El sabor de la fruta prohibida

El sabor de la fruta prohibida
El deseo la recorrió, calentando su piel y haciendo que su pulso se acelerara. Ella había tomado su decisión y no había vuelta atrás.

La lencería que había elegido para la ocasión colgaba descuidadamente de su cuerpo, en marcado contraste con su piel color marfil. Sirzechs no lo había visto antes; Body negro, copas de red semitransparentes, corpiño atrevidamente abierto con tirantes de liga adjuntos, medias hasta el muslo que terminan en un estilo atractivo sobre los dedos que exhibe sus curvas.

Antes incluso de llegar al pasillo, su amante rubio la empujó contra la pared más cercana.

Las lenguas se enredaron mientras exploraban continuamente la pasión del otro, compitiendo por el control. Sintieron que la intensidad crecía a medida que su beso se hacía más profundo, y un sutil pero poderoso tirón de su cadera hacia él.

Su respiración se volvió dificultosa, sus pechos se agitaban contra su pecho mientras ella se alejaba de su beso. Su mano subió por su cuello, acariciando delicadamente su nuca mientras usaba sus mechones plateados para inclinar su cabeza hacia atrás.

Su gemido vibró a través de él mientras obedecía el movimiento, con los ojos cerrados mientras sus dedos rozaban su cuello. Su necesidad se espesa en el aire.

Sus labios eran más apasionados y persistentes que nunca, como si su puro anhelo estuviera compensado por todos esos años que había pasado sin besarla.

No había mayor sabor en la tierra que el sabor de su deseo desesperado en sus labios. Se suponía que no iba a resultar así. Sólo estaba destinado a ser algo de una sola vez, un medio para ceder a esos antojos que habían estado hirviendo en lo más profundo de su alma desde que tenía uso de razón, escondidos debajo de todos sus principios morales.

Por sólo una noche, quiso soltar el control. Ella lo había elegido entre todos los hombres y dejó que él la arruinara de maneras que no sabía que existían.

Ella abrió los ojos sin aliento, entregándose a su beso apasionado, sus labios rojo rubí se abrieron con entusiasmo mientras él la complacía. Su cuerpo se estremeció contra la pared, sintiendo el calor del deseo acumularse contra su piel, la humedad acumulándose con anticipación entre sus piernas.


Mal , no más mentiras

Ella no "dejó" que él la arruinara.

Ella le rogó que lo hiciera.

El impulso de amar y ser amado es fuerte, pero hay algo más salvaje y más profundo que la llama. Anhela al hombre que la convierta en su presa, que la persiga con pasión desenfrenada y la marque como suya.

Ser el objetivo de un deseo inquebrantable, ser conquistado y sometido a su paso. Grayfia anhela estos momentos con una dolorosa necesidad.

Sirzechs no

Naruto lo hizo

Él tomó su cuerpo con feroz pasión, complaciéndola infinitamente en todos los sentidos que ella deseaba. Su toque calentó su piel y apagó su necesidad de ser tomada.

Con cada encuentro, la conexión entre ellos se hizo más fuerte, haciendo imposible que nadie más pudiera competir, especialmente su matrimonio. Era una historia de amor que rompería cualquier límite que se les pusiera delante.
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Ninguno de los dos había pronunciado una sola palabra al respecto, pero ella podía sentirlo en lo más profundo de su ser: esto era más que solo sexo. Ella quería… no, necesitaba estar con este hombre, pasara lo que pasara.

Cada caricia enviaba conmociones por todo su cuerpo, cada beso le derramaba un poco más de su corazón.

Sería una tortura para su marido descubrir que no sólo ella lo había traicionado, sino que también se había enamorado irremediablemente a sus espaldas.

Con cada unión apasionada, cada impulso de su deseo en sus profundidades de espera, su amor por Naruto surgió.

La sensación de su cuerpo empujando su núcleo infiel atormentó su alma con culpa, pero en el mismo momento sólo aumentó su ardor por él. No debería estar sucediendo, pero ya era demasiado tarde. Ya no podía engañarse a sí misma.

Cada vez que compartía un beso con Sirzechs, su esposo, sus pensamientos ya estaban con Naruto en esta noche y en las noches anteriores. Los labios de Sirzerch eran sólo vasos convenientes por los que pasar hasta el día en que ella finalmente sintiera sus labios unidos a los de ella.

Naruto la tenía atada, expuesta y completamente a su merced. Ella se entregó a él, cediendo a cada grito y gemido que escapaba de sus labios.

