdimos el contacto.
Por eso no me sorprendió su llamada éste último viernes, aunque la notaba distinta, más eufórica de lo habitual.
-¡Me salió el divorcio, nena, tenemos que festejar! ¡Ya por fin estoy separada legalmente de ese hijo de puta!-
El hijo de puta era su marido, o ex para ser más precisa. Yo la escuchaba sorprendida, ya que no sabía que estuviera tan mal en su matrimonio. La última vez que la vi fue para los tres años de su hija, cumple al que fui con Romi, y eso había sido hacia unos pocos meses.
Rápidamente quedamos en vernos esa misma noche para celebrar su repentina soltería.
Nos encontramos en un bar irlandés de la avenida San Martín, ya que todas sus amigas somos de CABA. Fui la primera en llegar, así que mientras disfrutábamos de la cerveza artesanal del lugar, me fue poniendo al día.
Se había cansado de las constantes infidelidades del marido, se la perdonó una, dos, tres, siempre por la nena, hasta que un día se plantó y le pidió el divorcio. 
-No sé de dónde saqué el coraje- se sorprende.
-Pero lo hiciste, eso es lo importante- le digo -Y ahora sos libre para hacer lo que quieras-
-Lo que quiero nena es coger, coger y coger- me confiesa divertida.
-El guacho se cogía a sus putas, pero a mí me dejaba con las ganas, así que me las voy a sacar todas, voy a recuperar el tiempo perdido- reafirma.
-Bueno, acá tenés muy buenos candidatos como para empezar- le hago notar, en referencia a la concurrencia masculina del lugar.
-Esta noche me voy a encamar con alguien que no conozco, eso te lo aseguro, pero primero voy a festejar con mis amigas- levanta su vaso y brindamos.
Al rato empiezan a llegar las demás, en total somos cinco, pero a diferencia de Pato, todas están casadas y parecen ser felices con sus parejas, por lo que con el correr de la noche nos van abandonando, hasta que de nuevo quedamos las dos solas.
Ya es casi medianoche. Le envió un mensaje a mi marido para avisarle que estoy apoyando a una amiga en un mal momento, que me voy a demorar. Me contesta que no me preocupe, que él se encarga de los chicos.
Pedimos otra ronda de esa cerveza tan rica, y aunque el deseo primordial de mi amiga sea tener sexo esa misma noche, la veo medio apichonada, como que después de haber estado casada por algunos años, perdió el sentido de la seducción. Es evidente que voy a tener que darle una mano, ¿o para qué están las amigas?
-Enseguida vuelvo, voy al baño...- le digo entonces.
-Te acompaño...- me dice, pero la detengo antes de que intente levantarse siquiera.
-No, vos quedate cuidando las cosas, cuando vuelvo, vas...- y antes de que pueda emitir queja alguna, salgo rauda hacia los servicios.
Tenía ganas de hacer pis, ya que habíamos tomado demasiada cerveza, pero el hecho de ir sola era porque en un rápido paneo por todo el pub, me había fijado en un par de chicos que habían entrado hace rato y estaban en la barra. No más de treinta años, remeras negras de manga corta, músculos de gimnasio.
Me mantuve atenta a ellos, creyendo que quizás estaban esperando a sus parejas, pero ya era evidente que no, que estaban solos.
Así que voy al baño, y al volver paso por la barra. Me acerco justo en dónde están sentados y le pregunto al barman algo acerca de un trago. 
-Te invitamos uno- me dice uno de los chicos, con esa actitud que revela que están de cacería.
-Gracias...- les digo -¿Pero podrían ser dos?, es que estoy con una amiga y quisiera que ella lo pruebe también-
Le hace una seña al barman y éste sirve los dos tragos. Los agarro, les agradezco de nuevo, y ya me estoy yendo, pero antes de alejarme demasiado, me volteo y les digo:
-¿No vienen?-
Se sonríen cómplices y salen tras de mí. Pato se sorprende al verme llegar con dos tipos, que encima están refuertes.
