Seis por ocho (42): Cosplay de Verónica.




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Compendio I


Hay cosas que no te gusta escuchar, en especial, cuando estás acurrucado con la persona que quieres.

“¡Ay, no! ¡Olvidé tender la ropa!” dijo Verónica.

Era una lástima. Estaba bien cómodo, con su cabeza apoyada en mi pecho y sentir sus suaves senos en mis costillas. Pero tuvimos que encender la luz y ver la figura de mi desnuda suegra pararse a ordenar.

“¡Lo siento! Pero si no lo hago ahora, Amelia no tendrá camisas limpias para el lunes.” Me decía, ella, arrepentida.

Seis por ocho (42): Cosplay de Verónica.

No era tan malo. Podía ver su cola inclinarse, para tomar la ropa de la lavadora.

“¡A ver! ¡Déjame ayudarte!” le dije, tomando parte de la ropa seca y empezando a ordenarla.

“¡No tienes que hacerlo!... En serio… ¡No me cuesta nada!”

“Mientras más te ayude, más rápido nos volvemos a acostar juntos.” Le respondí.

Ella me dio una de sus sonrisas dulces.

Había un buen montón de ropa: calcetines, poleras de Marisol, sostenes, calzones. Incluso, había ropa de Sergio. Empecé a armar pares de calcetines.

“¿Y qué hicieron hoy?...” preguntó nuevamente Verónica. “Se tardaron bastante en volver.”

“Hoy descubrí que a tu hija le gusta por detrás.” Le dije, algo desanimado.

Ella me miró con una sonrisa, mientras tomaba una de sus camisas.

“¿Me estás diciendo que no te gusta?”

“Claro que me gusta. Pero también me gustan sus pechos.”

Ella se rió.

“Bueno, es cierto. A ti te gustan mucho los pechos.”

“Pero no hicimos solo eso. También nos acurrucamos un poco y…”

No quería tocar un tema tan delicado.

tetona

“¿Y?” preguntó ella, insistiendo.

“Y hablamos… de lo que pasó en su colegio.”

La cara de Verónica cambio drásticamente.

“¡Pobrecita! ¡Aun debe odiarme!” decía ella, con la mirada extraviada en el horizonte.

“¡Para nada! Ella está feliz de que sigues siendo su mamá y que la quieres mucho.”

“Amelia es tan sencilla…” dijo ella, ruborizándose ligeramente. “Creo que nunca te di las gracias… por habernos ayudado.”

“¡Sí, ya lo hiciste!” respondí, doblando uno de los pantalones de Sergio. “Creo que me lo agradeciste 3 o 4 veces, aprovechando de que estaba sedado esa noche.”

Ella se rió. Dejó una de las camisas y me dio un beso en la mejilla.

Yo le sonreí, todavía armando pares de calcetines. Quería cambiar el tema, para que no se sintiera tan triste.

“Pero dime la verdad, Verónica. ¿De verdad iba a dormir Marisol aquí?” le dije, mirando la mancha verde de musgo que estaba en el techo.

“¡Sabes bien que no!” me dijo ella, dándome un guiño en el ojo. “Como bien adivinaste, esta es una pieza de lavado, nada más. Pensábamos que Marisol dormiría en la pieza de Amelia, si es que viniera para acá… pero como no podemos hacer lo mismo con “El chico obsesionado con los pechos”, Sergio decidió que te acomodáramos acá.”

“¡Podrían haber pintado las paredes, al menos!” le reproché, con un poco de decepción.

Verónica se sentó a mi lado y me besó en la mejilla.

“Yo se lo pedí. Tenía pensado poner papel mural, pero ya sabes cómo es. En realidad, él no estaba muy contento de que vinieras a vivir acá. Decía que te tendríamos que estar alimentando de gratis y qué sé yo, pero le diste un buen tapabocas…”

Me dio un beso en los labios.

“Pero no sé qué tanto puedes quejarte. Después de todo, hemos hecho varias veces el amor aquí y me siento como tu esposa, en una casa bien pobre.”

“Sí, tienes razón.” Le dije, acariciando sus hombros “De cualquier manera, tiene una vista espectacular…”

Ella se rió al verme contemplar sus pechos.

“¡Me sorprende que esta niña tenga unos pechos tan grandes!” dijo, tomando uno de los sostenes de Amelia. “¿Sabes? Antes tenía unos pechos pequeños, como los de Marisol.”

“¡No me digas!” le dije, sorprendido.

“¡Vamos!” me dijo ella, riéndose de mi cara “Tampoco son tan grandes… me crecieron cuando tuve a Marisol y volvieron a crecer un poco más, cuando tuve a Amelia.”

“¡Debiste verte muy bonita como madre!” le dije yo, mirándola con una gran sonrisa.

“¡No seas tan cursi!” me dijo ella, palmoteándome mientras se reía “¡Vaya! Incluso son más grandes que los míos.”

cosplay

No lo creía, pero efectivamente le quedaban holgados al probárselos.

“Así me siento cómoda. Es una lástima que no pueda usarlos más apretados. Probablemente, llamaría menos la atención.” Decía con un poco de tristeza.

“Bueno, pero tú sabes que eres más que un par de pechos, ¿Cierto?” le dije yo, abrazándola suavemente por la cintura.

“Sí, lo sé.” Me respondió “Aunque no se qué tan confiables son las palabras de un muchacho obsesionado con ellos.”

“Bueno. Es que siempre los he visto bamboleantes y libres…” le dije, sonriendo.

Ella se rió.

“Me pregunto cómo me veré…”

Tomó una de las camisas de su hija y empezó a probársela.

“¡Parece que le lavé una de las viejas!” dijo, al ver que no podía cerrar los botones superiores. “¡Qué espanto! ¡No puedo estar tan gorda!”

Suegra

Se dio vuelta y la imagen era maravillosa: sus pechos aprisionados por salir y su cintura amplia y pequeños rollitos abrían la camisa por debajo, como si me invitaran a ver su peludita rajita.

“¡No me mires! ¡Qué horror! ¡Apenas puedo cerrar 3 botones!”, decía ella, empezando a desabotonarse.

“¡Por favor, no lo hagas! ¡Te ves hermosa!”

“¡Vamos, no te burles! ¡No es gracioso!” dijo ella, cubriendo su entrepierna bien avergonzada. “¡No me mires ahí! ¡Sé que estoy un poco gordita!”

La besé apasionadamente en sus labios.

“¡No te burles! ¡Sé que estoy vieja para andar haciendo estas cosas!” me dijo ella, toda colorada.

“¡A mí me encanta! ¡Encuentro que te ves muy bien!” le dije, abrazándola y besándola.

“¿Tú… crees?” dijo ella, sobando mi creciente excitación.

“¡Si!... te hace ver como si recién salieras del colegio”

Ella se rió.

“¡Sí, una escolar, con arrugas en la cara y rollos en la cintura! ¡Muy excitante para un hombre como tú!” me dijo ella, burlándose.

“¡No tienes idea!” le dije, enterrando mi glande entre sus piernas.

“¿De veras… te excito tanto?” me dijo ella, al sentir que la penetraba.

“¡Mucho!” le dije, aferrándome firmemente de su trasero.

Mientras me montaba en la cama y veía sus pechos bamboleantes bajo esa camisa, no pude evitar preguntarle:

“¿Qué pensará Sergio… si manchamos sus pantalones recién lavados?”

Esa noche, follamos como locos…



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1 comentario - Seis por ocho (42): Cosplay de Verónica.

DGE1976
Concuerdo con @Omar896