La nena quiere el biberón




Eran las 6.00 de la mañana cuando los pasajeros tuvimos que abordar el bus que nos debía trasladar a una ciudad algo cercana al de origen, en esta oportunidad muy pocas personas nos embarcamos, como es usual en mí y por comodidad siempre compro espacio contiguo al pasillo, en realidad no se presentaba ninguna hasta que se presentó una agradable mujer que despertó mi atención, la saludé y ella respondió con una amable sonrisa.


Marisa es la musa de esta historia, se ubicó un asiento delante del mío, iniciamos una conversación muy trivial y poco a poco empecé ganando su interés, como había pocos pasajeros la invité a que viajara a mi lado, petición que aceptó de buen agrado. La describo es una preciosa mujer de 39 años de edad, 1.68mts de estatura, sus medidas 105-59-98, trigueña de cabello negro y ondulado, yo tengo muy buena apariencia física, de porte atlético, cuido mucho mi aspecto personal, uso bigotes mido 1.79mts y soy dueño de un pene bien presentable.


Conforme pasaban los kilómetros de viaje fuimos entrando en más confianza y comentando cosas más personales, por ejemplo es viuda y tiene 2 pequeños, no tiene pareja desde hace buen tiempo: hay momentos en que me cojo mis partes y me excito una barbaridad por lo que tengo que darme una ducha con agua fría para que me pase la calentura, es frustrante no tener al lado a tu hombre para disfrutarlo como debe ser, ustedes comprenderán que cada vez estaba más inquieto por sus comentarios y cada vez que podía cogía sus manos, arreglaba sus cabellos, Marisa recibía con agrado estos gestos.


Todo iba bien hasta que una brusca maniobra del conductor del bus nos acercó de tal manera que la tenía encima, ante esta inesperada situación nuestros rostros estaban muy cerca el uno del otro sintiendo nuestros frescos alientos y nuestros corazones latiendo cada vez más rápido, creo que más por lo calientes que estábamos que por la maniobra en carretera.


Nuestros labios no esperaron para sellar un apasionado beso que fue largamente compartido, en realidad fue una emoción indescriptible la que sentimos porque a partir de ese instante una magia de amor y pasión se apoderó de nosotros, la acaricié muy tiernamente, pasé mis manos por todo su bello cuerpo a excepción de senos, vagina y culo, percibía que esas partes estaban desesperadas de ser exploradas.


Llegamos a destino una esplendorosa mañana muy soleada nos recibió y como era usual por trabajo tuve que tomar una habitación en un hotel muy cómodo, la temperatura promedio del lugar estaba sobre los 28 grados, observé ese culo muy redondito y espectacular, sus bien contorneadas piernas, un top completaba la vestimenta, los pezones saltaban a la vista y hacían más atractivos los senos redondos y de buen tamaño, estaba realmente sorprendido de aquella criatura.


Me acompañó a la diligencia que me llevó a ese lugar, salimos a tomar el desayuno y convenimos en regresar al hotel, cabe mencionar que mientras caminamos era motivo miradas indiscretas, paradas de tránsito vehicular y un sinnúmero de: que buen culo, usas calzones espaciales que ese culo es de otro mundo, etc., etc., etc.


La temperatura subía más y la piscina del hotel nos esperaba muy limpia, me puse una trusa de baño también diminuta, los huevos y la verga en situación muy incómoda ante la estrechez de la prenda me acerqué a la piscina y una zambullida me equilibró los ánimos por breves momentos, pues Marisa hizo su aparición con una tanga y un top transparente que dejaban una vista espectacular.


Caprichosos vellos pubianos asomaban por los costados de la pequeña tanga, parecía que los hacía con el propósito de calentarme más, entró al agua y fuimos acercándonos más, el polo mojado mostraba la redondez de sus grandes tetas, nos besamos la abracé mientras ella giraba y me ponía el tremendo culo en la pinga que ya no hacía ningún esfuerzo por mostrar su apariencia, suavemente acaricié sus tetas y los pezones estaban erectos esperando su respectiva chupada, cosa que hice sin dar mayores detalles, en un momento se soltó de mí nadando estilo rana impulsándose con las piernas mostrándome su inmenso culo.


Fui en su búsqueda la agarré de la cintura y casualmente le bajé la trusa ella ayudó a retirarla quedándose con el top puesto, nuevamente estábamos abrazaditos un que rico te siento, hizo que también me quitara la trusa y empecé a sobarle sus partes, ella quería que la penetrara en cambio besaba sus pezones, cogía sus labios mayores y menores, nos excitamos completamente que nos fuimos a la habitación, su figura descomunal me mantuvo erecto, un prolongado 69 dio inicio a esta relación, sus labios mayores y menores los abrí con suaves manoseo, cuando llegué al clítoris este estaba a punto, estaba completamente húmeda, su excitación era tal que movimientos pélvicos rítmicamente invitaban a penetrarla, méteme la pinga, méteme la pinga por favor, eran solicitados con más insistencia.


Ella a su vez suavemente chupaba la verga, el glande estaba por explotar, seguí chupándole la concha que llegó a su primer orgasmo, enseguida la penetré encontrando en ella una descontrolada respuesta, cada penetración era motivo para que clavara sus uñas en mi espalda, tiraba el cabello y se cogía las tetas sin dejar de contornearse sobre la pinga que bien erecta cumplía su labor, muchas poses combinamos, sin embargo la que mayor sensación le provocó fue cuando ella recostada de lado levantó una pierna sobre mi hombro dejando en total libertad su conchita rodeada de una enmarañada red de vellos.


Mi verga se regocijó ante semejante vista y emprendió nuevamente su gestión, ella musitaba méteme las bolas, culéame así papito, más, rómpeme el culo, culéame más, déjame tu lechecita, tu nenita quiere su biberón, lléname la boca con tu lechita, una sensual montada sobre el caballo terminó con una abundante chorreada de semen, mi pija sentía las contracciones de su conchita lo que generaba un placer espectacular.



Los minutos, las horas pasaron mientras nosotros nos entregábamos uno al otro, ella se corrió muchas veces, y quedó desfalleciente y gozosa...




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