-Una gentileza de los chicos- le digo, pasándole uno de los tragos -Perdonen pero todavía no sé sus nombres-
-Tiago y Álex...- se presentan.
-Mariela y Patricia...- nos presento yo.
-¿Te parece si se sientan?- le pregunto a mi amiga.
-Sí, claro...- acepta, aunque no muy convencida todavía.
¿Que tal? ¿Cómo están? ¿Qué toman? Una vez roto el hielo, y mientras ellos piden unos tragos, algo más fuerte ésta vez, con Pato nos disculpamos y vamos al baño, ésta vez las dos juntas.
-¿Y, qué te parecen?- le pregunto.
-¡Están buenísimos! Pero nena, no sé con cuál quedarme- se lamenta.
-Como buena amiga, te la voy a poner fácil, yo me quedo con el tatuado- le digo.
El tatuado es Álex, cuyos tatuajes visibles son los del brazo y el cuello, aunque ya ansío descubrir los demás.
-¿Te lo vas a coger?- se sorprende.
-¿Porqué no? La verdad es que con M. (mi marido) hace tiempo que no estamos bien, así que me va a venir bien un reacondicionamiento- le digo, haciendo con el puño un movimiento de bombeo.
Terminamos de retocarnos el maquillaje, volvemos a la mesa, y tal como convinimos, ella se sienta al lado de Tiago y yo de Alex.
Obviamente que a medida que pasan los tragos vamos entrando más en confianza. Se nota lo que nosotras queremos y lo que ellos quieren, por lo que resulta evidente que ha llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa.
-Chicos, la verdad es que la estamos pasando muy bien con ustedes, son dos divinos...-
-¡Nooooo...! No digan que se tienen que ir, no sean malas- me interrumpen, lamentándose por anticipado.
-No es eso...- los tranquilizo -No somos tan crueles. Lo que quiero decir es... ¿porqué no la seguimos en otro lado?- se los digo mirando a uno y otro fijamente, haciéndoles entender, sin palabras, a lo que me refiero.
Obvio que están de acuerdo. Pagan lo que consumimos, incluyendo generosamente lo que tomamos antes, con nuestras amigas, y salimos del local, en parejas.
En la vereda están esperando los taxis. Llamo a uno mientras les digo que conozco un lugar muy lindo que, además, no está lejos. Están de acuerdo, así que subimos todos, apretujándonos en el asiento trasero. Le indico al tachero la dirección aproximada, ya que exacta no la sé, aunque entiende a qué lugar me refiero.
Cuando llegamos, si alguno se sorprende al ver la fachada de un albergue transitorio, no lo hace notar.
Ingresamos al telo en parejas, tomados de las manos. En la recepción, antes de pedir habitación, me anticipo a todos y haciendo valer el empoderamiento femenino, les digo que, ésta vez, pagamos nosotras. Ellos ya habían pagado lo del pub, así que era lo justo.
El tema es que al ser un viernes, por la noche, el telo está repleto, solo queda una habitación, y la espera es de prácticamente media hora. Yo ya estoy caliente, y Pato, tras las dudas iniciales, está que se sale de la vaina. Así que me decido y les digo que tomemos esa, la que está disponible.
-Nos turnamos en la cama y listo- agregó divertida.
Entramos a la habitación y subimos por una escalera, nosotras por delante, modelando nuestros cuerpos, sabiendo que ellos vienen detrás, relamiéndose con lo que están a punto de comerse.
El lugar es bastante amplio, con cama, sofá, hidromasaje y hasta un jardín privado.
Nos sentamos y brindamos con unas botellitas de licor del frigobar. ¡Por una noche inolvidable!, dice uno, aunque es lo que pensamos todos.
En un momento estamos brindando, y al siguiente ya nos estamos besando.
Con Álex nos levantamos y vamos a la cama, mientras Pato y Tiago se acomodan en el sofá, que está justo al lado, de modo que podemos vernos los unos a los otros. Sin embargo, durante un rato me ocupo de mi pareja, olvidándome de los demás. Para mí, en ese momento, solo existimos él, yo y esa excitación que nos corroe.