En este punto, ya no le importaban las consecuencias ni nada más. Era egoísta, pero no podía ignorar la electricidad entre ellos, como un campo de fuerza que los unía. Él poseía su cuerpo y alma con cada caricia, dejándola obsesionada con él.

La consumió obsesivamente. Sus manos exploraron ansiosamente su cuerpo, sin vacilación ni miedo. Nadie podría igualar el amor que sentía por ella. Una sola mirada de él y un fuego se encendió dentro de ella, mientras se sentía deseada, anhelada, amada y hermosa al mismo tiempo.

Su toque provocó escalofríos placenteros en ella y la hizo sentir más viva y sensual que nunca; Con las yemas de sus dedos recorriendo sus curvas, se sentía como la mujer más deseable del mundo.

Él encendió un fuego apasionado dentro de ella, que nadie podría apagar jamás. Sabía exactamente cómo besar sus labios y hacerla sentir verdaderamente amada. Sus hábiles labios exploraron las delicadas curvas de su coño, cada caricia enviando oleadas de placer a través de su cuerpo.

Cada vez que sus deseos más íntimos pedían un beso, sus labios la llevaban a un lugar de felicidad extática sin comparación. Incluso cuando ella intentó alejarlo después de un orgasmo explosivo, él se negó a dejarlo ir, saboreando cada gota de su pasión como un perro con su hueso mientras su lengua saboreaba toda la lujuria que goteaba de ella.

Él fue implacable en su búsqueda de la satisfacción mientras arrastraba su alma en medio del puro éxtasis.

Le dolían las yemas de los dedos mientras avanzaban poco a poco hacia su ingle, descubriendo la palpitante dureza de su eje. Ardía caliente contra su palma y no pudo evitar gemir en su beso cuando él dejó escapar un rugido de placer que sólo le hizo más difícil resistirse a él.

Las rodillas de Naruto separaron las de ella con entusiasmo, alineándose con la entrada de su cuerpo que siempre estuvo tan lista para él. Su respiración se redujo mientras la anticipación llenaba su ser, todos los pensamientos sobre la cama olvidados ante su inquebrantable necesidad.

Ya no habría forma de negar su deseo, ni el de él; con una respiración profunda se abrió por completo para darle lo que él quería.

Siempre.
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Él gimió y gruñó cuando sus labios reclamaron su boca, besándola hambrientamente hasta consumir cada gramo de su aliento.

Por fin su lengua encontró la de ella y bailaron juntos en un ritmo antiguo, lento y sensual. El movimiento de sus caderas se sincronizó en una ola ondulante, como el mar golpeando la orilla.

Ella dejó escapar pequeños gritos de placer mientras sus caderas trabajaban más y más rápido, empujándola cada vez más cerca del borde de la felicidad.

Golpeó el punto justo dentro de ella con cada movimiento de sus caderas, volviéndola loca de placer. Cada movimiento era más exigente que el anterior, como si quisiera grabarse en su alma.

Su agarre posesivo provocó un escalofrío de placer a través de ella. Sus manos dominantes se movieron sobre su carne con absoluto dominio, y sus dedos se clavaron profundamente en su suave piel mientras la acercaba más a él.

Ella jadeó de alegría cuando él la llenó por completo, superando límites que nunca supo que existían. Sus poderosas embestidas llamaron su atención, calificándola como suya.

Sus fuertes manos acariciaron los contornos de sus curvas, agarrando su trasero posesivamente y tomando el control de ambos.

El placer que sintieron fue indescriptible mientras sus cuerpos se entrelazaban al unísono, creando un ritmo fascinante que solo ellos podían comprender. Con cada movimiento apasionado que intensificaba las sensaciones lujuriosas que recorrían su cuerpo, no podía pensar en nada más que el tentador toque de Naruto.

Luego, cuando parecía que el éxtasis no podía ser más intenso, ambos se rindieron a un orgasmo visceral que los dejó temblando y estremeciéndose en los brazos del otro hasta que el cansancio finalmente los hizo bajar del pináculo del placer que habían alcanzado como uno solo.

Grayfia gimió de placer cuando sus fuertes brazos rodearon su cintura, calmando su cuerpo tembloroso.

Él se había alejado del interior de ella, pero estaba lo suficientemente cerca como para que su piel se tocara, y ella podía sentir el calor saliendo de él como un horno.

Su piel ansiaba ser tocada por él otra vez; cada nervio ansiaba ser reactivado por sus apasionadas caricias. Sabía que la noche apenas comenzaba y se permitió disfrutar de todos los placeres que les esperaban.

Ella era suya.

Y él era suyo.

¿Le importaba que Naruto fuera la prometida de Rias?

En lo mas minimo.

Fin
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