Sin dejar de besarnos, nos acariciamos, tocando las partes más sensibles de nuestros cuerpos, que en el mío vendría a ser prácticamente el noventa y nueve por ciento.
Ya estoy sin blusa y con el corpiño bajado, con él chupándome golosamente las tetas, mientras le amaso y aprieto el bulto por encima del pantalón.
-¡Quiero chupártela...!- le pido en un susurro.
Ya sé que la va a sacar más temprano que tarde, pero me gusta pedirla, reclamarla, hacerle saber que tengo hambre de pija.
Se saca el pantalón, el slip, y acostado, me ofrece toda su erección para que me despache a gusto. A un costado veo que Tiago ya le está chupando la concha a mi amiga, cuyo rostro de ensueño revela a las claras lo bien que la está pasando. Me alegro por ella y bajando la cabeza me devoro la chota de mi compañero, que deja escapar una ahogada exclamación cuando siente que la punta choca contra mi garganta.
Tiene una buena pija el flaco, larga, gruesa, pura potencia viril. Aunque me gusta que estén peludos ahí abajo, no me desagrada que esté afeitado. Le paso la lengua por todo el vientre, terso, suave, le beso los huevos, se los chupo y subo por toda su longitud, lamiendo toda esa delicia hecha carne.
No sé cuánto habré estado dele chupar y chupar, pero cuando levanto la mirada, veo que mi amiga también se la está mamando a su partenaire.
Me saco el resto de la ropa, me recuesto y separo las piernas para que Álex me complazca ahora a mí. Desfallezco cuando empieza a hacer firuletes con la lengua, punteando en el lugar exacto para que las sensaciones sean más intensas.
Cuando ya tengo suficiente, me levanto, y voy hacia dónde están los otros dos. Me siento junto a mi amiga, que sigue chupando, y le empiezo a acariciar los huevos a Tiago.
Pato me mira sorprendida, sin saber que hacer, así que agarro yo misma la pija que ella sigue sosteniendo, poniendo mi mano encima de la suya, y también se la chupo.
Álex se suma al grupo, y aunque mi amiga parece dudar por un momento, también se la come, por lo que enseguida se la estamos chupando a uno y otro, indistintamente.
En un momento, Tiago no se aguanta más, se lleva a Pato a la cama, la pone de espalda y se la coge, con las piernas de ella al hombro.
Nosotros cogemos en el sofá, Álex sentado y yo encima, cabalgándolo, enterrándome toda esa poronga hasta lo más profundo de mi ser.
Ninguno habla, solo se escuchan nuestros gemidos y jadeos, cada vez más intensos y apasionados, la excitante melodía del placer.
Entonces, para mí sorpresa, veo que mi amiga se levanta, viene hacía mí y con un gesto me pide que cambiemos.
-Todo tuyo...- le digo, bajándome de Álex y yendo al encuentro de Tiago. 
Ahora las dos cabalgamos a nuestros machos, ella en el sofá, yo en la cama, extasiadas, complacidas de tanta pija.
Tiago está a la par de Álex, no tiene nada que envidiarle en cuanto a dotación, aunque a diferencia de aquel, tiene un matorral recio y frondoso.
Mi amiga es la primera en acabar, y la manera en que lo hace, como se libera, demuestra lo mucho que necesitaba un buen polvo.
Álex la acompaña, con igual intensidad, compartiendo ambos ese momento entre besos y caricias.
Tiago y yo también acabamos por nuestro lado, besándonos con pasión mientras sentimos como las oleadas de placer nos envuelven y arrastran, sin que podamos resistirnos.
Todo queda en silencio, solo se escucha la respiración acompasada de los cuatro, la deliciosa calma después de la tormenta.
Pato se levanta, se sacude el pelo, se lo ata con una gomita que saca de su cartera y se mete a la ducha. Tiago la acompaña. La mampara es traslúcida, así que podemos ver cómo se enjabonan mutuamente.
Con Álex agarramos un par de botellitas de whisky y salimos al jardín. Brindamos, nos damos un beso, y aunque parezca increíble, nos ponemos a charlar. 
Me cuenta que tiene 28 años, que es instructor de calistenia y street workout, me explica un poco de qué se trata, y agrega, además, que está de novio, aunque se están tomando un tiempo, que no crea que le está poniendo los cuernos a la chica.
-Bueno, yo sí le estoy poniendo los cuernos a mi marido, así que no podría juzgarte...- le confieso.
Le cuento de mis hijos, de mi trabajo, siempre que estoy de levante, miento un poco, pero esta vez fui sincera, hasta le dije donde queda mi oficina.
En ese momento aparecen Tiago y Pato, desnudos, con los cuerpos todavía húmedos por la ducha reciente. La noto feliz y resplandeciente a mi amiga. Le cambió la cara por completo. ¡De lo que es capaz un polvo!
Se sientan y se suman a la charla. Tiago tiene 29, también es instructor, y a diferencia de Álex, no tiene novia. Ambos se conocieron en el mismo curso, y ésa era la primera vez que salían juntos de levante.
-¡Una noche triunfal!- exclama Álex, acariciándome una pierna.
Se las chupamos de nuevo, ahí mismo, en el jardín, nosotras sentadas, ellos de pie, cambiando de lugar de a ratos, por lo que se las chupamos de nuevo a los dos, en mi caso sin decidir todavía cuál me gusta más. Pato creo que tiene predilección por la de Tiago, por lo menos le dedica más tiempo.
Volvemos a la habitación, ellos ya con las pijas al palo, y nos tiramos en la cama, todos juntos y revueltos.
Besos, abrazos, caricias, chupadas mutuas, hasta que cada una se acomoda encima de su pareja inicial. Los cabalgamos casi al mismo ritmo, eufóricas, ansiosas, desatadas. Yo estoy como siempre... Siempre puta... pero mi amiga no se queda atrás, ya que enseguida me mira y me hace el gesto para cambiar.
Me pongo encima de Tiago, y aunque tiene la pija toda engrasada con el flujo de Pato, me la meto igual. Me muevo atrás, adelante, a los costados, y olvidándome por completo de quiénes están al lado, tengo un orgasmo tan intenso, tan desbordante, que me quedo out por un instante, bueno, a mí me pareció apenas un instante, pero debió ser mucho más que eso, porque cuando vuelvo a estar en sintonía, el que me está cogiendo es Álex. No sé en que momento cambiamos, pero lo tengo encima, dándome pija a full.
Me excita ver, mientras me coge, el nombre Vanesa dentro de un corazón en llamas. Su novia, me acuerdo que me dijo su nombre, con la que se está tomando un tiempo. Tiene que ser muy importante para él como para tatuársela en el pecho.
Pero ahora está conmigo, dándome lo que, seguro, ella extraña. "Éste polvo va por vos, Vane...", pienso, mientras lo abrazo y lo incito a que se mueva más fuerte.
Tiago está con Pato, a la que se garcha con un ritmo frenético, enardecido, y aunque mi amiga parece no estar tan a gusto como antes, cuando eran mas tiernos y deferentes, no emite queja alguna, es más, creo que hasta disfruta esa inusitada violencia.
Las dos estamos como en un trance, disociadas de todo lo que no sea esas pijas maravillosas y las emociones que nos hacen sentir.
De lo siguiente que me doy cuenta es que estamos en cuatro, cruzadas a lo ancho de la cama, mientras que ellos, haciendo gala de un excelente estado físico, se turnan para garcharnos, yendo de una a la otra, como si estuvieran en una carrera de postas y nuestros cuerpos fueran el testigo que deben pasarse para refrendar su virilidad.
PLAP PLAP PLAP... cambian y de nuevo... PLAP PLAP PLAP... de un lado a otro y... PLAP PLAP PLAP...
Solo se escuchan nuestros jadeos y el ruido húmedo de las penetraciones.
Sé lo que quieren los chicos, se lo digo a Pato en un susurro apenas audible, pero me entiende y está de acuerdo, así que las dos ponemos de nuestro lado para lograr lo que están buscando.
Nos siguen intercambiando, cuatro, cinco, hasta seis embistes a una, y luego lo mismo a la otra, cogiéndonos en tándem, hasta que las dos nos miramos, sintiendo que la eclosión está a punto de producirse. Ellos deben sentir lo mismo, porqué ésta vez se quedan con la última a la que se la ponen, Tiago con Pato, Álex conmigo. Unas cuantas cogidas más, mientras nosotras nos tocamos dónde hay que tocar, y acabamos todos juntos, envueltos en una deliciosa amalgama de placer y sensualidad.
Durante un rato nos quedamos los cuatro tirados en la cama, desbordados, encima unos de otros, respirando agitadamente después del terrible polvo colectivo que nos echamos.
De a poco vamos reaccionando y levantándonos. Primero los chicos, se sacan los forros repletos de leche y van a mear por turnos, nosotras vamos a ducharnos para quitarnos el sudor, el nuestro y el de ellos.
Cuando volvemos, cada una envuelta en una toalla, nos están esperando con una botella de champán.
-¿Qué les parece si nos quedamos?- nos pregunta Álex.
-¿Toda la noche?- se sorprende Pato, pensando seguramente en su hijita.
-Ya son casi las tres, así que sería un poco más- alega Tiago.
-A mí me parece bien- digo yo, mirando a mi amiga, que todavía parece indecisa.
-Sí, claro, a mí también, me parece genial- coincide finalmente, tras cierto titubeo.
-Que bueno, porqué ya avisé en recepción que nos quedábamos a pernoctar- admite Álex, descorchando la botella y llenando las copas.
-¿Tan seguro estabas de que íbamos a aceptar?- le digo, dejando caer la toalla al suelo.
-Tenía un presentimiento- repone, sobándose la pija, que ya está morcillona.
Pato también se desprende de la toalla, por lo que de nuevo estamos los cuatro desnudos. 
Terminamos el champán y volvemos a la cama. Mi amiga pide un momento a solas, para llamar a la niñera, así que sale al jardín.
Obvio que no me voy a quedar de brazos cruzados, esperándola, por lo que durante ese rato me ocupo yo solita de nuestros acompañantes.
De rodillas y sitiada por sus cuerpazos, se las chupo en forma alternada, disfrutando en mi boca de esos dos volúmenes distintos en tamaño y forma, aunque igual de satisfactorios en sabor.
Lamo, beso y chupeteo, ávida, golosa, insaciable, haciéndoles garganta profunda a los dos, lubricando ambos fierrazos con un rejunte de baba y líquido preseminal...
En lo que Pato sigue afuera, me los garcho a los dos, uno me la mete, al otro se la chupo, y para cuando vuelve ya me están haciendo sanguchito.
Cómo buena amiga decide no interrumpir. Se sienta en el sofá, a un costado, y nos observa mientras se masturba. 
Las pijas se mueven dentro mío con acelerada fricción, por uno y otro lado, casi rozándose, pero sin imponerse ninguna sobre la otra.
-Ahora te toca a vos...- le digo a Pato cuando los chicos me liberan, dejándome con los agujeros abiertos y desfondados.
-Nena, ¿sabés hace cuánto que no me dan por el culo?- repone, no muy convencida de afrontar tal experiencia.
-Pato querida, esta noche vale todo...- le digo, agregando para convencerla -Además, sí ya te lo rompieron, no hay problema, una vez roto, siempre roto- 
No es precisamente cierto, pero la convencí. Se pone en cuatro y levanta el culo. Tiago se encarga de lubricarla, usando dedos, gel y saliva.
Cuando ya lo tiene un poquito abierto, lo suficiente como para que quepa la punta, se la pone y empuja hacia adentro. Pato se queja, gruñe, patalea, se la nota incómoda, pero no le pide que pare ni tampoco que se la saque, así que sigue empujando... 
Con un buen trozo adentro, grita, putea, se revuelve adolorida, pero no dice ni reclama nada... 
Es bien gauchita mi amiga...
Ya con la mitad del trecho recorrido, Tiago saca el pijazo de un tirón, se echa gel encima y se lo vuelve a meter, ésta vez hasta lo más profundo...
Aunque a mí amiga le saltan las lágrimas por el impacto, su cara es de un goce absoluto. Sonríe rebosante de dicha cuando Tiago se la empieza a culear, sin demasiada vehemencia primero, aunque aumentando de intensidad con cada embiste.
Cuando se la saca para cambiar con Álex, el culo le queda abierto, dilatado, enrojecido por la fricción. 
Álex toma la posta, y se la mete como por un tubo. De ahí en más se la culean entre los dos, hasta le hacen sanguchito, como a mí, algo que a mi amiga jamás le hicieron antes. Es más, ésta fue la primera vez que estuvo con más de un hombre a la vez.
Nos turnamos para disfrutar de una buena doble empalada, al derecho y al revés, y luego volvemos a acabar cada cual con su pareja inicial.
Luego de ese nuevo polvo grupal, Pato y Tiago se van al hidromasaje, mientras Álex y yo nos quedamos en la cama, cogiendo ahora cada pareja por su lado.
A la mañana desayunamos todos juntos, contándonos anécdotas de trabajo, luego nos duchamos en parejas, y de nuevo a la rutina diaria.
En la puerta del telo ya nos están esperando los taxis. Pato y yo nos vamos en uno, ellos en otro, no sin antes intercambiar números celulares.
En el camino, antes de que la deje en su casa, Pato, sentada de costadito, por obvias razones, me agradece haberle hecho la segunda esa noche.
-Sola jamás me hubiera atrevido...- reconoce.
-Era lo menos que podía hacer, además yo también la pasé bien, así que noche redonda...- le digo.
Cuando llego a casa, mi marido ya les dió de desayunar a los chicos, y los está preparando para llevarlos a la plaza.
-Esperen que me cambio y los acompaño- le digo luego de saludarlo.
En la plaza le cuento de Patricia, de lo afligida que está por la separación, de que me pasé toda la noche escuchando sus penas y lamentos.
-Menos mal que su hija todavía es chica y no entiende- le comento.
-A Dios gracias nosotros pudimos superarlo- admite mi marido, en alusión a la crisis de pareja que atravesamos hace casi un año, durante la cuál estuvimos separados y al borde del divorcio.
Si seguimos juntos es por nuestros hijos... esa es la excusa, la versión oficial... lo cierto es que no concibo mi vida sin él a mí lado. 
Podré estar con otros hombres, enamorarme mil veces, pero luego del sexo, de la pasión, de la lujuria, siempre vuelvo a casa... 


 



 
Cuarteteando...


esposa

 

15 comentarios - Cuarteteando...

casta2014
te sigo desde hace mucho, y siempre me encantó como escribis. yo tambien tengo algunos relatos publicados.... si gustas.....
quizás podríamos escribir algo juntos....
celta05
Mi mujer dice lo mismo que vos, y yo pienso igual. Capillas hay muchas, Catedral solo una. Y volvemos cansados de la joda, pero felices de volver a estar juntos. Coger con vos debe ser lo más, pero el after polvo parece único
Sute41
Excelente relato.. Como siempre, desde que empiezo a leer me llevan a ese lugar. Y te veo disfrutando de tu o tus amantes ocasionales.
Van 10 Pts ...
Akuma32
Amo q te guste q te hagan sanguchito. Y q seas tan gauchita. A mi señora no le gusta la idea, ni me da el culo ni se toma la chechona.
metalchono
Se me ocurre que vas a probar al ex de Pato.
Elpndjomacho
como siempre marita tus relatos me ponen a full @maritainfiel, debo tomarme mi tiempo para leerlos y disfrutarlos, no son compatibles con la lectura rápida y la falta de tiempo, gracias por compartir +10
Bass_07
Marita presentame a tu amiga! Jajaja
omar2014981
Qué buena puta amiga q sos, hvaiienyla segunda para q sea usada ella y vos.. toda una puta en toda la letra
gerardoriker
foto de tu amiga, que envidia me dan los qu te hacen de todo en una cama